Una de las novedades estéticas más significativas que deparó la magna la protagonizó la Cofradía del Descendimiento, que vistió a todas las figuras de su grupo escultórico con ropajes bordados cedidos por las cofradías de Salesianos, Penas, Monte Calvario, Mena, Pasión, Viñeros, Prendimiento, Los Moraos de Alhaurín el Grande, y de la localidad sevillana de El Arahal. La imagen de María Magdalena ofreció una postura más erguida, tras una reforma de la talla realizada por Nicolás Torres.
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Esta corporación del Viernes Santo, que tuvo problemas para llenar sus varales durante los días de tallaje, hizo un esfuerzo titánico al completar uno de los recorridos más largos, ya que su sede se encuentra en el extremo opuesto del punto de inicio del recorrido oficial. A su salida se vivió un momento de gran emoción, ya que tocó la campana del trono la madre de Fernando Camaño, un capataz que falleció el año pasado a los 48 años por un aneurisma.
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