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Imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, desaparecida en los Sucesos de Mayo de 1931. Archivo Agrupación de Cofradías
El brillante mandato de Joaquín Mañas-Hormigo

El brillante mandato de Joaquín Mañas-Hormigo

El cofrade guió a la Congregación de Mena durante el periodo comprendido entre 1927 y 1931 y trabajó para que se hiciese realidad la vinculación oficial de la corporación con La Legión Española

Andrés Camino Romero

Jueves, 5 de octubre 2023, 11:19

La Pontificia y Real Congregación del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y Nuestra Señora de la Soledad Coronada, popularmente conocida como la Congregación de Mena, ha tenido durante el pasado siglo XX, destacados hermanos mayores que dejaron una profunda huella en la historia de la corporación establecida en la parroquia de Santo Domingo, siendo uno de ellos el voluntarioso y carismático militar Joaquín Mañas Hormigo, quien guio con enorme acierto a la congregación durante el periodo comprendido entre 1927 y 1931, alcanzando importantes logros en los cuatro años que estuvo al frente y participando activamente en los acuerdos alcanzados en la Agrupación de Cofradías.

Joaquín fue hijo de Nicanor Mañas Lara y María Dolores Hormigo del Postigo, nacida en Málaga el 19 de enero de 1847 y bautizada, cinco días después, en la iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Nicanor y María Dolores contrajeron matrimonio en fecha que se desconoce. Para 1868, Mañas Lara era alférez del Arma de Infantería destinado en Granada y, en 1889, residía en Cartagena. Entre una y otra fecha, en 1876, vino al mundo Joaquín Mañas Hormigo. Militar de profesión y del mismo Cuerpo que su progenitor. Alcanzó la graduación de teniente coronel en Infantería. Cultivó la amistad con el alto comisario de España en Marruecos, el general José Sanjurjo Sacanell, y recibió en 1930 el nombramiento de legionario de honor.

Congregación de Mena

Por la pérdida de los libros de hermanos y documentos de la Congregación de Mena en la ominosa década de los años treinta del pasado siglo, no se puede precisar la fecha del ingreso pero sí la de una de sus primeras participaciones en la procesión. Fue en la Semana Santa de 1919, cuando el comandante de Infantería –luego ascendería a teniente coronel como se ha señalado– Joaquín Mañas Hormigo formara parte de la presidencia, junto al oficial de la Armada, señor Frisarri; los concejales Gómez de la Barcena y Garret Souto; el doctoral de la Catedral, Gómez de Lucena; y el congregante Antonio Baena.

Su nombramiento como hermano mayor se produciría en el verano de 1927, sustituyendo a Salvador Hinojosa, elegido tras la muerte del afamado comerciante Félix Sáenz Calvo, quien había dirigido la corporación de Santo Domingo entre 1924 y 1926.

Destaca del mandato de Mañas Hormigo, por la información que ha podido ser recabada, dos asuntos de especial importancia.

Fotografía de Joaquín Mañas Hormigo. Archivo Congregación de Mena

En el primero, dirigió un escrito, fechado el 7 de noviembre de 1928, al nuncio apostólico en España, Federico Tedeschini, exponiéndole que la Congregación de Mena había sido fruto de la fusión de las Hermandades del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y la de Nuestra Señora de la Soledad, esta segunda de antiquísima fundación y por la que ostentaba el título de pontificia. Con ello, solicitaba la autorización oficial de la Santa Sede para usar en todos los actos solemnes del culto y, especialmente, en la procesión del Jueves Santo, la enseña pontificia (pendón, estandarte o bandera), con las insignias correspondientes. Días después, el 16 de noviembre, como era el procedimiento habitual en estos casos el nuncio se dirigió al obispo de Málaga, Manuel González García, preguntándole si le parecía conveniente conceder esa gracia y si se la autorizaba aumentaría la piedad y el fervor de los cofrades. Don Manuel contestaba el día 20, manifestándole «que, según mi parecer, puede ser atendida la petición», ya que se trataba de una corporación muy fervorosa y entre cuyos sagrados titulares se contaba con el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, obra maestra del escultor Pedro de Mena, que salía en procesión de forma solemne, resultando favorable en orden a la piedad y el fervor de los cofrades.

Con este fundamentado y favorable informe emitido por el prelado de la Diócesis malacitana a favor de conceder la petición solicitada por la Congregación de la Buena Muerte, era de esperar que, por parte de las altas instancias eclesiásticas, no se pusieran objeciones ni reparos algunos. Así, la nunciatura apostólica de España preparó un informe con fecha 22 de noviembre, que fue dirigido al cardenal Pietro Gaspari. El motivo que se hacía constar no era otro que el de autorizar que el escudo pontificio figurase en el estandarte de la Congregación del Santo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y Nuestra Señora de la Soledad. En el expediente que contiene toda la documentación expuesta no consta la resolución final de la petición, pero gracias al periódico local La Unión Mercantil se sabe que fue favorable, pudiendo darse escolta de honor al estandarte pontificio. Exhibiendo a día de hoy el emblema corporativo de la congregación la tiara y las llaves de San Pedro.

Con esta noticia se concluye de la existencia de un privilegio pontificio en favor de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, vinculado al posible naufragio cercano a la desembocadura del río Guadalmedina, cuando un barco de la Armada Real estuvo a punto de hundirse y la dotación, viendo tan cerca el peligro de morir ahogada, se encomendó a la Dolorosa de la iglesia conventual de Santo Domingo, por ser la que se divisaba desde esa posición. Los marinos le ofrecieron una misa el Sábado Santo, día en que fueron salvados.

En el segundo de los asuntos, destaca la vinculación oficial con La Legión Española en 1929, al otorgarse al coronel jefe del Tercio, Eugenio Sanz de Larín, el título de hermano mayor honorario y la celebración de la primera guardia legionaria entre el 28 de marzo y el 1 de abril de 1931, como apunta el historiador Elías de Mateo Avilés.

Primera guardia legionaria, año 1931. AAC.

Debido a las gestiones llevadas a cabo por el hermano mayor para que la congregación se hermanase con la Legión, recibió el justo reconocimiento con la concesión del título de legionario de honor de manos del teniente coronel, Ricardo Rada Peral, en el mes de julio de 1930. La Unión Mercantil, en la edición del día 11 del mes y año citado, recogió con todo lujo de detalles el acto celebrado en la ciudad de Melilla. El titular que aparecía en la página 4 decía así: 'Fiestas de fraternidad en Melilla. Los señores Pérez Asencio y Mañas, legionarios de honor con motivo de la entrega de los pergaminos, los hermanos del Cristo de la Buena Muerte, fraternizan con los Caballeros de La Legión'.

Inserta en la mencionada página, una fotografía de los homenajeados con el teniente coronel Rada, señoras y señoritas. Tras ser recibidos por las autoridades legionarias realizaron la pertinente visita al campamento de La Legión y después les fue ofrecido un banquete, que estuvo presidido por el teniente coronel Rada. A la derecha de éste, estaban sentados Teresa Martín de Repiso y José Pérez Asencio; y a la izquierda, Aurorita Pérez Morales y Joaquín Mañas. Llegado el momento de los postres, se iniciaron los discursos abriendo el turno el teniente coronel Rada, quien saludó a «los expedicionarios, que honraban con su asistencia la casa de sus soldados». Igualmente, resaltó «la compenetración iniciada en aquel momento, debería perdurar eternamente y prometió ir a Málaga con su Legión, el próximo año, para escoltar, como cristiano y como cofrade, al Santísimo Cristo de la Buena Muerte». Tras su intervención, que fue muy aplaudida por los invitados y comensales, el citado mando legionario abrazó a José Pérez y Joaquín Mañas para, a continuación, entregarles los pergaminos, en los que constaba el nombramiento de legionarios de honor. Por su parte, el hermano mayor de la Congregación de Mena pronunció un discurso, siendo vitoreado a la conclusión del mismo. Mañas expresó: «Cuando llegó a mí la noticia del altísimo e inmerecido honor proyectado, de proclamarme 'Legionario Honorario', se introdujo en mi ánimo una verdadera sensación de estupor, porque ¡cómo y en qué forma corresponder a semejante distinción!».

Comida celebrada entre 1928 y 1930, tras la Semana Santa. Joaquín Mañas Hormigo aparece en la segunda fila, sentado, el primero de la derecha. AAC. Asa

También recordó que: «Hace tres meses, próximamente, vibró Málaga delirantemente, admirando vuestro desfile maravilloso, y el alma popular desbordóse en aclamaciones inenarrables, en estruendosas ovaciones, en vías atronadores…». Ante esta circunstancia remarcó que: «Por ello, la Hermandad se siente orgullosísima de sus Hermanos Predilectos de la Legión, y ansia llegue el momento de poder abrazaros nuevamente, en tierra malagueña, la próxima Semana Mayor». Terminó sus palabras «reiterando a vosotros, nuestros Hermanos, la expresión sincerísima de nuestros más íntimos afectos, y cumplo gustoso en este instante, el presente de un fervorosísimo abrazo de vuestros Hermanos de allá, con el ruego muy encarecido, de que en forma alguna no dejéis de asistir jamás a la procesión de nuestros venerados Titulares…» y pidió que contestaran «con toda el alma: ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva La Legión! ¡Viva el Ejército español! ¡Viva la mujer española! ¡Viva el Santo Cristo de Mena!».

Agrupación de Cofradías

La primera junta general a la que asistió el flamante hermano mayor de la Congregación de Mena, Joaquín Mañas Hormigo, fue la del 14 de julio de 1927, acompañándole como delegados los señores Alcalá y Repiso. En el acta de esa sesión consta que el presidente de la Agrupación, Antonio Baena Gómez, dirigió «a todos un afectuoso saludo y se felicita de tener entre nosotros al Hermano Mayor de la Cofradía de la Buena Muerte, haciendo constar la satisfacción que nos produce que dicho nombramiento haya recaído en persona de los prestigios del Sr. Mañas». El propio Mañas Hormigo agradecía las palabras pronunciadas por la presidencia, ofreciéndose «incondicionalmente a todos».

En esa misma reunión, se daba lectura a una carta enviada por José Benítez Ferreter, hermano mayor de las Reales Cofradías Fusionadas, que era, a la vez, representante de la Casa R. Oyarzun, proponiendo que la Agrupación adquiriese basculas automáticas para pesar a las personas, sirviendo como medio de ingresos para las hermandades al instalarlas en la vía pública. Por parte de la presidencia se comunicó que el Comité Ejecutivo había creído oportuno traer este asunto a la junta «por si le conviniera a los intereses de la Agrupación, que como vía de ensayo podría colocarse una en el Paseo del Parque y que podemos solicitar de la casa constructora nos sea facilitada mediante el anticipo del 10% de su valor y caso de que la báscula no diera resultado que fuera retirada por la referida casa, sin exigirnos su completo pago». El señor Mañas Hormigo hacía uso de la palabra para indicar «que la fórmula de la Presidencia le parece bien».

A partir de entonces, las intervenciones del hermano mayor de la Congregación de Mena serán continuas, demostrando un vivo y especial interés por las cuestiones que eran abordadas en el seno agrupacional, como se irá comprobando en las siguientes líneas.

Ya en 1928, en la junta general celebrada el 17 de febrero, Joaquín Mañas invitaba a todos los hermanos mayores y delegados de la Agrupación a un solemne triduo que se celebraría en honor del Cristo de la Buena Muerte en su sede canónica de Santo Domingo. Seguidamente intervino el presidente Antonio Baena para proponer que «siendo así acordado por unanimidad conste en Acta el agradecimiento de la Agrupación por la invitación».

La siguiente sesión, la del 16 de marzo, Mañas Hormigo volvía a invitar a los miembros de la entidad pero esta vez al triduo que tendría lugar en honor de la titular mariana, Nuestra Señora de la Soledad. Asimismo, hacía una invitación especial al señor Baena para que, en representación del organismo que presidía, ocupase «uno de los lugares preferentes, traslade el Cristo de la Buena Muerte desde la capilla al trono el próximo Miércoles Santo». Le contestaba el presidente de la Agrupación que asistiría y le agradecía «en nombre de todos la atención del Sr. Mañas».

A finales del citado mes la presidencia informaba que antes de que se trataran los asuntos recogidos en el orden del día, quería dedicar su recuerdo al ilustre malagueño Roberto Cano Flores «en quien siempre tuvimos un entusiasta colaborador». Propuso y así se acordó constase en acta el sentimiento más profundo de la entidad por su fallecimiento. Los asistentes se pusieron en pie y guardaron un minuto de silencio en memoria del «hombre bueno y generoso que nos honró con su amistad y afecto». Por su parte, el hermano mayor de los Pasos en el Monte Calvario, Manuel Donato Sánchez Pérez, manifestaba, como pariente de don Roberto, su gratitud por el homenaje póstumo que acababa de hacérsele. Luego el directivo y esperancista Manuel Nogueira Jiménez propuso que la Agrupación celebrase un funeral en sufragio de su alma. Acto seguido intervino Joaquín Mañas proponiendo que se efectuara en la capilla del Cristo de Mena. Ante esta petición, la presidencia respondía que el Comité Ejecutivo acogía el ofrecimiento y que, una vez finalizada la Semana Santa, se llevaría a cabo el funeral, invitándose a los familiares a dicho acto.

Pasados los desfiles procesionales de 1928, concretamente el 11 de mayo, se renovaba el Comité Ejecutivo y Mañas Hormigo era nombrado vocal 2.º, pasando a formar parte del círculo más estrecho del presidente Antonio Baena.

En la reunión del 16 de agosto de ese año la «Presidencia dice que ha sido requerido por la Scdad Económica de Amigos del País para que la Agrupación celebre un funeral por el alma de Pedro de Mena con motivo del Centenario de su muerte para cuya fecha dicha Scdad prepara varios actos». Tomaron la palabra Alberto Torres de Navarra, Joaquín Mañas y Manuel Donato Sánchez, acordándose, por unanimidad, contestar a la Sociedad Económica que los Estatutos de la Agrupación de Cofradías no permitía organizar ese tipo de eventos, reservándose «solo para sus compañeros y rogar a las Hermandades que poseen esculturas del ilustre imaginero presten su colaboración de los actos que se celebren».

Una muestra más de los continuos y reiterados ofrecimientos del hermano mayor de la Congregación de Mena se puso de manifiesto en la junta general del 6 de febrero de 1929: «La Presidencia propone y así se acuerda conste en Acta el agradecimiento de la Agrupación hacia la Cofradía de la Buena Muerte por lo bien que está organizando el funeral por el Iltmo. Sr. D. José María Jiménez Camacho, Vicario Gral y Provisor de este Obispado que le fue encargado por esta Agrupación y ruega a todos los Delegados asistan al referido acto que tendrá lugar el próximo Domingo 24». Le contestaba el señor Mañas haciéndole saber que «para la Cofradía de la Buena Muerte es un honor el que se le ha dispensado al encargarle el cumplimiento de un acuerdo de la Agrupación».

Nuevamente Joaquín Mañas era elegido, el 10 de mayo, vocal 2.º del Comité Ejecutivo para el ejercicio correspondiente de 1929 a 1930.

Una de sus intervenciones más destacadas que aparece en las juntas generales de la Agrupación fue la producida el 31 de mayo de 1930. En las actas consta lo que sigue: «El Sr. Mañas dijo: Que tenía que hacer patente la importancia que va adquiriendo la Semana Santa malagueña y se contrae a la opinión de una distinguida familia sevillana que ha declarado que en Málaga se supera a todo lo hecho en procesiones. Añadió que era portador del reconocimiento de La Legión hacia la gran familia procesionista por las atenciones de que ha hecho objeto a tan glorioso Cuerpo, habiendo sido tantos los elogios que de Málaga han hecho los valientes legionarios, que trae promesa formal de una numerosa colonia marroquí de visitarnos en la Semana Santa venidera. Estos elogios que de Málaga hace La Legión –añade el Sr. Mañas– tiene su origen en la gratitud de los legionarios por la conducta de Málaga, con sus heridos en la guerra, siendo tan profunda la gratitud que sienten que puede apreciarse en una carta que tiene de un Sub-Oficial en la que le dice que las manos más sinceras que ha estrechado en su vida son de malagueños. Termina el Sr. Mañas felicitando a todos y felicitándose por el éxito grandioso de la Semana Santa de 1930». Seguidamente el presidente Baena reflejó lo siguiente: «Que después de brillante discurso del Sr. Mañas, la Agrupación viene obligada a adoptar el acuerdo de hacer constar en acta y comunicar de oficio a S. M. El Rey la gratitud de la Corporación por la asistencia de su augusto hijo a nuestras procesiones como así al Excmo. Ministro de Gracia y Justicia por idéntica atención, comunicando igualmente en oficio cariñosísimo a La Legión el acuerdo y el testimonio de nuestra sincera gratitud».

Tras este asunto se eligió el Comité Ejecutivo para el ejercicio 1930-1931, saliendo elegido Joaquín Mañas presidente de la Comisión Investigadora de Gastos.

En una nueva reunión agrupacional, la celebrada el 13 de febrero de 1931, el señor Mañas expuso que anualmente la Congregación de Mena celebraba un quinario en honor de sus sagrados titulares, habiendo acordado los hermanos que el último día se celebrara un «sufragio por todos los difuntos de todos los Cofrades malagueños», rogando se aceptase «este ofrecimiento de la Pontificia Congregación de Mena».

La última noticia que ha podido localizarse de Joaquín Mañas en los libros de actas de la Agrupación está fechada el 14 de agosto de 1931, en esta junta general presidida por Antonio Baena tras los luctuosos Sucesos de Mayo, se eligió el Comité Ejecutivo para 1931-1932, constando el hermano mayor de Mena como vocal adjunto.

A la vista de las líneas expuestas ha de destacarse la ejemplaridad de Joaquín Mañas al frente de la Congregación de Mena y los continuos ofrecimientos y colaboración con la entidad agrupacionista.

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