Rafael Rodríguez
Viernes, 19 de abril 2019, 01:24
El último trabajo para la Semana Santa de Málaga de Antonio Martín Fernández, sin duda, el mejor tallista del siglo XX y autor de los conjuntos lignarios del Cristo de la Agonía (Penas), Virgen de Gracia (Rescate) y del Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario (Rocío), es el trono de la Sagrada Mortaja de la Cofradía del Monte Calvario, que se estrenó el Viernes Santo de 2007.
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Aunque no llegó a esbozar las líneas maestras de esta obra, Juan Bautista Casielles del Nido dejó claro en repetidas ocasiones que las andas de este misterio debían basarse en el magnífico retablo mayor plateresco de la iglesia capitular del Sagrario, del círculo castellano-palentino, realizado en 1565 para la iglesia de San Pedro de Becerril de Campos (Palencia) y trasladado a Málaga en 1944 para reemplazar al destruido en julio de 1936.
Partiendo de esta base, Martín Fernández concibe el conjunto, de estilo neorrenacentista, como una sucesión de capillas y cartelas, mientras que el cajillo arranca a partir de una serie de moldurones tallados en sus diferentes variedades vegetales. En el centro de cada paño, se ubica la capilla central, caracterizada por su resaltada cornisa y el remate superior a modo de concha irisada. El nicho es flanqueado por dos columnas con fuste abalaustrado de raíz plateresca. Para el frontal y la trasera, se sigue un esquema que parte de la citada capilla, y a ambos lados se levantan dos menores, de idéntica traza, seguida de una cartela. Esta sucesión se repite en los laterales, incluyéndose hasta seis hornacinas menores y seis relieves.
Motivos vegetales forman parte de la ornamentación del conjunto, incluyéndose igualmente dos delfines que escoltan el penacho de la capilla central.
Para las labores de imaginería y relivaria se ha contado con Manuel Carmona Martínez (2006-), mientras que el dorado corresponde a Manolo y Antonio Doradores (2006-2007).
La iconografía se completa con la escultura de la Virgen de Belén, colocada en la capilla central del frontal. Esta efigie presenta nueva hechura y distintas proporciones con respecto a la primitiva miniatura del anterior trono, siendo una reproducción de la imagen tallada hacia 1680-1688 por Jerónimo Gómez de Hermosilla, al culto en el santuario de Santa María de la Victoria y la Merced. En la trasera, se sitúa Jesús Resucitado, mientras que las escenas de la Última Cena y la Institución de la Iglesia (Pentecostés) se hallan en el centro de los laterales. El resto de imágenes, en capillas menores, son San Agustín, San Andrés, San Felipe, San Juan Evangelista, Santiago el Mayor, San Bartolomé, San Mateo, San Juan Crisóstomo, San Jerónimo, Santo Tomás, Santiago el Menor, San Pablo, San Pedro, San Simón, San Judas Tadeo y San Ambrosio.
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Los relieves se corresponden con las estaciones de vía crucis celebrado por el Papa Juan Pablo II el Viernes Santo del año jubilar de 2000. Así, se incluye la Oración en el Huerto, el Prendimiento, Jesús condenado por el sanedrín y humillado por Herodes, la Flagelación, la Presentación al Pueblo, Jesús con la cruz al hombro, el Señor ayudado por Simón de Cirene, el Encuentro con las mujeres de Jerusalén, Cristo crucificado promete su reino a Dimas, Cristo en la cruz en presencia de su Madre y el discípulo amado, la muerte del Señor, La Lanzada, el Descendimiento y el Sepulcro.
Finalmente, las esquinas son presididas por figuras de ángeles mancebos que ya se utilizaban en el antiguo trono, gubiados por Manuel Carmona Martínez (1989).
El conjunto resultante tiene unas dimensiones de 425 x 250 x 100 centímetros y se ilumina con cuatro faroles esquineros de Orfebrería Villarreal (1983), según diseño de Juan Casielles, donde figuran hasta un total de 16 personajes relacionados con la genealogía de Cristo, y cuatro más de menor tamaño que se ubican en los laterales, obra de Juan Borrero (2006).
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Los trabajos de Francisco Bailac, como carpintero, y Antonio Martín, como tallista, comenzaron después de la celebración de un cabildo, en junio de 2001, donde se aprobó retomar el proyecto ya aceptado por los hermanos en 1982. Por tanto, 25 años tuvieron que pasar para que esta magnífica obra se convirtiera en una realidad.
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