

Secciones
Servicios
Destacamos
JOSÉ JIMÉNEZ GUERRERO
Málaga
Viernes, 29 de octubre 2021, 00:44
En diversos ámbitos cofrades se ha abierto, en los últimos tiempos, un debate acerca de la posibilidad y de la conveniencia de que a la imagen de Jesús Cautivo se le dé culto en un lugar diferente al que en la actualidad ocupa en la capilla de la iglesia de San Pablo. Los que ansían ese cambio defienden que su lugar idóneo sería el altar mayor del templo paulino, o bien que se le erija un oratorio propio. Y la verdad es que la situación no es nueva.
A lo largo de estas líneas pretendo hacer una aportación, sin ser exhaustivo, sobre los cambios de sede que a través de la historia han experimentado las corporaciones cofrades malagueñas que procesionan en la actualidad. Y específicamente, aspiro a resaltar cómo algunas de ellas, con honda tradición de permanencia en un lugar concreto, optaron en su día (o se vieron forzadas a ello) por trasladar a sus imágenes hasta un nuevo espacio sacro en el que darles culto. Ello constituye un hecho incontestable. Y no por eso han perdido su esencia, su tradición, su devoción o sus peculiaridades. Creo que, en la mayoría de los casos, ha ocurrido todo lo contrario.
Es conocido que algunas hermandades se vieron obligadas a realizar un cambio de sede al verse afectadas por disposiciones legales, especialmente por las que tuvieron como objetivo la desamortización de los bienes eclesiásticos.
Los procesos desamortizadores anclan sus raíces en el siglo XVIII. Pero fue el comenzado por el ministro Juan Álvarez Mendizábal en 1836 el que tuvo unos efectos trascendentes para las hermandades de Pasión malagueñas. La expropiación, venta y, en casos, dedicación a otras actividades o derribo de los conventos en los que algunas corporaciones cofrades tenían ubicada su sede canónica, las obligó a buscar un nuevo lugar en el que continuar con sus actividades cultuales. A ello se unió la pérdida del apoyo que el clero regular les había ofrecido. De los conventos a las iglesias.
Son destacados los casos de las fraternidades que se habían fundado en el convento de San Luis el Real. En el templo de Santiago se erigieron, tras salir del cenobio franciscano, las hermandades de Jesús el Rico, Jesús el Pobre, y Llagas y Columna. La de Humildad y Paciencia, según el profesor Agustín Clavijo, se instalaría en la de San Agustín; la imagen desapareció en 1931.
En la iglesia de la Concepción lo hizo la Cofradía de la Vera Cruz; en la parroquia martirica, Oración en el Huerto y Concepción Dolorosa. Un caso distinto lo constituyó el de la Esclavitud Dolorosa, fundada en el mismo convento en 1647. Tras su forzada salida en 1836 pasó por cinco sedes diferentes hasta llegar a la que sería la definitiva: la iglesia del Santo Cristo. Fue en 1877.
En el convento de los trinitarios descalzos, el popularmente conocido como 'Conventico' de la calle Liborio García, se hallaba la imagen de Jesús del Rescate. Fue trasladada a la iglesia de San Juan, más tarde a la de Santo Domingo y, tras la destrucción del templo y la posterior reorganización de la fraternidad, esta reubicó a sus imágenes titulares en 1951 en la antigua ermita que se alzara en el año 1800 en la confluencia de las calles Victoria y Agua, la llamada 'Faro de la Victoria' o 'Capilla del Cristo de la Ynspiración o Expiración', hoy conocida como 'Capilla de calle Agua'.
En otros casos fueron las consecuencias de los sucesos de mayo de 1931, con la destrucción de los edificios religiosos, las que motivaron que algunas corporaciones tuvieran que buscar otro espacio sacro donde poder seguir con sus actividades y rendir culto a sus imágenes devocionales.
Tras la desamortización del cenobio mercedario, algunas corporaciones se ubicaron en la iglesia de La Merced. Otras buscaron acomodo en otros templos. Es el caso de la de Llagas y Columna que se trasladó a la cercana iglesia de Santiago. En mayo de 1931, su efigie, conocida popularmente como 'El Señor del Rayo,' fue destruida.
Es sabido que del centenario templo (tras los efectos que tuvieron los sucesos de la madrugada y la mañana del 12 de mayo de 1931) solo quedaron los muros exteriores. También desaparecieron todas las imágenes (incluidas las titulares de las cofradías), los enseres y las piezas patrimoniales que atesoraba.
El popular templo fue la sede, además de otras corporaciones religiosas no pasionistas, de algunas de las que se habían erigido anteriormente en el convento mercedario y de otras que se fundaron en época más reciente: Sangre, Columna, Piedad, Viñeros, Traspaso y Soledad, Humildad, Cena, Descendimiento o Esclavitud de la Merced. Algunas desaparecieron.
La Archicofradía de la Sangre, tras un fallido intento de trasladarse a la antigua capilla del Molinillo o del Cristo del Socorro, se asentó en la iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri. Sus imágenes ocuparon la capilla en la que desde 1939 y hasta 1945 se había dado culto a las de la Hermandad del Cristo de los Milagros y la Virgen de la Amargura. La Cofradía de la Columna, tras la destrucción de la imagen que tallara en 1799 Francisco Gómez de Valdivieso, y finalizada la guerra civil, expuso un cuadro del Cristo destruido en la iglesia de la Victoria. Su nueva sede sería la iglesia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula.
La Hermandad de la Piedad, a los cinco años de su fundación, y a dos de la bendición de su grupo escultórico, tuvo que buscar una nueva sede. Reorganizada la corporación, en 1951 salió por vez primera desde la popular capilla nombrada del Molinillo. Tras el derribo de la antigua edificación, ocurrido en 2002, se alzó una de nueva construcción, que fue bendecida por el recordado obispo Antonio Dorado Soto el 11 de febrero de 2005. Allí se trasladó La Piedad desde la iglesia de San Dámaso donde provisionalmente había establecido su sede.
Tras el proceso de reorganización, las hermandades del Traspaso y Soledad (1938) y de Jesús de Viñeros (1948) se hallaban en la iglesia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula. La efigie del Nazareno se trasladó a la iglesia conventual de las Madres Dominicas (Catalinas) en 1950. La imagen mariana no llegaría hasta 1962, cuando se constituyó la actual hermandad.
Aunque se tienen noticias de la existencia de un paso de la Cena vinculado a la Cofradía de la Nuestra Señora de la Concepción en el siglo XVII, la actual corporación surge en la década de los años 20. Tras la destrucción de su sede mercedaria se asienta en el Santuario de la Victoria. En 1967, dada su vinculación con el sector ferroviario, se traslada a un nuevo espacio alzado en la cercanía de la estación de Renfe. En 2005 pasan a la casa hermandad de Puerta Nueva y establecen su sede canónica en la iglesia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula. Hoy, sus imágenes se veneran en la iglesia de San Carlos y Santo Domingo.
Otras hermandades, tras su proceso de reorganización, se establecieron en otras sedes que en algunos casos estaban alejadas del entorno en el que habían nacido: Humildad (en la Victoria) y Descendimiento (que, tras su paso por la iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri, se trasladó en 1984 a la capilla del Hospital Noble, donde posee un espacio propio).
La destrucción de la iglesia de Santo Domingo motivó que alguna de las corporaciones que en ella tenían su sede desapareciesen (como la antigua del Cristo de Cabrilla, que no procesionaba desde principios del siglo XX), que otras, permanecieran en ella (Mena, Esperanza o Humillación) y que algunas la cambiaran, caso de la Hermandad del Prendimiento. Esta fraternidad, tras la destrucción sufrida, se reorganiza y se establece en la iglesia del Carmen. En 1957 trasladó su sede a la iglesia de la Divina Pastora y Santa Teresa, en el barrio de Capuchinos.
Caso distinto lo constituye la Cofradía del Cristo de Perdón y la Virgen de los Dolores del Puente. Tras su restablecimiento en 1982, y una vez que se restauró la antigua capilla que ocupara el Cristo de Cabrilla (algo en lo que tuvo mucho que ver el añorado cofrade y amigo Jesús Castellanos y su junta de gobierno), la imagen del Crucificado se alzó en ese lugar. La Dolorosa ocupa su capilla callejera en los aledaños del Puente de los Alemanes.
Un caso singular lo constituyó la Archicofradía de la Expiración. Tras lo sucedido en la iglesia de San Pedro en mayo de 1931 (con la salvación de la imagen de la Dolorosa, su estancia en la Catedral, y tras hechura del nuevo Crucificado por Mariano Benlliure), la fraternidad se trasladó a la iglesia del Carmen en 1938. En 1946, una vez restaurada su tradicional sede, volvió a la iglesia de San Pedro.
Otras cofradías optaron, por diversos motivos (decisión de la junta de gobierno, desencuentros con el estamento eclesial, etc.), por cambiar su sede.
No voy a detallarlo en profundidad, pero sí quiero reseñar los casos de Pollinica (a partir de 1921 en la iglesia del Sagrario, en 1946 en la iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri y desde 1981 en la de San Agustín), Salud (que fue obligada a salir del Císter y se trasladó a San Pablo), Sentencia (de la Aurora María a San Pablo y finalmente a Santiago), Estudiantes (tras la ruptura de vínculos en 1946 con la Orden de San Agustín se trasladó a la iglesia del Carmen y posteriormente, en 1948, a su sede actual, la iglesia del Santo Cristo), de Mediadora (que si bien inició sus actividades en la iglesia de San Antonio de Padua de Portada Alta se trasladó a la iglesia de Santa María de la Encarnación, Ave María); Salesianos (de la iglesia de la Divina Pastora y Santa Teresa al santuario de María Auxiliadora); Amor y Caridad (con orígenes en el convento de las Madres Agustinas Descalzas, y tras su paso por la capilla castrense, al Santuario de la Patrona de Málaga), Humildad y Paciencia (que tras una serie de avatares y su estancia en la iglesia de San José Obrero tiene su sede en la parroquia de San Vicente de Paul desde 1999), etc.
Otras corporaciones han permanecido desde su fundación en la misma sede. Es el caso de las fraternidades del Dulce Nombre (en la iglesia de la Divina Pastora y Santa Teresa), de Salutación, de Santa Cruz o de Servitas (en la de la Santa Cruz y San Felipe Neri), de los Pasos en el Monte Calvario (en San Lázaro), de Nueva Esperanza (en Santa Ana y San Joaquín), de Fusionadas o Dolores (en San Juan), de Misericordia (en la del Carmen), y de Soledad (en San Pablo).
En la actualidad, diversas corporaciones nazarenas rinden culto a sus imágenes en espacios sacros propios. No comparten sede con otra fraternidad. Ya he citado algunos ejemplos (Piedad, Rescate, etc.). Y es cierto que ello obedece a circunstancias distintas.
Es el caso de la Hermandad de la Amargura a la que el Obispado concedió la adscripción de la capilla de Zamarrilla en 1984. La actual fraternidad, fundada en 1938, hunde sus raíces en las distintas corporaciones que desde 1788 se establecieron en la popular ermita de la calle de los Mármoles. Solo su destrucción en mayo de 1931, motivó que se ubicara provisionalmente en la iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri. En 1945, una vez que el arquitecto diocesano Enrique Atencia la había restaurado, volvió a la capilla.
No hay que olvidar a la cofradía del Monte Calvario, erigida canónicamente en la capilla homónima tras la aprobación de sus estatutos el 17 de julio de 1981.
Sin embargo, otras corporaciones optaron por edificar un oratorio propio y proceder al traslado de sus imágenes.
Tras varios siglos de permanencia en el templo de San Carlos y Santo Domingo (la cesión de la primera capilla se data en mayo de 1567), la Archicofradía del Paso y la Esperanza cambió su sede en 1988. Diez años más tarde, el nuevo espacio sacro fue designado como Basílica Menor.
Caso semejante es el de la Cofradía de Jesús de la Puente de Cedrón y María Santísima de la Paloma. Erigida desde el siglo XVII en la iglesia de San Juan, en 1995 se trasladó a la capilla alzada en la plaza de San Francisco. Gracias a la tesis doctoral de Encarnación Cabello Díaz, Cuatro siglos de historia cofrade en Málaga. Hermandad de Jesús de la Puente del Cedrón y María Santísima de la Paloma, defendida en marzo de 2010, se desveló con rigor y profundidad la historia de esta antigua fraternidad. Desafortunadamente, este trabajo aún no ha sido publicado. Una asignatura pendiente.
La tercera de las fraternidades que se ubicó en un oratorio propio fue la del Cristo de la Agonía y la Virgen de las Penas. Según tradición oral, fue fundada en la desaparecida iglesia de San José, sita en la calle Granada. No obstante, también se hace referencia a su posible fundación en la iglesia de las Catalinas. En el templo de San José permaneció hasta el año 1966 cuando, tras su venta y posterior derribo, se trasladó a la iglesia de San Julián. En el año 2008, lo hizo a su sede definitiva: el Oratorio de Santa María Reina y Madre.
Un caso diferente lo constituye la Hermandad del Sepulcro. Establecida desde su fundación en 1893 en el santuario de Santa María de la Victoria, en 1966 se trasladó a la iglesia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula. Actualmente, tras la marcha de las religiosas ocurrida en enero de 2014, los titulares de la fraternidad son venerados en la iglesia de Santa Ana del Císter.
No se pueden olvidar los cambios habidos en el lugar de culto a la imagen del Cristo Resucitado, hoy en el retablo del altar mayor de la iglesia de San Julián.
Con los datos expuestos podemos llegar a la conclusión de que los cambios de sede de las corporaciones nazarenas se han producido por diversos motivos a lo largo de la historia.
Y llegamos al final. ¿Es realmente necesario o conveniente el traslado y la edificación de un oratorio para la imagen de Jesús Cautivo? El debate está abierto. Ya en la década de los años 90, el entonces hermano mayor, el recordado José París Alonso, batalló, junto con la junta de gobierno, por conseguir el permiso para poderle alzar un espacio sacro propio a Jesús Cautivo. A pesar de contar con la posibilidad de adquirir un terreno propicio para ello, no consiguió que la Iglesia lo concediera.
El recientemente fallecido profesor y rector de la Universidad Complutense Gustavo Villapalos, intervino en la polémica y en el Pregón de la Semana Santa de 1995 pronunció estas frases:
«¡Trinitario soy y trinitario me siento, y con vosotros elevo mi voz para que esa imagen Tuya, Jesús Cautivo, tenga la gloria y el honor de un templo propio! ¡Porque las imágenes son del pueblo y para el pueblo y cuando este quiere elevarle un nuevo altar a su Cristo por la inmensa devoción que le profesa, nadie, nadie, puede aniquilar ese noble deseo de oración y de piedad! ¡Que Te demos, Jesús Cautivo, una iglesia que a buen seguro será destino de peregrinación y lugar de conversión para el mundo entero!». De ello han pasado nada más y nada menos que 26 años.
Defensores y detractores exponen sus puntos de vista. Los que no desean que se produzca cambio alguno argumentan, entre otros factores, el de la tradición de la pertenencia a un espacio concreto y los vínculos que se han creado con la iglesia de San Pablo. Y todo ello a pesar de que, dentro del templo, las imágenes hayan ocupado otros espacios. Asimismo, aluden al importe económico que la empresa conllevaría.
Desde otras perspectivas se puede considerar que la presencia y permanencia de la imagen en el templo paulino es un foco de atracción de los devotos y que con sus visitas consiguen dar vitalidad al espacio sacro. Y ello conlleva otros beneficios, incluso de tipo económico, que se podrían perder con el traslado.
Los que aspiran a que se produzca un cambio de ubicación argumentan, prioritariamente, la poca idoneidad del lugar que ocupa: una capilla en la nave lateral y cerrada con una reja. También, y no es algo menor, la conveniencia de que una imagen con unas características devocionales como la de Jesús Cautivo reciba culto en un espacio diferente y preferente.
Pero estimo que de lo que nadie duda y que no genera controversia, es de que al referirnos a Él los creyentes le otorgan, le otorgamos, la intensa devoción que arrastra en la ciudad y lo que significa para muchos malagueños y no malagueños. Es un símbolo. Y a ese argumento me quiero unir.
Pocos casos existen en la geografía española, y menos en la andaluza, en los que una imagen con sus características y trascendencia, ya sea patronal, de gloria, o pasionista, no tenga un lugar propio, o principal, en el que recibir culto. Tenemos en la memoria imágenes de similar alcance devocional en otras ciudades próximas que no han dudado en ofrecerles un templo que pueda ser considerado como un lugar propio e identificativo. Ahí sí han contado con el apoyo institucional y eclesiástico y no ha servido, entre otros, el factor de establecimiento tradicional en un lugar como premisa o como excusa para no conceder el permiso para poder edificar el oratorio. Y en la mayoría de los casos, la historia de la cofradía y de permanencia de sus imágenes en una iglesia en concreto se remontaba a varios siglos atrás. Pongamos un par de ejemplos.
Son paradigmáticos los casos de las hermandades de la Esperanza Macarena y de Jesús del Gran Poder. La primera tenía capilla propia en la parroquia de San Gil desde el siglo XVII. Tras el incendio intencionado de esta, ocurrido en julio de 1936, se trasladó provisionalmente a la iglesia de la Anunciación. Más tarde, volvió a la parroquia para finalmente fijar su sede definitiva en 1949 en el templo macareno, hoy Basílica Menor. La fraternidad de Jesús del Gran Poder, tras su paso por varias sedes conventuales, arribó a la parroquia de San Lorenzo en 1703. Una vez alzado su templo en un terreno aledaño, se asentó con sus imágenes en 1965 en este nuevo espacio, hoy considerado como Basílica Menor. En estos casos, se le dio más valor a lo que significaban y al deseo de su corporación y de sus hermanos, que al hecho de permanecer en una antigua sede.
La fraternidad trinitaria no es, ni mucho menos, tan antigua como las que he reseñado. La Hermandad de la Virgen de la Trinidad se fundó en 1934. En 1938 cambió sus estatutos y agregó la advocación de Jesús Cautivo. Su historia es muy reciente. Pero la imagen no le va a la zaga en lo que significa y en el aspecto devocional.
También en nuestra Málaga, algunas cofradías, lo he reseñado, han alzado oratorios propios y han contado con el beneplácito de quienes fueron los encargados, en su momento, de conceder los pertinentes permisos. Ya lo he reseñado. ¿Y en el caso de Jesús Cautivo? Si se analizaran las circunstancias de cada una de las concesiones, y las posibles repercusiones del cambio, tal vez sería más fácil comprender por qué unas sí y otra no.
Ignoro si la cofradía que lo tiene como titular aspira en la actualidad a cambiar de ubicación a sus imágenes.
Pero, me pregunto, ¿existe voluntad real para que la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo cuente con un santuario en el que darle culto? ¿No sería lógico que la ciudad que venera al que desde diversos sectores se considera como un símbolo religioso de un barrio, el de la Trinidad, y de una ciudad, la de Málaga, le ofreciese ese oratorio que se convertiría, no me cabe duda, en un lugar de peregrinación de creyentes y devotos? ¿No merece el Señor de Málaga ese espacio propio? ¿Sería aceptable que los que tienen en su mano la posibilidad de autorizar su edificación y de hacerla realidad se negasen, caso de ser solicitado, sin dar las convincentes explicaciones oportunas?
Y el lugar en el que se podría edificar… ¿en algunos de los solares de la plaza de San Pablo, junto al templo? ¿No serviría para regenerar la zona? Lo sucedido en la de Pozos Dulces con el Oratorio de la Cofradía de las Penas puede servir de ejemplo. ¿Se imaginan esa plaza con la fachada principal de la iglesia que Jerónimo Cuervo alzara entre los años 1874 y 1891 y en la cercanía, y formando un conjunto arquitectónico, una edificación en la que se venerara a Nuestro Padre Jesús Cautivo y también a María Santísima de la Trinidad? Soñar siempre es gratis y, a veces, reconforta.
Su cercanía al templo de San Pablo, mantendría el nexo de unión que se estableció el lejano 19 de marzo de 1939 cuando la imagen del Señor fue bendecida. Más argumentos se podrían añadir a la exposición que he realizado.
Nunca he expresado públicamente mi opinión al respecto. Y, como historiador y como coordinador y coautor del libro Cautivo y Trinidad, me ha sido requerida en múltiples ocasiones y desde diversos ámbitos.
Hoy he expresado algunas razones, solo algunas, y, simplemente como devoto de Jesús Cautivo, quiero posicionarme:
¡Un oratorio para el Señor de Málaga!
Publicidad
Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Encarni Hinojosa | Málaga
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.