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El antiguo vía crucis oficial de la ciudad, que viene presidiendo el Nazareno de los Pasos desde hace tres años, finalmente no pudo alcanzar la ... cima del Monte Calvario. La Cofradía del Rocío, que es la encargada de organizar este ejercicio, se vio obligada a cambiar el guion, tras la amenaza de lluvia, y poco antes de las siete de la tarde, hora prevista para la salida de la comitiva, anunciaba que «ante los partes meteorológicos que maneja la hermandad, el vía crucis oficial de la ciudad de Málaga, presidido por el Señor de los Pasos, se realizará en el interior de San Lázaro a partir de las 20.15 horas». Este anuncio, difundido a través de los canales oficiales de la corporación, no sorprendió a casi nadie, pero si dejó mal sabor de boca entre los varios cientos de devotos que se encontraban en las inmediaciones del templo victoriano para asistir o participar en el rezo de las estaciones por la vía dolorosa del Calvario, que, precisamente, llevaba dos años en auge, después de décadas en persistente decadencia.
En realidad, con la borrasca Martinho dejando notar sus efectos desde el jueves, existía desde primeras horas de la mañana del viernes la incógnita de si el vía crucis podría practicarse en la calle. Y es que los pronósticos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) no pintaban bien y la jornada estaba siendo extraña. El cielo se teñía de azul primavera, recién estrenada, por cierto, y, de repente, el viento traía unas nubes amenazantes que, cuando menos, hacían dudar al más optimista. Sin embargo, pese a que Martinho no se pronunció –solo hubo un chispeo sin más a las ocho de la tarde–, finalmente, el cortejo no pudo poner rumbo a la ermita del Calvario, ante la posibilidad de que hiciera acto de presencia el líquido elemento en algún momento, y por tanto, se quedó en casa para rezar las catorces estaciones de forma claustral, en la parroquia principal de San Lázaro y en la capilla auxiliar, en cuyo centro del altar se quedó instalada la imagen escoltada por cuatro blandones dorados con cera blanca.
Esta rápida actuación de la hermandad no hizo sino confirma lo bien que le ha sentado la última década a la Cofradía del Rocío, porque con tantas almas en la calle esperando la salida del Señor, con tantos participantes, entre velas y portadores, y sin caer una sola gota en todo el día, la decisión no resultaba nada fácil y mucho menos cuando la capacidad del templo es bastante reducida para albergar a tantas personas, de ahí que, acertadamente, se optara por llevar al Nazareno a la iglesia auxiliar, donde se encontraba la Virgen del Sol y las imágenes de un Crucificado y San Lázaro, y allí y en el viejo templo, se rezaron las estaciones.
Ahondando en la madurez de la Cofradía del Rocío, ciertamente, el año 2005, o sea, dos décadas atrás, supuso un punto de inflexión en la hermandad victoriana con la incorporación de los 'niños', que ya no eran tan niños, a puestos de responsabilidad. La sabia joven empezó a notarse, sobre todo, en el montaje de los cultos, pero también en la calle. Sin embargo, no es menos cierto que la corporación alcanzó cotas extraordinarias, quizá su cenit, al menos de su último siglo, al calor de la coronación canónica de la Novia de Málaga, que el próximo 12 de septiembre cumplirá años, una década. Desde entonces, la Cofradía del Rocío mantiene una línea de actuación que la identifica y la posiciona en esa lista de hermandades imprescindibles de la Semana Santa andaluza.
Su 'modus operandi' le está dando los frutos deseados. Que una cofradía plante en la calle más de mil nazarenos en una ciudad tan tronera como Málaga, como lo hará el Rocío el próximo Martes Santo, lo dice todo. Los 'debes' de los 80 y 90 del siglo pasado se han ido superando. La nostalgia idealiza un pasado que, quizá, no fue como se recuerda y la cofradía ha sabido caminar de frente buscando lo conveniente sin renunciar a su sello inconfundible de siempre. Todo se ha mejorado. Quizá la aplicación de este adjetivo indeterminado para una corporación con tantos siglos de historia puede ser demasiado atrevido, pero es la sensación que da a quienes han asistido a su evolución durante las últimas décadas. Sin embargo, una vez lograda la consolidación en todos los campos de la hermandad, que llegó después de dos etapas convulsas que nunca debieron producirse, se hacía necesaria una revisión del vía crucis oficial de la ciudad que la cofradía practica con este título, otorgado por el Ayuntamiento de Málaga, desde hace casi 90 años, aunque este ejercicio se encuentra estrechamente ligado a la corporación desde su mismo origen, en los albores del siglo XVIII.
El vía crucis de Málaga, el oficial, ha venido siendo la asignatura pendiente de la hermandad en las últimas décadas. Esto es una realidad. En cambio, fue a finales de 2022, un año después del levantamiento del veto diocesano del culto externo por la pandemia, cuando el Rocío aprobó que el rezo de las estaciones, desde la parroquia de San Lázaro hasta la cima del Monte Calvario, estuviera presidido desde el año entrante por la imagen del Señor de los Pasos, medida que ya de por sí suponía un reclamo y ponía de relieve un ejercicio que, si bien se venía realizando con una pequeña Dolorosa del templo, había tocado fondo por la exigua participación. Pero, además, se produjo otro factor que favoreció su renacimiento: el cambio de día, al pasar de la tarde del Viernes de Dolores, día saturado por la acumulación de cultos, traslados y procesiones de vísperas, al tercer viernes de cuaresma. Con estos dos movimientos, unido a la convocatoria que, desde entonces, hace la Cofradía del Rocío a sus hermanos y devotos, cartel incluido, el vía crucis oficial de la ciudad, que constituye un viaje a los orígenes de la hermandad victoriana, ya sí interesa, incluso a los medios de comunicación, y vuelve a ocupar su sitio en la cuaresma malagueña cuando, de no haberse producido estos cambios, estaba abocado a su desaparición.
El renovado vía crucis de Málaga cumplió, por tanto, este viernes solo tres años y, pese a las circunstancias que obligaron a celebrarse bajo techo, todo salió a pedir de boca, porque su sentido verdadero y la atmósfera que se creó en San Lázaro así lo permitieron, incluso, con las velas apagadas de los devotos, «por seguridad», como así se pidió por megafonía.
El Señor de los Pasos se encontraba dispuesto en su pequeña peana dorada, que exhibió un exorno floral variado en tonos burdeos y morado, a base de proteas, astromelias, calas burdeos e iris morados, y se hallaba escoltado por cuatro acólitos ceroferarios y catorce niños vestidos de monaguillos con pequeñas cruces de madera que representaban las estaciones del vía crucis. El Nazareno caído iba soberbio, tocado con unas magníficas potencias sobredoradas que resaltaban su divinidad, las que les diseñara el recordado Eloy Téllez, a quien la cofradía echa mucho de menos casi siete años después de su inesperada marcha de este mundo, y ejecutadas por el reputado orfebre Juan Borrero, otro gran artista que ha trabajado para infinidad de hermandades y que falleció el pasado 1 de enero. Pero el recuerdo al diseñador malagueño no se quedó ahí, ya que el proyectista, vestidor y asesor artístico de la corporación, Curro Claros, quiso que el Señor vistiera la túnica 'sacramental', también de Eloy Téllez, de quien tanto aprendió cuando todavía era un niño mientras dibujaba sus sueños cofrades en San Lázaro. Todo un detalle, todo un acierto, todo un signo de hermandad, que Esteban Ribot, ferviente devoto del Señor de los Pasos y amigo personal de Téllez, está todavía celebrando en el cielo con tantos otros hermanos del Rocío y vecinos de la Victoria.
El acto lo abrió el director espiritual, Alejandro Escobar, que también es párroco del santuario de la Victoria. Seguidamente, comenzaba el vía crucis, que estuvo amenizado por el coro de voces masculinas Graduale, que dirige Juan Manuel Montiel, acompañado a órgano por Francisco Javier Criado, que interpretó, entre otras piezas, un cántico de misa que en la hermandad siempre se ha asociado al Señor, especialmente en cuaresma, como es 'Sube el Nazareno', de Joaquín Madurga. Y también participó el trío de capilla musical de la banda de la cofradía, que había escogido un repertorio compuesto por piezas más modernas como 'Anima Christi', Marco Frisina, otras clásicas de capilla como las 'Saetas del Silencio', de Francisco de Paula Solís, o arreglos de música sacra como el coral 'Oh, rostro ensangrentado', de La Pasión según San Mateo, Bach.
Un Padrenuestro y el Ave María precedieron la primera meditación del vía crucis, el que debió practicarse desde la primera cruz de San Lázaro, la que se alza en su fachada, hasta la ermita del Monte Calvario, pero la amenaza de lluvia lo impidió. El piadoso ejercicio, no pudo, pues, celebrarse en la calle, como tanto años lleva haciéndolo, pero sí de forma claustral, durante el transcurso de un acto solemnísimo que fue, sin duda, de profunda devoción religiosa, como así lo requería la ocasión y como así sabe hacerlo la Cofradía del Rocío, que ya piensa en el próximo Martes Santo y, por su puesto, en el 50.º aniversario del Señor de los Pasos, que se conmemorará en 2027.
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