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Aunque las temperaturas eran más propias del verano, el barrio de la Trinidad vivió una jornada cofrade de otoño con la procesión extraordinaria de la Virgen de la Soledad, de la Hermandad del Santo Traslado, con motivo del centenario fundacional de la corporación.
A las ... seis y media de la tarde se abrieron las puertas de la casa hermandad, cuya fachada estaba engalanada, y con los primeros toques de campana de Rafael González, mayordomo titular del trono de la Virgen, la imagen comenzó su salida procesional entre el numeroso público que poco a poco fue arropando a la Virgen en su recorrido.
La imagen, que lució un aspecto diferente con una nueva ráfaga realizada por los talleres sevillanos de Maestrante, con diseño del pintor y restaurador malagueño Francisco Naranjo, salió en su trono procesional del Viernes Santo con algunos cambios. En esta ocasión, se incluyeron los cuatro arbotantes en las esquinas del trono de la Patrona de Málaga, Santa María de la Victoria, y una media luna a los pies, cedida por la Hermandad de los Remedios. El exorno floral estuvo compuesto de rosas de pitiminí, rosas rosas, nardos y flores silvestres sobre un monte de corcho.
El cortejo lo abrió la cruz guía, que precedió a la banda de cornetas y tambores del Cautivo, y estaba compuesto de hermanos con cirios y el guión de la cofradía, seguido de una representación de hermanos con bastones y guiones corporativos de las hermandades de Zamarrilla, Salud, Piedad y Cautivo, así como tres integrantes del Colegio Oficial de Titulares Mercantiles de Málaga, además del hermano mayor, Prado Hernández, y el párroco de San Pablo, José Manuel Llamas. Los hombres de trono lucieron túnicas nuevas confeccionadas para la ocasión.
A lo largo del itinerario por las calles del barrio trinitario se sucedieron varias petaladas de flores a su paso, como fue el caso de la calle Carril desde un balcón al inicio de la procesión. Aunque uno de los momentos más esperados y de mayor expectación de fieles se produjo junto a la ermita de Zamarrilla, cuando la Virgen de la Soledad protagonizó el encuentro con la Virgen de la Amargura que fue situada sobre una peana en el dintel de la puerta de su sede canónica, flanqueada por cuatro cirios y dos ánforas con flores. En el acto se hicieron algunas lecturas y se rezaron varias oraciones tras mecer el trono entre la casa hermandad de Zamarrilla y la ermita, durante la interpretación de la marcha procesional 'El Cachorro' (Saeta Sevillana) por parte de la Banda Sinfónica Virgen de la Trinidad, que acompañó a la Virgen en la procesión. Durante la maniobra que realizó el trono para abandonar este espacio y continuar el itinerario, desde la sede de Zamarrilla unos jóvenes cofrades lanzaron una gran cantidad de pétalos de flores entre los vítores y aplausos del público congregado.
Otro de los puntos a destacar fue el paso por delante de la casa hermandad del Cautivo, en calle Trinidad, en el que también hubo otra petalada, y el hermano mayor de la corporación del Lunes Santo, Ignacio Castillo, tocó la campana.
Asimismo, cuando el cortejo llegó a la calle San Quintín, lugar donde se realizó el cambio de turno de los portadores, la vía estaba alfombrada de sal de color salmón, azul y blanco, que confeccionaron los cofrades del grupo parroquial de la Virgen de Dulce Resignación y Esperanza de la iglesia de la Trinidad, antes de visitar la sede de la Hermandad de la Salud, que decoró su fachada, y se culminara una jornada cofrade para el recuerdo.
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