La Semana Santa de Málaga no se entendería sin su vinculación con los barrios. Gran parte de las cofradías están radicadas en ellos y forman parte indisoluble de esas zonas de la ciudad. Hasta hace no demasiados años, una limitación que impedía a las procesiones llegar al Centro y pasar por el recorrido oficial era la distancia. Se consideraba que era muy complicado, por no decir imposible, que una cofradía bajara al casco antiguo desde el extrarradio de Málaga. Pues bien, lo imposible es posible; lo que parecía inviable se ha llevado a la práctica. Los ejemplos más significativos son los de las procesiones de Humildad y Paciencia y de Nueva Esperanza.
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La primera estuvo más de 13 horas en la calle el Domingo de Ramos desde que partió de la Cruz del Humilladero a las 10.20 horas y hasta que se encerró pasadas cerca las 23.30 horas, mientras que la segunda permanecerá este Martes Santo cerca de 14 horas desde que abandone el barrio de Nueva Málaga, a las 15.30 horas y hasta que se produzca el momento de la despedida entre el trono del Nazareno del Perdón y la Virgen de Nueva Esperanza cerca de las cinco de la mañana.
Todas las cofradías dan lo mejor de sí y procuran por todos los medios a su alcance que los cortejos procesionales se luzcan al máximo. En el caso de Humildad y Paciencia y Nueva Esperanza, por una cuestión de recorrido y del número de horas de presencia en la calle, es para quitarse el sombrero. El esfuerzo de sus hombres de trono, nazarenos, músicos y demás miembros de las procesiones es merecedor de alabanza. Cuando se quiere, se puede.
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