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Viernes, 3 de marzo 2017, 17:54
La tradición de que los devotos depositen tres monedas a los pies de la imagen se remonta al siglo XVII, cuando una talla de Jesús de Medinaceli, que se veneraba en una de las colonias españolas del norte de África, fue apresada.
A cambio de la talla, se debería pagar su peso en monedas que, puestas ambas en una balanza, ésta se equilibró en las treinta unidades; por este motivo, los penitentes echan el diezmo -la décima parte- para que se concedan sus plegarias.
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