13 curiosidades de las cofradías del Martes Santo de Málaga

Hay ciertos símbolos y detalles que pueden pasar desapercibidos para el público que sigue las procesiones de Semana Santa de Málaga. Te recopilamos algunas de ellas del Rocío, Penas, Nueva Esperanza, Humillación y Estrella, Rescate y Sentencia y te explicamos su significado y origen.

Esta hermandad victoriana se fundó a principios del XVIII en su actual sede de San Lázaro con la finalidad de fomentar la devoción al vía crucis, ejercicio que practicaba subiendo al vecino monte Calvario. De ahí el emblema corporativo y la práctica de encabezar la procesión con tres cruces en vez de con una, como es lo corriente. No se han conservado testimonios que demuestren si este uso se siguió en el pasado, pero desde alrededor de 1925 se ha mantenido con algunas variantes en cuanto a cruces y aditamentos.

Desde 2006 se viene utilizando la cruz relicario que se venera en la parroquia de San Lázaro y que es de madera negra ornada en el centro con una corona de espinas nimbada y sobredorada. Contiene una serie de tecas donde están depositadas reliquias de los santos franciscanos: Francisco de Asís, Antonio de Padua, Margarita de Cortona y Buenaventura. En la procesión va escoltada por otras dos cruces de madera barnizada en su color, sin adorno alguno, y dos faroles.

También en la sección de la Virgen se cuenta con otra cruz guía, algo insólito en el corpus procesional malagueño. Corresponde ésta a las labores del taller de orfebrería Villarreal, que siguió para su ejecución un boceto de Juan Casielles.

El diseñador de este trono donde se procesiona a Nuestro Padre Jesús de los Pasos en el Monte Calvario fue Jesús Castellanos Guerrero, quien estableció una preciosa concordancia entre los motivos contenidos en las capillas frontal y trasera del cajillo. Mientras que la situada en la parte posterior aparece la escena de la resurrección de Cristo, la del frente cobija una copia de la pieza principal de la custodia que procesiona en Málaga en la jornada del Corpus Christi. Ambas temáticas establecen una conexión entre la salvación y la promesa de vida eterna que se rememora en cada celebración eucarística.

Este relieve inspirado en el ostensorio catedralicio está compuesto por la figura del arcángel San Miguel, príncipe entre los ángeles, elevado sobre nubes, sustentando a modo de triunfo el viril que encierra la sagrada forma. Mientras que el original está realizado en plata y se trata de una réplica contemporánea del antiguo, destruido en 1936, éste del trono del Señor de los Pasos es una interpretación tallada en madera policromada y estofada por Manuel Carmona, quien se ocupó de toda la imaginería secundaria del conjunto procesional que construyera Antonio Martín Fernández y que se estrenó en la Semana Santa de 1993.

El enunciado está bien formulado pese a la creencia generalizada de que esta imagen no lleva corona. El halo o aro de estrellas es la plasmación del versículo del Apocalipsis que a cuenta de la visión de la Madre del Mesías y el dragón describe como: «Apareció en el Cielo un signo sorprendente: una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y con una corona de doce estrellas».

María Santísima del Rocío, obra de Pío Mollar, responde por deseos de sus cofrades a una imagen más letífica que Dolorosa, con una iconografía que en origen debió estar influenciada por la impronta de la Virgen Milagrosa, devoción muy en boga por aquellos tiempos. Desde su bendición ha ostentado un halo, recurso que también usaron en la posguerra, aunque algunas sin tan siquiera estrellas, efigies como la Paz, las Penas, Gracia, Rosario, Mayor Dolor, Dolores de la Expiración, Traspaso y Soledad, Mena, Gran Poder, Esperanza, y Caridad, aunque todas ellas obligadas por la carestía del momento.

El Señor de la Agonía fue tallado en 1972 por el imaginero carmonense Francisco Buiza cuya obra, aun gozando de personalidad propia, es totalmente deudora de los postulados de la escuela barroca sevillana, y de manera muy específica de las trazas de Juan de Mesa. El Crucificado malagueño es una interpretación de las obras más aplaudidas de este maestro de antaño.

Con todo, la talla que esculpió Buiza para la hermandad malagueña de las Penas presenta una particularidad añadida que es heredera de otra de las creaciones del referido artista cordobés: el veneradísimo Jesús del Gran Poder. A semejanza suya, la corona de espinas del Cristo de la Agonía, labrada en el mismo bloque, simula ser una serpiente enroscada sobre la que cabalga un caracol, dos animales considerados inmundos por la tradición judaica porque se arrastran por la tierra y viven en el fango. El símil en base a estas consideraciones está servido: «La muerte y el pecado de los hombres oprimen las sienes del Señor», aun cuando en la versión popular también se dice que vienen a significar como: «La Pasión sufrida por Jesús fue terrible como una sierpe y lenta como el andar de un caracol».

Se trata de una reproducción de Nuestra Señora de los Reyes, ejecutada en marfil y plata cincelada por el orfebre José Manuel Ramos y que fue donada en 1998 por el hermano José Solís. La imagen original, obra gótica muy barroquizada, se venera en su capilla propia de la Catedral malagueña y gozó en el pasado de una gran devoción, además de ser titular de una hermandad de racioneros erigida en su honor. La advocación proviene de su supuesto origen, ya que se afirmaba que había sido regalada a la recién instaurada iglesia local por los Reyes Católicos, tras haber formado parte de la comitiva triunfal con ocasión de la toma de la Ciudad el 19 de agosto de 1487.

Aunque haya serias dudas al respecto, esta leyenda fue aceptada a pie juntillas en el pasado, de tal forma que los racioneros para perpetuar esta tradición no documentada, encargaron a Pedro de Mena hacia 1676 las hechuras orantes de Isabel y Fernando que todavía se pueden admirar en el retablo catedralicio.

En el periodo barroco, donde la influencia de la literatura mística fue tan impresionante, se aceptaba que los ángeles estuvieron presentes en la Pasión del Señor asistiendo y consolando a María que caminaba en pos suya. Pero autores de la trascendencia de sor María de Ágreda enseñaba que estos espíritus, como servidores que son a las órdenes del Altísimo, acataron los altos designios y se contentaron con ser meros espectadores en los diversos trances sufridos por Cristo. De esta manera se expresa al respecto la Venerable antes citada en su obra 'Mística Ciudad de Dios': «La prudentísima Madre adoró a su Hijo y Dios verdadero, afligido con el peso de la cruz y con voz interior le pidió que, pues ella no podía descansarle de la carga ni tampoco permitía a los ángeles que lo hicieran, se dignase de poner en el corazón de aquellos ministros, que alguno le ayudase a llevarla, y de ellos resultó la presencia de Simón Cirineo».

Por tanto, sin base teológica, este angelito de Nueva Málaga, que hace las veces del hombre de Cirene, ha de tomarse como una artística variante del soporte de metal que en otras hermandades sirve para sostener la cruz. Este querubín lloroso fue labrado por Israel Cornejo en 2008.

Es una verdadera galería sacra y malagueña, obviando el grupo formado por Santa Ana y San Joaquín que figura sobre la crestería del frontal del trono y cuya presencia está justificada por ser los santos titulares de la parroquia donde reside la hermandad. Junto a estos figuran: Santa María de la Victoria, patrona de Málaga y de su diócesis, y su mayor timbre religioso por derecho, historia y devoción. Le sigue el Santo Cristo de la Salud, representación del Señor atado a la columna que es protector de la ciudad.

Y, finalmente, los bienaventurados mártires Ciriaco y Paula, cuya pasión y muerte en suelo malagueño ha transmitido el martirologio que compuso el monje francés Usuardo en el siglo IX, y que campean en el escudo municipal desde los tiempos de la conquista castellana. Todas estas imágenes, como la de los santos abuelos de Cristo, se reparten en los laterales y trasera de las andas del Nazareno del Perdón, habiendo sido esculpidas, policromadas y estofadas por Raúl Trillo. En cuanto al trono, responde a un diseño de Manuel Toledano Gómez, con talla, en madera de cedro, de Toledano Vega, culminado el moldurón y la crestería por su hijo. El dorado es de Manuel Verdugo.

En la sección del Señor, en el hábito dominico, ya que su histórico convento perchelero de Santo Domingo se fundó la hermandad. Al adoptar los cofrades el traje de estos religiosos introdujeron la novedad del escapulario que hace tan especial a estos ternos procesionales. Se trata de una tira de tela o pieza rectangular provista de una abertura para introducir la cabeza y que cuelga con igual largura al pecho y a la espalda, pendiente de los hombros. De ahí proviene su denominación, ya que etimológicamente esta parte del cuerpo humano en latín se define 'scapula'.

Por supuesto que esta pieza tiene su significado, en este caso recordatorio a quien los visitantes se deben someter al yugo amable y llevadero que impone Cristo y su doctrina. En cuanto a la túnica blanca, es aquí símbolo de pureza y perfección mientras que el negro del escapulario, que cubre la prenda blanca manifiesta como la penitencia ha de proteger a la pureza. Se cuenta que fue la misma Virgen María quien indicó al santo fundador cómo debía ser el traje de sus religiosos. Por eso a la Señora en los escritos de la Orden se le llama 'Ordinis vestiaria', algo así como 'la modista de la orden'.

La cotitular de la Hermandad de la Humillación procesionó por vez primera en 1942, luciendo un manto prestado de color blanco y factura antigua, al que se superpusieron unas toscas estrellas o luceros, con los nombres de los malagueños que habían engrosado las filas de la División Azul. Era ésta una unidad de voluntarios del ejército que participaron en la invasión de Rusia llevada a cabo por Alemania, de la que el régimen español era aliado.

Al año siguiente ya estrenó la Dolorosa uno de propiedad y en soporte azul salpicado de estrellas, aludiendo tanto a la advocación mariana como a aquellos «camaradas que hacen guarda sobre los luceros». En este segundo manto los nombres de las víctimas aparecían en la embocadura de la prenda creando un extraño efecto. No sería hasta 1953 cuando se estrenó el actual, aunque con una serie de ampliaciones e intervenciones posteriores, y mucho más discreto en cuanto a diseño, algo que se debió a José García Ojeda. Fue bordado por las madres Trinitarias en hilo de oro y además de las estrellas de rigor, cuenta con una orla que contienen los escudos de las provincias españolas, además del dominico, bordados en sedas de colores. Gran parte de ellos fueron costeados por los ayuntamientos del país.

Si algo destaca de los nazarenos de esta cofradía victoriana es el variopinto colorido de sus hábitos procesionales integrados por telas y tonalidades brillantes sin parangón en el espectro cromático de la Semana Santa. Llaman la atención el gris de las capas de la sección de María Santísima de Gracia, y el amarillo de la sección del Señor del Rescate. Por esas normas cofrades no escritas, la tendencia acostumbrada en las cofradías es que los penitentes vistan a semejanza de las imágenes titulares, o bien a imitación de las órdenes religiosas que las sustentaron en origen.

Sin embargo, la adopción inusual de los colores gris, y amarillo en el Rescate queda explicado por sus cofrades de la siguiente forma: el primero, es el tono de la ceniza, y por tanto señal de penitencia, y el segundo evoca las monedas de oro que los trinitarios tenían que recaudar para proceder al rescate de los cristianos, o de las imágenes sagradas en poder de los infieles.

No obstante, en el mundillo cofrade corre el bulo de que la adopción de algunos de los colores de las túnicas, en concreto el rojo y el amarillo, fue por causa de una conocida compañía multinacional dedicada a los equipamientos fotográficos, que ofreció un donativo a cambio de que los hábitos exhibiesen los colores de su logotipo .

Porque esta advocación se originó en una imagen del Señor, hoy venerada en Madrid y más conocida como de Medinaceli, que los frailes trinitarios rescataron en el reino de Fez en 1682. El carisma de estos religiosos, cuyo fundador fue el francés San Juan de Mata, demandaba la liberación, por medio de una transacción pecuniaria, de los cautivos cristianos que penaban en tierra de infieles, así como cualquier objeto de culto con riesgo de ser profanado.

El caso es que cuando estos religiosos conseguían llevar a buen término una de estas actuaciones, les imponían inmediatamente a los agraciados el escapulario de su orden consistente en una cruz roja y azul, algo que hacían a efectos de hacer visible el canje acordado, como medida de protección hasta hallarse fuera de territorio hostil, y para recordarles a todos cómo habían sido comprados por la misericordia de Dios para ser definitivamente libres. La mayoría de los liberados seguían llevando por vida este escapulario, como así quedó en todas las imágenes del Nazareno Rescatado. En Málaga, además del Señor del Rescate que lo luce con todo derecho por haberse fundado su cofradía en el desaparecido conventico de los trinitarios descalzos, lo porta Jesús Cautivo, el Cristo de Medinaceli de Santiago, y el de igual título de la parroquia de Santo Tomás.

Un jovencísimo Félix Revello de Toro. Éste, por entonces, un artista desconocido, fue requerido hacia 1941 por la Hermandad de la Sentencia para que pintase las tres tandas de los misterios del Rosario para adornar el palio de la Virgen, a propósito de su advocación. Con la ilusión que es de suponer, el quinceañero plasmó al óleo las quince escenas que abarcan el gozo, el dolor y la gloria de Cristo y de María. Peculiar conjunto que sería el primero y único encargo retribuido que aceptaría el maestro proveniente de las cofradías malacitanas con las que tan generoso ha sido siempre. El palio fue realizado por el obrador de las hermanas trinitarias sobre seda celeste, con un remate de flecos de oro y seda.

Las pinturas del rosario figuraban en las bambalinas exteriores, a modo de tarjas, presididas en el frente por un aparatoso escudo nacional. Estas pinturas fueron transferidas al palio de terciopelo celeste bordado en oro que sustituyó al precedente y que bordó Padilla en 1966, aunque esta vez situadas en las bambalinas interiores.

Allí permanecieron hasta que en 1979, con el enriquecimiento de la pieza acometida por Juan Rosén, fueron finalmente suprimidas del palio y adaptadas para estandartes.

El que fuera quinto prefecto en gobernar la provincia romana de Judea, entre los años 26 y 36, y que condenó a muerte a Jesús, aparece representado en el grupo escultórico de la Sentencia, donde después del Señor, acapara la atención popular por el momento que protagoniza y que no es otro que lavarse las manos en la jofaina que le ofrece un criado. Con este dramático gesto Poncio Pilato pretendió expresar cómo no quería responsabilizarse de la muerte de Cristo que a gritos le exigía la muchedumbre concentrada ante el Pretorio, porque era consciente de que no existía ningún cargo contra él. Este personaje, por lo demás histórico y bien documentado por algunos de los autores judíos y romanos contemporáneos suyos, pasó a identificarse con la vileza de quien se rinde servilmente a su propia conveniencia y a los intereses de la política.

El mandatario romano, cuyo lavatorio también ha pasado a engrosar los dichos y expresiones populares, ha sido un personaje a quien el arte, la literatura y el cine, ha prestado una gran atención. Como ejemplo más cercano valga recordar cómo uno de los personajes de 'La casa de Bernarda Alba', escrita por García Lorca, se llama Poncia por su actitud de pasividad al abstenerse de involucrarse en el drama del que era testigo

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