Secciones
Servicios
Destacamos
Andrés Camino Romero
Jueves, 14 de septiembre 2023, 12:57
Las Reales Cofradías Fusionadas son una miniagrupación de confraternidades que se unieron en 1895 (la Archicofradía de la Vera Cruz, la Cofradía de Ánimas de Ciegos y la Hermandad de Azotes y Columna) y 1913 (la Hermandad de la Exaltación) para no desaparecer del concierto procesional ante las adversidades que, por entonces, sufría el mundo cofrade. Las citadas corporaciones reúnen el mayor caudal de historia de la Semana Santa de Málaga por la antigüedad que tiene cada una de ellas, correspondiéndole a la Vera Cruz el título de 'Primitiva' de la ciudad. A lo largo de las centurias se enfrentaron a dificultades de diversa consideración, siendo una de las más recientes la padecida en la madrugada del lunes 21 de julio de 1980, con el incendio de la capilla del Santísimo Cristo de la Exaltación, donde desaparecieron las imágenes del Crucificado, de Nuestra Señora del Mayor Dolor de la Santa Vera Cruz, de la Virgen de Lágrimas y Favores, del San Juan Evangelista y de Santa Lucía, produciéndose este infortunio bajo la presidencia de Marcelino Aguilar Damián. Precisamente a este hermano mayor se le dedica estas líneas por cuanto se esforzó y trabajó por devolver la normalidad a su querida Fusionadas.
Marcelino Aguilar Damián nació en Málaga, el 2 de junio de 1920. Hijo del matrimonio formado por Ricardo Aguilar y María Dolores Damián, ambos naturales de Málaga. Tuvo una hermana, Aurora, casada con Rafael Armada. De niño habitó en la calle Pozos Dulces.
Cursó los estudios elementales y de operador cinematográfico. Contrajo nupcias con Manuela León Gómez, natural de la localidad cordobesa de El Carpio, de cuya unión nacieron cuatro hijos: María Paz, Ricardo, María Dolores y Lucía. La pareja estableció el domicilio conyugal, en principio, en la calle Pozo del Rey, para luego trasladarse a la calle Barcenillas, número 4-1.º S.
Profesionalmente, ejerció de Jefe de Cabina en el cine Albéniz. Falleció el 14 de diciembre de 1982, tras una larga enfermedad, siendo enterrado en el cementerio de San Miguel. Años después sus cenizas fueron depositadas en un columbario de la ermita del Monte Calvario.
Aguilar Damián ingresó en las Fusionadas en el año 1931, a tenor de lo recogido en una sección titulada 'Hablan los cofrades', del desaparecido periódico Sol de España. En la información se remarcaba que «pertenezco a esta cofradía por la devoción que tengo al Santísimo Cristo [de Ánimas de Ciegos]».
A lo largo de su trayectoria cofrade, ocupó los cargos de vicesecretario (en la junta gestora presidida por José Soria Álvarez), vocal 1.º, consejero, vocal 4.º, albacea de culto 2.º, albacea general, vocal 2.º y mayordomo del trono de Azotes y Columna, hasta su elección de hermano mayor.
Marcelino formó parte de los jóvenes de la cofradía presidida por Wenceslao Ruiz-Salinas Raggio, según cuenta el veterano fusionado Antonio Domínguez Ruiz.
El personaje que se trata asistió a la asamblea sancionadora del 13 de octubre de 1939, en la que el obispo Balbino Santos Olivera prohibió la salida de la cofradía durante la Semana Santa de 1940 y 1941, respectivamente. El propio Domínguez Ruiz indica que Aguilar Damián fue el verdadero artífice para que las Fusionadas volvieran a salir el Miércoles Santo de 1942, este logro le supuso el apodo cariñoso de 'El promotor'.
Como ha quedado señalado, fue desempeñando los puestos de responsabilidad en los gobiernos de Juan Luis Fernández Navas, Andrés Oliva Marra-López y Andrés Oliva García, salvo algunos periodos, como el comprendido entre 1951 y 1963 que no formó parte de las directivas al dedicarse a su familia por el nacimiento de sus hijos.
Oliva García, quien había dirigido la cofradía desde 1963, presentaba en el verano de 1976 su dimisión con carácter irrevocable. Para su sustitución se convocó un cabildo extraordinario de elecciones, celebrado el 1 de octubre de 1976, al que se presentaron dos candidaturas: una, formalizada por Agustín Escámez Espejo; y otra, por el propio Marcelino, siendo la suya vencedora tras votar los hermanos por tres veces hasta alcanzarse la mayoría suficiente. En esta primera junta de gobierno los principales cargos estuvieron representados por: primer teniente hermano mayor, José Manuel Álvarez Chaves; segundo teniente hermano mayor, José Reviriego Palomino; tercer teniente hermano mayor, José Ignacio Narváez Jaime; fiscal, Salvador García Sanz; secretario, Antonio Domínguez Ruiz; tesorero, José Torres Jiménez; contador, Alfonso Ochoa Melero; y albacea general, José Antonio Ortiz Espinosa.
Durante su mandato, de seis años, se produjeron dos hechos especialmente importantes que han pasado a los anales de esta unión, bien asentada, de hermandades y cofradías centenarias.
El primero, trataba de la creación de una comisión que se encargase de procesionar al Cristo de la Exaltación, cuya sección no efectuaba la anual estación penitencial desde el Martes Santo –por entonces esa era la jornada de salida–, 31 de marzo de 1931. Tras la guerra civil, solo se recuperó, para el culto externo, al Cristo de Ánimas de Ciegos y a la Virgen del Mayor Dolor. Posteriormente, en 1971, se produjo el restablecimiento procesional de Jesús de Azotes y Columna, quedando solo la Exaltación que volvió a reencontrarse con el pueblo malagueño el Miércoles Santo, 3 de abril de 1980.
El segundo, y más notorio, fue el infortunado incendio de la capilla de la referida imagen. Alrededor de las doce y media de la noche del 20 al 21 de julio del citado año, un incendio intencionado desde el exterior de la parroquia de San Juan calcinó por completo las imágenes del Crucificado de la Exaltación, de Nuestra Señora del Mayor Dolor, de San Juan Evangelista, de María Santísima de Lágrimas y Favores, y de Santa Lucía, patrona de la Organización Nacional de Ciegos (O.N.C.E). Estas dos últimas se hallaban en el lateral derecho de la capilla de la Exaltación. Con todo, es muy importante reseñar que la Dolorosa de Lágrimas y Favores no era propiedad de las Reales Cofradías Fusionadas, sino que se encontraba en calidad de depósito parroquial, no formando parte –en ese momento– de la larga nómina de titulares fusionados, aunque sí se veneraba de forma habitual en la hornacina lateral de la antigua capilla de Ánimas de Ciegos que, actualmente, ocupa esta Dolorosa. Desgraciadamente en esa noche la titular mariana se encontraba expuesta al culto en un altar portátil en la referida capilla de la Exaltación, siendo, por tanto, lamentablemente consumida por el fuego.
En el cabildo general extraordinario celebrado el 21 de julio, el hermano mayor se dirigió a los presentes para insuflarles ánimos ante los durísimos momentos que los cofrades fusionados estaban viviendo por la pérdida de sus veneradas imágenes. Pese a tal calamidad, Marcelino Aguilar tuvo el empuje y el coraje de reaccionar rápidamente, solicitando la ayuda del pueblo malagueño, que se volcó con las Fusionadas, así como la Agrupación de Cofradías, cuya presidencia era ostentada por Francisco Fernández Verni.
Con los fondos entregados por la empresa Yergo, de los hermanos Juan y Miguel González Muñoz, se pudo restaurar la capilla del Cristo de Ánimas de Ciegos y con las aportaciones y ayudas recibidas (entre ellas la del ceramista Juan Ruiz de Luna y la de los diseñadores Juan Casielles del Nido y Eloy Téllez Carrión) los directivos tomaron la decisión de restaurar la capilla siniestrada y realizar las gestiones oportunas ante el imaginero sevillano Antonio Joaquín Dubé de Luque para que el artista hispalense realizase los nuevos titulares que vinieran a suplir los desaparecidos. El hecho de que esta responsabilidad recayese en este autor se debía a que, precisamente, en esas fechas se había acordado con él la restauración de la Virgen del Mayor Dolor, por entonces muy necesitada de una intervención. La nueva efigie fue bendecida por el obispo Ramón Buxarrais Ventura el 25 de octubre de 1980, en la parroquia de San Juan. Dos años más tarde, el 21 de marzo, el vicario general Manuel Díez de los Ríos, quien representaba al referido prelado, bendijo las imágenes del Santísimo Cristo de la Exaltación, obra de Francisco Buiza Fernández, y de María Santísima de Lágrimas y Favores y de San Juan Evangelista, autoría igualmente de Dubé de Luque. Actuaron de padrinos: el presidente de la Agrupación, Fernández Verni, por el Cristo de Exaltación; el hermano mayor, quien sería representado por sus hijos Ricardo y María Dolores Aguilar León, a causa de su estado de salud, por la Virgen de Lágrimas; y el ex hermano mayor Juan Luis Fernández Navas, entre 1943 y 1948, por el San Juan. Posteriormente, el 12 de septiembre, se bendijo la nueva capilla de la Exaltación por el director espiritual de las Fusionadas, Francisco Castro Gutiérrez.
Al margen de estas dos cuestiones especialmente significativas en el devenir histórico de esta secular corporación, también hay que destacarse la mejora en el montaje de los cultos, la renovación de los Estatutos, el relevo de los hombres de trono asalariados por los hermanos de la confraternidad, la institución de la jura de cargos, el incremento patrimonial (encontrándose las primeras potencias de la imagen de Azotes y Columna que regalaron los hermanos Marcelino y Aurora Aguilar Damián), el reforzamiento de los lazos con la Brigada Paracaidista, entre otros.
El 14 de diciembre de 1982 se recibía la triste noticia del fallecimiento de Marcelino Aguilar Damián. Antonio Domínguez Ruiz, que ejercía de teniente hermano mayor, se convertía en hermano mayor en funciones hasta su posterior elección en el cabildo general de elecciones convocado el 6 de junio de 1983.
Dos años después, el 13 de diciembre, tuvo lugar el acto de la entrega del nombramiento de hermano mayor honorario, a título póstumo, a Marcelino, recogido por los familiares.
De sus cuatro hijos el que ha seguido su estela en las Fusionadas es Ricardo, quien ha ocupado los puestos de vicesecretario, albacea de procesión, fiscal, mayordomo de Lágrimas y Favores y, actualmente, ejerce de consejero.
En la entidad agrupacional, Aguilar Damián asumió los cargos de vocal, vicecontador y vicesecretario, respectivamente, bajo los mandatos de Federico del Alcázar García, Carlos Gómez Raggio, Francisco Hermoso Bermúdez, Francisco Fernández Verni y Francisco Toledo Gómez.
Con motivo del mencionado incendio, solicitó la ayuda de la Agrupación de Cofradías, por entonces presidida por el congregante Fernández Verni. En la junta de gobierno celebrada el 11 de noviembre de 1980, se dio lectura a un escrito de las Fusionadas, en el que se solicitaba «resolver con la mayor brevedad el encargo de la imagen del Cristo de la Exaltación». En el mismo se proponía «un viaje conjunto a Sevilla para entrevistarse con el escultor Don Francisco Buiza Fernández y llegar a un acuerdo definitivo». Sin embargo, la presidencia informaba que la comisión creada ex profeso «estuvo ya en Sevilla, entrevistándose con Álvarez Duarte dada su categoría como escultor». Igualmente, hacía referencia que «los costes y plazo de entrega sobrepasaban los cálculos establecidos, por lo que era imposible tenerlo en cuenta». Acto seguido se abrió un debate en el que intervinieron destacados directivos, llegándose al acuerdo de subvencionar «para la realización de la Imagen con un presupuesto de 550.000 pesetas, aportando cada cofradía 15.000 pesetas y el resto de los fondos de la Agrupación, quedando por cuenta de las Cofradías Fusionadas la decisión sobre elección de escultor, plazo de entrega y gestiones directas para llevar a feliz término dicho (sic) obra escultórica». Finalmente, y como es sabido, la corporación de la parroquia de San Juan eligió al escultor carmonense.
La revista La Saeta, editada en el otoño (noviembre-diciembre) de 1982, recogía en sus páginas la siguiente noticia: «El día 21 de marzo de 1982 fueron bendecidos la nueva imagen del Cristo de la Exaltación, donado por todas las cofradías agrupadas y tallado por Francisco Buiza Fernández; igualmente fueron bendecidas las imágenes de la Virgen de Lágrimas y Favores y San Juan Evangelista. También, ese mismo día tuvo lugar la apertura al culto de la Capilla del Santísimo Cristo de Ánimas de Ciegos». Al mismo tiempo el órgano oficial de información agrupacional refería que: «El día 12 de septiembre de 1982 fue, junto a las anteriores, una fecha histórica. Con los actos de la bendición de la nueva capilla del Cristo de la Exaltación se ponía fin a dos años de intensos trabajos y gestiones tras el desastroso incendio de aquella madrugada de julio de 1980. La solemne función religiosa fue oficiada por el director espiritual de la Hermandad Sacramental y Reales Cofradías Fusionadas, Francisco Castro Gutiérrez, actuando como padrinos el gobernador civil de la provincia, José Estévez Méndez y su esposa, Carmen González Hernández, asistiendo numerosas personalidades y cofrades malagueños».
Con motivo del óbito de Marcelino Aguilar, en la asamblea general ordinaria del 27 de diciembre de 1982 se hizo constar en acta, a propuesta del presidente Francisco Toledo Gómez, «nuestro más profundo pesar por la muerte de quien en vida fuera Hermano Mayor de las Cofradías Fusionadas de San Juan, Don Marcelino Aguilar Damián (q.e.p.d.)». Por ello, solicitaba al presidente de la Comisión de Cultos, José Luis García Doblas, que organizase el funeral por el alma del finado, teniendo lugar en la parroquia de los Santos Mártires el 8 de enero de 1983, a las 8 de la tarde.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.