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Las calles de la Trinidad se convierten cada Sábado de Pasión en el epicentro de la fe de un pueblo que sigue la estela blanca que dibuja la túnica de Jesús Cautivo. Hoy no habrá ríos de devoción que desemboquen en ese mar de pasiones ... cofrades que es el barrio trinitario en la antesala del Domingo de Ramos porque todo es distinto en estos días donde la rutina se ha visto alterada por el decreto de estado de alarma ante la pandemia y que obligará a una Semana Santa sin procesiones por las calles. Eso sí, aunque sea en la distancia permanece imperturbable la devoción al Cautivo, más acrecentada si cabe en estos días de zozobra e incertidumbre, donde su imagen, en pequeñas estampas, lleva el consuelo a habitaciones de hospital, a residencias de ancianos y a los hogares golpeados y amenazados por ese mal de nuestros días de nombre coronavirus.
Hoy no habrán sonado los despertadores a esas horas en que la madrugada aún es dueña de las manecillas del reloj en los hogares de la capital y de diferentes puntos de la provincia para que los devotos del Señor de Málaga emprendan el peregrinaje anual –en ocasiones haciendo decenas de kilómetros en coche o autobús– para reencontrarse con Él; no habrá aglomeraciones en la explanada de San Pablo para seguir la eucaristía; ni jóvenes encaramados a las tapias cercanas; los balcones permanecerán con las persianas bajadas; y no se impondrá la medalla de la cofradía a los jefes y oficiales que representarán a los Regulares en la misa. Sólo el silencio será el protagonista en la aurora de un día tradicionalmente bullicioso.
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Lo único que sí se mantiene, aunque alterada y adaptada a las circunstancias, es la misa del alba, a las 7 de la mañana. Una eucaristía que oficiarán en la soledad de la iglesia de San Pablo los padres José Manuel Llamas y Juan José Chinchilla. Con el templo cerrado y sin fieles, los devotos podrán seguir la que este año se ha dado en llamar 'Misa al alba' a través de las cámaras de televisión (Canal Málaga, Canal Sur, 13TV, Procono y la página web de SUR la emitirán) y donde se pedirá especialmente por la salud de los enfermos afectados por esta pandemia.
Las emociones, las sensaciones y alguna lágrima derramada se vivirán en esta ocasión en la intimidad de cada uno en su vivienda, convertida en este Sábado de Pasión, en particulares trozos del barrio de la Trinidad repartidos por diferentes puntos de la geografía, porque la devoción a Jesús Cautivo traspasa las fronteras.
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Concluirá la misa y en la memoria aflorarán los sentimientos de lo que pudo haber sido y este año no puede ser. A la memoria acudirá entonces el sonido de la saeta de los ganadores del Concurso Nacional que organiza la Peña Recreativa Trinitaria y que este 2020 no se pudo celebrar. Las esquinas de calles y plazuelas se quedan hoy huérfanas de vendedores ofreciendo ramos de claveles rojos para lanzarlos a los pies del Cautivo y la Trinidad como promesas. Las cornetas y tambores de la banda de Jesús Cautivo quedarán mudas. Las calles Zamorano, Don Juan de Austria, Gálvez Ginachero, La Regente o Sevilla echarán de menos el deambular de miles de devotos del Señor de la túnica blanca. Ni siquiera habrá colas a las puertas de la cafetería Oña para degustar un chocolate con churros con el que reponer fuerzas.
Las especiales circunstancias que han alterado la vida del país provocarán que los enfermos del Hospital Civil no puedan rezar y pedir por su salud mirando fijamente a los ojos del Señor Cautivo y su Madre de la Trinidad, en la visita que cada año rinden al centro hospitalario. Y, ahora que hace aún más falta, no se vivirá ese emocionante momento en el que los hombres de trono dejan su puesto bajo el varal al personal sanitario; profesionales de la salud que en estos días son héroes, la avanzadilla en la lucha contra la pandemia; unos particulares 'cautivos' ataviados con batas blancas que con sus cuidados y atenciones llevan esperanza a los enfermos y acompañan en sus últimos momentos a aquellos que son llamados a su lado por el Cautivo.
En este sábado atípico no se oirá el torrente de voz de Diana Navarro rompiendo el silencio de la mañana con una sentida saeta, aunque si se rebusca en la memoria aún llegan los ecos de la que interpretó un año atrás. No habrá furgonetas esperando a recoger los cientos de ramos de claveles para aligerar el peso del trono. Y las petaladas aguardarán al próximo Sábado de Pasión para volar en libertad desde la altura de los balcones al paso del Señor de Málaga.
Los recuerdos y las instantáneas de la solitaria misa que llegará a los hogares a través de las ondas televisivas serán las únicas imágenes de un Sábado de Pasión diferente, el de este año del Señor de 2020. El único consuelo es que ya queda menos para el de 2021, donde, más si cabe que nunca, las calles de la Trinidad a buen seguro se volverán a llenar forma presencial de esa pasión cautiva que hoy se vive desde la lejanía.
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