Es madrugada del Viernes Santo y la calle Carretería sigue a rebosar de malagueños para verte pasar. Hace horas que las tropas legionarias marcharon tras su Cristo de la Buena Muerte, y ahora llegas tú, alzada sobre tu retablo andante, sostenida por el esfuerzo de tus hombres de trono, privilegiados servidores de tu belleza. Vienes con los ojos llorosos, mirando al frente, abatida por el dolor de ver a tu Hijo cargando con una cruz camino del Calvario, pero al mismo tiempo erguida y mayestática. ¿Adónde mira la Esperanza? ¿Qué está buscando desde la profundidad infinita de sus ojos? ¿Cuál es el punto al que dirige su atención?

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La Esperanza mira hacia el frente, hacia lo que está por llegar y que en ocasiones nos provoca dudas y temor. Mira hacia un futuro en el que se habrán superado dificultades y enfermedades, en el que la salud habrá regresado y el consuelo ya no será necesario. Su mirada, es mirada de esperanza. Así lo entendieron quienes comprendieron especialmente lo que esta Virgen significa para los malagueños e hicieron todo lo posible por transmitirlo en cada momento de su vida. Luis y Antonio ya están con ella en las celestiales praderas de romero.

Es Jueves Santo y Málaga siente en el verde de su Reina y en el morado del Nazareno del Paso, magnífico con su nueva túnica bordada. Colores de la bandera local que se dan la mano en una noche en la que el morado también estuvo presente en el monte de lirios del trono del Cristo de los Milagros, cuya configuración volvió a ser modificada porque no termina de convencer a los cofrades de Zamarrilla. Como tampoco termina de convencer a algunos el conjunto del trono de la Virgen del Traspaso y Soledad de Viñeros pese a la inversión realizada hasta ahora por su cofradía para completarlo, este año con una candelería. Pero no perdamos la esperanza de que en el futuro podamos ver renovadas y mejoradas estas dos señeras andas del Jueves Santo.

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