La actriz Rocío Tato enfundada en una bandera LGTBI. SIX

«Está muy extendida la idea de que puedas ser sordo, pero no ser sordo y homosexual»

La actriz Rocío Tato y el programador Javier Rojo cuentan a SIX sus experiencias dentro del colectivo LGTBI y en el ámbito laboral

Miércoles, 22 de mayo 2024, 00:24

Las minorías siempre están más expuestas a la discriminación por el simple hecho de ser diferentes. Se tiende a pensar en colectivos concretos, pero cuesta ir más allá y comprender que hay personas que pertenecen a varios de ellos. Este es el caso de Rocío Tato y Javier Rojo, dos personas sordas y del colectivo LGTBI, quienes han contado a SIX sus experiencias. «Está muy extendida la idea de que únicamente puedas ser sorda, pero no ser sorda y lesbiana», cuenta Tato, actriz conocida por participar en Carmina y Amén, de Paco León.

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En este sentido, Rojo recuerda su época de adolescente y juventud, cuando hasta tuvo que cambiarse de instituto por los comentarios homófobos de sus compañeros al enterarse de su orientación sexual. «Sufrí muchas discriminaciones en la infancia y la adolescencia. A los 14 años tuve problemas con algunos compañeros en la residencia de estudiantes, cuando se enteraron que era gay, me llamaban maricón, enfermo, hubo insultos, peleas… Fueron momentos muy complicados por la falta de apoyo», explica el programador extremeño afincado en Sevilla. Sin embargo, reconoce que pasada esa etapa no ha vuelto a tener «problemas serios» de esta gravedad. Tato asegura que las situaciones excluyentes por ser LGTBI se siguen viviendo hoy en día aunque sea de forma sutil. «Estas situaciones hay que afrontarlas desde una mirada que abrace la diversidad, derribando tabúes y educando en igualdad desde todos los ámbitos».

Una discriminación que también ha sufrido por ser sorda. «Empecé a besarme con una chica en una discoteca. Cuando se dio cuenta de que era sorda, se fue sin explicación alguna. Me dolió bastante la situación», afirma. No obstante, estas situaciones también las ha vivido con un final diferente. «Muchas chicas que he conocido han terminado interesándose por la Lengua de Signos Española», reconoce.

Javier Rojo, persona sorda y LGTBI. SIX

Las discotecas son uno de los puntos claves para las relaciones sociales de las personas LGTBI, ya que el colectivo suele relacionarse en ámbitos festivos, en los que la música es alta y la luz baja, una dificultad para las personas sordas. «En las discotecas me resulta imposible conocer gente porque necesito leer los labios», explica Rojo, quien añade que alguna gente huye cuando dice que es sordo porque no se saben comunicar, algo similar cuenta la actriz. «A pesar de tener múltiples herramientas para comunicarme con personas que no saben Lengua de Signos, al darse cuenta de que soy sorda, muchas personas prefieren desentenderse o no seguir conociéndome», asegura. Una situación frustrante y complicada de gestionar que hace sentir mal a estas personas. El programador reconoce que con buena luz y en ambientes más íntimos es fácil conocer a personas, en la calle, en un parque o haciendo senderismo, por ejemplo. «Falta información de cómo comunicar con las personas sordas, yo muchas veces les explico, pero a veces pasan o no entienden», dice.

Ámbito laboral

Tato debutó en el cine de la mano de Paco León, pero su trayectoria profesional va mucho más allá, con papeles en televisión y teatro. Una profesión donde, como en el resto de ámbitos, la barrera «más notoria» es la de la comunicación. «Las personas oyentes al ver a una persona sorda tienen muchas dudas e incertidumbre por no poder comunicarse, pero si voy con una intérprete de lengua de signos todo es mucho más fácil y las barreras desaparecen», explica.

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Sin embargo, la actriz considera que la industria cinematográfica es un espacio inclusivo, aunque aún hay asuntos que mejorar. Por ejemplo, reconoce que, en algunas ocasiones, se prioriza a personas con otro tipo de discapacidades por temas presupuestarios. «A veces se nos deniega llevar una intérprete de lengua de signos por el coste que ello supone», cuenta. Otra sensación que tiene Tato es que los directores y responsables de casting «tienen miedo» de incluir a una persona sorda en sus proyectos. «Creo que por eso vemos a personas oyentes haciendo el papel de personas sordas», afirma. Estas situaciones no se dieron cuando trabajó en Carmina y Amén, donde siempre contaba con una intérprete para ayudarla a comunicarse, entender los guiones y asesorarla con la adaptación del doblaje.

Por su parte, Rojo no cuenta con «muchas barreras» en su ámbito laboral. «Hacen adaptaciones para mí como intérprete de Lengua de Signos en los cursos o menos gente en las reuniones para poder leer los labios de unos compañeros y hay subtítulos en el chat, entre otras cosas», explica. No obstante, el programador conoce a otras personas sordas que sí se encuentran estas barreras por falta de adaptaciones.

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A pesar de los avances, Tato apuesta por mayor visibilidad en el mundo cinematográfico, tanto de personas sordas como del colectivo LGTBI, ya que considera que la representación es «escasa». En esta línea, piensa que un gran avance sería que una persona con discapacidad auditiva sea protagonista de una película. «También creo que la trama podría combinar a personas del colectivo LGTBI sordos u oyentes, también que el personaje protagonista se relacionara tanto con otras personas sordas y también oyentes», explica.

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