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El hermano mayor de la Cofradía de los Gitanos, José Eloy Losada, ha dicho de Juan Rosén, que el artista malagueño, que será distinguido con la medalla de oro de la corporación y con el título de mayordomo honorífico de la Virgen de la O, « ... ha sido esencial para la hermandad, por su trabajo como bordador y como albacea y vestidor de María Santísima de la O. No solo ha sabido interpretar la esencia de nuestra cofradía, de su estética y de su estilo único, además lo ha hecho de manera magnífica», ha relatado Losada, quien considera a Rosén «como un tío y mucho de lo que sé de Semana Santa se lo debo a él».
Juan Rosendo Rodríguez Romero, el primer maestro artesano del bordado de Andalucía, cumplió 75 años el pasado 9 de abril. Aunque su jubilación, el cáncer y la pandemia le llevaron a posicionarse en un segundo plano mediático, el afamado bordador, vestidor, comunicador y pregonero, muy recuperado, por cierto, vuelve para hablar de la Semana Santa de Málaga, por la que siente especial pasión, y, cómo no, de la Virgen de la O, «mi vida».
-Antes de nada, ¿cómo se encuentra?
-Bien, gracias a Dios. Tirando, como yo digo. Me operaron de dos tumores, de la vejiga y de la próstata. No se habla de las secuelas que te deja el cáncer. En noviembre se cumplirán seis años de la operación. Salí curado. No me trataron con quimioterapia ni tomé pastillas, porque no había metástasis, pero sí te dejan secuelas. Soy Juan Rosén con desconchones. Me curo de una cosa y me sale otra cosa. Vamos, que entro al Hospital Clínico como si entrara a mi casa. Pero estoy bien. Tengo mis revisiones. Estoy muy agradecido a los doctores. La gente del Clínico es maravillosa, desde la última limpiadora hasta los técnicos y doctores. El Hospital Clínico es de diez. Bueno, de diez, no, de veinte.
-Hace diez años que se jubiló. ¿Cómo es el día a día de Juan Rosén?
-Mi día a día es ir a ver a la Virgen de la O, a los Mártires, ir al Hospital Clínico, al ambulatorio, a la farmacia, a recoger medicamentos...
-¿Cómo es el taller de Juan Rosén sin Juan Rosén?
-El taller está funcionando muy bien, porque lo llevan Antonio Pérez y José Manuel Molina. Yo vivo en el taller, porque el taller está en mi casa. Así que mantengo el contacto todos los días, pero la responsabilidad es de ellos.
-¿Echa de menos su etapa al frente del taller?
-La verdad es que no echo de menos nada, porque, como vivo en el taller, que es toda la casa, el trajín no lo he perdido. Trabajar no trabajo, porque estoy jubilado, pero yo entro, porque esta es mi casa, y veo los trabajos.
-Retirado del oficio de bordador y retirado también de vestidor.
-Bueno, sí. La Virgen de la O la está vistiendo José Manuel Molina, pero le acompaño. Estoy: «Molina, por aquí», «Molina, por allí». «Un pellizquito por aquí...». Ayudo en lo que puedo. Ya, para el trono, no, pero para la capilla, sí. Hace seis o siete años que no me subo al trono, porque no puedo.
-Se ha quitado también de las reuniones de su cofradía.
-Sí, porque, como la plaza está muy bien cubierta, no me necesitan. Tengo las llaves de la capilla, porque mi vida es la capilla. El cordón umbilical con mi cofradía no está cortado, pero ir para no hacer nada, no lo veo. Una retiraba a tiempo es una victoria. La verdad es que no salgo mucho, porque tengo las defensas bajas, pero sí frecuento la capilla. Y los médicos (risas). Tengo que cuidarme mucho y reservarme.
-Pero no lo veo retirado del todo. ¿Cuántos años lleva en la Cofradía de los Gitanos?
-Soy hermano desde 1969, pero entré como albacea de culto el 21 de diciembre de 1971.
-Y cuando no puede ir a Los Mártires, ¿qué hace?
-La Virgen de la O la tengo aquí, en casa. El imaginero Alejandro Paneque me la hizo maravillosamente. Tengo, además, fotos por todas partes. En la iglesia, la intento ver de lunes a sábado. Y a las imágenes del Cristo y San Juan, por supuesto.
-¿Cómo se ve la Semana Santa desde la barrera?
-He tomado la decisión de preocuparme solo de mi cofradía. Aquí todo vale y, en realidad, todo no vale. Como quiero ser educado, no voy a entrar en algunos temas. Así que, solo me preocupo de mi cofradía y de mis hermanos.
-¿Desde cuándo no participa en la procesión del Lunes Santo?
-Dejé de salir, porque en la situación en la que estoy, no debo hacerlo. Salí un año ya malo, en 2018, pero al año siguiente me retiré. He sido mayordomo de trono de la Virgen de la O, porque Pepe Losada (exhermano mayor) me dijo: «Toma, Juan, el martillo de tu Virgen». Y así me he tirado 35 años, pero ya no puedo. Mi puesto lo tiene que ocupar otra persona, que también tiene derecho, y yo me quedo de espectador.
-¿Dónde vio la cofradía el pasado Lunes Santo?
-La vi a la salida. Me puse detrás de la banda de la Virgen y la acompañé un ratito. Y en calle Mariblanca la despedí, porque había mucha gente y no puedo meterme en la bulla. En el encierro no estuve, pero la vi por televisión.
-Pues le diré algo, se echa de menos sus vivas en el encierro de la Cofradía de los Gitanos. Algunos, incluso, miramos al balcón para buscarlo.
-Eso me dice la gente. Lo agradezco muchísimo. Este año hubo un amago, pero, como no se llegó a una cosa definitiva, no se produjo. Es un esfuerzo que tengo que hacer y no debo hacerlo, pero, bueno, una vez al año, no hace año. Ya veremos el año que viene.
-¿Como vio a su cofradía el pasado Lunes Santo?
-Maravillosa. Es una cofradía con mucho arte. Va muy arropada, con unos enseres muy buenecitos. La Virgen iba que era un dulce y el Cristo, maravilloso. Las críticas han sido muy positivas y eso que ahora todo el mundo entiende de todo. Estoy asombrado de tanta sabiduría. Eso sí, luego pasa la Semana Santa y nos quedamos los que somos verdaderamente cofrades. Volviendo a mi cofradía, la hermandad no es solo el Lunes Santo. Durante la pandemia, se ha potenciado su obra social. Las cofradías no son solo los tronos, los mantos bordados... Hay que ayudar a los demás y, en ese aspecto, la Cofradía de los Gitanos cumple muy bien, al igual que otras cofradías.
-Su cofradía le va a entregar el 17 de diciembre, víspera de la festividad de la Dolorosa de la Cofradía de los Gitanos, la medalla de oro y el nombramiento de mayordomo honorífico de la Virgen de la O. ¿Qué sintió cuando le dieron la noticia?
-Me ha echo mucha ilusión. Me hinché de llorar cuando me lo comunicaron. El título de mayordomo honorífico no me lo esperaba. Se lo agradezco a mis hermanos de la cofradía. Al hermano mayor, José Eloy Losada, que lo conozco desde que nació, a su padre, Pepe Losada, Pepe Claros, que es el primer teniente hermano mayor... Cuando celebremos un cabildo, pediré la palabra para decir unas palabras de agradecimiento a todos.
-Quizá estos nombramientos tenían que haber llegado antes después de tantos años, ¿no cree?
-Bueno, hay muchas opiniones en este sentido, pero, como siempre digo, el mejor título es pertenecer a la Cofradía de los Gitanos e ir todos los días a ver a mi Virgen. Que luego vienen la medalla, el nombramiento, un escudito, un bastón o un martillo, bienvenidos sean. De todos modos, pienso que una medalla de oro hay que darla a partir de los 50 años. Es casi una vida. Una medalla, porque lleves diez años o 20 años, no lo veo bien. Bueno, si regalas un trono, te doy una medalla de oro con diamantes. A ver si nos regalan el trono que tenemos previsto para la Virgen de la O, diseñado por Curro Claros. Bromas aparte, las cosas vienen cuando tienen que venir.
-El pregón de la Semana Santa no le ha venido.
-No, pero a mí nunca me darán el pregón de la Semana Santa de Málaga.
-¿Por qué?
-Permítame que no quiera hablar de ese tema. Yo no pido nada. Lo que venga, que venga, pero que venga, porque los años pasan y uno está malito. He dado muchos pregones, unos con más acierto y otros con menos, pero no se puede contentar a todo el mundo. Di uno que me recomendó Pedro Luis Gómez, en la Peña Costa del Sol, que la gente salió llorando con lo que dije del Cautivo. He hecho pregones, exaltaciones, presentaciones de carteles...
-Pero usted tiene una trayectoria. Pienso que tiene muchas cosas que decir al mundo cofrade.
-Ay, cómo le digo. Málaga es la ciudad del paraíso, como dijo Vicente Aleixandre, pero es una tierra muy envidiosa. Parece que a algunos malagueños les molestan que hijos de esta ciudad, de la nada, lleguen a ciertas metas.
-Quizá, ser tan claro le ha restado puntos.
-Sí, sí. Pienso que, por ser tan claro, yo mismo me perjudico, pero esto es lo que hay. Al pan, pan, y al vino, vino. Como dice el evangelio de San Lucas, «la verdad os hará libre». Yo no sé qué porras quieren algunos malagueños. Que soy muy claro, por supuesto. ¿Entonces, qué quieren? Son algunos malagueños, no todos, porque lo mejor que tiene Málaga es su gente. Ahora bien, algunos son hijos de mala mamá. Haga otra pregunta, que me estoy encendiendo.
-Si le dieran el pregón, ¿sería reivindicativo?
-Ay, no. Pullitas, no. Para meter pullas, Vicente Infante, que era un picador maravilloso. Sería un pregón muy de Málaga, con mucho sentido, con mucho sentimiento, porque mi trayectoria no la tiene cualquiera. Pero mi pensamiento no está ahora en los pregones. Tengo claro que no haría un pregón místico. Eso lo dejo para los curas.
-Así no le van a dar el pregón. Por cierto, ¿le gustó el pregón de este año?
-Sí. El pregón de Paquito (Francisco Jiménez Valverde) me gustó. Siguió su estilo. Sin embargo, ha habido pregones que, al escucharlos, terminé quedándome dormido. Ha habido pregoneros que no debieron serlo. No lo merecieron. Por cierto, también me gustó el cartel oficial de este año, de Pablo Cortés del Pueblo. Yo quiero un cartel como ese todos los años, no una estampita. El cartel de Pablo es maravilloso.
-Nada, que así no le darán el pregón. Tampoco ha recibido una distinción por parte de la Agrupación de Cofradías. Y mire que, con motivo del centenario, se han entregado unas cuentas distinciones.
-¡A mí qué me va a dar la Agrupación! No, no.
-Pero usted ha hecho méritos a lo largo de más de cincuenta años, que se dice pronto, para que la Agrupación reconozca su trayectoria como cofrade y artista. Al menos, eso expresan algunos cofrades en las redes sociales. Quizá, con motivo del centenario, hubiera sido un momento propicio.
-Bueno, es que yo no pienso en esas cosas. Soy un malagueño que está muy lleno. No soy un malagueño con una vida vacía. A mí, si me quieren entregar un escudo, una medalla, una placa o lo que sea, que me la den en vida, pero no por compromiso. ¿Lo ve usted? Soy muy claro hablando. Si me dan un reconocimiento, que sea por méritos. Creo que dentro del campo de la Semana Santa de Málaga he puesto un camión con muchos granos de arena, porque aquí se habla de bordado gracias al sacrificio y a la labor de Juan Rosen en el año 1976, de modo que, en ese aspecto, no me caso con nadie. El currículum que tengo y mi trayectoria, el aprendizaje... eso no hay quien me lo quite. Estoy orgulloso de lo conseguido y pienso que soy una persona muy reconocida en mi tierra.
-Cambiando de tercio, ¿le gusta la Semana Santa de ahora? Usted ha sido testigo de su evolución en medio siglo.
-Mire, como la Semana Santa de Málaga la vivo a mi manera, cada día me gusta más. No me gustan ciertas cosas, lo dije precisamente en este periódico en una entrevista. Pediría al presidente Pablo Atencia, antes de que se marche en octubre, que deje algunas cosas solucionadas, cosas que no veo.
-¿Qué cosas?
-Esto ya me lo reservo. Usted me está tirando de la lengua. Hay quien todo lo ve maravilloso, magnífico y precioso. Mire, una cosa que me ha encantado es la rampa de acceso a la Catedral. También el paso de las cofradías por la plaza del Obispo. Tengo fotos de mi Cristo y de mi Virgen pasando por allí y, realmente, son estampas maravillosas. Sin embargo, hay otras cosas que no me gustan.
-Ya que no me las dice, supongo que, al menos, sí se las habrá comentado al presidente.
-Pues claro que se las he dicho a Pablo Atencia. ¿Por qué no se las voy a decir? ¿Estoy cometiendo un crimen por decirlas? Lo que hago es defender a mi tierra. Lo que me extraña es que, en la Agrupación de Cofradías, habiendo tantos entendidos, y tanta sabiduría... En fin.
A lo largo de estos años como cofrade ha tenido la oportunidad de conocer a muchas personalidades, gracias a su vinculación con la Semana Santa de Málaga. De todas ellas, ¿quién le ha llamado más la atención?
-Pues mire, sí he conocido a muchas personalidades, pero quien más me llamó la atención fue doña María de las Mercedes de Borbón, la madre del rey Juan Carlos, que la conocí en Madrid en 1998 con motivo de la exposición 'La Semana Santa de Málaga a través de los cinco sentidos'. Era una señora cultísima, muy bien preparada. Tuve la oportunidad de hablar con ella y SUR fue testigo de ello. El periódico sacó una foto que dio la vuelta al mundo. Me sentí muy honrado. Una exposición como aquella no se ha vuelto a repetir. Trabajamos mucho. Y, encima, fuimos criticado por algún medio, pero, como le dije a Pedro Luis Gómez, de esta casa, fue por pura envidia. ¡Qué le vamos a hacer!
-Si no hubiera sido bordador, ¿a qué se hubiera dedicado?
-A mí me hubiera gustado ser periodista. Me gusta el periodismo, pero el periodismo fetén, no el chabacano.
-¿Le ha quedado algo por hacer?
-Sí. Me hubiera gustado hacer un buen simpecado para la Hermandad del Rocío, la matriz de Almonte. No me gustaría morirme sin que en mi casa se hiciera ese simpecado. Yo hice el primer simpecado de la hermandad de Málaga, en 1979. Era muy humilde, con un dibujo de Juan Casielles. Se conserva en la casa hermandad.
-¿Tiene alguna espinita clavada o se arrepiente de algo?
-La verdad es que no.
-¿Cómo vive la Semana Santa?
-Cuando llega el Domingo de Ramos, vivo la Semana Santa como si fuera la primera vez y cuando llega el Viernes Santo, la vivo con tanta intensidad como si fuera la última. No quiero ponerme tan pesimista. La Semana Santa hay que disfrutarla. Para mí, la Semana Santa es como la Navidad para muchas personas. Me acuerdo de todos mis antepasados, de mis padres, de mi hermana, de toda mi gente que ya se ha ido y de tanta gente conocida que ya no está. Lo paso mal, pero lo paso también bien, porque veo a mi Cristo y a mi Virgen en la calle, veo al Huerto, que es una cofradía que la quiero muchísimo, la Sangre, Viñeros, el Descendimiento...
-¿Las cofradías les han dado más alegrías que sinsabores?
-'Fifty', 'fifty'. El mundo de las cofradías, los cofrades, no perdonamos. Siempre me he mantenido en una línea de lealtad y, sin embargo, me he encontrado muchas deslealtades. Siempre he procurado no fallarle a nadie. Por eso estoy donde estoy. A mí me han fallado muchos, y podría dar nombres y apellidos, pero no lo voy a hacer para no darles publicidad.
-Si me lo permite, me gustaría terminar escuchando, de su voz, quién es Juan Rosén.
-Juan Rosén es un malagueño, muy enamorado de su tierra, muy enamorado de Andalucía, porque hasta el nombre es maravilloso. Dicen que los andaluces somos exagerados. Nosotros no somos exagerados, es que los demás se quedan muy cortos (risas). De Málaga han salido actores, pintores, escritores... El actor más universal, Antonio Banderas, es de Málaga. Y qué me dice de Picasso, de Revello de Toro, Raúl Berzosa, Montiel, Leonardo, Pepe Palma y muchos más. No voy a seguir nombrando, porque seguro que me olvido de alguno. Málaga, culturalmente hablando, es magnífica. El alcalde, a quien admiro mucho, ha hecho una labor muy buena.
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