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El Nazareno de Churriana en su trono procesional. SUR
Una curiosa noticia sobre el Nazareno y la Dolorosa de Churriana

Una curiosa noticia sobre el Nazareno y la Dolorosa de Churriana

Una obra manuscrita de 1804, titulada 'Libro de Memoria', que forma parte de los fondos del archivo catedralicio, confirma la predilección de los devotos por estas imágenes

ALBERTO J. PALOMO CRUZ

Málaga

Jueves, 18 de noviembre 2021, 18:51

Si ya es tarea ardua historiar las cofradías históricas de la ciudad de Málaga, aún más lo resulta con aquellas fundadas y enclavadas en el extrarradio y, por tanto, con menor proyección, como ocurre con la conocida como Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores de Churriana, fusionada oficialmente en 1990 con la otra corporación del Dulce Nombre de Jesús Nazareno. Los poquísimos hitos de una y otra quedaron recogidos en un artículo firmado por Antonio Cabrera y Juan Antonio Pérez, y publicado en el número 3 de la desaparecida revista cofrade 'El Cirineo', con fecha de diciembre de 2014. En este trabajo se data la creación de la Hermandad del Nazareno en el siglo XVIII, y en la centuria siguiente la que tenía por titular a la Virgen. Poco más que añadir de relevancia, salvo la información oral entre los hermanos y vecinos de Churriana, sobre las atroces mutilaciones que sufriera la imagen del Señor en el año 1931, a quien rompieron a hachazos, y del que afirman, le sacaron los ojos y, finalmente, enterraron en un descampado cercano a la antigua y lamentablemente desaparecida iglesia de San Antonio Abad, sustituida por la actual en 1966.

Con todo, y pese a estar desvirtuado el Nazareno por sucesivas restauraciones, como recoge Salvador Guzmán en el artículo que redactó para el Congreso sobre la figura de Cristóbal de Santa Catalina, celebrado en Córdoba en 1990, se trata de una notable efigie cuya cabeza, la única parte original conservada, es de indudable estirpe granadina.

Imagen del Nazareno. ARCHIVO HERMANDAD

Retomando el devenir histórico sabemos que, como era usual en el pasado en toda parroquia, en Churriana estaban constituidas, al menos desde el siglo XVIII, las hermandades del Rosario y de las Ánimas, que junto a la sacramental, eran de obligada constitución, según las disposiciones sinodales. La primera de ellas ha llegado a ser la referencia patronal mariana del lugar, donde también se ha conservado a través del tiempo una especial devoción a San Antonio Abad y San Isidro Labrador, santo este último representado hasta su destrucción en los años treinta, en una imagen verdaderamente magnífica. En cuanto a la hermandad del Nazareno, concretando más las fechas, se supone que debió constituirse alrededor de 1712. Sin duda, la misma sería una corporación rebosante de piedad, pero acorde a las posibilidades de un pueblo pequeño como era Churriana y que, como es sabido, perdió su independencia como tal en 1905 para quedar agregado a la capital como simple barriada. Sin embargo, cabe recordar que esta modesta población alcanzó cierta notoriedad a partir de la segunda mitad de la centuria dieciochesca y buena parte de la decimonónica, cuando fue elegida por las familias ricas de Málaga para pasar el verano, lo que propició la construcción de deliciosas casas de recreo. Por no hablar, de la creación de las fincas históricas del Retiro y La Cónsula, que son los mejores ejemplos de la predilección que las clases altas sintieron por este lugar lindante con el Guadalhorce.

Virgen de los Dolores de Churriana. ARCHIVO HERMANDAD

Notoriedad ya un tanto diluida a fines del siglo XIX, de lo que es demostrativo que una obra divulgativa denominada 'Málaga contemporánea: estudios y paisajes de la capital y la provincia', firmada por Augusto Jerez Perchet y editada en 1884, no subraye la referencia al lugar como especial zona residencial:

«Churriana ocupa una posición hermosa, en una suave altura a cuyo alrededor se dilata una vega pródiga en deliciosos puntos de vista. La localidad no tiene rasgos característicos de importancia, ni reclama tampoco una descripción detallada. Sus edificios, salvo algunas casas de recreo, son sencillos y la iglesia distínguese porque está conservada con esmero, siendo de advertir que en época reciente fue asunto de una restauración, gracias a su actual párroco el señor don Manuel Maldonado Navarrete…».

Todo lo hasta aquí expuesto viene a colación para arropar una pequeña, pero jugosa noticia, que data de 1804, y que proviene de una obra manuscrita titulada 'Libro de Memoria', que forma parte de los fondos del archivo catedralicio, concretamente del legajo 883. Esta especie de diario refleja el devenir de la ciudad de Málaga a principios de esa centuria, mostrando especial atención a todos los sucedidos que se dieron en torno a las epidemias de fiebre amarilla, cuyos efectos fueron verdaderamente devastadores. Los sucesivos rebrotes de esta plaga parecieron diluirse a fines del año citado de 1804, después de haber alcanzado su grado más virulento entre los meses de julio y agosto. Según se recoge de esta reseña, fueron muchos los capitalinos con posibilidades que se habían refugiado en Churriana, en un intento de huir de una enfermedad, por entonces con escasas probabilidades de curación. Los mismos, una vez alcanzado el cese epidémico acordaron dar gracias al Cielo de la forma que, textualmente, se reproduce a continuación:

«Diciembre de 1804. Como el lugar de Churriana había sido el retiro de muchas familias de Málaga que, temerosas del contagio se retiraron a aquella población, como a otras muchas de las cercanías, agradecidas a los beneficios de Dios determinaron hacer una función en la iglesia. El día 8 se iluminó todo el lugar y hubo unos fuegos artificiales. Al día siguiente se celebró una misa solemne con el Santísimo patente que fue votiva del sacramento. En la tarde hubo una solemne procesión con las devotas imágenes de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores, que se veneran en aquel lugar. Convidaron los diputados de dicha función al señor don Francisco Monsalve, medio racionero de esta Santa Iglesia Catedral para cantar la misa y a don José de Torres, también medio racionero, para diácono y a don José Benítez, capellán castrense, para subdiácono. Se llevaron los ornamentos de la Catedral, de primera clase».

La Virgen de los Dolores en su salida procesional. SUR

De tan parca crónica se deduce el rango e influencia que debían ostentar las familias a las que se alude, aunque sin aportar nombres, lo que explica las posibilidades de las que disponían para organizar y costear las distintas celebraciones, incluida la procesión. Y, aún más si cabe, el que su influencia lograse el préstamo del ajuar litúrgico catedralicio que, rara vez, consentía el cabildo en prestar.

Finalmente, resulta llamativo que en ningún momento se haga referencia a hermandad alguna, ni mención a las imágenes patronales que, según se ve, en aquella ocasión, cedieron su protagonismo a Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores, que debían gozar de la predilección de los devotos, no solo de los autóctonos, si no de los foráneos.

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