Enrique Guevara utilizó la prosa y el verso durante el pregón del centenario del Prendimiento. Dani García

Enrique Guevara emociona en su recorrido por los cien años de historia de la Hermandad del Prendimiento

La cofradía capuchinera, que entregó la primera medalla del centenario al alcalde Málaga, Francisco de la Torre, también dio a conocer el cartel de la efeméride, obra del pintor malagueño Federico Miró

Sábado, 22 de febrero 2025, 22:58

Por regla general, cantidad y calidad no van de la mano. Hay quien dice que la antesala de la Semana Santa se llena cada año de carteles y cartelillos, de pregones y pregoncillos. El recordado y admirado profesor Antonio Garrido Moraga ya llevaba tiempo advirtiéndolo cuando la cantidad, en ese momento, no era tan extrema como ahora. Sin embargo, la Hermandad del Prendimiento, en su caso, ha sabido elegir bien a su cartelista y pregonero para anunciar una efeméride tan significativa como es su centenario fundacional, tarea que, ciertamente, no resulta fácil hoy día entre tantas opciones y aspirantes a ambos cometidos. La cofradía capuchinera ambicionaba que el mensaje gráfico y la palabra llegaran y calaran en el orbe cofrade, pero, sobre todo, buscaba dos autores que estuviesen a la altura de la conmemoración. Por ello, confió sendos encargos a dos firmas acreditadas en el campo del arte y la literatura, como son el pintor malagueño Federico Miró, conocido por crear dibujos que luego transforma en lienzos mediante finas capas de acrílico, logrando un acabado similar a un tapiz, y Enrique Guevara Pérez, un madrileño enamorado de Andalucía, afincado desde hace unos años, por motivos profesionales, a caballo entre Málaga y Sevilla, y un gran estudioso de su Semana Santa, a la que dedica sus investigaciones y a la que ensalza cada vez que se pone detrás de un atril.

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La presentación del cartel y la celebración del pregón del siglo de historia de la Hermandad del Prendimiento marcaron este sábado, pues, el inicio de la efeméride. Y arrancó con expectación, tras llevar a escena un evento bien conducido, aunque largo, porque se multiplicaron las intervenciones, que contó con la presencia de Miró y Guevara sobre las tablas del auditorio Edgar Neville de la Diputación de Málaga, y con la del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, quien, como primero de los malagueños, recibió la medalla del centenario de manos del hermano mayor del Prendimiento, Juan Manuel Gutiérrez. Pero, además, el acto incluyó un concierto de marchas procesionales, a cargo de la banda de música Virgen del Rocío de Málaga, que estrenó la composición 'La tarde azul', de Francisco Javier Criado, e intervinieron la soprano María Lourdes Benítez y la coral de la Santa Vera Cruz de Alhaurín el Grande para cantar el 'Ave María'.

La banda de música Virgen del Rocío intervino en el acto. Dani García

Antes de que Enrique Guevara tomara la palabra, se descubrió el cartel de Miró, quien, fiel a su estilo, pintó una obra, que simula un tapiz, con profusión de elementos vegetales en tonos ocre y de traza barroca, protagonizada por el Señor del Prendimiento y, en un segundo plano, la figura de Judas Iscariote, de la que tan solo se aprecia el rostro, al confundirse el resto del cuerpo con la ornamentación de inspiración dieciochesca. El cartel, orlado en su conjunto por una greca, incluye en su centro la leyenda 'Prendimiento 1925-2025', en color rojo, y el logotipo del centenario, en dorado.

Momento de descubrirse el cartel de la efeméride. Dani García

Después de los aplausos, comenzaba el pregón, que contó con la introducción de Andrés Camino, doctor en Historia y director de la revista La Saeta, quien aportó algunos datos biográficos del pregonero y de su amplio bagaje en el campo de las hermandades, a la que viene dedicando sus investigaciones desde hace tres décadas. «Me atrevería a decir que es una garantía porque, como me ha demostrado, pone cabeza, corazón y, sobre todo, alma en todo aquello que se le pide», advertía Camino, al tiempo que destacaba sus colaboraciones para La Saeta de Otoño, la edición centrada en las investigaciones cofrades: «Confieso que tratar con él sobre artículos es verdaderamente fácil, pues suele hacerte varias respuestas y eso, sin duda, me ayuda a conocer el tema del que se va a ocupar», destacó.

Tras las palabras de Andrés Camino, llegaron las del pregonero, Enrique Guevara, que, con suma seguridad y una dicción impecable, acostumbrado a estos menesteres, comenzó a leer su texto, el mejor regalo que podía ofrecerle a la Hermandad del Prendimiento por sus cien años de trayectoria. Su pregón fue, cómo no, una lección de historia, no en vano, el tiempo transcurrido desde el origen de la corporación, en 1925, hasta ahora así lo demandaba. De hecho, de los cuatro capítulos que dieron estructura al texto, tres sirvieron de apoyo para narrar los principales hitos y entresijos de la cofradía, y uno, el último, para hablar, por supuesto, del Domingo de Ramos, el día procesional de la corporación. Sin embargo, dentro de esa narrativa también había versos, una concatenación de décimas, que servían para despertar las emociones del público asistente.

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El pregonero del centenario del Prendimiento, durante su intervención. Dani García

En esa línea del tiempo, Guevara señalaba una fecha: 1925, «irrepetible e inolvidable, en aquella hora cero», decía al referirse al año fundacional de esta entidad nazarena, de la que destacó su fortaleza, en todo el camino recorrido para sobreponerse de las adversidades, una cofradía «construida a sí misma, y con más penurias que bonanzas», subrayó. «La vida y la historia de la Hermandad del Prendimiento ofrecen a los ojos de la fe y, por añadidura, del convencimiento, la fortaleza, la voluntad, la prudencia, la templanza, la piedad, la caridad, el sacrificio, la paciencia y, llegado el caso, hasta el heroísmo, incluso, de las cofradías de Málaga, sometidas a duras pruebas y avatares a lo largo de su existencia», recordaba el pregonero para, poco después, celebrar su situación actual, «sin género de dudas, la época dorada de su historia, donde sus orígenes humildes nunca se han separado de la idiosincrasia de la cofradía que siempre ha llevado por bandera la paciencia del Santo Job y la profunda fe de Abraham en su lema inagotable del 'Dios proveerá'», proclamaba.

«Sin género de dudas, hoy vive la época dorada de su historia, donde sus orígenes humildes nunca se han separado de la idiosincrasia de la cofradía que siempre ha llevado por bandera la paciencia del Santo Job y la profunda fe de Abraham en su lema inagotable del 'Dios proveerá'»

«Hoy sus hermanos ven lejos esa corporación que tenía que recurrir continuamente para disimular carencias materiales de su puesta en escena; hoy es una de las corporaciones nazarenas más depuradas y completas de la Semana Santa de Málaga. Y es que pese a las numerosas dificultades por las que ha atravesado a lo largo de su vida, la Hermandad del Prendimiento ha sabido reponerse siempre y salir airosa», recalcó el pregonero, quien aportó un dato poco conocido de esta corporación relativo a sus antecedentes. Y es que, como apuntó el exaltador, la cofradía fue promovida por un grupo de asentadores del mercado de Atarazanas «en el templo de la Victoria, que esta fue su primera sede canónica, aunque a los pocos meses pasara a la parroquia de Santo Domingo», precisó.

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El periodo fundacional de la hermandad del barrio de Capuchinos fue coetáneo a la creación de la Agrupación de Cofradías, en 1921, entidad decisiva para el impulso y divulgación de los ritos procesionistas de la ciudad. En consecuencia, Málaga «ya alardeaba de sus procesiones allá por 1925, en donde se decía que contribuían de un modo extraordinario a las celebraciones religiosas de la Semana Santa que tenían en esta capital el mayor interés, revistiendo una solemnidad y atractivo incomparables, propiciando un resurgir de sus hermandades y cofradías que hizo posible que en menos de una década se multiplicase el número de estas», comentó Guevara, quien, acto seguido, se lamentaba «de la oleada de violencia anticlerical ocurrida poco después de haber sido proclamada la Segunda República» y de aquella madrugada del 12 de mayo de 1931, cuando resultaron «pasto de las llamas las primeras imágenes de Judas y el Señor, que se encontraban en el templo de Santo Domingo», rememoró.

Reorganización

No fue hasta 1948 cuando se produjo la reorganización de la hermandad, «rebautizada como cofradía de los obreros», indicó el pregonero, que volvió a echar la vista atrás para advertir que la década de los 30 trajo consigo «la pérdida de todo el patrimonio adquirido por la cofradía durante sus primeros años de vida», puntualizó. «La Hermandad del Prendimiento resurgió tras la Semana Santa de 1948, estableciéndose canónicamente en la no menos popular iglesia del Carmen, e impulsada por el mismísimo obispo de la diócesis don Ángel Herrera Oria quien, confiado en aquella corporación y no en otra, vincularía a su seno a hombres de trono y capataces, es decir, a los asalariados de las cofradías, pues pudo llegar a pensar en su intención que al crearse la misma se alcanzaría a fundar la auténtica cofradía que surgiría del pueblo llano, llegando a denominarse en su doble carácter de cristiana y obrera como la Hermandad de los trabajadores», apostilló Enrique Guevara. En este sentido, el pregonero explicó que en esta vinculación obrera, de la que hasta en el entrado siglo XXI ha venido haciendo gala la hermandad con la creación de una escuela taller de empleo que dejó de funcionar hace unos años, la cofradía se vinculó «fuertemente con la Escuela de Formación Profesional Francisco Franco, a la que estaría profundamente unida durante décadas», no en vano, su director y el secretario de esta institución ocuparon las responsabilidades de hermano mayor y teniente de hermano mayor, respectivamente, «y de donde no solo saldrían buena parte de los enseres de la corporación nazarena, sino que hasta los alumnos de aquella llegaron a ser desde el primer momento hombres de trono; pioneros en dar hombros adolescentes a los varales que sustentan nuestra Semana Santa, gastadores y hasta componentes de una banda de cornetas y tambores que llevaba por nombre Jesús del Prendimiento, quedando la hermandad configurada desde entonces en una doble proyección que la vinculaba al mundo sindical y al que podríamos denominar estrictamente cofrade», analizó. «Esta simbiosis de la hermandad con el colectivo laboral supuso cerrar una difícil situación económica», subrayó para, seguidamente, destacar la llegada de la imagen actual del Señor, obra de Antonio Castillo Lastrucci, la revolución que supuso en lo estético la participación del proyectista Juan Casielles, quien diseñó los dos tronos que aún procesionan, y la hechura y bendición de la Virgen del Gran Perdón, «tallada por uno de sus profesores más preclaros, D. Andrés Cabello Requena (...) y bendecida en las propias instalaciones de la escuela el 31 de marzo de 1957», recordó Guevara.

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«La Hermandad del Prendimiento resurgió tras la Semana Santa de 1948, estableciéndose canónicamente en la no menos popular iglesia del Carmen, e impulsada por el mismísimo obispo de la diócesis don Ángel Herrera Oria»

La última parte histórica fue dedicada a los once hermanos mayores que ha tenido la hermandad en estos cien años de historia «desde don Antonio Gutiérrez García, con quien se fraguó la fundación de la hermandad y la promoción sobre la primera imagen del Señor, a don Juan Manuel Gutiérrez Cruz, a quien le ha correspondido el altísimo honor de hacerla cruzar por las aguas del centenario, pasando por las etapas de don Amador Sanz Castro, de don Juan Navarrete Trujillo, de don José Manuel Merelo Palau, de don Crescencio Andrés Miranda Serrano, de don Francisco Santos Cabezuelo, de don Antonio Ruiz Cortés, de don Pedro y don Jaime Gallego y de don Salvador Pozo», nombró.

Anécdotas

Asimismo, Enrique Guevara detalló algunas anécdotas sucedidas en todos estos años, por ejemplo, cuando unos hermanos cortaron uno de los brazos de un gran olivo, que se encontraba en la misma Escuela Francisco Franco, «y el hermano mayor no regateó en elogios hacia el árbol y hacia los hermanos que lo habían conseguido; elogios que se tornaron en improperios cuando se enteró de dónde había salido el fantástico olivo, no en vano él era el director de dicha Escuela y el olivo estaba plantado justo delante de la ventana de su despacho», relato que provocó las risas entre los cofrades que llenaron el auditorio. «O aquel otro año en que la economía de la hermandad no era boyante y no se disponían de cañas y alambres para pinchar la flor del clavel a los tronos, y se decidió acudir al mismísimo cementerio de San Miguel en busca de coronas de difuntos marchitas de las que recoger el material necesario con el que conformar la base del exorno floral de los tronos», refirió.

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Por otro lado, el pregonero del centenario del Prendimiento utilizó los últimos minutos de su intervención para hablar del día procesional de la cofradía, el Domingo de Ramos, y de las hermandades que integran la jornada, aunque, sin duda, el mayor protagonismo se lo llevó el tramo final de la procesión que realiza la corporación de la parroquia de la Divina Pastora, con la «apoteósica» subida por la calle Carrión, camino de su casa hermandad, escena y sensaciones que describió a la perfección y que sirvieron para resaltar el esfuerzo de los hombres de trono, «titanes del varal que no se asustan ante una batalla que han de ganar. El final de la cuesta ya está ahí», exclamó.

El hermano mayor, Juan Manuel Gutiérrez, entregó la medalla del centenario a Francisco de la Torre. Dani García

Para terminar, Enrique Guevara agradeció a la hermandad su nombramiento de pregonero del centenario y recordó a sus antecesores por el 50.º aniversario de la reorganización, Jesús Saborido, fallecido en la madrugada del 22 de abril de 2021, y por los 75 años de historia, Pedro Luis Gómez. «Este Jesús es el Señor de un barrio que nació al amparo de un convento de franciscanos observantes entre tierras de labranza y cuevas de gitanos. Un barrio que se vistió de toga universitaria, pero que siempre ha permanecido fiel a los dulces de Aparicio y su gente», concluyó el pregonero, quien fue muy aplaudido en varias ocasiones a lo largo de su intervención y supo emocionar a los asistentes en su recorrido por los cien años de historia de la Hermandad del Prendimiento.

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Foto de familia de los protagonistas con varias autoridades. Dani García

El auditorio registró un lleno absoluto entre cofrades y autoridades. Asistieron a la cita, además del alcalde, Francisco de la Torre, el delegado diocesano de Hermandades, Salvador Guerrero; el párroco de la Divina Pastora, Rafael Pérez Pallarés; el presidente de la Agrupación de Cofradías, José Carlos Garín, así como varios hermanos mayores; y el diputado Manuel Marmolejo, entre otros.

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