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El Crucificado de la Clemencia (Mutilado), preparado para la salida procesional. Hermandad de la Clemencia
El escultor malagueño Jerónimo Gómez ¿de Hermosilla?
Semana Santa 2024

El escultor malagueño Jerónimo Gómez ¿de Hermosilla?

Nuevos datos y atribuciones de obras del autor del Cristo de la Clemencia, titular de la antigua Cofradía del Mutilado de Málaga

Francisco Jesús Flores Matute / Doctorando en Historia del Arte

Málaga

Sábado, 23 de marzo 2024, 10:00

La ciudad de Málaga fue durante la Edad Moderna uno de de los principales centros de producción artística de Andalucía con especial incidencia en el campo de la escultura, detrás de Sevilla y Granada, pues, tal y como reflejó el agustino Andrés Llordén en su magna obra documental 'Escultores y Entalladores malagueños', publicada en 1960, en la primera residieron y trabajaron multitud de escultores y retablistas desde poco después de su conquista por parte de los Reyes Católicos, comenzando a brillar con luz propia ya a mediados del siglo XVII, cuando aquí se establecieron escultores tan capacitados como los hermanos Gómez (Antonio y Juan) –discípulos del alcalaíno Pablo de Rojas–, José Micael Alfaro –autor, entre otras cosas, del Santo Cristo de la Salud, patrón de Málaga– o, sin duda, uno de los más grandes artistas del barroco hispano como fue Pedro de Mena y Medrano, cuya llegada, desde Granada para realizar gran parte de la sillería del coro de la Catedral de la capital costasoleña, supondría un influyente revulsivo para escultores contemporáneos y posteriores, ya en el siglo XVIII, que tomarían o revisionarían de Mena ciertas pautas estéticas, expresivas y formales, que, a la postre, darían carácter y personalidad suficientemente elocuente a la producción religiosa malacitana, al punto de que las obras de tal procedencia serán identificables como tal frente a las imágenes realizadas por escultores de otros importantes focos andaluces, como Sevilla o Granada, cada una con sus peculiaridades igualmente identitarias.

Por desgracia, los sucesos destructivos e iconoclastas sufridos por Málaga principalmente en 1931 y 1936 –no olvidemos que también la invasión francesa en 1808 o las sucesivas desamortizaciones eclesiásticas del siglo XIX supusieron la destrucción y/o merma del arte religioso de nuestra ciudad– nos privaron de conocer documental y visualmente numerosísimas obras de artistas malagueños que, en su momento, tuvieron cierta relevancia, como es el caso del escultor Jerónimo Gómez, contemporáneo de Pedro de Mena, y que ya desde antes de la llegada de este último a la ciudad, tenía un taller plenamente establecido que satisfacía la creciente demanda de esculturas, retablos y otras construcciones lignarias provisionales –por ejemplo, altares para la fiesta del Corpus Christi– a numerosa clientela, desde la particular, a la eclesiástica y, también la gubernamental civil, caso del Ayuntamiento.

Si por suerte de este artista se conservó relativamente un buen número de documentos que nos hablan de su prolífica producción e importancia en aquella Málaga de la 2º mitad del siglo XVII –¡y cuántos más habría de él de no haber sido por las referidas destrucciones del siglo XX del patrimonio sacro malagueño!– no ocurría lo mismo con su producción artística, ya fuera la escultórica y, sobre todo, la retablística. Por suerte, los estudios que, desde hace unas pocas décadas se han ido sucediendo sobre los diferentes escultores malagueños de la modernidad, entre los que destacamos a los historiadores del Arte y profesores como Juan Antonio Sánchez López, José Luis Romero Torres o Sergio Ramírez González, han ido sacando a la luz diversas obras atribuibles a Jerónimo Gómez, ya sea con un respaldo documental o estilístico-formal. Así, de este escultor tenemos piezas tan emblemáticas como la de los santos patronos mártires, Ciriaco y Paula, que presiden su propio templo en el centro histórico de la ciudad; la Virgen de Belén, un medio busto de la Virgen con su Hijo autógrafo venerado en el Santuario de Santa María de la Victoria, en cuyo retablo mayor también trabajó ampliamente Gómez; otras esculturas como San Luis Obispo o San Sebastián, ambas en la Catedral, o el emblemático Cristo de la Clemencia (vulgo Mutilado), que procedía del ático del retablo mayor de la iglesia del Sagrario, también realizado por el obrador de Jerónimo entre 1713 y 1716 y que fue de lo poco que se salvó del mismo tras su destrucción en 1931.

El Cristo de la Clemencia es obra de Jerónimo Gómez. Hermandad de la Clemencia

Un nuevo artículo publicado en la revista ceutí 'Cruz de Guía' durante esta cuaresma y de nuestra autoría ('El escultor malagueño Jerónimo Gómez (1630-1719) y su obra en Ceuta. Estado de la cuestión y nuevas atribuciones') viene a aportar nuevas obras atribuibles a este otrora importante escultor que vendrían a incidir en la importancia y consideración que disfrutó en su época, pues hemos localizado posibles piezas salidas de su mano o de su obrador en la propia provincia de Málaga, Ceuta y Almedinilla (Córdoba), además de aportar una curiosidad sobre su nombre, erróneamente llamado Gómez de Hermosilla, como veremos.

Nuevas piezas

Entre las nuevas piezas a añadir en el catálogo de este autor, destacamos una serie de santos venerados en la Catedral de Ceuta y en el santuario de la Virgen de África, patrona de esta ciudad, las cuales, todas ellas, provendrían de unos desaparecidos retablos –uno mayor y dos colaterales– realizados para este último templo entre 1695 y 1714, antes de su gran reforma y práctica reconstrucción total a mediados del siglo XVIII. Concretamente, se tratan de las esculturas de San Francisco de Sales y San Agustín, así como unos ángeles, que se situarían en el retablo mayor de la Virgen de África –y siguen venerándose en el nuevo que se realizó a mediados del siglo XVIII– y de San Daniel mártir y San Pedro Apóstol que presidirían los retablos colaterales y que, tras su desaparición serían trasladados para recibir culto en la catedral ceutí, donde aún permanecen.

Aunque, documentalmente, no se ha encontrado la participación en la hechura de estos retablos de Jerónimo Gómez, si bien, las esculturas existentes, por sus características formales, estéticas y estilísticas, apuntan perfectamente a que este participó en tal empresa, sí aparece el nombre de un tal Pedro de Hermosilla, que doraría los tres retablos por 19000 reales. Este artista bien podría ser el pintor y clérigo malagueño del mismo nombre y época, que llegó a ser mayoral del Hospital de San Lázaro de Málaga –a él se le atribuyen las fantásticas pinturas funerarias y murales de su cripta– y que se sabe, por un testamento que otorgó el 22 de septiembre de 1720, que tenía algún tipo de relación con Ceuta, ya que mandaba «abonarle a la iglesia de Nuestra Señora de África, que está en el presidio de Ceuta cinco mil reales… y se distribuyan en el adorno de dicha imagen o iglesia o sus fábricas», por lo que se pensaba, inicialmente, que debió permanecer algún tiempo en dicha población, quizás como capellán. Demasiadas coincidencias (nombre, profesión, estancia, época) como para no pensar que, realmente, Hermosilla estuvo en Ceuta, no por su condición de clérigo, sino por su condición de pintor y dorador.

Además, este interesante dato nos lleva a la siguiente cuestión: Jerónimo Gómez ¿de Hermosilla? Y es que, dicho segundo apellido únicamente aparece pintado en la peana de la referida Virgen de Belén del Santuario de la Victoria de Málaga, cuya inscripción completa dice así: «Jerónimo Gom(¿T?-¿E?-¿F?) -Hormosilla P / Esta S.ma Ymagen de Nuestra S.ª de Velen, es propiedad de Dna. Mariana Batlle de Ballvé». Lo curioso es que Hermosilla no era, en principio, ningún apellido relacionado con nuestro escultor, ya que los padres de este, el también escultor Juan Gómez y Sebastiana René, no lo tenían. Tampoco su esposa.

Peana de la Virgen de Belén de Jerónimo Gómez, venerada en una urna en el santuario de la Victoria de Málaga. Sur

Pero es más, al lado de «Hormosilla», tal y como aparece escrito, aparece una 'P' mayúscula, obviada por todos cuantos veían dicha firma. Por añadidura, una comparativa entre la firma del pintor Pedro de Hermosilla (en uno de sus testamentos) y el texto presente en la susodicha peana nos permite ver una clara similitud en la grafía a la hora de realizar ciertas letras, sobre todo la 'P' y la 'H', con una misma manera de dibujarlas.

Así pues, podemos concluir que Jerónimo Gómez de Hermosilla, llamado así por la peana de la Virgen de Belén, realmente, y como refrendaban todos los documentos conservados que se referían a él, es Jerónimo Gómez, a secas, y el apellido Hermosilla puede relacionarse con el pintor malagueño y también contemporáneo de nuestro escultor Pedro de Hermosilla que, a la postre, sería quien policromara la susodicha imagen mariana (durante el siglo XVII y también el XVIII, los escultores no policromaban sus obras, sino que lo hacían los pintores asociados al gremio del mismo), de ahí la 'P' tras dicho apellido, seguramente de «Pintó». Es decir, el texto de la peana debiera leerse como: «Jerónimo Gómez ¿Talló? ¿Fizo? (hizo)-Hermosilla Pintó».

La relación entre ambos artistas podría haberse iniciado en Ceuta: mientras Gómez y/o su obrador realizó la imaginería de los retablos del santuario de la Virgen de África, Hermosilla los doró, por lo que, quizás Gómez acudiera a él para la encarnadura de diversas obras salidas de su haber, incluida la Virgen de Belén. También cabe la posibilidad de que esta imagen fuera policromada por Hermosilla, que, recordemos, era también clérigo y tenía relación de vecindad con el santuario malagueño de la Virgen de la Victoria, a posteriori del propio Gómez, una vez fuera donado al santuario por su anterior propietaria, cuyo nombre refleja la peana. Sea cual sea la situación, estos nuevos datos y una revisión pormenorizada de la peana no dejan dudas al respecto: Jerónimo Gómez y Hermosilla son dos personas distintas: una su autor material, la otra su policromador.

Por último, entre las nuevas obras que se le atribuyen a Jerónimo Gómez y también analizadas pormenorizadamente en el referido artículo de la revista ceutí ¡Cruz de Guía¡, tenemos una serie de Crucificados de diverso tamaño repartidos entre Málaga y Córdoba. Concretamente, nos referimos al Crucificado académico que se encuentra situado a los pies del retablo mayor de la parroquia de Santiago de Málaga, el que preside desde el ático el retablo mayor de la parroquia de la Divina Pastora de la misma ciudad; otro de pequeño tamaño expuesto en la sacristía de la parroquia de Santa Ana de Archidona y un último, de tamaño natural, llamado del Amor y titular de la hermandad del mismo nombre en la parroquia de San Juan Bautista de Almedinilla (Córdoba).

Crucificado académico en la sacristía de la parroquia de Santa Ana de Archidona y Crucificado en el retablo mayor de la parroquia de Santiago de Málaga. Sur
Crucificado en el retablo mayor de la parroquia de la Divina Pastora de Málaga y Cristo del Amor en la parroquia de San Juan Bautista de Almedinilla (Córdoba). Sur

Todos ellos comparten numerosísimas analogías con el malagueño Cristo de la Clemencia, sobre todo, el de Santiago y el de Archidona. El de la Divina Pastora y el de Almedinilla suponen una leve variante del modelo marcado por Clemencia, ya que presentan un mechón cayendo sobre el hombro y no presentan nudo en el perizoma o pureza. No obstante, el Crucificado cordobés, por lo demás, es sumamente parecido al titular de la Cofradía del Mutilado, incluso en su exquisita encarnadura perlada y llena de rojos muy marcados.

Comparativa de rostros del Cristo de la Clemencia (Mutilado) y Crucificado de la parroquia de Santiago de Málaga. Sur

En definitiva, podemos decir que, poco a poco, van apareciendo obras que reflejan lo que ya los documentos existentes nos referían: que Jerónimo Gómez y su obrador fueron muy considerados en su época, logrando exportar su arte fuera de Málaga.

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