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Esta ruta, que parte del casco urbano de Valle de Abdalajís, sube hasta el enclave conocido como Torcal del Charcón, uno de los conjuntos kásrticos más valiosos de esta sierra. La subida se hace por un sendero homologado con la nomenclatura PR-A-87.
Comarca Valle del Guadalhorce
Nivel de dificultad Media-alta
Tipo de ruta Lineal
Duración aproximada 2 horas (sólo ida)
Longitud del trayecto 4,7 km (sólo ida)
Altura mínima 365 metros
Altura máxima 962 metros
El punto de partida de esta ruta está en el pueblo de Valle de Abdalajis. Aunque se puede empezar en la parte alta del casco urbano, en el arco por donde comienza la subida al mirador del Gangarro, es recomendable hacerlo desde uno de sus principales vestigios históricos, el rincón donde se encuentran La Peana y la escultura de la Madre Petra, en la plaza de San Lorenzo (36.931252, -4.682059).
1. Desde la plaza de San Lorenzo hay que ascender a la parte alta del casco urbano de Valle de Abdalajís para buscar la calle Calvario, situada ya al pie de la sierra. En esta vía, habrá que buscar el arco que da lugar a una subida escalonada hacia la ermita del Santo Cristo de la Sierra, patrón de la localidad. En este caso, habrá que subir aproximadamente unos doscientos metros, tras los cuales, se podría girar a la izquierda para visitar la mencionada capilla y el mirador del Gangarro, como complemento a esta ruta. En cualquier caso, después habría que regresar hasta ese punto del desvío para comenzar la subida hacia el Torcal del Charcón.
2. El primer tramo, tras dejar la mencionada subida escalonada desde el pueblo, se adentra en uno de los pequeños valles que proporciona la espectacular sierra caliza de Abdalajís. Tras pasa junto al cortijo del Higuerón, el camino afronta un duro ascenso, atenuado por un trazado zigzagueante. De esta forma, se afronta al principio del sendero el tramo más duro del recorrido. De esta forma, se consigue alcanzar otro de los hitos de esta ruta el antiguo cortijo del Charcón, situado junto a un cruce de caminos de esta sierra (más al sur de las ruinas hay también una antigua fuente).
3. Desde el antes citado cortijo del Charcón el desnivel de este sendero es menos severo y permite disfrutar aún más del paisaje kárstico al que se accede. Así, en menos de un kilómetro se llega hasta la zona conocida como el Torcal del Charcón, que por la fisionomía de sus rocas erosionadas recuerda al vecino paraje natural situado en Antequera. Eso sí, las dimensiones de éste son muy inferiores. Merece la pena recorrer esta formación montañosa, que sirve de antesala para los que quieren subir a la cumbre de la sierra de Abdalajís. Por otra parte, habrá que tener mucha precaución al caminar en esta zona, ya que hay muchas grietas entre las piedras que pueden suponer un grave peligro.
4. Aunque hoy esté contemplada como una ruta homologada, en muchos de los tramos de esta ruta faltan elementos de señalización de la ruta. Así, en lugar de balizas de madera, en muchos de estos tramos hay los tradicionales mojones de piedra, que sirven para confirmar que se marcha por el buen camino.
5. El regreso se puede hacer por el mismo camino, aunque existen dos posibilidades para hacer este recorrido circular. Uno de ellas implica enlazar con el Nacimiento de Valle de Abdalajís para después hacer la ruta senderista de ese mismo nombre, que desciende directamente hasta el casco urbano. Otra segunda opción implica girar desde el Torcal del Charcón hacia el este y después bajar por el antiguo sendero de La Ratita, que actualmente está deshomologado por la Federación Andaluza de Montañismo. A través de ese camino se llegaría a la carretera de Valle de Abdalajís-Antequera, a la altura de la Venta Los Atanores.
6. En el punto de partida propuesto para esta ruta, se podrá ver uno de los elementos más valiosos que la cultura romana dejó en el territorio de Valle de Abdalajís. Se trata de La Peana, una pieza pétrea que proviene del famoso Arco de los Gigantes de Antequera y que se puede encontrar en la plaza de San Lorenzo. Además, este emblema de la localidad servía de pedestal a una estatua que tenía una inscripción dedicada al emperador Trajano. Junto a este vestigio romano, se puede ver el monumento a la Madre Petra, promotora del convento que lleva su nombre no a muy pocos metros de allí.
En esta ruta se dan paisajes escarpados y abruptos en los que se pueden ver numerosas especies que se adaptan a ellos, como aves rupícolas, rapaces o carroñeras. Así, se pueden ver, respectivamente, chovas piquirrojas, águilas calzadas o buitres leonados, que suele sobrevolar toda la zona que hay entre las sierras de Huma, del Torcal y de Abdalajís. También abundan otras aves de menor tamaño, como vencejos, golondrinas, gorriones o petirrojos. Entre los mamíferos se puede ver a la cabra montés, ya que ésta suele estar en la parte alta de la sierra. A lo largo de la ruta se podrán ver pinos, olivos, acebuches y almendros, a los que hay que unir matorrales y plantas aromáticas autóctonos, como el palmito, la jara, el majuelo, la aulaga, el romero o la pita.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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