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La procesión va por dentro' es una expresión que originalmente alude a aquella manifestación religiosa que, con el mayor fervor posible, realiza su recorrido al resguardo del interior de un templo al no haber podido hacerlo, tal y como estaba previsto, por las calles y ... plazas de su localidad pese a la enorme tristeza que le pueda suponer a los cofrades que llevaban todo el año esperando tan importante acontecimiento. Si bien, con el tiempo, su uso sirvió para señalar a aquellas personas que aún estando pasando por un mal momento intentan disimularlo evitando exteriorizar y compartir el sufrimiento que están padeciendo.
Y es que en el mundo de las cofradías se entremezclan religión, cultura y fuertes tradiciones arraigadas en nuestra comunidad y en nuestras propias familias. En ellas conviven gentes de diferentes procedencias sociales, profesionales de toda índole o de variopinta formación o circunstancias personales y maneras dispares de percibirlas y sentirlas que, sin embargo, convergen en la devoción a sus sagrados titulares. Formas distintas de entender las cosas e incluso la vida que generan muchas pasiones, pero también críticas, rechazos e incluso intereses enfrentados que inevitablemente estamos obligados a autogestionar con responsabilidad y desde el respeto a los demás para no acabar poniendo en riesgo lo que justifica su propia existencia, la hermandad.
Y después de una intensa Cuaresma de puentes tendidos, de encuentros y reencuentros, de miradas halladas y de otras que lamentablemente siguen huidizas, de esfuerzos, oraciones, ilusiones y silencios compartidos, de tardes enteras sacadas de tiempo robado a nuestro descanso y a nuestras familias estamos más cerca de que todo recobre el sentido. Pero la meta no está como algunos creen en el Lunes Santo o en el Martes Santo, que por otra parte tanto nos ha acercado e incluso unido, sino en el camino recorrido hasta ahora. Esto no acaba en calle Agua en la madrugada del Martes al Miércoles Santo, ni tan siquiera al alba del trabajo bien hecho o tras la brillante exaltación de fe que esperamos encerrar tras su paso por las calles de nuestra Málaga, esto nos exige mucho más a partir de mañana porque el perdón no es solo una palabra, un gesto o una mano tendida, es abrir nuestro corazón para entender, de una vez por todas, que no hemos sido nosotros sino ÉL el que ha venido a nuestro Rescate, y que solo así merece la pena continuar.
Por ello ha sido inspirador y ejemplar comprobar tan de cerca el comportamiento de un grupo numeroso de hermanos, aquellos que han dado un paso adelante, al que se han ido sumando otros y otros cada día, enfrascados en sus labores cofrades, superando como cada uno puede affaires y desavenencias pasadas, entremezclados entre varales, tallajes, crucetas o reparto de túnicas, reunidos en los despachos, redactando las cartas, pagando facturas o cediendo sus puestos. Cosiendo roquetes, ordenando ajuares de Gracia, preparando el protocolo, los cultos y traslados, abriendo la capilla, llevando hasta el trono con esfuerzo y sudor un enorme olivo o compartiendo una simple cerveza, para llenar de hermandad aun sin proponérselo la casa de todos.
Como ejemplar ha de seguir siendo nuestra conducta ante nuestros amigos e hijos, hacia nuestros hermanos del Rescate y hacia toda la Málaga cofrade, la obligación de asumir como cristianos cualificados (como diría el padre don Francisco Pineda) la responsabilidad que tenemos de formar parte de esta gran cofradía, de crear en ella un espacio amable para todos por historia, por su actitud solidaria y por sus hechos a lo largo del tiempo, pero sobre todo por el barrio de la Victoria y por sus gentes. Quedan heridas por cerrar, a algunos les va a costar más, pero a todos exigirá generosidad, autocrítica y empatía, sin esperar que el primer paso lo de el otro o recibir nada a cambio. Requerirá ante todo alturas de miras para superar la carga de los que siguen llevando la procesión por dentro.
Testimoniar desde aquí mi agradecimiento a los que me acompañan en este envite y al Coronado de Espinas y a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza por darme la oportunidad de vivir este Lunes Santo las vísperas de un Martes Santo que presumo también inolvidable en mi vida junto a Nuestro Padre Jesús del Rescate y María Santísima de Gracia.
(Pedro Ramírez fue hermano mayor de la Cofradía de los Estudiantes y actualmente es el comisario diocesano de la Cofradía del Rescate)
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