Jesús El Rico camina entre la multitud hacia la plaza del Obispo para liberar a un reo. Ñito Salas
Miércoles Santo

La ansiada libertad que está por llegar

El Rico no cumplirá hoy la tradición de liberar a un preso, en unos días en que millones de ciudadanos son reos del coronavirus

Miércoles, 8 de abril 2020, 00:10

La vida está llena de paradojas. Cada Miércoles Santo, miles de malagueños asisten a uno de los actos más señeros de la Semana Santa de la ciudad: la liberación de un preso por Nuestro Padre Jesús El Rico en presencia de la Virgen del Amor. ... Este año no habrá acto institucional en la plaza del Obispo, frente al atrio de la Catedral, con la presencia de las principales autoridades civiles, religiosas y de la Policía Nacional para que se cumpla aquel privilegio otorgado por el rey Carlos III a la cofradía para devolver la libertad a un penado. Fue el agradecimiento real a los presos que, ante la epidemia de cólera que azotó la ciudad en el siglo XVIII bajo el reinado del monarca ilustrado y que provocó que la gente huyera de Málaga y no pudieran celebrarse las procesiones, pidieron portar a El Rico; solicitud que se les denegó, lo que les llevó a amotinarse, sacar a la imagen en procesión y a la conclusión del desfile volver todos a la prisión. Hoy, son millones de españoles los que aguardan en sus casas recuperar la libertad coartada por la amenaza de la pandemia del coronavirus.

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Libres, como las alas al viento que cantara Rocío Jurado, son esas palomas que hoy buscarán y no encontrarán por las calles y esquinas a una Virgen de ojos verdes que mora en una capilla donde Jesús de la Puente cruza el Cedrón sobre los suelos que en su día ocupó el antiguo convento franciscano de San Luis el Real.

Los niños no lanzarán palomas al paso del grandioso y majestuoso trono de la Virgen de la Paloma; no se producirá ese momento mágico donde las leyes de la física son superadas por las de la fe en el momento en que el dorado trono cruce la estrecha calle que une la plaza de San Francisco con Carretería; no habrá apoteosis de la Paloma entrando en la tribuna oficial entre música, vítores y aplausos. Y ya van dos años sin que las cámaras inmortalicen estos momentos. En 2019 fue la lluvia, el peor enemigo de los cofrades, en esta ocasión es el Covid-19, el mayor adversario hoy de la humanidad.

Las palomas buscarán y no encontrarán el trono de la Virgen de los ojos verdes

La Guardia Civil es garante de la libertad de los ciudadanos. En estos días, la Benemérita junto a la Policía Nacional (no podrán acompañar a Jesús El Rico) y el Ejército –las tropas militares siempre tan vinculadas a nuestra Semana Santa aunque a algunos le pese–, en conjunción con el personal sanitario, transportistas o trabajadores de establecimientos de alimentación y farmacias son la cabeza de procesión que lucha contra la pandemia.

El Santísimo Cristo de la Expiración es el Protector de la Guardia Civil. Hoy, los agentes del Instituto Armado, su escuadrón de caballería, los alumnos de la academia de la Benemérita y su banda de música no acompañarán al singular y majestuoso trono salido de los talleres de Félix Granda, pero su marcialidad desfilará por las calles, carreteras, puertos, aeropuertos y aduanas velando por nuestra seguridad. Tampoco sonará el Himno de Coronación para acompañar a la Virgen de los Dolores en su plateado trono.

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Este Miércoles Santo iba a ser especial para la archicofradía radicada en San Pedro al conmemorarse el centenario de la fusión de las hermandades de la Expiración y los Dolores. Por ello se iban a procesionar los antiguos estandartes de 1920 y la cruz parroquial de la iglesia donde tienen su sede canónica acompañada por dos ciriales ataviados con las dalmáticas datadas en el siglo XVII y que fueron propiedad del obispo Armengual de la Mota. Asimismo, el Crucificado iría sobre la cruz plana y sin potencias. Otra foto para cuya toma habrá que aguardar lo que tarde el almanaque en dejar caer doce hojas.

Este iba a ser un día especial para la Expiración, que celebra su centenario

Por segundo año consecutivo, Jesús no derramará por las calles de la ciudad su Sangre, que mana de la herida del costado provocada por la lanza de Longinos. No habrá ríos rojos de nazarenos ni malvas. Málaga deberá aún esperar para poder contemplar en la calle la belleza de la Virgen de Consolación y Lágrimas tras la restauración a la que ha sido sometida por Francisco Naranjo y que ha permitido recuperar su antigua policromía.

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Hoy no habrá apreturas en San Juan, esa iglesia que cada Miércoles Santo parece ensanchar sus dimensiones para acoger a los cuatro tronos de Fusionadas (Azotes y Columna, Exaltación, Ánimas de Ciegos y Mayor Dolor), portadores, nazarenos e invitados. El protagonismo que cada año adquiere el hervidero multicolor de las túnicas de los penitentes será sustituido en esta ocasión por el silencio. El mismo que provocará que no resuenen en el aire las notas del ‘Bolero’ a cargo de la Brigada Paracaidista.

Esta jornada la deberían haber abierto dos cofradías que coinciden en hacer estación de penitencia en la capital: la Hermandad del Nazareno Redentor del Mundo y la Mediadora de la Salvación, que trae al corazón de la ciudad los aires del barrio de Girón-Delicias y la Hermandad de los Salesianos. Cofradías definidas por el recogimiento y la sobriedad en una jornada marcada por una palabra, hoy más anhelada que nunca por todos: libertad.

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