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Los devotos del Cautivo y la Trinidad forman una larga cola para ver a las imágenes, que desde las 12 y hasta las cinco de la tarde están expuestas a veneración pública en su casa hermandad tras la misa del alba de esta mañana.
El Señor de Málaga y la Virgen están sobre unos pedestales y escoltados por cuatro hachones y dos ánforas de flores a las puertas de la casa hermandad.
Ante ellos pasan los fieles, de todas las edades, a través de un itinerario de vallas y bajo vigilancia de los hermanos de la cofradía y de la Policía Local mientras un quinteto de metales de la banda sinfónica de la Trinidad interpreta marchas procesionales.
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Fieles a la tradición, un buen número de fieles lleva ramos de claveles, que son depositados en unas cubas dispuestas al efecto. Un gesto que se mezcla con las emociones a flor de piel.
«Con covid o sin covid hay que venir a ver al Cautivo», afirma María Teresa, que ha venido desde Fuengirola y que lleva más de veinte años acudiendo a ver al Cautivo en el día en que se celebra el traslado.
Para el joven José Carlos son «muchos los recuerdos que se agolpan cuando estás delante de Él», mientras que para María Cristina «nos quedamos con las ganas de verlo caminar en su trono, pero algo es algo ya que el año pasado no pudimos ni visitarlo».
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