![Ruta senderista: Sendero circular del Arroyo de la Ventilla](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/201706/16/media/cortadas/sen20191218_3-kEG-U404637582MJF-984x608@Diario%20Sur.jpg)
![Ruta senderista: Sendero circular del Arroyo de la Ventilla](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/201706/16/media/cortadas/sen20191218_3-kEG-U404637582MJF-984x608@Diario%20Sur.jpg)
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Este itinerario circular y relativamente breve permite conocer uno de los enclaves ribereños más singulares no sólo de Málaga sino también de Andalucía. Se trata del bosque de galería que está situado en torno a la garganta del arroyo de la Ventilla, que está situado en su mayor parte en el término municipal de Arriate.
Comarca Serranía de Ronda
Nivel de dificultad Baja
Tipo de ruta Circular
Duración aproximada 1 hora y 30 minutos
Longitud del trayecto 3,3 kilómetros aproximadamente
Altura mínima 605 metros
Altura máxima 705 metros
Este itinerario parte del casco urbano Arriate para adentrarse en la ribera del arroyo de la Ventilla. Concretamente, el sendero, que está convenientemente señalizado arranca desde la confluencia de las calles Málaga y del Prado, en uno de los extremos del núcleo de población (COORDENADAS 36.797683 -5.1370890 ). Es conveniente dejar el vehículo bien estacionado en el entorno del punto de partida, aunque es especialmente recomendable dejarlo en alguna de las entradas del pueblo y pasear por sus calles antes y después de la ruta senderista.
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Aunque hay un itinerario más largo, que llega hasta el puente de la Ventilla, ya en territorio de Ronda, esta opción es una de las más cómodas para conocer este singular enclave ribereño. Desde el punto de partida, que está señalizado con un panel indicativo, este itinerario comienza a ascender por el margen derecho del arroyo de la Ventilla. Concretamente, el itinerario comienza junto al recinto ferial del pueblo y conduce a través del camino de Panabarro hasta la llamada vereda del Molino Cantos, desde donde se puede apreciar ya la garganta. A través de esta cómoda ruta, que en ocasiones tiene tramos con pendientes, se pasa junto al Molino Quemado, también conocido como Molino Verde.
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De esta forma, el sendero comienza a aproximarse al cauce del riachuelo e introducirse paulatinamente por un sorprendente bosque de galería, que llama la atención por su variedad de especies. En menos de un kilómetro de recorrido, el camino pasa por la angosta garganta del arroyo de la Ventilla, donde se encuentras cavidades como la cueva del Druida. En esta zona se puede comprobar como la fuerza del arroyo de la Ventilla ha conseguido erosionar a lo largo de milenios grandes rocas calcáreas para conformar una espectacular garganta kárstica. Esa naturaleza caliza también ha dado lugar a cuevas, como la mencionada, en las que se han hallado interesantes restos fósiles.
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A poco más de un kilómetro del inicio de la ruta, hay un puente de madera que permite seguir la ruta oficial desde Arriate y comenzar a regresar por el otro margen. Sin embargo, es recomendable seguir río arriba algunos metros más para comprobar la belleza y la singularidad ecológica de ese enclave. De esta forma, se puede llegar, salvando las dificultades de un camino angosto y a veces muy inclinado, hasta un impresionante puente, que marcará, ahora sí, el regreso definitivo (antes habrá que pasar debajo del puente de la carretera A-367, con un ruido a veces molesto por el tránsito continuado de vehículos). Éste se puede hacer también por el margen contrario del río. De esta forma, el itinerario será circular y no lineal.
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Este enclave también tiene un indudable interés etnográfico. No en vano, los arriateños conocen esta zona como Molino Canto. Allí hasta el siglo pasado se aprovechaba la fuerza del agua para convertir el trigo en harina. Todavía se puede ver incluso un refugio natural usado por los molineros, la cueva de las Culebras. También forman parte del paisaje caleras hoy abandonadas, de donde se extraía la blancura de las fachadas arriateñas. En el camino que discurre junto al río se podrán encontrar también antiguas fuentes -a veces drásticamente restauradas-, como la de los Cañolillos y la Tejilla.
A su indudable atractivo geológico, hay que unir su biodiversidad, que, en algunos aspectos, supera a la que tienen algunos parajes naturales de Andalucía. Basta con citar a modo de ejemplo las 9 especies de helechos que se pueden encontrar entre sus más de 400 plantas. Entre ellas, están las típicas de ribera o las rupícolas, que se adaptan perfectamente a las zonas calcáreas existentes. Así, allí se pueden ver juncos, hierbas de San Antonio, cañas, salicarias, chopos, fresnos, álamos, olmos y sauces, en el entorno del río, y quejigos, encinas, higueras, helechos y otros ejemplares muy mediterráneos, en el perímetro de ambas orillas. Es también un lugar habitado por una rica fauna, con algunas especies fáciles de divisar si se va con el recomendado sigilo. Así, se han censado de momento más de cuarenta aves, como rapaces (azor, búho real, cárabo, mochuelo o lechuza) y ribereñas (lavandera cascadeña, chochín o martín pescador). Más esquivos son los mamíferos que lo habitan, aunque no es extraño percibir la presencia de zorros, comadrejas, ginetas o erizos.
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