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JOSÉ JIMÉNEZ GUERRERO
Miércoles, 11 de mayo 2022, 00:25
Es conocido que en épocas pasadas algunas cofradías realizaban unidas su estación penitencial. Y esta circunstancia no solo afectaba a las corporaciones que compartían una misma sede canónica (aunque se producía en ocasiones, como en las radicadas en la iglesia de San Juan), sino que también alcanzaba a entidades nazarenas de templos distintos.
Por ejemplo, entre otras se ha referenciado que, a mediados del siglo XIX, las efectuaron conjuntamente las hermandades de Jesús el Rico, asentada en la iglesia de Santiago, y la Archicofradía de la Sangre, en la de la Merced.
En este sentido, el periódico local El Avisador Malagueño refería que el Jueves Santo del año 1856 «a las oraciones de dicho día saldrán de la parroquia del Señor Santiago las efigies de Nuestro Padre Jesús el Rico y Nuestra Señora de los Dolores y dirigiéndose a la parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes a su paso se incorporarán las de San Juan Evangelista y la de Jesús Crucificado que, con el título de la Sangre, se venera en ella. Ambas procesiones, ya reunidas, seguirán la siguiente estación: calle Álamos, Torrijos, Puerta Nueva, calles de Compañía, Santos, San Juan y Nueva, plaza de la Constitución, calle de Granada a sus respectivas iglesias».
Como he afirmado, las hermandades con sede en la iglesia de San Juan a veces realizaron juntas su procesión. Y no me refiero a las que unieron sus destinos en una sola: Fusionadas de San Juan. En 1863, lo efectuaron las de Jesús de la Exaltación, del Nazareno, y de la Puente.
Sin embargo, un caso singular lo aporta la Hermandad de Jesús del Rescate. En varias ocasiones, y en épocas cronológicas distintas, su titular fue acompañado por otras efigies, tanto de Cristo (que no 'cristífera', palabra muy utilizada en el argot cofrade y que no contempla el diccionario de la RAE) como marianas.
Por mor de las consecuencias de los procesos desamortizadores, la fraternidad se trasladó desde el convento de Nuestra Señora de la Purísima Concepción y de Nuestra Señora de Gracia (conocido a nivel popular como el 'Conventico') a la iglesia de San Juan. Años más tarde, y una vez aprobado su régimen estatutario (lo que sucede en 1894 bajo el episcopado del prelado Marcelo Spínola), la efigie de Jesús del Rescate fue procesionada. No obstante, no realizó su procesión en solitario, ya que fue acompañada por un icono de Virgen que no pertenecía a la corporación. Fue la primera vez, que se haya documentado, que sucedió esta circunstancia.
El periódico La Unión Mercantil señalaba, en su número de 20 de marzo de 1894, que: «Después de las ocho salió de la iglesia de San Juan recorriendo las calles que anunciábamos ayer y regresando al templo siendo más de las doce. La Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Rescate se halla constituida hace un gran número de años. La efigie, sin ser de un mérito extraordinario, es de las mejores que existen en la iglesia de San Juan. Para la procesión de anoche se ha construido un precioso risco sobre las andas, en madera tallada, adornándose con flores y plantas artificiales. El autor de esta obra es el señor Guijarro, un hábil tallista. Detrás del Señor del Rescate fue en procesión una Dolorosa que se venera en la capilla que existe en la calle del Marqués, esquina a la de Arriola en el sitio conocido por la bajada del puente de Santo Domingo. Los nazarenos, que eran muchos en número, vestían túnicas moradas e iban cubiertos con unos 'capiruchos' iguales a los que usan los individuos de las cofradías de Sevilla. La procesión se verificó con el mayor orden y resultó muy lucida siendo grande la afluencia de personas por todas las calles del tránsito. Al pasar por la del Marqués de Larios se detuvo la efigie del Nazareno frente al Círculo Mercantil quemándose varias bengalas».
Este dato fue reseñado por Agustín Clavijo en la página 143 del primer tomo de la enciclopedia de Semana Santa que en 1987 publicó la malagueña editorial Arguval. Asimismo, lo refirió José Manuel Luque en la página 54 de su obra 'Aproximación histórica a la Real, Piadosa y Venerable Hermandad de Culto y Procesión de Nuestro Padre Jesús del Rescate y María Santísima de Gracia', que se editó en 1999.
Indudablemente, tal y como en su día especificó el siempre recordado Jesús Castellanos en el libro que, con motivo de su coronación canónica, y bajo el título de 'Nuestra Señora de los Dolores del Puente: espacio urbano y devoción popular', vio la luz en 2004, la imagen que acompañó a Jesús del Rescate fue la de la Virgen de los Dolores, 'la del Puente'.
No obstante, en los dos años siguientes, 1895 y 1896, la procesión la realizó con la Hermandad de la Puente del Cedrón. En este caso, lo hizo junto a una efigie de Cristo. Dos momentos pasionistas para una misma procesión.
Como di a conocer en un reciente artículo publicado en este medio el pasado 3 de marzo, titulado 'La imagen de Jesús del Rescate participó en la liberación de un preso a finales del siglo XIX', el Martes Santo de 1897 fue procesionada desde la iglesia de la Trinidad. Y también estuvo acompañada por un icono de Virgen, en este caso bajo la advocación de Dolores. Tampoco pertenecía a la fraternidad.
La repetición de estas circunstancias desvela el deseo de la corporación de contar en la procesión con una imagen mariana, aunque aún no dispusiese de ella. Se pretendería que en un mismo cortejo se hiciese representación pública tanto de la escena que encarnaba el Cristo rescatado, como del acompañamiento de su Madre Dolorosa.
Desde 1902 y hasta 1931, la corporación tuvo su sede canónica en la iglesia de San Carlos y Santo Domingo. Y fue en este periodo cuando, de nuevo, llevó a cabo otra procesión junto con una hermandad que aportó la imagen de una Virgen que desde el siglo XVIII gozaba de un profundo arraigo devocional en la zona trinitaria: la de Zamarrilla.
La entidad, con sede en la ermita, se había fundado bajo el título de 'Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores' en 1921. Al año siguiente, ya con la nueva advocación de María Santísima de la Amargura (este año se ha cumplido el centenario), realizó su primera procesión (también se han celebrado los 100 años). En los itinerarios de 1922 y de 1923 no se produce el paso del cortejo por el barrio de la Trinidad ni por el del Perchel, sino que partiendo desde la capilla y por la calle de los Mármoles alcanzaba el centro de la ciudad. Por la misma vía regresaba a su templo una vez cumplida la estación penitencial.
El conocimiento de esta circunstancia es relevante ya que en 1924 sí se introduce en el barrio perchelero. La causa: acompañar a la procesión de Jesús del Rescate desde la iglesia dominica. Incluso, la fraternidad cambió, de manera excepcional, el día de su salida procesional: del Jueves Santo al Miércoles Santo.
El cortejo lo inició la hermandad de Zamarrilla desde la ermita y tras atravesar la calle Despensilla y el Llano de Doña Trinidad accedió a las del Huerto del Obispo y San Jacinto para incorporarse a la procesión de Jesús del Rescate (que había partido desde la iglesia de San Carlos y Santo Domingo) junto al puente de Tetuán. Desde ese enclave continuaron, ya unidas, por la entonces nombrada Alameda de Alfonso XIII (derecha), Marqués de Larios, plaza de la Constitución, Granada, plaza de la Merced (vuelta), Álamos, Torrijos (actual Carretería), Puerta Nueva, pasillo de Santa Isabel, Arriola, Atarazanas, Martínez, Alameda de Alfonso XIII y puente de Tetuán. Desde este punto, la Hermandad del Rescate continuó por el pasillo de Santo Domingo hasta alcanzar su templo. La corporación de Zamarrilla continuó por el pasillo de Guimbarda y por la calle de los Mármoles hasta la ermita.
La prensa local reseñó que ambas hermandades irían 'fusionadas' recorriendo idéntico itinerario. Esta apreciación especifica que Rescate y Amargura decidieron realizar juntas la estación penitencial como si de una sola entidad nazarena se tratase. Rescate aportaba su imagen de Cristo; Zamarrilla, la de la Virgen de la Amargura. Hay que tener en cuenta que las dos hermandades solo disponían, en ese momento, de un titular.
Dos años más tarde, Antonio Castillo Lastrucci labró la imagen y el grupo escultórico de Jesús del Santo Suplicio para la Hermandad de Zamarrilla. Tras su bendición en la iglesia de la Aurora María fue procesionado por vez primera, junto con la Dolorosa, el Jueves Santo de 1926.
Su incorporación al cortejo conllevó que la cofradía modificase su itinerario procesional en aras de resaltar su vínculo y sus raíces con el barrio en el que se alzó la ermita: el de la Trinidad. Y, además, la fraternidad incluía en su itinerario, desde ese año, el paso por delante del edificio del Hospital Civil. Un hecho que, aunque por circunstancias y motivos diferentes, está relacionado con otra hermandad trinitaria, la de Jesús Cautivo y María Santísima de la Trinidad.
Asimismo, la entidad quiso plasmar su origen insertando una cruz trinitaria en los equipos de nazarenos. La corporación aspiraría a que la nueva imagen fuese considerada como el Señor del barrio de la Trinidad. No existía otra imagen pasionista de Cristo que fuese procesionada desde ese espacio. Esta iniciativa fue abortada tras la destrucción de la efigie del Santo Suplicio en la aciaga mañana del 12 de mayo de 1931. Años más tarde, fue el Cristo que en 1938 tallara José Gabriel Martín Simón, el que retomó y consolidó el aspecto devocional e identificativo del barrio: Jesús Cautivo.
La Hermandad del Rescate, como lo hizo la de la Amargura en 1926, también acudió al mismo imaginero hispalense para encargar la hechura de su nueva imagen titular. Fue en 1954. Dos años más tarde, el domingo 9 de diciembre de 1956, y en la capilla del Hospital Militar, se bendecía la efigie de María Santísima de Gracia, también realizada por Castillo Lastrucci. Con ello, la cofradía alcanzaría una añeja aspiración: poseer dos titulares.
La prensa local elogiaba en 1924 la labor llevada a cabo por los hermanos del Rescate al tiempo que señalaba que habían conseguido, en corto espacio de tiempo, organizar la procesión. Resaltaba la escasez de medios económicos de los que disponían y que a pesar de ello «la sagrada comitiva desfiló vistosa y ordenada, hallándose el trono del Señor vistosamente adornado».
La imagen del Señor fue procesionada en un trono, obra de los hermanos Casasola, que había sido utilizado a principios del siglo XX por la Virgen de la Esperanza. Era el conocido como 'trono de estrellas', aunque en la parte frontal del cajillo fueron sustituidas por un óvalo con la cruz trinitaria y ornamentación floral.
La revista La Saeta informaba que la Virgen de la Amargura llevaría una corona dorada muy artística y valiosa un manto de tisú de oro y sobre artístico trono con tallas doradas. La cofradía estrenaría ese año un estandarte bordado en oro, 4 bocinas de plata y 15 dalmáticas que figuraron en cabeza de procesión. Al trono, construido por Antonio Barrabino, se le acoplaron tallas doradas y dos artísticos arbotantes de bronce de 18 luces cada uno. Los cargos portaron túnicas de lana carmesí y capirotes de igual color de terciopelo bordado en oro, con guantes, calcetines blancos y sandalias.
Evidenciando que en la procesión se hallaban integradas dos hermandades distintas, y siguiendo una costumbre que ya se estaba implantando en la época, cada una de las imágenes contó con una presidencia distinta. En la de Jesús del Rescate se integraron el hermano mayor Juan Baena Gómez, el padre Estebanell, el capitán del regimiento de Borbón, Federico del Alcázar, y el de igual categoría de Álava, Francisco Corras. En la de la Virgen de la Amargura figuraron el comandante de la Guardia Civil, Verder, el capitán del Regimiento de Álava, José Gil, y los señores Antonio Martin Sánchez y Antonio Marfil.
Las causas finales por las que Rescate y Amargura procesionaron juntas quedan en el terreno de la hipótesis.
¿Fue la imagen de la entonces nombrada como Virgen de los Dolores de Zamarrilla la que acompañó a la de Jesús del Rescate en la procesión que, partiendo desde la iglesia de la Trinidad, realizó en 1897 y por ello se volvió a repetir la experiencia?
Mas, tal vez la teoría más plausible sea aquella que indica la conveniencia y el deseo corporativo de que en un mismo cortejo se diese culto público a una imagen de Cristo y otra de Virgen. La cercanía espacial de las sedes de ambas hermandades, junto con la circunstancia de que cada una de ellas solo contaran con un titular, pondrían en bandeja esta posibilidad. Sin embargo, queda la duda, o al menos cabe teorizar sobre la posibilidad de que lo que fue un hecho puntual hubiese podido tener consecuencias institucionales y fructificar en una nueva fraternidad que tuviese a ambas imágenes como titulares.
Sin embargo, nunca se llevó a cabo. Cada corporación nazarena siguió un rumbo diferente y lo ocurrido en 1924 no se volvió a repetir.
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