Secciones
Servicios
Destacamos
ELÍAS DE MATEO
Málaga
Jueves, 9 de diciembre 2021, 00:11
No vivía ni España, ni Málaga, ni la propia Agrupación, buenos momentos en 1946. Eran los años de la dura posguerra con la represión sobre los vencidos, el racionamiento, el mercado negro, la miseria generalizada, las restricciones eléctricas, las epidemias y el aislamiento internacional. Tampoco a la entidad le iban bien las cosas. Tras la dimisión de Enrique Navarro en julio de1945, ocupaba la presidencia el hermano mayor del Amor, Alfonso Sell Aloy. La escasez de ingresos resultaba agobiante. Se recaudaba muy poco por el recargo de las consumiciones en bares y restaurantes y por la venta de lotería de Navidad. Solamente la recaudación por sillas y tribunas permitía sacar adelante con muchas dificultades el presupuesto anual. La cera y la parafina, esenciales para los desfiles procesionales, escaseaban.
De todas formas, estos años vinieron marcados también por la bendición de la nueva talla del Cristo Resucitado (1946), obra de Capuz, que no gustó a un amplio sector de los cofrades malagueños, y por el ingreso de dos nuevas corporaciones nazarenas: la del Coronado de Espinas (Estudiantes) (1945) y la del Niño Jesús de Gran Poder (1946), una interesante iniciativa cofrade rápidamente frustrada.
La Agrupación se planteó, bastante tarde, la conmemoración de sus veinticinco primeros años de vida. Durante el año anterior, 1945, ni se habló ni se programó nada en este sentido. Tampoco se aprovechó la bendición del nuevo grupo de Cristo Resucitado.
No fue hasta después de la Semana Santa de 1946, y en concreto el 5 de junio, cuando se decidió organizar una serie de actos conmemorativos. Se nombró responsable al entonces hermano mayor de Mena, Miguel Serrano de las Heras, que contó con el asesoramiento y ayuda del periodista Sebastián Souvirón y del cronista agrupacional Joaquín Díaz Serrano.
Un mes más tarde, Miguel Serrano presentó un completísimo programa de actividades. Pasado la fecha de la efeméride, el hermano mayor de Mena decidió hacer coincidir las celebraciones con la festividad de la Virgen de la Victoria, en concreto los días 6, 7 y 8 de septiembre. Sin presupuesto, trató de compaginar en aquella celebración tanto una dimensión estrictamente religiosa y de cultos como otra cultural sin olvidar lo lúdico y lo asistencial.
Las misas, funciones religiosas y honras fúnebres organizadas fueron numerosas, solemnes y contaron con una masiva participación. El día 6 de septiembre, a lo largo de toda la mañana tuvieron lugar «solemnísimos funerales», en recuerdo «a todos sus cofrades fallecidos». Todas las cofradías los celebraron conjuntamente por parroquias.
La primera gran celebración religiosa con la asistencia de representantes de todas las hermandades tuvo lugar en la tarde de dicho día. A partir de las ocho, tuvo lugar una solemne función religiosa.
«(…) con Exposición mayor de S.D.M., Santo Rosario, Letanía cantada, Sermón en el que él Muy Ilustre Sr. Dr. D. José Suárez Faura, Canónigo de ésta S.I.C. elevará al Cielo la plegaria de las Hermandades malagueñas, Bendición, Reserva y TE DEUM en acción de gracias al Altísimo, oficiado por el EXCMO. Y RVMO SR. DR. DON BALBINO SANTOS Y OLIVERA».
Al día siguiente, el sábado 7 de septiembre, continuó la secuencia de los grandes actos y celebraciones estrictamente religiosos y que tuvieron lugar en el interior de los templos.
«A las 11 de la mañana. En la iglesia del Stmo. Cristo de la Salud, Patrono de Málaga, SOLEMNE MISA DEL ESPÍRITU SANTO, oficiada por el Muy Ilustre Sr. Dr. D. Andrés Coll y Pérez, Canónigo Arcipreste de esta S.I.C.».
Esa misma tarde, a las siete y en la parroquia de Santiago tuvo lugar la imposición de la Medalla de Oro al Mérito Penitenciario a la imagen de Nuestro Padre Jesús el Rico. Este acto se introdujo dentro del programa, aunque no tenía una relación directa.
Finalmente, y el domingo día 8, coincidiendo con la festividad de la Virgen de la Victoria, los cofrades volvieron a congregarse en la Catedral ante la Patrona, a las 8.30 de la mañana, momento en el que tuvo lugar una «SOLEMNE MISA DE COMUNIÓN GENERAL».
Causa extrañeza comprobar que, en estos días, la Agrupación no organizase ninguna procesión conmemorativa o salida extraordinaria a la calle de alguna imagen o conjunto de ellas como ha ocurrido en el centenario con la procesión magna.
Desde el primer momento se aprobó realizar una medalla conmemorativa, exclusivamente en bronce. El diseño fue encargado al dibujante y diseñador Antonio Fernández Fenoy.
También se encargó un cartel anunciador y conmemorativo a Eduardo Casares Goñi. Según Agustín Clavijo, «En su composición se combina hábilmente el motivo principal (la celebración de tan notable efeméride, a través de las dos campanas lanzadas al viento con la inscripción de los dos años: 1921-1946), y el marco geográfico de la Agrupación de Cofradías y de la Semana Santa: la Catedral de Málaga. Es un cartel de gran eficiencia y poder de impacto, donde lo más destacado es la armonía cromática conseguida a base de cuatro tintas, entre las que sobresale el suave violeta del fondo y el verde intenso de las campanas».
Pero sin duda, lo más innovador fue la celebración en la Sociedad Económica de Amigos del País de la «I Exposición de carteles de Semana Santa en sus distintas épocas y documentos antiguos de las Hermandades de Málaga, así como también de los diferentes bocetos presentados al concurso nacional Cartel Semana Santa 1947».
Su montaje corrió a cargo de los artistas y asesores estéticos de la Agrupación Ricardo Ansaldo Sevillano y Rafael Alfonso García Hidalgo. La colección completa de carteles fue cedida para la ocasión por Miguel Ojeda Torrecilla, propietario de la famosa Cerería Ojeda. Francisco Morales López, fundador de La Saeta, cedió su colección de la revista y muchas cofradías aportaron fotos y documentos antiguos.
Y, simultáneamente, en el salón de actos tuvo lugar la I Asamblea de las Cofradías Malagueñas, un auténtico congreso cofrade. A la conferencia inaugural sobre la trayectoria histórica de la Agrupación a cargo de Joaquín Díaz Serrano, cronista de la entidad, le siguieron una serie de ponencias sobre las necesidades y anhelos del mundo cofrade malagueño. Se recogieron las siguientes propuestas: la petición de subvenciones para sustituir el patrimonio perdido durante la década anterior; cómo promocionar y divulgar la Semana Santa; autorización por parte del obispado de hermandades en curso de reorganización o creación; implicación de los artistas locales en los temas cofrades; fomento de la artesanía y de las artes decorativas aplicadas al culto procesional; actividades asistenciales y benéficas; y, finalmente, exposición del patrimonio procesional.
Causa asombro tanto la pervivencia a lo largo del tiempo de inquietudes, proyectos y líneas de actuación en el colectivo cofrade malagueño, como la modernidad y el carácter visionario de algunos planteamientos. Aquí están ya los gérmenes de un futuro Museo de las Cofradías; de la magnífica eclosión actual de talleres de bordado y orfebrería en Málaga; de la implicación con el mundo cofrade de muchos pintores malagueños o la incorporación de hermandades nuevas o reorganizadas, como se hará a partir de 1978.
Esta faceta del programa de actos se completó al día siguiente, el domingo 8 de septiembre, festividad de la Virgen de la Victoria a las diez y media de la noche en el Teatro Cervantes donde tuvo lugar el «ACTO DE EXALTACIÓN DE LA SEMANA SANTA MALAGUEÑA», actuando de mantenedor el arcipreste de la Catedral, Andrés Coll, que fue presentado por José Luís Estrada y Segalerva. Este acto del Cervantes es el antecedente más directo del pregón oficial. El exorno del escenario corrió a cargo de los artistas cofrades Ricardo Ansaldo y Rafael Alfonso.
Dentro de los parámetros tradicionales en el ejercicio de la caridad, los responsables agrupacionistas quisieron hacer participar de sus celebraciones a los dos colectivos más castigados por la dura posguerra y sus secuelas: los indigentes y los niños. Así, se organizaron tanto una «COMIDA A 4.000 POBRES» como un «GRAN FESTIVAL en honor de la población infantil de Málaga, con sorteo de juguetes y golosinas».
La primera fue un auténtico desafío logístico. Su responsable, el hermano mayor del Paso y la Esperanza Matías Abela logró que el Ayuntamiento acondicionase a tal fin la Casera Oficial de la Feria en Martiricos. Se instalaron 1.250 metros lineales de mesas con manteles de papel. Se adquirieron y repartieron 4.250 platos y vasos de cartón con el anagrama de la Agrupación. El plato principal era una paella. Llegaron a servirse más de 4.500 raciones. El costo, pese a las ayudas oficiales y donativos privados incluidas las del Gobierno Civil fue para la Agrupación de casi 19.000 pesetas de la época.
Esa misma tarde del domingo día 8 tuvo lugar en la plaza de toros de La Malagueta un «GRAN FESTIVAL en honor de la población infantil de Málaga, con sorteo de juguetes y golosinas», y donde se dio un papel protagonista a los niños acogidos en los establecimientos benéficos. La entrada era totalmente gratuita y el espectáculo consistió, primero, en el desfile de la Banda del Frente del Juventudes; a lo que siguió la elevación de globos y fantoches; una exhibición de bailes y danzas regionales a cargo de «las Flechas Femeninas de Falange»; sorteo de regalos; actuación de payasos y dos parodias taurinas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Almudena Santos y Lidia Carvajal
Rocío Mendoza | Madrid, Álex Sánchez y Sara I. Belled
Alba Martín Campos y Nuria Triguero
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.