Fiebre lorquiana

Por supuesto que no es una moda reciente. En nuestro país, Lorca lleva siendo reivindicado desde su asesinato: primero desde el secretismo al que obligaba un franquismo para el que el poeta era una figura incómoda y, después, ya superada la Transición, en numerosos productos culturales más o menos populares: desde el inolvidable 'Lorquiana' de Ana Belén hasta el 'Take this Waltz' del mismísimo Leonard Cohen, pasando por las versiones aflamencadas de Camarón o las que Enrique Morente hizo de su paisano de Fuente Vaqueros, de cuya poesía el cantaor decía que tenía «música propia».

Sin embargo, parece que este reconocimiento que, hasta hace bien poco, nos llegaba con cuentagotas, recientemente se ha intensificado de manera exponencial. En principio, sin duda, esta corriente es más que positiva: bienvenida sea cualquier manifestación que mantenga viva al poeta asesinado. Pero, sin duda, a cualquier observador de la cultura popular y de las modas estéticas, le recorrerá un pequeño escalofrío al ver en la popularización de Lorca la posibilidad de la banalización de su figura.

Es difícil no estremecerse cuando se recuerda lo que el mercado ha hecho en las últimas dos décadas con figuras como Marilyn Monroe, Audrey Hepburn o Frida Kahlo. Las tres mujeres han ocupado camisetas, pósteres, tazas… y cualquier otro artículo que se pudiese encontrar en una tienda de baratijas. Y las representaciones de las tres están cargadas de elementos comunes: se las reduce a una sola imagen reconocible —que, en el caso de las dos actrices, corresponden además a uno solo de sus papeles… que, si probablemente son de los más icónicos, no son, desde luego, de los mejores que hicieron— y se las representa como personas planas, idealizadas, casi abstractas y, desde luego, carentes de todas las complejidades y contradicciones que les acompañaron durante sus vidas. Porque es muy fácil representar a la Marilyn de 'La tentación vive arriba', pero no resulta muy vendible recordar lo que esa cosificación de póster le hizo a su autoestima y a su salud mental; porque es muy estético representar a la Audrey de 'Desayuno con diamantes' olvidándonos de que su elegancia era producto de una complicadísima relación con la comida que le acompañó de la infancia a la muerte; porque aunque representar a una Frida hosca, sin depilar y vestida de ropas tradicionales pueda parecer una contraposición a la representación de las anteriores dos figuras, convertirla en un icono del blando 'feminismo Inditex' borra las contradicciones (tan poco feministas) de su relación con su esposo, así como su complicadísima salud, su bisexualidad o su (hoy escandaloso para muchos) activismo comunista.

¿Estamos corriendo el mismo peligro al hacer demasiado pop la figura de Lorca? Personalmente, de momento (y aunque reconociendo ciertas reticencias), considero que no. Federico está en camisetas, abanicos, imanes y casi todo lo que se quiera comprar, pero donde más se le encuentra es en las librerías y bibliotecas… y eso es una buena noticia porque significa que su obra sigue vigente y que su vida, al menos aún, no se ha convertido en una postal.

RTVE es una de las instituciones que últimamente más ha apostado por Federico. Su obra tiene una presencia importante en 'A este paso (no) estrenamos', un programa a medio camino entre el concurso de talentos y el espacio de divulgación en el que tres actores consagrados apadrinarán a distintas celebridades que se enfrentarán a textos teatrales clásicos. Además, la plataforma virtual gratuita del ente ha rescatado recientemente la excepcional obra biográfica 'Lorca, muerte de un poeta', una serie de seis episodios dirigida por Juan Antonio Bardem y basada en la obra del hispanista Ian Gibson que se estrenó en 1987 con un plantel lleno de nombres tan rutilantes como los de Lola Gaos, Núria Espert o Amparo Baró. Y si hablamos de series en la cadena pública, no podemos no citar la enorme repercusión mediática que tuvieron en su emisión los capítulos de 'El Ministerio del Tiempo', en los que Julián, el personaje interpretado por Rodolfo Sancho, establecía un vínculo atemporal con un Federico interpretado por Ángel Ruiz.

Como parece lógico, si tenemos en cuenta el amor que el poeta sentía por las artes escénicas, el teatro tampoco ha permanecido ajeno a la fiebre lorquiana y son varias las obras recientes que dan voz a Lorca. Más allá de las constantes reinterpretaciones teatrales de distintas obras suyas que, sin tregua, asaltan la cartelera, podemos destacar la archipremiada 'Una noche sin luna', dirigida por Sergio Peris-Mencheta e interpretada por un magistral Juan Diego Botto, que ha removido en sus asientos a miles de espectadores a lo largo de sus dos giras desde su estreno en 2020. Desde un punto de vista más multidisciplinar (aunando música, fotografía, danza, música…) se ha podido ver recientemente 'Lorca por Saura', un espectáculo dirigido por Carlos Saura y protagonizado por una sorprendente India Martínez. En un tono más humorístico, en los últimos meses ha tenido bastante repercusión 'En tierra extraña', una obra que nos permite imaginar una reunión entre Concha Piquer, Rafael de León y un Federico encantadoramente interpretado por Avelino Piedad.

Pero es a los libros donde Lorca ha vuelto con más fuerza. Es imposible no destacar la imprescindible biografía ilustrada de la murciana Ilu Ros ('Federico': Lumen, 2021) que ha conquistado a miles de lectores en España y que pronto dará el salto a otros idiomas. De hecho, son numerosos los ilustradores para los que Federico ha sido una fuente de inspiración en los últimos años: prueba de ello es la obra de Lady Desidia en 'Las mujeres de Federico' y en 'Los hombres de Federico' (Ana Bernal-Triviño: Lundwerg, 2021 y 2022, respectivamente), la obra de la propia Ilu Ros o de Javi Cohen en las dos ediciones recientes de 'Una trilogía rural' (Lumen y Trotalibros, respectivamente, en 2022) o las ediciones de 'Romancero gitano' y 'Poeta en Nueva York' con ilustraciones del inconfundible Ricardo Cavolo que Lundwerg ha editado en 2020 y 2023. Federico también ha dado el salto al cómic en el muy recomendable y también biográfico 'Vida y muerte de Federico García Lorca' (Ediciones B, 2021) en el Quique Palomo reinterpreta en viñetas una de las mejores obras de Ian Gibson, de quien también es digno de destacar 'Lorca y el mundo gay' (Ediciones B, 2016).

La gran pantalla no podía no contagiarse de la fiebre lorquiana. En los 80 y 90 pudimos disfrutar de la visión que Saura, Mario Camus o Pilar Távora imprimieron a la obra de Federico, y es reconfortante saber que el poeta sigue inspirando a una nueva generación de cineastas, como es el caso de Paula Ortiz, que con 'La novia' ayudó a la lorquianizaciónde una nueva generación de espectadores. La universalidad y la inmortalidad de Federico se demuestran en la versión de La casa de Bernarda Alba recientemente anunciada que A24 producirá cambiando Granada por Miami, con Jenna Ortega y Camila Mendes en los papeles protagonistas.

Y es que, y esto es una percepción totalmente subjetiva y personal, aunque (por desgracia) nunca pudiese conocer en persona a dos de mis personajes históricos favoritos, creo que, mientras que Frida le habría roto la cara al ejecutivo de Mattel que la convirtió en una Barbie, Federico sí que estaría muy feliz de verse en escaparates y estanterías, además de en los corazones de quienes lo echamos de menos aunque nunca lo conociésemos.

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