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Sábado, 5 de abril 2025, 21:55
Introducción
Entre los días de terral y de humedad, con sorpresa y cierta turbación, me asaltaba una interrogante incómoda. Fueron días desdibujados que al fin arrojaron suficiente luz para hacer posible hoy mi presencia en este teatro para, con vuestra venia, pregonar la Semana Santa de nuestra ciudad.
Y hacerlo en esta tarde que es de Málaga y que habla de una Málaga siempre luminosa y bella. Hoy quisiera envolver a mi ciudad con palabras que tracen un lazo de alegría pura y verdadera, expresiones que ensalcen la tierra que nos vio nacer.
Málaga la ciudad de la luz y del mar, de ingenio sin medida y expresiones propias. Un pueblo malagueño con carisma e idiosincrasia singulares que dotan a la ciudad, a sus barrios, plazas y calles, de personalidad única.
Málaga, sí Málaga. Málaga y sólo Málaga. Así es nuestra tierra, así somos los malagueños y, así y por eso, somos admirados, visitados y envidiados.
Y es que nuestra ciudad no mengua, sino que crece. No se mira a sí misma, sino que acoge y se abre al mundo. No se acomoda, sino que es emprendedora.
En esta ciudad rica de matices se desarrolla una Semana Santa con una personalidad tan propia como somos nosotros. Una Semana que sobre todo es para Málaga, aunque se abra a todo el mundo.
Una Semana Santa con un carácter labrado durante años y conservado desde el respeto a nuestros mayores. Unas Cofradías que desde sus cenizas han renacido por los anales de los archivos y se han fortalecido con imaginación y paciencia, sobreponiéndose a la precariedad económica de otros tiempos con el esfuerzo de cofrades arriesgados y visionarios que lucharon para forjar esta Málaga cofrade.
Y con todo esto, con mi Málaga por estandarte y mi Semana Santa como escudo, debo confesaros que no me resulta fácil estar hoy aquí ante vosotros para pregonar la Semana Santa de mi ciudad. Pero lo hago orgulloso porque soy malagueño y cofrade desde el día que «debuté como nazareno» con siete años en la Congregación de Mena.
Estoy aquí porque creo en el poder evangelizador de las Cofradías y soy testigo de «los milagros que la piedad popular realiza». También porque quiero hablaros de aquello que ya sabéis, aunque os lo presente desde mi experiencia y os confiese lo que me es más íntimo.
Quiero recordar lo que sentimos los cofrades ante las imágenes, durante los cultos o en la Casa Hermandad. Compartir aquello que en las cofradías he vivido y cuánto me han enseñado, y expresar cómo en la Hermandad nos comunicamos la vida y la fe o cómo una corporación nazarena se forja desde la caridad y desde el perdón. Y que las Cofradías crecen entre llantos emocionados y risas. Progresan entre los trabajos de la Albacería y los cuidados de las Camareras. Avanzan con la Junta de Gobierno o con el Grupo de jóvenes que están para un roto y un «descosío».
Quisiera hablar, simplemente, de lo que somos los cofrades malagueños y hablar de la Iglesia, que es nuestra Madre. Pensar en voz alta sobre los curas cofrades y de aquellos otros que, sin serlo, trabajan en las Cofradías y se rinden a ellas.
Sólo quisiera trasmitiros mi vida como cofrade que no es más que una visión tan limitada como lo soy yo, pero que se llena de emoción y autenticidad cada vez que me arrodillo ante las imágenes de Nuestro Señor Jesus, el Maestro, y de María Santísima, la Madre de Dios y Madre nuestra.
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Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Málaga.
Excmo. Sr. Alcalde de Málaga.
Sr. Presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga.
Hermanos Mayores y miembros de las Juntas de Gobierno de las distintas Cofradías y Hermandades de Málaga.
Cofrades
Profesionales de los MCS
Televidentes y radio-oyentes
Amigas y amigos:
Querido José Carlos, Presidente, gracias por tu confianza. Ha sido un gran regalo el que me haces al brindarme la oportunidad de hablar de Málaga y de su Semana Santa: es un verdadero orgullo y un privilegio.
Agradeceros a todos los que habéis venido a este foro. También a los que seguís este pregón por los Medios de comunicación. Mi reconocimiento y agradecimiento a todos los profesionales que hacéis posible el milagro de la información; un oficio tan complejo como poco valorado.
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Pero, queridos amigos, también debo manifestaros que no tendría fuerzas para hablar si obviase un recuerdo, un homenaje póstumo a quien debía haber sido mi presentador, Augusto Pansard Anaya.
Augusto amigo de fácil conversación y creyente convencido ¡Qué certera fue la invocación que proclamaste en este mismo atril!, y que hoy es una realidad y un deseo cumplido,
«Señora, dime que en la eternidad hay una capilla y una reja, pues tengo tu mirada entre ceja y ceja y, pienso, que no sabría vivir sin ella, por más que fuera en la vida eterna.
Dime que en la gloria también cuento con tu ayuda materna y que, por caminos angostos entre nubes, también veré tu rostro, porque en verdad, Madre, seguro que tú debes tener la carita de mi Piedad, esa que me sobrecoge y embelesa, porque si no, si no te viera, ¿qué gloria sería esa?».
Augusto, esta plegaria que aquí pronunciaste es un hermoso testimonio de fe y motivo de esperanza para todos nosotros. Descansa ya en la Paz del Señor. Amén.
Presentación
En diversas ocasiones al preparar estas palabras me ha asaltado un mal pensamiento: «lo mejor que hubieras hecho es enmudecer», a pesar de la confianza y esperanzas que habéis mostrado a este pregonero que ni es tan seguro como pueda aparentar ni tan fuerte como pueda parecer.
Pero me presento como lo que soy: un malagueño común, un sacerdote de entre tantos, una persona de fe y enamorado de su tierra.
Me presento, eso sí, porque creo en los milagros. Como el producido hace 65 años en la Plaza de la Constitución cuando en mi interior comenzó a crecer el amor a la Semana Santa de nuestra tierra y que me acompañó durante mi época escolar y en los tiempos universitarios en aquella facultad de Derecho, ubicada en el Palo.
Un amor cofrade arraigado al ingresar en el Seminario de Málaga. Amor cofrade vivido a distancia desde ese «exilio bendito» en mi época de Roma y de Madrid, gozando con el grandísimo regalo que me concedió la Iglesia de estudiar la mejor materia académica existente: el Derecho Canónico.
La Iglesia
Muchas cosas han pasado en mi vida, pero es la Iglesia el punto de inflexión y el fundamento de lo que soy.
En la Iglesia descubrí a Jesucristo que es el motor de mi vida, la palabra que me alimenta, la fuerza que me sostiene. En Ella me enamoré de María Santísima, que siempre me lleva a su Hijo.
A través de la Iglesia recibí la llamada del sacerdocio, como vocación de servicio, y de su mano encuentro el camino correcto, recibo el consuelo en mi dolor y el perdón de mis pecados.
En la Iglesia me he encontrado con sacerdotes santos. Personas admirables, buenos compañeros o, mejor, hermanos. Grandes párrocos. Personas sobrias y austeras en su vida, de fe inquebrantable y generosidad sin límites.
Con ella he conocido a muchos de los que estáis aquí. Cofrades de los pies a la cabeza. Personas de fe, celosos de su Hermandad. Y por la Iglesia he sido testigo de la declaración más cercana del amor expresada por un pueblo sencillo que se entrega sin reservas.
En la Iglesia he amado a las Cofradías que me han ayudado a percibir cómo la fe adquiere un realismo extraordinario en el único protagonista: Dios Padre. En la Cofradías se muestra una luz que alumbra el corazón del ser humano cuando anunciamos mediante el testimonio público de nuestra fe que Cristo nos libera y nos ama.
El Inicio
POLLINICA
Trabajar la fe siempre, desde el Domingo de Resurrección hasta el siguiente Domingo de Ramos y hacer que la fe vivida y conservada, se haga expresión alegre en el albor de la Semana Santa, al grito de ¡HOSANNA! ¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR, EL REY DE ISRAEL!, en ese día en que Málaga se transforma en una Jerusalén que aclama, que se sorprende, que llora, y que padece.
Y aunque Málaga sabe que «en nada», «muy poquito después», se va a vestir de luto, también anuncia que en Ramos es necesario vestirse de estreno, con un corazón malagueño, ataviado de luz y de sal y perfumado de alegría y gracejo porque Jesús llega al grito de Mesías y Salvador para bendecir a Málaga.
Y a ese grito de Hosanna le sigue una algarabía de niños, acompañados por otros muchos, más mayores, en torno a Jesús que entra en Jerusalén, en una Jerusalén triunfante que es Málaga. Lo hace sobre varales, a hombros, engañando a la vista porque no…, no parece que sea un trono quien camina, sino que es Jesús sobre el Pollino quien lo hace.
Domingo de Ramos, domingo de recuerdos de infancia y memoria agradecida. Domingo impacientemente esperado y todos los años soñado.
Soñar con la Pollinica en calle Parras. Acercarse a María Stma del Amparo en su discurrir por la Catedral, y acogernos «bajo su Amparo».
Hoy es el día para anhelar a la Cofradía en la calle y a los niños con sus palmas, junto a cofrades ya curtidos por los años. Es el día de admirar el trabajo de hombres y mujeres de trono satisfechos que, como la primera vez, se aferran ilusionados al varal. Y esperar…, siempre esperar, a la Madre del Amparo.
Así es la fe del malagueño y la fe del cofrade. La fe que hemos de cuidar todos los días, la misma fe que mostramos en nuestros cultos y testimoniamos con nuestra vida para hacerla pública en Semana Santa.
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FUSIONADAS
No temamos, no nos achiquemos, no busquemos excusas, sino que soñemos y vivamos.
Soñar y buscar una esquina por calle San Juan…, ¡que María Stma Lágrimas y Favores se acerca entre incienso y aclamaciones! Se aproxima mostrando generosidad y amor perfecto… y persuasivo. ¿Será posible que pueda hacernos una catequesis tan perfecta, solo con dos palabras? Lágrimas y Favores, el dolor y el favor. No, no es posible por parte del hombre. Sí es posible, en cambio, con la inspiración de Dios.
Virgen de Lágrimas y Favores ¡que Málaga te quiere! ¡Que Málaga te busca y suspira todos los años por verte!
Ya llega a la hora soñada por calle San Juan. Allí camino de la Catedral «se hace grande el corazón de fusionados, que, con paso alegre, otro Domingo de Ramos le regalan su canto».
No sé de quién partió la idea de «obsequiar» esta advocación a Málaga, pero estoy convencido de que detrás de ello estaba Dios mismo iluminando a alguien que rezaba ante el castigo injusto y despiadado de los Azotes y Columna, o aquel otro que se inspiró con sus lágrimas emocionadas ante la exaltación de Cristo, o quien sabe, si se gestasen estas Lágrimas y Favores tras la oscuridad de quien quedó iluminado por el Señor de Ánimas de Ciegos.
Fusionadas nos invita a la contemplación de la pasión de Cristo por el amor Fusionado, visible en los Azotes, con la Exaltación de una cruz que habla de las Ánimas y muestra su triunfo en la Vera+Cruz.
Fusionadas de Málaga, por mentalidad, por definición y por Parroquia.
Fusionadas, para mí, es ser nazareno alumbrando al Mayor Dolor y aprender que un capirote y un cirio me aprovecha más que un trono y que ir de vela me vale más que un cargo.
¡Bendita seas Madre del Mayor Dolor, Madre del Salvador! ¡Bendita Madre del Mayor Dolor expresión única de amor y fidelidad! Y ¡Bendita seas Madre!, que, en tu Dolor más intenso, te convertiste en Madre para todas las generaciones
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Esta noche debemos invitarnos a estar orgullosos de lo que somos. Orgullosos de nuestro ser cristiano que nos ha llevado al progreso y a la justicia. Orgullosos de nuestras señas de identidad como católicos, cofrades y hermanos. Orgullosos de nuestra fe, de nuestras HHCC y de nuestros Sagrados Titulares. Orgullosos de nuestra Iglesia de Málaga
Orgullosos y alegres porque Dios nunca abandona y porque tenemos a una Madre que siempre vela e intercede por nosotros.
Basta con que tengas fe
¿qué es lo que nos empuja a ser de un modo tan peculiar? ¿conoceremos alguna vez las motivaciones del cofrade? Seguramente no…, porque cada uno escribe su propia historia.
Sí, así es, tras cada persona existe un misterio bien escondido que le lleva ante una imagen. Cada cofrade tiene su «propia semana santa» que, paradójicamente, «es la de todos».
La Semana santa la forman tantas razones como personas se implican en ella. La Semana Santa se compone de una sola hermandad que es la hermandad de todos los fieles que profesan una sola fe: la fe en Jesucristo, le fe que obra el milagro de la unidad.
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HUMILDAD
Como una sola es la fe que nos empuja a acudir un año más a honrar al «Ecce Homo», Humildad que se funde en el abrazo de los fieles.
Curiosa paradoja, hacía tres años cuando Juan, el Bautista, reconoció a Jesús como el cordero de Dios, «Ecce agnus Dei», y revela su naturaleza divina; hoy Pilato, le reconoce como verdadero hombre, «Ecce homo», y revela su naturaleza humana. Paradoja, también, en la Victoria cuando la religiosidad popular aclama la victoria del «Ecce Homo» pero no son gritos de condena, ni de odio…, sino aclamaciones al Rey con palabras de admiración y sentimiento de fe.
El Santísimo Cristo de la Humildad es el hombre total y completo, capaz de las más altas cumbres; como alcanzar una transfiguración luminosa o llegar al pozo de la desfiguración dolorosa, propia de quien es capaz de tender cada mejilla, para afrontar la verdad sin defensas ni máscaras.
¡Pilato!, que sin quererlo te has convertido en inesperado profeta de un anuncio extraordinario con tus hechos y decisiones. Con la orden de una inscripción, «Jesús Nazareno Rey de los Judíos», haces pública una verdad universal. Ciertamente, la fuerza del Espíritu sopla donde quiere, bajo las formas más inesperadas, para anunciar la raíz de la resurrección en «Ecce Homo».
Y si nos sentimos agitados al recordar aquella violenta y la ruidosa multitud insultando al Señor, nuestro corazón se serena al ver la figura entrañable de Ntra. Madre y Sra de la Merced. Madre soñada un día y, hoy, una realidad que recoge la inquietud y las aspiraciones del cofrade de la Humildad. De aquella hermosa inquietud de Juan Casielles brotó un hermoso sentimiento de amor y entrega en nuestra Madre de la Merced.
Hay momentos en nuestra Semana Santa que pueden pasar desapercibidos si separamos lo que somos de nuestra fe, quedándose en experiencias a medias. Pero esto es difícil que ocurra junto a la Merced:
• Ante Ella no hay palabras, sino sólo gestos silenciosos; no hay distracciones sino emociones.
• Con Ella entendemos que el amor y el perdón son inseparables.
• A su lado, cada acontecimiento es diferente.
• Y tras Ella, nos recogemos internamente porque nuestros ojos sólo pueden mirar a nuestra Madre y Sra de la Merced.
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«Basta con que tengamos fe» para que nuestra Semana Santa siga haciendo visible el milagro del amor, y siga rejuveneciéndose con las nuevas generaciones fieles a nuestro carisma, valorando a quienes nos enseñaron y arropando a los que nos antecedieron.
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SALUTACIÓN
«Basta con que tengamos fe» como aquella fe de la Verónica. La fe agradecida por el Señor. La fe de la ternura y de la valentía, la fe del «pasar del qué dirán», a pesar de lo que ocurra. La Verónica no se deja influir ni por la oscuridad ni por la hostilidad del ambiente, sino que mantiene con firmeza la luz de la bondad y actúa.
La Salutación es la Cofradía de los valientes y compasivos. Es el saludo del Señor a los que se arriesgan por la fe.
De tu mano, Patrocinio, protectora y abogada nuestra, buscamos al Señor entre nosotros. Busquémoslo en los niños golpeados por la pobreza; en los jóvenes frustrados por la marginación y el desempleo; en los obreros mal retribuidos; en los ancianos orillados porque ya no producen; en los subempleados y desempleados; o en las mujeres ultrajadas, atormentadas o violentadas. Estos son otros los rostros de Cristo que tenemos que limpiar con la misma ternura y generosidad de la Verónica.
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HUMILDAD Y PACIENCIA
Y agradecemos a Dios que nos hace pensar estas palabras cada Domingo de Ramos a la sombra de la Humildad y la Paciencia de Cristo. Sentado y hundido sobre una roca, con mirada perdida y su mente en el Gólgota, Cristo impone respeto con la exaltación de la mansedumbre y paciencia infinita. Se hace un silencio que apenas se interrumpe cuando el trono se levanta, como si quisieran llevarlo al cielo para evitarle sufrimiento y dolor, pero Cristo quiere estar con su pueblo. A Él no le pesan las distancias, ni las personas, aunque prefiere a los pequeños y sencillos, como la gente de su barrio. Aquellos que miran a su Madre de Dolores y Esperanza con la sabiduría popular de quien sabe que al Dolor solo se le vence con Esperanza.
Y María Stma. de Dolores y Esperanza se deja querer y no es la misma al finalizar su trayecto por la Catedral. Algo cambia en Ella cuando por la puerta de los Naranjos se le atisba un guiño de esperanza que será cumplida en la Vigilia Pascual.
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DOLORES DEL PUENTE
La Plaza de Santo Domingo cambia de nombre y por momentos se llama «del Perdón» con el eco del diálogo entre crucificados, mientras el cortejo se abre paso en busca de su Catedral. Esa tarde, el trono habla; quien se aferra al varal; reza; y el nazareno se entrega. En la Catedral, el Santísimo Cristo del Perdón se transforma: sus brazos extendidos son para abrazarnos, mientras que su pecho desnudo señala su Sagrado Corazón que palpita al ritmo de misericordia y perdón, recordándonos que también «estaremos con Él en el Paraíso».
En Lunes Santo si la Parroquia brilla, el Pasillo de Sto. Domingo llora, mientras se entristece y desespera el Puente de los alemanes porque su Dolorosa se ha marchado.
«Hoy estarás conmigo en el paraíso», palabras que en María pudieran causar desazón y desánimo, ¡pero no!, Ella bien sabe que la Cruz no es el lugar de la desesperanza, ni donde sentir el abandono sufrido por su Hijo. Los suyos son Dolores, íntimos y profundos en esa noche fría y atormentada cuando el malagueño le acompaña al ritmo de un paso corto, sin apenas una mecida para que el patio de los naranjos la cubra de ternura y majestad al sonido de «Coronación de los Dolores» para sentir, muy hondamente, su maternidad expresada con unos tintes percheleros.
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Mirada hacia Málaga
Curiosas son las cosas de Málaga. Tiene una calle a la que se le llama como los elementos que la flanquean (Dos Aceras), otra que hace memoria de lo que carece (Los Frailes) y otra que no es una ginebra (Larios). Tiene, también, Málaga una Plaza que recuerda lo que ya no está (La Merced) y, además, una fuente que recuerda la escuela primaria (Fuente de los Lápices).
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SANGRE
Pero Málaga tiene cofradías cuya raíz es de toda la vida, casi de los tiempos de la conquista…, seguro que ya entonces había un cofrade de la Archicofradía de la Sangre.
Hermanos inquietos e ilusionados, familias, niños, jóvenes impacientes y, en ocasiones distraídos, que desean escuchar los toques apresurados de la campana llamando la atención de los portadores. Es la magia de la salida.
Las lágrimas escapan del corazón agradecido, emoción sin palabras y palabras emocionadas. Un capataz preocupado y eufórico. Y, tímidamente, la cabeza del varal gana el espacio al aire llenando el hueco de la ausente puerta de la Casa Hermandad. Mientras que tras algún capirote unos ojos revelan una oración silenciosa; con fuerza, surgen unas vivas y aclamaciones espontáneas entre los sones de la banda.
«A tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,47). Sonó como una oración, una exclamación y un alivio. Fue el grito de quien muere «dando a luz una vida», la misma vida que se le devolvió a quién clavó la lanza en su costado: «Verdaderamente este hombre es el hijo de Dios» exclamó aquel romano.
María Stma. de Consolación y Lágrimas se asoma a «Dos Aceras», creando un respetuoso silencio y el hombre de trono habla. Habla con un lenguaje de entrega y amor. Habla con las palabras de un espíritu solidario y con el acento de un solo corazón mariano. Consolación y Lágrimas siempre en diálogo abierto con sus hijos con unas Lágrimas que quieren ser Consuelo de nuestras almas.
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PALOMA
Málaga, unas veces paradójica y otras enigmática, pero siempre sabia. ¿Quién puede explicar el vuelo de la paloma?, un vuelo alegre, siempre admirado por los más niños. Palomas en el parque o en el entorno de la Catedral. Palomas que un miércoles al año anuncian un reinado ¡Virgen de la Paloma, Madre y Señora y, por Señora y Madre, Reina!
Dolor henchido de hermosura, hermosura bañada de grandeza, grandeza que trasciende el tiempo y el espacio. Madre que no pierde de vista a su Hijo al cruzar aquel torrente de maldad, de violencia y de envidia que arrasó todo. Un arroyo que se llevó por delante la confianza de los discípulos, la valentía de Pedro y la alegría de la entrada en Jerusalén…, arrasó y arrasó todo, menos la bondad del Salvador.
Ntro P. Jesús de la Puente nos señala la necesidad de tender puentes a los hermanos. Su paso por el Cedrón es una enseñanza a «vadear» la violencia que nos condena, la ira que nos ciega o el egoísmo que nos aísla. Seamos puentes con nuestra vida. Caminando con Jesús de la Puente aprendamos no a maltratar al hermano sino a construir fraternidad entre nuestros vecinos, con los hermanos cofrades y en nuestra Iglesia local.
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Los acontecimientos se van sucediendo vertiginosamente. ¡«Ecce homo»! había gritado el romano y, ahora, «ese hombre» agonizaba sobre la cruz.
AGONÍA
El Santísimo Cristo de la Agonía provoca un murmullo silente rasgado por algún suspiro: Agonía de cristo enmarcada por la batalla entre muerte y vida, mientras resiste el corazón para exclamar «¡Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado!».
Trágica su Agonía vivida entre la indiferencia y el desprecio. Infausta Agonía por tantos alejados ante un cuerpo crucificado, como si ese cuerpo fuese un objeto cualquiera.
¡Agonía de Málaga!, preciosa catequesis por nuestras calles y desconsuelo sobrevenido si permanecemos inmutables, sin dar un paso para seguirle.
n la Plazuela Virgen de las Penas se alza imponente su Casa Hermandad con un magnífico tesoro, ¡Raúl, benditas sean esas manos que Dios te ha dado! Es allí mismo donde la tradición de Málaga viste con flores a una dolorosa, María Stma de las Penas, ante Ella, no hay palabras sino sólo gestos silenciosos, miradas fijas y señales de agradecimiento.
La Plazuela se convierte en un jardín primaveral donde solo cabe la entrega y la admiración de quienes sobre sus hombros llevan a Las Penas. Será a los toques de la campana cuando la aclamamos como Reina de todos y Señora que alumbra el interior de los malagueños; o la tenemos como Espejo que nos invita a sentirnos Iglesia; y se muestra como Madre que nos exhorta a abrazar al hermano.
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PRENDIMIENTO
Nuestra Semana Santa transcurre entre sentimientos y prisa, entre conversaciones y gestos, o subiendo y bajando.
Subir, sí. Subir para verlo, buscar arriba, en un lugar bien elevado porque queremos que suba al cielo…, pero que vuelva, porque sin Prendimiento y Gran Perdón, Málaga no es Málaga, ni ese Domingo sería de Ramos. Sin Prendimiento y Gran Perdón en Capuchinos faltaría un brillo y en Carrión no habría risa ni suspiro.
Y si Capuchinos se viste de fiesta para rezarle a Jesús que se entrega, Málaga mira a María Santísima para escucharla decir que no hay mayor perdón que aquel que da su Hijo.
Prendimiento malagueño, no sé si buscarte en la calle San Millán o en la Plaza de Capuchinos; si marchar para el Molinillo o esperar en la Tribuna de los pobres. No sé si verte en la calle Larios o buscarte en Molina Lario… y me pregunto si no será mejor la Pza del Obispo o la calle Cárcer, pero sí sé que quiero encontrarte donde sea y besarte sin traicionarte.
Y, sin darme cuenta, eres tú quien me llevas, y me encaminas a la calle Carrión para admirarte empoderado, único, caminando hacia el cielo en la apoteosis de tu gloria bendita, entre las vivas y el fervor nervioso, el éxtasis y la entrega de tu gente, porque eres Tú quien el domingo Reinas en Málaga, porque eres de Málaga y para Málaga ¡De Málaga, SÍ!, de Málaga que empuja con el alma y la fe. Del malagueño que se entrega a su Prendimiento, ¡a su Prendimiento!, que es de Málaga con «esencia capuchinera».
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ESTRELLA
Lucero de la mañana, esplendor nocturno, resplandor sin igual y Gloria eterna. Señal del que ha llegado humillado, anuncio del Sol que pronto emergerá de la oscuridad, promesa que proclama el «sol de justicia». Estrella de Málaga, fuerza de Santo Domingo, nueva aurora de la salvación y gozo del malagueño.
Por ti encontramos el reflejo claro del Redentor que, si bien aparece humillado, es la Luz que viene a iluminar nuestras tinieblas.
Estrella malagueña, alimentada con la Palabra de tu Hijo y regalo de unas manos artistas guiadas por la inspiración divina. Estrella de Santo Domingo, siempre elegante y hermosa.
Santo Domingo brilla contigo. Málaga queda hipnotizada con tu presencia, mientras se enciende el fuego del corazón y se acelera su palpitar. ¡Estrella Malagueña!, modelo y referencia, belleza y sensibilidad, Madre y Señora
¡Álzate, Madre nuestra y difunde en nuestra vida el resplandor dorado de tu brillo!, ¡álzate siempre, que no hay estrella alguna que te supere! ¡álzate bien alto!, ¡álzate, sí!, para que todos te veamos y todos te recemos.
En esta lóbrega tarde alguien irrumpe en la plaza de Santo Domingo exclamando en su interior: ¿cómo hacerle esto a Dios? ¡Lo maltratamos, lo humillamos…, tú y yo! Nuestro corazón se ha endurecido…, tantas veces hemos pensado que podemos desprendernos del Señor…, a Dios lo humillamos cada vez que el hombre pisotea la dignidad del hermano.
Derrotado en apariencia, silencioso, la Humillación nos saca de nuestro letargo y nos arrebata el corazón para llenarlo de paz, de fuerza… Y Santo Domingo, se viste de blanco, en señal de victoria porque la Humillación es una aclamación, ¡que Cristo viene y conquista Málaga!
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Y el día abrió un inaccesible desierto imposible de atravesar. El preludio de la Pasión se acompañaba con un mal compañero de viaje: el horror y la sombra de la muerte.
DULCE NOMBRE
Tras la larga noche de oración y punzante dolor, irrumpió aquel bullicio que aportó una incomprensible Soledad ratificada con la huida de sus amigos y la negación del más fiel. Jesús de la Soledad se abrazó a una soledad que alumbrará en Comunidad, Iglesia, Amor compartido y Salvación.
Permíteme, Jesús de la Soledad que un día al año te pueda acompañar en silencio, con un corazón atento para que no caer en el olvido. Déjame acompañarte para entender que tu soledad resuena en mis silencios y es compañía en el sufrimiento.
Zafiros y esmeraldas, oro y diamantes, nada por valioso que sea se le puede comparar a María. Topacios y rubíes, plata o perlas, nada son al lado del Dulce nombre de María. Dulce es su nombre y complaciente es su cara en la que serenas se perfilan unas lágrimas, que por pacíficas son bellas. De cada una brota una esperanza o nace una invocación. Lágrimas de María que son el eco de una bienaventuranza que consuela (Mt 5,3).
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La mirada del pueblo
ROCÍO
En ocasiones se nos viene a la cabeza alguna frase que, por populares, son certeras.
«Dios los cría y ellos se juntan» dice sabiamente nuestro refranero. En las Cofradías este refrán lo llevamos al extremo. Nos unimos en torno a nuestras tradiciones religiosas por una misma fe. Perseveramos juntos desde el más rico al más pobre, el profesor de universidad y quien no tiene estudios, convocados por una sola llamada: la del Señor y la de su Santa Madre. Pero hay ocasiones en que esa «diversa unidad» se hace más homogénea.
¡Que «bulle» Málaga subiendo por la calle Victoria! con una «pará» por el «jardín de los monos» aunque haya más nervios que tiempo… ¡Qué no, que no se puede aguantar! hay que buscar sitio en primera fila, aunque sea una hora de parón, …, ¡niño bébete el refresco que llegamos tarde! escucho, aunque todavía falta una hora..., y «se me escapan los nervios» porque está preparada mi Madre, y el sol brillará más alto y fuerte.
Hoy es Ella la que viene a verme, aunque sea yo quien la persiga por las esquinas entre los «vivas y los piropos», entre «olés y aplausos» porque guapa, como Ella, ninguna… Así, así te siento y no puedo ocultarlo. Así te siento y por eso no callo. Así te siento y por verte no cejo. Y, así, el Martes Santo, si Tú no estás, no me hallo.
Rocío, que no hay manera de separar la vista de tu cara. No, no hay modo en que un Martes Santo no camine nervioso para verte salir. No hay día que no me acuerde de ti, ni semana que no pase a verte y, para mí, no hay mayor gozo que predicarte en unos cultos.
Rocío de mi aliento, Rocío de mi vida, Rocío de mi Málaga..., que más te puedo decir cuando tengo tanto que decirte y tan pocas palabras para expresarlo. Rocío que quiero poner en voz alta todo lo que tengo dentro y no sé si llego.
Poder expresarte que en Málaga eres Victoriana y embajadora del «chupa y tira» y eres Reina desde la «Cala» hasta «Guadalmar», desde el «Puerto» hasta la «Tana» o desde la «Mosca» hasta «Teatinos». Decirte que llegas a «Churriana» y que por ti suspiran en el «Puerto de la Torre» y se mueren por verte en «la Carretera de Cádiz».
Hablarte a Ti …, que reinas en «Carretería» y que el malagueño se te rinde definitivamente en «la Tribuna de los pobres» ...
Hablarte, sí, al oído para decirte que tu llegada se espera con nerviosismo en la «Tribuna oficial» y sin disimulo aguardan «en calle Larios» y decirte bien orgulloso que la Catedral se ilumina más y mejor cuando llegas, queda extasiada cuando allí te detienes y solloza cuando te levantas para volver a tu casa.
Rocío, Madre y Señora, no sé lo que tienes, ni lo que me das. Sé que contigo estoy mejor y que después de verte o hablarte, de rezarte o mirarte…, me señalas a Jesús Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario y me dices, «síguele, imítale, sé cómo Él, vive como Él lo hizo, no te olvides de Él y búscale siempre».
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GITANOS
Nos sale de dentro, nadie nos enseña a querer y a buscar, nadie ha conseguido unir en un solo corazón a tantas personas tan diversas. La Semana Santa es esa grandísima «Universidad de la igualdad y en la igualdad», como lo fueron las primeras comunidades cristianas.
Como es el caso de aquellos que, con más prisas de lo acostumbrado. caminan nerviosos con el único afán que alcanzar su objetivo. Son unos viandantes que caminan arreglados y las conversaciones son un «himno a la amistad». Se conocen todos, caminan arropados y unidos para cantar rezando y, si hay tiempo, bailar.
Entre los tambores y cornetas parece sonar un compás diferente, conocido por todos. Ya hemos llegado, y, sin más, se incorporan y se unen a la banda, aunque «esta otra banda que nunca descansa» suene por «bulerías» y «con el compás redoblado» de la fiesta.
Nuestro Padre Jesús de la Columna, se siente acompañado y su trono se mueve al ritmo de cada palmeo, de cada canto y con cada aclamación.
El dolor y el sufrimiento se reviste de alegría en el corazón de unos fieles que, de reojo, miran a sus espaldas para cantar, también, a la Reina y Señora María Santísima de la O, esperanza rezada, esperanza vivida, esperanza anhelada.
María Santísima de la O, es el adelanto de la Resurrección que aún vive entre el dolor y la aflicción... Y si al Señor le acompañan bulerías festeras, a Ella la voz solo le da para una letrilla, una «siguirilla» de corte sombrío, cante que habla de dolor, en un camino que anuncia esperanza y vida.
María Santísima de la O, que arropas a tus hijos con la dulzura de la mirada, la misma dulzura que brilla en aquel que te viste y te cuida más que a sí mismo, que te reza con cada gesto y, con cada pestañeo, confía su alma en tu regazo. Aquel a quien tú le respondiste con el don de la aguja y el hilo de oro, Juan Rosén, nombre que está ya ligado a tu advocación por siempre y es ejemplo para todos tus hijos de los «Gitanos».
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MENA
Tenía apenas siete años. Ni tan siquiera podría hablar de lo que iba a hacer en ese día, era tan pequeño como consciente. Son las cosas de Dios. Iba a salir con el Stmo. Cristo de la Buena Muerte, iba a ser un gran día.
La Buena Muerte, es la Cátedra de la Cruz, el lugar donde el Justo cargó con todos nuestros males, asumió nuestros pecados, nos enseñó a esperar contra toda esperanza, a sentir que Dios todo lo puede. La Buena Muerte es el estrado que nos enseña que esa muerte es buena porque Cristo está lleno de amor al Padre y de amor al ser humano.
En Málaga, Cristo crucificado sale a pulso por Santo Domingo sobre brazos militares para ser entronizado. Sale a la calle escoltado por quienes se juegan su vida por defender nuestro país. Son los que luchan por la paz y que, desde su corazón, se sienten «novios de la muerte». Ellos saben que cuando la muerte es acompañada de Cristo siempre es una buena muerte. Salen cantándole con el corazón invadido de orgullo, lo hacen fuertemente, sin descanso y con la esperanza de su encuentro en el cielo, en un mañana, con la misión bien cumplida.
Y Málaga vibra, se siente legionaria y entregada a ese Cristo que muere con esa «buena muerte» porque buena es la semilla de salvación.
Tras el triunfo de su Hijo, discreta viene su Madre sin perder su idiosincrasia, sin dejarse llevar por las modas. Ella no necesita nada, solo su sencillez, su sobria vestimenta…, Ntra Sra de la Soledad es una parábola de fidelidad al carisma propio de la Congregación, que crece y crece, pero no cambia, no puede cambiar porque solo así, Mena seguirá siendo Mena, con la alegría de un «halo de coronación canónica», y unas manos unidas, orantes. Manos que son reclamo para orar con Ella y sentirnos cómplices para que su Soledad no sea tan desolada, pues somos «sus hijos y en Ella tenemos a nuestra Madre».
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El Nazareno y el Portador
DESCENDIMIENTO
En la entrada a la Catedral, hay un nazareno alto, sus manos revelan cierta edad, la mirada fija al frente, si le hablas, no contesta; si le miras, procura no verte.
Llama la atención ese nazareno que llega en silencio por fuera y en diálogo abierto con su Madre por dentro. Un nazareno cuyo único afán es amar porque bien sabe que Ella le ama más de lo que él puede amarle a Ella.
Es uno más entre tantos del que no sabemos nada, aunque lo sabemos todo. Nada importa si es un gran benefactor, tampoco importa si está o estuvo en la Junta de Gobierno … Lo que importa es que quiere salir en silencio, alumbrando, acompañando a su Virgen de las Angustias, y rezar, pedir, y gozar un año más, mientras las piernas, la espalda y la salud lo permitan.
Y llegan las prisas, hay que enterrar el cuerpo. Ya alumbra el día sagrado de los judíos.
¿Cómo sepultarlo tan rápido? ¿Cómo no honrar el cadáver del Maestro?......... Tantas tuvieron que ser las preguntas, tanta incomprensión y tan pocas respuestas..., mientras el cuerpo inerte de Jesus iniciaba su Descendimiento de la cruz
La Malagueta se reúne en torno a su Cofradía y un lateral de la Plaza de Toros ejercerá de guardián mientras que la Fuente de las Tres Gracias derrama el agua como un llanto prolongado por la muerte de un ser querido cuando la Cofradía del Descendimiento ha emprendido ese largo duelo buscando la Catedral.
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MEDIADORA
Y también, a lo lejos asoman los capirotes como si se hubiese querido que la Vía Dolorosa se estirase y no llegara a acabar, pero el nazareno puede con la distancia y su amor vence al desaliento del cansancio.
¿Será Ntro. P. Jesús Nazareno Redentor del Mundo el que empuja y alienta? ¿Será Nuestra Señora Mediadora de la Salvación quién anima a seguir adelante?
Yo creo que son los dos. Madre e Hijo, Hijo y Madre quienes ayudan y motivan a salir con el corazón enardecido. Lo único que vale es acompañar a la Cofradía, un año más.
El Redentor nos ofrece a su Madre Mediadora como la nave que nos conduce a nuestra Salvación y Ella nos reclama la atención a su Hijo, el Redentor. La Cofradía hace estación penitencial mostrando su orgullo de barrio. Si se cansan los pies y los hombros se enrojecen, el Redentor empuja para hacer más leve la vuelta y más gloriosa su presencia, y María, ¿qué decir de Ella? ¡Mediadora de la Salvación! Mediadora…, que a su lado no hay momento alguno para la distracción, ni para el cansancio, ni para detener la oración. Junto a Ella solo hay lugar para hablar a Málaga de tu Mediación.
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¡¿Qué tendrás, mujer de trono que al llevar el varal no parece que sea el trono el que camina, sino Jesús quien avanza?!
¡¿Cómo harás hombre de trono, pues con tu pericia los sentidos engañan y nos vemos en Jerusalén y de pronto en Málaga?!
Gracias hombres y mujeres de trono pues por vuestro esfuerzo podemos colocar ante el Señor los mantos de nuestra pobreza y aliviamos el dolor de María con la rama de nuestra fragilidad.
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PIEDAD
¡Portadores de la Piedad! que el viernes santo os lucís en el Molinillo y lo transformáis en un Oratorio donde todos cabemos y construís para cada fiel una cálida Ermita donde la Virgen se recoge muy dentro para acoger la súplica del malagueño y el regocijo del Molinillo. Piedad que iluminas la calle Ollerías y la trazas a la medida de la Cofradía regalándonos un raudal de emociones al convertir la calle en un hermoso bulevar, al que no le hace falta más anchura, ni árbol alguno que la flanquee.
Piedad, Madre que nos sobrecoge cada Viernes Santo y abduce por su dulzura y virtud: ¿habrá quién no comprenda ese misterio de amor tan profundo, tan silencioso, tan necesario?
Con La Piedad «la prisa» no es más que una palabra sin significado; «la fe» se deja ver en las miradas; «las palabras» hablan de devoción; «el arte» es sinónimo de perfección; y «el toque de campana» es una llamada de amor. Un amor que siempre aporta sabiduría…
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SENTENCIA
Un amor sabio, así es, por eso mismo Málaga es sabia y se engrandece. ¡Cómo no admirar la maestría de sus portadores! El malagueño así lo reconoce y se regocija al verlo a la vez que llora, rebelde e impotente, con aquella Sentencia injusta, sin comprender cómo «la justicia pueda parecer satisfecha con una injusticia».
Ntro. P. Jesús de la Sentencia, aunque durante un rato se le pudiera llamar Jesús de Casapalma-Cárcer porque allí Él es Soberano, en esos momentos que son tan bellos como nuestros.
La Sentencia a los toques de campana se yergue imponente y, a los sones de la Agrupación Musical, emprende su camino para no detenerse. No cabe nadie más, ni tan siquiera son momentos para respirar –ni hace falta hacerlo-, pues quedamos absortos con la Sentencia que, al son de la música, no quiere, no puede, no sabe detenerse, mientras recibimos un regalo para nuestras pupilas, conmovidas con la imagen sobresaliente de Jesús de la Sentencia, soberbio por su fuerza y de sereno semblante. Son los misterios de la particular pasión de su Rosario Doloroso.
Aunque en María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos no hay drama. No puede haberlo porque en Ella ya se anuncia victoria. No puede haberlo porque ha sido agraciada para dar vida y esperar el triunfo de su Hijo. No puede haber tristeza en el semblante de quien se dispone a recibir la visita de sus fieles, la mirada del cofrade, o el cuidado de los hermanos de la Cofradía… No, no puede ser que la veamos triste, solo puede ser vista con ese halo de gloria que desprende y que nos sosiega el alma.
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Málaga y su Semana Santa
MISERICORDIA
Y, también nuestra ciudad es diferente y versátil.
En el corazón de Málaga existe una llama roja con un toquecito negro. En la Málaga más castiza lo «chico» de agiganta y la dulzura se engrandece. En la Málaga auténtica, la vida se ve de otro modo y aunque la globalización y las modas se impongan, allí, Málaga sigue siendo Málaga y, esa Málaga, en parte invadida, «ha parido» malagueños con un «alma perchelera» vivan donde vivan, donde respiren, amen o recen.
En Málaga se habla de Misericordia y de Gran Poder. Y hasta para hablar «de Dios y a Dios» se habla en malagueño y es «el chiquito» el más grande; es «el chiquito» quien en más confiamos; es «el chiquito» el que nunca falla; « el chiquito» es quien no cabe en nuestro corazón. Es «el chiquito perchelero» cuando al salir de su barrio «hace más grande» a Málaga y mira de reojo a su barrio para dejarle un guiño cómplice.
Jesús de la Misericordia, qué fácil y qué difícil es hablar de Ti. Frente a la campana de su trono nos sentimos «achicados» por su fuerza, caminando junto a Él estamos «seguros» de su misericordia; al buscarlo quedamos «abstraídos» ante su grandeza; y con solo pensarlo nos sabemos «abrazados de su amor misericordioso».
El Jueves Santo es milagroso. Se reviste de Misericordia primero y Gran Poder después. La aviación, niños y monaguillos por doquier, filas de nazarenos, hombres de trono, un pulso y otro más, el bullicio a la puerta de la Casa Hermandad y el revuelo perchelero, la inquietud en el centro de Málaga y la alegría en la calle La Serna..., pero no, Jesús de la Misericordia todavía no entra en la Casa Hermandad sino que espera…, espera impaciente a su Madre que estar por llegar «revestida de la Gloria de ser la Madre del Señor y del Poder para acercarnos a su Hijo».
Casi sin dar un ruido viene tras su Hijo cubierta con el regalo de unas «petaladas» provenientes de unas manos agradecidas, levantando un clamor para quien es «la mujer de mi querer que es mi madre, María, la del Gran Poder». Sí, la mujer de mi querer, la Madre de Dios Misericordioso. La mujer de mi querer, Madre del Gran Poder, la Madre de Málaga y Madre del Perchel.
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RESCATE
Seguramente a la Verónica o a Simón de Cirene les tocó en el corazón la visión de aquella mujer que seguía al reo. Una mujer rota y diferente a las demás que reflejaba en su mirada la crudeza del Dolor y vivía el tormento con una serenidad desconocida. Aquella Mujer tocada por la Gracia que seguía a ese hombre sufriente que había anunciado que iba a entregar su vida en Rescate por todos.
En la calle Agua se congregan los hermanos y a la hora convenida, entre el denso humo del incienso, aparece Jesús del Rescate. Toda su vida había sido una continua y progresiva renuncia de sí mismo que lo conducirá a entregar su espíritu para rescatarnos de nuestra vileza.
Encara el trono la calle Victoria y me pregunto, ¿Qué hago por Él?
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,28), y me pregunto ¿Cómo alegrarse en estos momentos de sufrimiento y dolor?, me pregunto.
María Santísima de Gracia nos ofrece el tesoro de su amor. Con Ella aprendemos a buscar la misma Gracia que la hizo grande. Junto a Ella guardaremos la Palabra en nuestro interior y nos gozamos en la grandeza del Señor….
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Amor
La grandeza de Cristo que nos ama, nos acompaña y nos dice,
Aunque no me veas soy Yo quién está a tu lado.
Soy yo El que te abraza, aunque no me sientas.
Soy quién te dice «Te Amo», aunque no me escuches,
Ubi caritas et amor, Deus ibi est, así clama la calle. No hace falta más, si acaso detenerse ante las imágenes. Amor y Caridad, Caridad y Amor, que siendo lo mismo no lo son y sin ser lo mismo no pueden separarse.
Cuando el Compás de la Victoria se viste de Amor, la calle Fernando el Católico se reviste de Caridad, y la Hermandad va mudando de Amor a Caridad y de Caridad a Amor para fundirse en una misma cosa.
El viernes santo es luto y silencio, pero llegando el Cristo del Amor comienza a nacer un rayo de Caridad.
Cristo muere por Amor... «un Amor todo lo puede y es para siempre» (cf., 1ª Cor.13, 7-8) y, María, siempre atenta a la Palabra, nos enseña a vivirlo con un tono diferente. Un amor revestido de la Caridad en la entrega de nuestros voluntarios de Cáritas o el en el impagable trabajo de la Fundación Corinto. ¡Caridad que viniste a mi indigencia, qué bien sabes hablar con mi acento! ¡Dulce locura de amor! Caridad del Amor, donde el sufrimiento se muestra distinto, Madre donde el dolor que la embarga se muta en don infinito de amor.
Málaga y su Semana Santa
¡Hermanos!, Málaga, Andalucía, necesita de sus Cofradías, que son populares y no populistas; que son del pueblo y para el pueblo. Los cofrades malagueños luchamos para que no se entienda la Semana Santa ni como una expresión cultural, ni como una anticuada y mortecina expresión de la fe, ni como una expresión religiosa desfasada.
Málaga necesita de sus Cofradías y de su Iglesia para mostrar que la fe no se diluye, sino que está viva y que el seguimiento a Cristo no se frena, sino que progresa; necesita de personas, cofrades y creyentes, que hagan efectiva la caridad y el amor al prójimo. Y necesitará del «capillita» con su capacidad de aportar un contrapunto estético como del «cuaresmero» o ese «temporal discontinuo» que complementará las muchas actividades de las cofradías durante la Cuaresma.
Málaga nos necesita a todos, como Cofrades que «vivimos día a día, con un solo corazón y una sola alma» para que «podamos dar testimonio de la resurrección del Señor», que es lo único que verdaderamente importa.
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MONTE CALVARIO
En el Monte Calvario el vacío se apodera de la expresión de los pocos que quedan junto a un cuerpo exánime que espera los últimos cuidados antes de ser sepultado. Y, entre tanto dolor y vaciamiento triunfa la confianza en las promesas de Paz y Unidad que prevalecen sin inmutarse.
Avanzada la noche el Stmo Cristo Yacente de la Paz y la Unidad, ha atravesado el umbral de la Puerta de los Naranjos flanqueado por filas interminables de nazarenos en dura penitencia, aceptada y ofrecida. Nazarenos de negro porque negro es el color de la muerte.
Miramos al Señor, pero no somos capaces de verlo. No, no lo somos. Porque si lo percibiéramos, nuestras vidas no padecerían tantas guerras internas, ni nos sentiríamos tan resquebrajados. Que este Viernes Santo seamos capaces de pedir de veras la Paz y la Unidad en nuestro mundo, especialmente en la Tierra Santa del Señor. La Paz y la Unidad para España y para nuestra Andalucía. La Paz y la Unidad en nuestra Iglesia universal y en nuestra Iglesia de Málaga. La Paz y la Unidad en nuestras Hermandades y entre los hermanos-cofrades.
Santa María del Monte Calvario es la primera en permanecer junto al cuerpo quieto de su Hijo y será la última en marchar. Ella nos recuerda que el dolor ni paraliza ni tiene poder para destruir el espíritu.
La Virgen se apodera de Málaga sin alarde alguno, mostrando su luto en una angustia indescriptible. Santa María del Monte Calvario levanta sus manos como si quisiera recoger a su Hijo y sus ojos son una oración teñida de lágrimas esperando el nuevo renacer de la alegría pascual (Sal. 30, 6).
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En nuestra sociedad nos parece que todo es relativo o accidental, que todo es prescindible según convenga, incluso a costa del ser humano. Advertiremos cómo la moda de estos tiempos es creer que «todo vale» y nos empeñamos en romper la tradición espiritual de nuestro pueblo para proponer una sociedad sin referencias religiosas.
Pero los cofrades somos católicos y Occidente debe su progreso y la fuente de su pensamiento al hecho religioso cristiano. Occidente nace en una cultura cristiana, eso es indudable, como indudable es que nunca debemos renunciar ni a lo que somos, ni a nuestras raíces, ni a nuestra fe.
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HUERTO
Todavía lejos de su hora final, Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto ennoblece tres sentimientos y actitudes: «el aislamiento, la firmeza y la oración».
Sólo está Jesús, nadie se le acerca. Sólo permanece, mientras los discípulos duermen (cf. Mt 26,40 43. 45). Sólo está cuando es arrestado (cf. Mt 26,56) y, en Málaga, Jesús Orando en el Huerto no está sólo. Nunca está sólo.
Ntra Sra de la Concepción, tiene ganada a Málaga. ¿qué decir de Ella? ¿Que los ojos se clavan en Ella? ¿Que los más pequeños, sin terminar de entender, ya saben quién es María? ¿Qué Ella es siempre un paso seguro en nuestra fe? ¿o que al mirarla se nos escapa un Magnificat y «proclamamos la grandeza del Señor porque en Ella ha hecho maravillas»?
¿Qué decir que no repitamos año tras año? ¡Qué decir de la que es Concebida sin pecado para ser la Madre del Salvador! y ¡Concebida para ser constituida Madre de toda la humanidad!, Concebida para verla por Málaga, para buscarla por las calles, perseguirla por los rincones, o emocionarse sin medida a los sones de «Concepción de Artola».
¡Qué más podemos decir de Ella!, solo que fue Concebida para Málaga y Concebida para no que no despeguemos los ojos de Ella.
La Cruz
A los cofrades nos basta contemplar la imagen de Cristo llevando la cruz en su Pasión o Expirando su último aliento. También quedarnos abstraídos ante el madero desnudo de la Santa Cruz, para Exaltar esa cruz y consolarlo en sus Penas o conmovernos en su Agonía. A veces, le buscamos pendiendo sin vida mostrándonos Redención o preferimos ser testigos mudos en su Traslado. Hay días que la cruz nos conduce al Sepulcro, para sentarnos junto a Él y acompañar en el llanto a su Madre de Soledad y Traspaso, de solera malagueña, sin palio alguno que valga, para que Ella solamente sea cubierta por el cielo de Málaga.
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VIÑEROS
Ntra Sra del Traspaso y Soledad, si tu entrada por Carreterías conmueve, en Martínez te impones y en Molina Lario pareces que llevas prisa por llegar a la Catedral, como si quisieras entrar junto a tu Hijo y alcanzarlo para no separarte de Él.
Traspaso y Soledad qué bonito es verte pasar y qué difícil sentir cómo te alejas, y saber que, por ser Jueves Santo, te cantan saetas, aunque piense yo que, por tu estilo, tu gente y tu trono debían cantarte malagueñas que hablen de ti y de tu Soledad Traspasada de dolor.
Y como si no pudiese con el peso del madero, con cuidado, Jesús Nazareno de viñeros, camina despacio por nuestras calles. Si pesada es la cruz a la que con fuerza se aferra, delicada es su muñeca, donde cuelga la llave del Sagrario. Jueves Santo y signo de la Eucaristía. Ha sido la Última Cena y el tiempo «ha volado» pero Jesús Nazareno de viñeros recuerda que Él es regalo y don eucarístico, mientras la Hermandad pionera en la entrada a la Catedral y, siempre comprensiva con ella, esa noche cumple con la visita al Monumento.
¡No, no es bonito ver pasar al Nazareno de viñeros!, no es bonito… ¡es impresionante!, es vibrante, es Palabra que penetra nuestras pupilas y se graba en nuestra mente. Sobrevienen una explosión de sensaciones y un torrente de emociones que parecen electrificar el aire y nos desbordan con una oleada de temblores por todo nuestro ser que nos deja sin aliento.
Y Málaga se detiene y el universo hace pausa para admirarlo, para pedirle que esa llave que lleva en su mano se convierta en el símbolo poderoso que abra nuestros corazones a su amor.
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Así es nuestra Semana Santa, donde recordamos que la corona de espinas no es un protocolo más de crueldad, sino el preludio de la más impresionante historia de amor jamás habida y afirmamos que el martillo y los clavos son los elementos que comienzan a sellar nuestra redención.
Y si anhelamos ese último aliento de Cristo es porque sabemos que con el viene vida nueva. Por eso aspiramos a subir a la escalera, para abrazar su cuerpo y depositarlo en el regazo de su Madre que lo acompañará al sepulcro donde descansará en una losa llamada Esperanza. Pero, sobre todo, proclamamos que, si al mundo tanta sinrazón no le dice nada, para nosotros malagueños y cofrades, todo esto habla a gritos de Resurrección y de Vida.
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CRUCIFIXIÓN
Abiertas están las puertas de la Casa Hermandad cuando nuestros sentidos se ponen en vilo y nos revolvemos para rasgar el velo de nuestra incredulidad al entrar en el misterio de fe que nos ofrece la Crucifixión de Cristo.
Es la hora sexta, el Cristo de la Crucifixión se adentra en la calle Los Negros. Todos le han abandonado. Judas lo había traicionado, Pedro lo negaba, los demás desertaban.
Todos lo habían abandonado, ¿Todos?, todos no. María no lo hace. Ella permanece y aguanta soportando el Mayor Dolor en su Soledad con una lección de silencio contemplativo y continuado diálogo interno, consciente que «No es Ella quien hace a Cristo su hijo, sino que es Cristo quien hace a María su madre».
María del Mayor Dolor en su Soledad no es la imagen de la resignación fatal. En Ella el dolor y la soledad son el sufrimiento del parto de un Pueblo nuevo, de un pueblo de vida, del Pueblo de Dios que somos todos.
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EXPIRACIÓN
A veces el caminar es lento y aunque se hace esperar, la gente espera ansiosa. Espera porque hay que verlo. Espera para amar a la Virgen. Espera y sabe que no podrá admirar su manto, no podrá… porque los ojos se humedecen al ver su cara apesadumbrada.
Madre de Dolores ¡qué milagro tan extraño es el tuyo! ¿Cómo cantar tantas maravillas con solo verte sufrir? ¿Cómo es posible que el Dolor nos produzca calma, fortaleza o atracción? Será otro Miércoles Santo, siempre distinto, aunque nos rindamos a nuestra Madre una vez más; será otro Miércoles Santo en el que nuestra vida se convierte por unos minutos en un silencioso canto, una oración, una llamada, una súplica. Salve Madre, llévanos hasta tu Hijo que nos visita, y nos habla muriendo.
Y Dios abrazó nuestra pobre humanidad y compartió plenamente nuestro sufrimiento, hasta la muerte en cruz. Esa es la noticia de la Expiración. Miramos la cruz y vemos a un hombre muriendo. Es un hombre que perdona. No aparece un héroe que no se doblega, sino que vemos a un hombre que sufre como todos.
Cada Miércoles Santo, la Expiración habla de una historia con la Cruz aun presente. Ha muerto Jesús. Ha muerto. Nadie volverá a oír sus palabras, nadie volverá a ver la expresión inefable de su rostro, nadie recibirá la caricia de su misericordia y de su perdón. Ha muerto, sí, ha muerto y su Expiración ha dado vida al Salvador del mundo.
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SALESIANOS
Miramos la Cruz y sentimos dolor y penas. Penas, en plural, porque eran muchas: la pena por la traición, por las negaciones, por el abandono de los suyos… Penas por la cobarde crueldad del ser humano o por la profesional brutalidad del romano.
De la mano del Señor es cómo llegamos a las Cofradías. Cabría decir que «todos los caminos conducen a una Hermandad», como ocurre en esta Hermandad, donde la inspiración de Don Bosco unió sentimientos y carismas.
El Cristo de las Penas se erige como la imagen de la compasión revestida de clemencia. En Él se encuentra anclada la fe de muchos jóvenes que ya son el presente de esta Hermandad capuchinera, enraizada en el Colegio Salesiano San Bartolomé.
Cada movimiento del trono, cada luz temblorosa de un cirio, es una palabra silenciosa surgida en el corazón desencajado de nuestra Madre que vive la encrucijada entre una agría despedida y el gozo de una acogida: Hijo y Madre se despiden para dar paso al encuentro de otros hijos para la misma Madre, un encuentro que ha transformado el Dolor en Auxilio de los cristianos.
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Jubileo
«Caminamos con Esperanza, somos peregrinos de esperanza». Este año nos sentimos invitados a buscar a Dios que es bondadoso y misericordioso…, a buscarlo por medio del perdón sacramental y a dejar que nuestro corazón se abra a perdonar, asumiendo que el perdón no cambia el pasado, pero facilita que el futuro cambie a mejor.
SALUD
Bien sabemos que los mandamientos de la Ley de Dios son diez y se resumen en dos: «amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo», pero la esencia del cofrade quiere añadir a este resumen tres más: «vive la vida con Esperanza cristiana, trata al hermano con un Gran Amor y tiende tu mano para que a todos le alcance la Salud que Dios nos regala».
Málaga celebrará un Jubileo lleno de matices. Viajaremos para que la Esperanza malagueña abrace a toda la cristiandad desde las calles de Roma. Acudiremos a la Catedral para lucrar indulgencias y celebraremos un Jubileo Trinitario de la mano del Santísimo Cristo de la Esperanza en su Gran Amor y María Santísima de la Salud.
El Jubileo de la Esperanza. Una Esperanza que no es posible sin la Fe; una Fe que crece desde el Amor; y un Amor que conduce al encuentro de María, ejemplo de Fe, salvaguarda de la Esperanza y camino hacia el Amor, que se consuma en Salud para todos.
La Cofradía de la Salud vive un Jubileo constante. Busca a la persona, cuida el grupo y mantiene cohesionada la Cofradía. En su Casa se respira «Hermandad», en la calle se nota «fe», entre sus hermanos «acogida», en sus proyectos «esperanza», en sus vidas «amor» y en sus acciones buena «salud».
Conmueve ver a la Hermandad en la calle. Asombra verla dentro de la Parroquia y sobrecogen los portadores, rodilla a tierra y varal al hombro.
Impresiona notar como el reinado de la Cruz se hace más grande sobre el puente de la Aurora y estremece saber cómo el sacrificio redentor de Cristo se convierte en una Esperanza fruto de su Gran Amor… nos sorprende advertir como de nuestros labios se escapa lo que nos dicta el corazón, y susurrar «por tu cruz y tu resurrección, nos has salvado, Señor».
Y enamora, seduce, María Santísima de la Salud, «Salud de los enfermos», letanía rezada por los que sufren, los enfermos, o por los que se les debilita la fe… la Salud, nos alcanza el favor de su Hijo, lo hace calladamente porque Ella hace silencio para buscar más espacio, si cabe, a una mayor adhesión a Dios... y señalarnos un camino de Esperanza nacida del Gran Amor de Cristo, que fortalece nuestra Salud de alma y cuerpo.
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NUEVA ESPERANZA
Málaga y el Jubileo. Ese Jubileo que aquí vivimos como «Peregrinos de una Nueva Esperanza».
Ya está todo listo. ¡Cuántos nervios! En la mente de algunos queda dibujada la estación penitencial perfecta entre los abrazos de los portadores y las miradas cómplices de los mayordomos.
Ya vamos «pa`la calle», nos preparamos para hacerlo bien pues salimos para dar gloria a Jesús Nazareno del Perdón, con la cruceta bien estudiada que el recorrido es largo y la música ayuda… Nos vamos, sí. Salimos de nuestro barrio para recordar a Málaga que siempre se vive la Nueva Esperanza que nos trae María. Es la nueva esperanza de los que quieren mirar hacia adelante. Aquella nueva esperanza que necesita el mundo y que la Iglesia celebra con Júbilo. ¡Una Nueva Esperanza Sí, sin inventarla ni cambiarla!
Este año, la música tiene sones de espera. De espera nueva, porque ha salido la Virgen que envuelve la calle con la aclamación de Nueva Esperanza pintada con mecidas que mueven el aire y ponen un punto sublime en el barrio. Una Espera para disfrutar del caminar pausado de Jesús Nazareno del Perdón que conquista la Tribuna de los pobres, elevándose como ninguno a los sones de «Rey de la Caridad» o de «su Dulce Rostro Cautivo» y sentir rubor por nuestros pecados, pero, sobre todo, alegrándonos porque Jesús Nazareno del Perdón nos trae una nueva esperanza.
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PASO Y ESPERANZA
Esperanza en la gloriosa Resurrección que es la sensación prefigurada, dibujada, en la expresión que ilumina a la Madre de Dios, Esperanza nuestra, que, desde Santo Domingo, Reina y nos ama.
El Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso es quien señala el camino. Él mismo inicia su peregrinar. Es Él quien siembra de Esperanza el corazón de su Madre. Él no se rinde, no se achica, no duda, y nos enseña a no dar paso alguno atrás. Nos tiende la mano y nos anima. Nos bendice en su caminar y nos serena en el dolor.
El Nazareno del Paso cierra un capítulo de la pasión en Málaga y, este año, abre una puerta de Júbilo para toda la Iglesia dejando el protagonismo en la mejor embajadora posible, María Stma de la Esperanza.
Se abrirán las puertas de Roma y, ante Ella, se rendirán los romanos y el mundo. Se movilizará Málaga entera para seguirla. Se llenarán las calles en la ciudad eterna. Orgullosas lucirán las siete colinas y brillará el Vaticano, porque la Esperanza está en Roma.
El Jubileo será motivo de oraciones y conversiones. Será el tiempo para «peregrinar en la esperanza» y se respirará un aire limpio y fresco de levante que llevará aromas de jazmín. Será Málaga en Roma, y Roma será más alegre porque allí estará Málaga con su Esperanza.
Sí, todo eso será y será un regalo para la Iglesia y para el mundo. Nos marcará y nos hará sentirnos orgullosos. Teníamos que ir, teníamos que estar y lo vamos a hacer. Debemos estar. Todos debemos apoyarlo y alegrarnos sin fisuras. Así es, así será, así lo viviremos y así lo recordaremos…
Pero la Esperanza, como la quieren en Málaga, en ningún lado. Como la sentimos en Málaga, en ningún lugar. Como la vemos la noche del Jueves Santo, jamás en ninguna otra parte. Porque la Esperanza está hecha para Málaga y Málaga para Ella. Es nuestra Luz y nuestra guía. Es el ancla en donde nos aferramos y es sentimiento del malagueño. Es alegría en la calle y confianza para nuestro corazón, es la luz que se prende durante la Pasión y, siempre, siempre, será fiel compañera para quien lucha.
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Una historia de Amor
SANTA CRUZ
La mayor historia de Amor jamás escrita comenzó hace 2025 años. Una historia de amor que se tildó como «escándalo para los judíos y necedad para los gentiles» (1ª Cor 23).
La Santa Cruz señala el camino para conquistar los corazones del ser humano. Nos hace entender la victoria del amor sobre el odio, la conquista del perdón sobre la venganza y el triunfo de la Vida sobre la muerte. La Santa Cruz lo es todo porque de ese madero seco brota el verdor de la esperanza y el nacimiento de la Iglesia.
La Cofradía llena de ternura su caminar con Nuestra Señora de los Dolores en su Amparo y Misericordia al pie del madero ¡Qué difícil se hace caminar sin el sostén de las madres! ¡Qué difícil se nos hace caminar sin la compañía de nuestra Madre del cielo!
En los momentos en que las cruces de nuestras vidas nos asaltan aparece María obsequiándonos con su Amparo y Misericordia para poder aguantar con fuerza y sobriedad las Cruces que sobrevienen cada día.
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RICO
Esta historia de Amor es cuestionada hoy día, aunque sean muchos los signos que invitan a creer en los milagros que nacen de un amor especialmente rico en gestos.
Para el cristiano no hay nada mejor que comenzar el día con una buena acción, y para el cofrade no hay mejor estación de penitencia que la sustentada con una buena obra Rica en misericordia y llena de Amor, como la que se culmina en la escalinata de la Catedral con ese milagro del Amor realizado por El Rico en ese día en que las campanas exclaman: ¡«Hasta setenta veces siete»! (Mt 21,22).
Es el Miércoles del triunfo malagueño que amanece con emoción y fe al ver que todos los odios se pueden perdonar. Emoción y fe del penado que alcanza libertad. Emoción y fe en Ntro. P. Jesús el Rico, que provoca un fervor sin límites. Emoción y fe en el perdón visibilizado y en el Amor de una Madre portadora de alegría y ternura.
¡María Santísima del Amor! ¡Cuánta falta nos haces!, cuando nos acobardamos en nuestra fe. ¡Cuánta falta nos haces!, para aprender a amar a Dios sobre todas las cosas y al hermano sin medida. ¡Cuánto te necesitamos, Madre nuestra!
Busquemos a nuestra Madre, busquémosla por las calles, busquémosla en su Parroquia. Hagámoslo en cualquier instante, dónde sea, para dejarnos Amar por nuestra Madre del Amor que es el Amor de una Madre.
Ser Cofrade
Un amor que inunda al cofrade, pero ¿qué es ser cofrade?
• Ser cofrade no es una elección, sino un regalo que viene del cielo, para compartir un don que no tiene precio.
• El cofrade siente un escalofrío cada vez que se viste de nazareno para ser uno más entre iguales.
• Los cofrades tenemos un solo corazón y una sola alma. Y no sabemos explicar aquello que sentimos porque, ese sentimiento, carece de traducción verbal.
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SOLEDAD DE SAN PABLO-TRASLADO
El cofrade sabe de un silencio y de un llanto que se expresa un día al año en la calle. Un silencio que, a veces, no puede ser compartido pues se encuentra invadido por una terrible Soledad.
Soledad en San Pablo, Soledad trinitaria a pesar del empeño por acompañarla y consolarla no es posible: no hay palabras... Y sentimos como si la misma gravedad se hubiese sumergido en un silencio expectante …, que ni se ve ni se entiende.
Entre el luto y las lágrimas, la sinrazón y el aislamiento Ntra Sra de la Soledad aparece desamparada, deshecha. Es imposible no sentir un profundo escalofrío. Son momentos cosidos con hilos de dolor y ternura. El tiempo se ha frenado de golpe y, con esfuerzo, intentamos levantar nuestra mirada hacia nuestra Madre, solo acompañada con la paradójica elocuencia de un madero y un simple sudario.
Son instantes que nos sugieren el impulso de encaramarnos al trono para abrazarla, para besarla, para arroparla…, pero son solo eso, instantes, impulsos, deseos…, pues somos nosotros los que sin Ella nos quedamos muy solos…
¡Soledad de San Pablo, mi Madre y Señora!
Cada Viernes Santo me levantas para verte «pasar a mi vera» y cuándo te miro no puedo sino bajar la vista, meditabundo y emocionado. Sé que el luto de viernes santo es el mismo luto que se refleja en tus lágrimas. Pero, también sé que en tu soledad me dices que el viernes santo anuncia resurrección en el Cristo del Santo Traslado conducido al Sepulcro por manos cuidadosas, como han de ser las que deberíamos mostrar cada uno.
El Santo Traslado nos habla de muerte y de amor, de un incontrolable dolor. Son pensamientos confusos. Se lo llevan al sepulcro que será sellado con el silencio y la oscuridad.
Y, ¿realmente se había ido para siempre?
La Cofradía se «adueña» de nuestras calles, pero el cortejo no es un cortejo derrotado: es un grito silencioso que clama confianza en Dios. Es un cortejo que habla de fidelidad, porque Dios siempre cumple. Es un clamor de esperanza porque esa muerte es un poderoso instrumento de salvación.
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CAUTIVO
Y sin faltar a su cita el sol se abre paso y la noche queda hecha trizas para que la luz emerja potente sobre un cortejo enfervorizado que se agolpa en triunfal travesía por su barrio, tras unas «Andas», una nave trinitaria que tiene por nombre «Cautivo y Trinidad». Son «andas» construidas por la fe del malagueño, selladas con flores sobre los pies del Señor Cautivo y de su Madre Trinitaria. Adornos que son alabanzas brotadas de agradecimientos y perfumadas por corazones entregados.
¡Qué hermoso prólogo el del sábado de Pasión! Cautivo y Trinidad, Trinidad y Cautivo. ¡Puro milagro de la aurora! Tiempo de gozo y eficacia, Dios con el hombre y todo es gracia bajo la luz madrugadora. ¡Que el Señor de Málaga visita su barrio! para estar con su gente. Y su Madre junto a Él proclama orgullosa que ambos malagueños porque son trinitarios.
GUÁRDANOS, Señor del alba. GUÁRDANOS sanos y entregados. GUÁRDANOS como hijos de tu luz en ese sábado de Misa de Alba, de calles y flores, de enfermos en ti confiados y sanitarios a ti entregados. Sábado de amanecer soñado y encuentro anhelado, anticipo glorioso de un lunes santo.
Cautivo y Señor de Málaga yo quisiera ser nazareno para alumbrarte, portador para llevarte, promesa para seguirte, y trinitario para buscarte. Quisiera tener un «lugar reservado» junto a Ti para alabarte… y todos los días un rato grande para rezarte.
Que a Ti Cautivo no puedo engañarte y tu bien lo sabes, que si te gritamos un «viva», te rezamos; si es un «olé», te veneramos; si se escapa una «lágrima», te agradecemos; y cuando algo «susurramos», es que te suplicamos.
¡Trinidad!, Reina coronada de tu barrio y de tu ciudad. ¡Madre y Señora!, colofón trinitario de una cofradía grandiosa, espejo de un barrio que respira su esencia en cada rincón, donde el alma del pueblo se entrelaza con el fervor de una devoción sincera y se eleva en plegaria al Cautivo. Un alma popular que, en su profunda entrega, se funde en el regazo de la Madre, quien guarda en su corazón los dolores y las esperanzas. Y esa alma, Virgen de la Trinidad, eres tú: luz que guía, fuerza que acoge y gracia que da la paz.
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PASIÓN
Lunes Santo en Málaga. Lunes lleno de sensaciones. Día de contraste cofrade y día «bien malagueño» en que el silencio y el orden se quiere llamar «nazareno».
Basta ver la Cruz Guía para adivinar la personalidad, el rigor y la fe que mueve la Cofradía de Pasión y, entonces, la Plaza calla. Hace silencio profundo e interno. Calla porque así lo requiere el momento. Calla porque quiere que sólo Él sea el protagonista. La cara cubierta de los portadores son una invitación a buscar únicamente el rostro del Maestro que viene precedido por una comitiva de cirios anunciando la llegada de Quien es «la luz del mundo».
Cristo sigue buscando «cireneos» y todos tenemos la posibilidad de serlo. ¡Hay tantos hermanos que no pueden más con su cruz!
María Stma del Amor Doloroso obra un prodigio, «si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?», decía su Hijo y, Ella, es la primera que ama y la única capaz de amar en medio de tanto dolor. Es un Amor Doloroso: Dolor que rompe y Amor que reconstruye. Dolor que mata y Amor que es vida.
¡Cuántas cosas pensaría María durante esas horas de Pasión!, ¡cuánto Amor y cuanto Dolor al verlo con la cruz al hombro!, ya sin fuerzas. ¡María Stma del Amor Doloroso, es la portavoz agradecida de un mensaje de salvación y es ¡Madre nuestra!
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«Ser o no ser, esa es la cuestión»
(cf., Hamlet; acto 3, escena 1ª).
CENA
Difícil es alcanzar la perfección con unos pocos movimientos, aunque parezca sencillo, un prodigio solo posible por el amor a los Sagrados Titulares y el esfuerzo de los más fieles. La Hermandad nos hace testigos de una obra de arte que hipnotiza sin que seamos capaces de advertir el trabajo de los portadores, la presencia de capataces o la responsabilidad de los mayordomos.
Nada importa, sólo Aquél que preside la mesa vestida de amor, de entrega y de servicio…, un tablero, en cambio, con una mancha de traición… Quedamos impelidos a que nuestros ojos abarquen el gran misterio de la última cena. Y nos imaginamos el Cenáculo con aquellos momentos tan exigentes de sacerdocio, de servicio, de amor entregado, de eucaristía… «(Jn 13, 4.35; Mt 26, 26-28).
Jueves Santo en Málaga cuando Cristo se abre un hueco escenificado en Puerta Nueva para mostrar el sacrificio eucarístico. Jueves Santo de asombro insuperable y enseñanza gratuita para aprender a servir y recibir lo que Dios nos regala.
Jueves Santo de alegría Pascual, «porque lo reconocemos al partir el pan» (Lc 24, 31), y todos los días lo recorremos en un «Emaús» personal que nos aporta Paz, siempre La Paz.
No puede ser de otro modo, con la Cena llega la Paz. La Paz que nos trae María, la Paz por la que clama nuestro corazón. Es la Paz malagueña. Una enseñanza constante para pacificar nuestro entorno y la oferta que nos hace para que nos quedarnos junto a Ella.
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AMARGURA
Hace algunos años escuché esta frase que me hizo pensar, y sigue haciéndolo:
«De más está decir que sobran tantas cosas…, o aprendes a querer la espina o no aceptes rosas». Así ha de ser.
La «Rosa»…, la rosa que tanto nos enseña en Málaga y que aquí adopta un nombre maravilloso: Amargura. Amargura reflejada en un rostro que plasma un corazón atravesado de dolor y trasluce la sinrazón padecida.
La Amargura tiene una Ermita. Zamarrilla le llamamos. Esa Ermita es nuestro refugio, una capilla donde todos tenemos cabida y un rinconcillo para pasar inadvertidos, a solas con Ella, con los ojos fijados en unas manos tendidas a cada fiel que la busca.
¡Que se abran las puertas!, que necesitamos entrar y hablar con Ella para dejarnos descansar en sus brazos y hablarle, hablar sin descanso y cerrar los ojos para abrir nuestros oídos que necesitamos escucharla… Y, más tarde, mirarla, y sentir que junto a Ella no necesitamos nada más, o quizás, quien sabe, una marcha en nuestra memoria que nos la recuerde en nuestro caminar.
¡Cómo no vamos a aceptar la rosa porque tenga espinas! María Stma. de la Amargura nos lleva a aceptar la vida, también con aquello que nos hiere y nos duele. En su pecho muestra la flor y en su interior esconde nuestras espinas, aquellas que hacen sufrir. Espinas que demasiadas veces llevan nuestros nombres por afrentar al prójimo, o por dar la espalda a la Iglesia, o por rechazar a su Hijo.
Y a pocos metros el Stmo Cristo de los Milagros, desgarrado, sin vida, silencio puro..., «Os aseguro que, si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12, 23-24) Es el más hermoso grano de trigo y su muerte se convertirá en una verdadera primavera que dará una abundante cosecha de espigas.
Cada Jueves Santo lo buscamos. No importan «ni los apretujones, ni la «bulla» y a pesar de ser muchos nos sentimos cómodos y no hay empujón que valga. Él obra el gran milagro de la fe. Todos con un solo corazón, una emoción y una sola mirada fija en el Cristo de los Milagros que nos hace vivir el milagro de su presencia en nuestras pupilas y nos empuja a sentir en una nerviosa calma que espera ver reinar a la Amargura un año más por las calles de Málaga.
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REDENCIÓN
Las casualidades no existen, la providencia divina sí. Dolores de San Juan o Redención, no es la Cofradía de los tronos, sino de los nazarenos.
Nazareno de los Dolores. Nazareno adulto volcado al misterio de la Redención. Nazareno anónimo, ordenado y sobrio. Nazareno de silencio y penitente de cruz al hombro. Nazareno de genuflexión ante la cruz y rosario en mano. Nazarenos de mirada al frente y labios sellados.
Ante el Stmo Cristo de la Redención no cabe «disfraz» ni «maquillaje» alguno. Junto a Él, quedamos desnudos, nada puede esconderse…, frente a Él, el tiempo se nos escapa enfrascados en lo que somos y abstraídos en nuestra pobreza.
En su presencia, Crucificado y Redimiéndonos, encontramos el verdadero camino. Con Él miramos de frente, hacia delante, aunque vayamos tras Él, como nazarenos acompañándolo con la cruz al hombro. Seguirte, sí, seguirte, Redención, y hacerlo con la única visión de tu espalda clavada en el madero, pero siempre, seguirte.
Stabat mater dolorosa. Himno para una Madre que sufre y la intención de querer compartir el Dolor de la Madre del Redentor. Dolor convertido en epílogo de un largo sufrimiento en silencio. Dolor interior, de Ella y para Ella. Dolor anunciado en una profecía nunca olvidada.
La Cofradía de los Dolores es una invitación real a meditar el momento decisivo de la historia de la salvación. El silencio y la oscuridad por los aledaños de San Juan son una profunda acción contemplativa. El crujir del trono, el susurro de los capataces, la austeridad de los nazarenos y el silencio de los malagueños eleva una sentida oración a nuestra Madre de Dolores asociada a la Pasión de su Hijo mientras se hace realidad la Redención del género humano.
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ESTUDIANTES
«Has hallado gracia ante Dios» (Lc 1, 30), dijo el ángel a María. Ella que no buscaba sabiduría, ni riquezas, ni honores, encontró gracia. Tampoco buscó recompensas humanas, y por eso fue llena de gracia.
Atrás ha quedado esa cena de despedida y aquella sacudida que sintió cuando su Hijo se encaminaba hacia Getsemaní y Ntra Sra de Gracia y Esperanza ha comenzado su propio Vía Crucis siguiendo a su Hijo Coronado de Espinas que aguarda iniciar otro camino, este hacia el monte del sacrificio.
La Cofradía de Estudiantes es especial. Málaga se llena de nazarenos que aportan vida, como la sangre recorren por las venas. Rojos o Verdes, pero eso da igual, en la cofradía lo único que vale es «ser de Estudiantes» y llevar en los genes cofrades una letra latina que es una apuesta por la alegría de la juventud. Un himno ya propio de nuestra Semana Santa.
Hoy, desde aquí, mi agradecimiento a la Cofradía de Estudiantes por aquel comienzo de mi periplo cofrade. Años de inocencia e ilusión. Tiempos de estudios y de «gaudeamus» bajo el varal del Coronado de espinas, momentos de risas en el «tinglao de la Pza de la Constitución» y de juntas de gobierno con Pepe Atencia. Hoy un recuerdo agradecido a mis amigos de entonces, a los hermanos de ahora y una memoria emocionada por los que cantan su gaudeamus particular desde el cielo.
Hermanos y amigos todos, ¡dejadme que lo diga!, dejadme que pueda compartir lo que comencé a vivir hace 45 años, nazareno y portador del Coronado de Espinas. Dejadme que revele cual fue mi escuela cofrade con aquellos momentos en la albacería. Dejadme que os diga cuanto he echado de menos el cruce con la Cofradía de Gitanos, con sus pulsos y las palabras de ánimo para que el Cristo, mi Cristo, se elevase muy alto por los cielos de Málaga. Dejadme que pueda abrir mi corazón estudiantil para que se llene de la Gracia y de la Esperanza. Dejadme con Estudiantes como santo y seña, Dejadme hoy alegrarme y recordar.
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SEPULCRO
Y la muerte llega. Timbales de soledad y de injusticia consumada. Timbales y tras ellos solo silencio.
Silencio si acaso roto por los pasos de los penitentes, por un susurro respetuoso o el sonido de una campana lejana que acompaña la comitiva fúnebre. Silencio absoluto, austero, un caminar solemne y digno que precede a un doble catafalco con una fría losa abrazando el cuerpo de Jesús inerte en el Sepulcro. ¡Cristo ha muerto y los sones la marcha fúnebre nos congela la sangre!
Es la noche del llanto y del silencio. Noche callada y esperanzada en un nuevo amanecer. La Hermandad del Santo Sepulcro parece que pone fin a la Semana Santa cuando no es así…. todavía no...
Fue la hora de la desbandada general. Ha muerto el Mesías, y María estaba con Él. Ntra Sra de la Soledad, no abandona. No quiere, no puede… Rota en mil pedazos solo puede abrazarse a una muda y oscura Soledad. Tantas preguntas sin respuestas y tantos recuerdos agolpados se abren a un silencio interno convertido en lejana expectación.
La Soledad del sepulcro cierra la Semana de Pasión, pero poco antes, entre Duque de la Victoria y la Puerta de las Cadenas, la esclava del Señor se muestra como la Reina que anuncia que Dios cumple con sus promesas y con poderío exclama que el triunfo sobre la muerte ya está por llegar.
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SERVITAS
Pero las calles son oscuridad y silencio edificados por la sobriedad de un cortejo de austeros siervos que nos levantan los ojos al cielo y achican el corazón del creyente. Solo queda un silencio roto con la oración en voz alta de uno de ellos.
Nuestra Señora de los Dolores, Servitas, viste de negro la tierra y aunque la pena más profunda quiera desvelar que hasta la muerte ha muerto, ya se percibe un brote verde naciendo de un abandonado leño.
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RESURRECCIÓN
Era noche cerrada. No había luz y sí mucho silencio. Si acaso susurros y algo de frio. Son proclamas de lo oscuro. Una tímida luz..., mientras que de la penumbra una tenue voz presagia un anuncio y, sin advertirlo, un pábilo seco prendiendo con dificultad de la candela..., y se produce el milagro, el signo, la luz prendió en un gran cirio y el templo rompió el negro de la oscuridad con centenares de velitas que se comunicaban el fuego bendito, prendido del cirio.
Fue cuando los centenares de personas reunidas en el Templo sienten una misma voz en su interior: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado» (Lc. 24, 5-6).
Es domingo y la luz ya brilla alta y fuerte. El cortejo cofrade ha iluminado cada rincón del corazón malagueño y nos ha conducido en una semana hasta la Resurrección.
Ese día el Buen Pastor reluce de triunfo y mira a su madre Pastora Coronada que goza de felicidad, mientras que San Dámaso relee emocionado las Escrituras que hablan de resurrección y vida, acompañado de su Madre Milagrosa. Hasta el Molinillo llegan los ecos de la Victoria que se siente orgullosa de un nombre que también relata la Victoria de Cristo Resucitado.
¿Y San Pablo?, qué decir de quien se sabe trinitario y hoy salta en el gozo porque se han cumplido las promesas del Padre, en el Hijo Resucitado con el regalo del Espíritu. Y, feliz, observa como su vecina la Amargura brilla en su barrio con la luz del cirio pascual prendido en el corazón de sus fieles. Es entonces cuando llega el Santo Domingo perchelero viviendo la fiesta de la esperanza ya cumplida.
De puerta en puerta corre San Joaquín y Santa Ana anunciando que este día la esperanza es más nueva que nunca. Más abajo hay sonido de fiesta porque San Pedro y El Carmen han hecho piña con una alianza de fe, aclamada por un cante por malagueñas que con humildad y paciencia se refuerza en San Vicente de Paul y toma impulso en San Patricio con la nueva vida de quien ha redimido al mundo. ¡Hasta la Malagueta ha llegado el aire de fiesta! cuando el Arcángel Gabriel recuerda que este Reino «no tendrá fin».
¡Que Cristo ha resucitado! Suena al unísono el centro con las voces acompasadas entre San Juan y Los Mártires y jaleadas por San Felipe y Santiago. Y es que Málaga es una exclamación uniforme con repiques interminables en la Catedral que son reservados con celo en San Julián, donde María Santísima Reina de los Cielos sigue guardándolo todo en un corazón malagueño.
Y es que Málaga se alza y Al REY VICTORIOSO, CRUCIFICADO Y RESUCITADO grita con alegría un ¡ALELUYA!, y lo hace con aire de rondeña o de jabera, de verdial y de malagueña.
HE DICHO
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