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31 de mayo de 1649. La peste bubónica asola la ciudad. La ropa de los infectados tiene que quemarse en el campo, y hay que retirar animales muertos de las calles. La situación social es dramática. El carromato de una mudanza se detiene ... ante las casas consistoriales, en lo que hoy es la plaza de la Constitución, y un niño descubre que transporta la imagen de un Cristo atado a la columna. La epidemia cesa tras este episodio, y los malagueños lo atribuyen de inmediato a la intervención milagrosa de la talla, que durante los siglos XVIII y XIX gozó de una gran devoción, comparable a la que hoy suscita Jesús Cautivo. 372 años después, esa misma efigie, la del Santo Cristo de la Salud, Patrono de Málaga, ha protagonizado este viernes el vía crucis de la Agrupación de Cofradías en las naves de la Catedral, una celebración en la que se ha rezado para que acabe pronto la actual crisis sanitaria y en la que han participado personas especialmente afectadas por ella.
El acto, que se ha desarrollado con límite de aforo y ha podido seguirse en directo a través de la retransmisión de cadenas de televisión locales, ha estado marcado por el recogimiento y la solemnidad, enfatizada con un magnífico repertorio musical a cargo de la capilla musical Maestro Iribarren, dirigida por Antonio del Pino; miembros del coro de la Catedral y varios solistas. Se han escuchado piezas de Marco Frisina, y también otras rescatadas del archivo capitular de música de la Catedral y que fueron dedicadas al Santo Cristo de la Salud por los compositores del siglo XIX Eduardo Ocón y Juan Cansino Antolínez. Además, se ha interpretado el himno compuesto para la imagen por Francisco Jesús Flores Matute.
El Santo Cristo ha recorrido las naves de la Catedral, sin que los asistentes se hayan movido de sus asientos, en unas pequeñas andas cedidas por la Cofradía de los Estudiantes y portadas por dos turnos de seis personas cada uno, para cumplir con las distancias de seguridad. Ha lucido su estampa más genuina, con dos ángeles pasionistas a los pies, cedidos por la Cofradía de la Humildad de Archidona; paño de pureza bordado y ajustado con un ramo de flores de talco realizado por el taller de Santa Conserva; y broche realizado para la ocasión por el orfebre de Puente Genil Raúl Cejas para unir un cíngulo perteneciente a la imagen de Jesús de la Salud que se venera en la parroquia de San Dámaso, entre otros detalles.
Si cuidado ha sido el exorno de la imagen, enmarcado por dos ánforas del trono del Resucitado con ramos de flores de talco, no lo ha sido menos la elección de las personas que han leído las estaciones del vía crucis, presidido por el obispo, Jesús Catalá. La primera ha estado a cargo del alcalde, Francisco de la Torre, a quien ha seguido en la tercera el presidente de las confederaciones de empresarios de Andalucía y Málaga, Javier González de Lara, que iba a ser el pregonero de la Semana Santa del año pasado y que lo será de la de 2022. Un agente del Cuerpo Nacional de Policía, un estudiante afectado por el Covid, una enfermera de la UCI del Clínico, un sacerdote que atendió a los enfermos por coronavirus en el Hospital Regional y que perdió a su padre por esta enfermedad el pasado mes de diciembre, una hermana de las cofradías del Dulce Nombre y la Piedad que perdió a su padre y otro familiar, y el sobrino de un conocido archicofrade del Paso y la Esperanza al que la pandemia arrebató la vida, Fali Segovia (al término de la estación se ha tocado la campanilla que él hacía sonar en la procesión del Jueves Santo), han representado los rostros y las voces de los afectados por la pandemia, que tiene una de sus mejores cronistas en la periodista de SUR Ana Pérez-Bryan, quien ha leído la duodécima estación.
María del Carmen Hueso, en representación del grupo de devotos que rinden culto a la imagen del Santo Cristo; el hermano mayor de la Cofradía de Nueva Esperanza, David Vidal; el presidente de la Cámara de Comercio, Sergio Cuberos; el hermano mayor de la Hermandad de la Salud, José Carlos Garín; y el presidente de la Agrupación de Cofradías, Pablo Atencia, también han puesto voz a las meditaciones de las estaciones del vía crucis, redactadas por Salvador Marín Hueso.
Pasadas las ocho y media de la tarde ha finalizado un vía crucis que queda ya para historia de la ciudad y que ha devuelto a su primer templo a la imagen del Cristo de la Salud 76 años después de su última visita, cuando fue trasladada para un triduo de rogativas en el que se pidió por el fin de la Segunda Guerra Mundial y por la lluvia para los campos.
Al término de la ceremonia, el obispo ha dirigido la oración final y ha destacado la solemnidad del acto. «Lo importante es celebrar la pasión y muerte del Señor, que acompañemos a Cristo esta cuaresma», ha afirmado Catalá quien ha confesado que durante el vía crucis ha tenido «cogido el corazón» porque el patrón de su localidad natal, Vilamarxant (Valencia), también tiene la advocación de la Salud. «El patrono de mi pueblo natal es el Cristo de la Salud, así que me está recordando mucho», ha afirmado. El prelado también ha animado a los fieles a poner «una gota de esperanza en este mar de sufrimiento». «Aquí no termina todo, Jesús nos espera resucitado al final de la vida terrenal», ha concluido.
La talla que realizó José Micael Alfaro en 1633 permanecerá el fin de semana en la Catedral, expuesta a la veneración de los fieles, y a partir del lunes podrá contemplarse de nuevo en el altar mayor de la iglesia que lleva su nombre en la calle Compañía, muy cerca de donde un niño la descubrió sobre un carromato hace casi cuatro siglos. Desde allí seguirá recogiendo los rezos y las súplicas de quienes acuden a implorarle la salud que ahora tanto se desea.
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