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Málaga volvió a vivir su domingo de Corpus por la tarde. Sin duda, el regreso al horario vespertino generó mayor afluencia de fieles y público en general respecto a años anteriores. Sin embargo, la procesión del Corpus Christi sigue sin encontrar un modelo racional y atractivo que le permita aproximarse, de modo somero, al esplendor que tuvo antaño. La Iglesia católica insiste en que la presencia real de Jesús Sacramentado en la calle supone el testimonio público de fe más importante del año, por delante, incluso, de la Semana Santa. En cambio, esta expresión se topa una y otra vez con una realidad que dista bastante de lo que debería ser, al menos, en su organización, en su participación y en su repercusión.
No cabe duda de que el Corpus en Málaga lleva demasiado tiempo sin relucir lo que debiera, no solo porque se perdió el jueves festivo hace 34 años. En realidad, no encuentra su sitio desde hace algunas décadas más. Al menos, desde hace medio siglo, apuntan los estudiosos del fenómeno de la piedad popular, movimiento que favoreció el proceso que instituyó la fiesta barroca del Cuerpo de Cristo. Y como muestra más cercana, tres ejemplos: en los 16 años celebrados bajo el episcopado de Jesús Catalá, incluidos los dos de la epidemia por la Covid-19, el culto público a Su Divina Majestad ha variado en dos ocasiones su lugar de salida a la calle. Así, el séquito procesional casi siempre ha iniciado su recorrido por la puerta de las Cadenas de la Catedral que conduce al Patio de los Naranjos, pero, igualmente, lo ha hecho desde la plaza del Obispo. También ha modificado, no pocas veces, el itinerario, e, incluso, su franja horaria. En concreto, hasta en tres ocasiones en estos 16 años. En 2009, se llevó a cabo por la mañana, como en las últimas ediciones bajo el gobierno diocesano de Antonio Dorado Soto. Sin embargo, al año siguiente, se pasó a la tarde y, en 2018, de nuevo al horario matutino, para regresar al vespertino ayer domingo, quizá, el último de monseñor Catalá, ya que el próximo 22 de diciembre cumplirá 75 años y, por consiguiente, deberá presentar al Papa Francisco su renuncia al oficio de obispo por jubilación.
Con toda la buena intención del mundo, se cambia para mejorar. La fotografía fija de años atrás mostraba las aceras vacías, salvo a la salida, de ahí esta nueva vuelta de tuerca en torno a la solemnidad del Corpus Christi, por parte de sus organizadores: la curia diocesana. Por este motivo, con el regreso a la tarde se buscaba un mayor arropo. Y se consiguió, aunque el bullicio del centro histórico a esas horas, en determinados puntos, no invitaba precisamente a la oración. De hecho, se pudo ver, incluso, a algún que otro descamisado foráneo paseando por la calle Larios, vaso de plástico en mano, imagen que contrastaba con jóvenes y mayores arrodillados ante el Santísimo.
La participación para conformar la comitiva volvió a ser insuficiente, en virtud a la suma de movimientos eclesiales que conforman comunidades dentro de la Iglesia. Qué sería de la procesión del Corpus sin la presencia de las hermandades y cofradías, la más nutrida, con diferencia, en relación al resto grupos. Y eso que la Iglesia malagueña optó en su día por un modelo poco cofrade para, en teoría, integrar a todos los carismas. En cambio, muchos movimientos eclesiales brillan por su ausencia cuando es Jesús Sacramentado quien peregrina por las calles de Málaga.
Asimismo, al movimiento cofrade se debieron, una vez más, los altares instalados durante el itinerario establecido, seis este año, como el anterior, en esta ocasión, levantados por las agrupaciones de cofradías de pasión y de gloria, las hermandades sacramentales del Descendimiento y Viñeros, y por los grupos parroquiales de Nuestra Señora del Sol, de la parroquia de San Lázaro, y Verdad y Sagrario, del templo de San José Obrero, en Carranque.
El aparato efímero de la entidad de San Julián, el más ambicioso de todos ellos por sus dimensiones, instalado en la plaza de la Constitución, estuvo presidido por el grupo escultórico de la Cena dispuesto en el trono de Semana Santa del Nazareno de la Salutación, que llegó a este enclave por la mañana, después de hacer noche en la parroquia de los Mártires, antigua sede canónica de esta corporación que conmemora su centenario, tras su traslado en procesión, en la tarde del sábado, desde la iglesia de Santo Domingo.
Por su parte, la Agrupación de Gloria montó su altar en la calle Larios, gobernado por el simpecado de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío Málaga-La Caleta, en su carreta, por su 35.º aniversario fundacional, y en esta céntrica vía también se encontraba el resto de montajes, a excepción del alzado por Viñeros, que se situó junto a los jardines de la iglesia del Sagrario, en Molina Lario, con la imagen de su titular hagiográfico San Lorenzo Mártir, obra del escultor Juan Vega.
La procesión se puso en marcha desde la Catedral a las 19.50 horas, una vez finalizada la misa solemne que presidió el obispo Jesús Catalá, y concelebrada por el Cabildo catedralicio y la curia diocesana. Precisamente, Catalá, durante su homilía, recordó que en la solemnidad litúrgica del Corpus Christi «celebramos también el día de la Caridad; es decir, la llamada a poner sobre el altar nuestros panes, para que los necesitados experimenten el amor cristiano», anunció. «La fiesta del Corpus Christi nos recuerda la presencia real de Jesús en medio de nosotros; animándonos a compartir, a abrir camino a la esperanza y a estar cerca de quienes sufren. Queremos promover el compromiso de la comunidad cristiana y de la sociedad con la defensa de la dignidad de las personas más necesitadas y vulnerables, alzando nuestra voz para denunciar derechos pisoteados y para anunciar la buena noticia», reivindicó el prelado, quien pidió construir «comunidades acogedoras y misioneras, que entiendan la riqueza que aporta la diversidad cultural y salir al encuentro de las personas, especialmente de las más necesitadas», deseó.
Abiertas las puertas de la Catedral, después de la misa, se organizó la procesión. Como de costumbre, encabezaba la comitiva la banda de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos, que esperaba en la calle, seguida de niños que han recibido este año la primera comunión, y, a continuación, las cofradías de pasión y de gloria, con guiones escoltado por cuatro o cinco bastones, según cada caso, las hermandades Sacramentales con guiones o banderas y velas blancas, y la representación de las agrupaciones de Hermandades de Gloria y de Cofradías de Semana Santa, esta última con su presidente, José Carlos Garín, al frente, junto a los hermanos mayores de El Rico, Ramón Varea; Sangre, Laura Berrocal; Misericordia, Agustín Soler; y Zamarrilla, Sergio Lucena, quien portó la bandera agrupacional.
Tampoco se entiende que el Obispado limite a once el número de hermanos para su participación en la comitiva de las hermandades sacramentales, cuando hay corporaciones, como el Rocío de San Lázaro o Dolores de San Juan, con alta demanda. Asimismo, el séquito contó la Congregación de los Santos Patronos Ciriaco y Paula, la Real Hermandad de Santa María de la Victoria, solo tres arciprestazgos de la diócesis, la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada y la Adoración Nocturna Española, de mujeres y de hombres, amén del seminario, niños seises y monaguillos de la Escolanía Santa María de la Victoria, y la banda Municipal de Música junto al coro de la Catedral, dirigido por Antonio del Pino, que interpretaron cantos eucarísticos arreglados para banda y coros por Gabriel Robles.
Cerraban el cortejo el pabellón basilical, la curia diocesana y la carroza con la custodia donde se alojaba el viril, flanqueada por seis ciriales llevados por hermanos mayores, tras la que se situó el obispo, Jesús Catalá, acompañado del vicario general, Antonio Coronado, y del deán de la Catedral, José Manuel Ferrary, además del palio de respeto, portado por mujeres e iluminado por cuatro ciriales, igualmente llevados por hermanos mayores.
Con el Himno Nacional accedió la Sagrada Forma al Patio de los Naranjos, cuando el reloj marcaba las 20.20 horas. En ese momento, repicaban las campanas de la Catedral. El público llenaba el Patio de los Naranjos y la calle Císter por completo.
Como quiera que las andas del Corpus siguen inconclusas, otro dato que lo dice todo, estas fueron enriquecidas por varios elementos artísticos prestados y de diferentes estilos, cara a mejorar su aspecto. Así, la Archicofradía de los Dolores de San Juan, a la que la diócesis encomendó un año más la preparación de la carroza, dispuso cuatro ánforas de su propiedad que flanqueaban la custodia del orfebre Manuel Seco Velasco. También se añadieron cuatro candeleros de la Archicofradía de la Expiración con cirios que exhibían un lazo blanco y espigas, seis pequeños arbotantes de la Hermandad del Santo Traslado, y en el frontal, los patronos de la ciudad: la Virgen de la Victoria en el centro, presidiendo un templete, pieza cedida por la Hermandad del Rocío de Málaga, filial de Almonte, San Ciriaco y Santa Paula a ambos lados de la Patrona de la diócesis, figuras de orfebrería de la Archicofradía de la Pasión, mientras que delante de la custodia figuraba el Santo Cristo de la Salud, escultura aportada por la Hermandad de los Estudiantes, que igualmente es copatrón y protector de Málaga, aunque su culto –la talla es propiedad del Ayuntamiento– queda hoy día reducido a la mínima expresión, pese a que este año celebra el 350.º aniversario de su patronazgo, debido a que su hermandad se encuentra en 'stand by', aun cuando existe la intención de revitalizarla, por parte de un grupo de devotos.
La carroza eucarística, a ruedas, lució un exorno a base peonías, rosas, calas, lisianthus, daucus y espigas de trigo, y contó con los cofrades Rafael de las Peñas y José Manuel Molina como mayordomos.
Durante el breve recorrido, que este año tomó Larios en sentido ascendente e incluyó las estrechas calles Sánchez Pastor y Santa María, como antaño, la custodia se detuvo en los seis altares instalados, pero fue el de la Agrupación de Cofradías el que más interés despertó por parte del público, al congregarse cientos de personas alrededor de él. En este punto, la banda sinfónica Virgen de la Trinidad, que participó en varios enclaves del recorrido, tocó la marcha 'Himno del Santo Grial', de Perfecto Artola.
La procesión que tuvo un descuelgue de unos minutos entre las calles Sánchez Pastor y Granada –el pabellón basilical se detuvo para esperar la custodia, que aún permanecía en el altar de la Agrupación de Cofradías, mientras el cortejo que le antecedía seguía su curso a un ritmo rápido–, culminó de nuevo en la Catedral con la bendición del obispo a todos los presentes.
Finalizada la procesión, se procedió al traslado en andas de varias imágenes a sus respectivas sedes canónicas. Fueron los casos de San Lorenzo Mártir, de Viñeros, hasta la iglesia de la Aurora y Divina Providencia con su agrupación musical, o el grupo escultórico de la Cena, que regresó a Santo Domingo en procesión, muy seguida, por cierto, con el acompañamiento musical de la banda de cornetas y tambores del Paso y la Esperanza, mientras que la Dolorosa del Sagrario, del barrio de Carranque, se dirigió hasta la casa hermandad de Viñeros con la banda de música Virgen del Rocío, y los hermanos del Rocío de Málaga La Caleta devolvieron el simpecado al templo de Santiago con el acompañamiento de la banda sinfónica Virgen de la Trinidad.
La tradición del Corpus Christi se repitió, pues, con más público en las aceras que en años anteriores. En cambio, no son pocos los malagueños que demandan un cambio definitivo que enriquezca su solemnidad y, en gran medida, su procesión, a la mayor Gloria de Dios. ¿Cómo mejoraría? Doctores tiene la Iglesia, pero, quizá, la entrega de la procesión a los cofrades, por su experiencia de siglos en el culto externo, sería una buena solución.
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