Advocación catedralicia. El artista, pintando un segundo modelo, con Cristo en apariencia infantil, sosteniendo una cruz para que primara la idea del Verbo encarnado. :: sur

Pintan un telón para el templete de la Catedral

La Congregación de Mena dona al Cabildo Catedralicio una obra de Francisco Naranjo a raíz de la coronación de la Virgen de la Soledad

ALBERTO J. PALOMO

Jueves, 19 de enero 2017, 00:59

málaga. La Catedral de Málaga contará en fechas próximas con una obra pictórica que vendrá a enriquecer su acervo artístico y devocional. En este caso, la oportunidad la ha brindado la Congregación de Mena y el arte exquisito de Francisco Naranjo Beltrán (Benalmádena, 1974). Aunque profesionalmente es un experimentado y acreditado restaurador, en apenas una década su fama como excelente cartelista se ha disparado. Con esta donación el primer templo de la diócesis actualiza las aportaciones que ha recibido de pintores contemporáneos locales, como Paco Hernández, Antonio Montiel, Carlos Monserrate o José Bonilla, entre otros.

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La idea de ofrecer esta obra se generó a raíz de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Soledad, el 13 de junio del pasado año. Este acontecimiento llevó parejo un montaje verdaderamente espectacular que transformó todo el presbiterio de la basílica. Sin desmerecer a ninguna de las hermandades que han entronizado en este espacio a sus titulares con ocasión de este piadoso reconocimiento, hay que convenir que la Congregación de Mena pudo llevar a cabo lo que otras corporaciones, por distintas razones y circunstancias, no pudieron lograr del Cabildo catedralicio en cuanto se refiere al ornato. En ello tuvieron que ver dos factores. El primero, el buen hacer de los cofrades percheleros en general, presididos entonces por Antonio Jesús González como hermano mayor, y en particular del equipo de albacería dirigido por Pablo Krauel; y el segundo, la buena voluntad del anterior deán Alfonso Fernández-Casamayor Palacio. Este montaje efímero que se levantó para acoger a la Dolorosa y que precisó la construcción específica de muchos elementos, quedó perfectamente integrado en el conjunto del altar mayor, enriqueciéndolo y sin estorbarlo. El proyecto fue el resultado aglutinante de las ideas de los citados albaceas y de las aportaciones de quienes se sumaron gustosamente a la empresa, muy especialmente el cofrade Rafael López Taza. Para realzar este conjunto, centralizado por la Virgen de la Soledad ubicada ante el tabernáculo que labrara José Frapolli en la segunda mitad del siglo XIX, se decidió realizar un fondo pictórico. Para ello se recurrió al ya citado Francisco Naranjo, autor de numerosas obras de esta tipología, con las que ha recuperado la antigua tradición de las sargas iluminadas que en centurias pasadas y, hasta la última reforma litúrgica, se utilizaban principalmente para velar las hornacinas y los camarines de los retablos llegada la cuaresma. La primera de estas peculiares pinturas las realizó Naranjo para el altar del Corpus que suele erigir la Cofradía de la Esperanza de Benalmádena. Para la tela de la coronación de la Virgen de la Soledad empleó una sarga cruda sin ningún tipo de preparación, utilizando temple acrílico de color ocre, que es el único tono que domina en la composición. Para concebirla, ideó un rompimiento de ángeles tañendo instrumentos musicales que fue el mejor marco tras la dulce y elegante silueta de la Virgen de la Soledad. Una obra que gustó tanto y tan alabada, despertó el interés del deán, don Alfonso, quien, pasados los días, en torno a la coronación, solicitó a la congregación la cesión de la misma para la Catedral. Su pretensión era que sirviera de telón para el tabernáculo del presbiterio, recuperando así la función perdida que tuvo el mismo como expositor sacramental. La junta de gobierno de Mena estuvo muy receptiva a este deseo, pero por razones sentimentales fáciles de entender, le expusieron que no deseaban desprenderse de la sarga utilizada, ofreciendo a cambio costear otra nueva y de manos del mismo artista. En carta fechada el 5 de julio, el entonces deán aceptaba esta oferta a la vez que facilitaba la temática a mostrar en el lienzo. El parecer de los canónigos fue que la parte superior de la composición quedara rematada por una gloria con ángeles que rodeara la representación de Cristo glorioso o, en diferente opción, el anagrama JHS (Jesús Salvador de los hombres). Por el contrario, la parte inferior debía quedar ocupada por las figuras de los mártires Ciriaco y Paula, el obispo Luis de Tolosa y San Francisco de Paula, todos en actitudes de adoración. La elección de los mismos se debe al patronazgo que ejercen sobre Málaga y al hecho de que sus imágenes, en el pasado, se veneraran en el altar mayor situadas en los ángulos del antiguo tabernáculo.

Francisco Naranjo acogió con entusiasmo esta tarea, esbozando de partida dos bocetos para su aprobación y que recogían las variantes solicitadas, o sea, las siglas referidas a Cristo y la figura del mismo en apariencia infantil y sosteniendo una cruz para que primara la idea del Verbo encarnado, advocación bajo la que se encuentra la iglesia madre malacitana.

Presentación

El domingo 18 de diciembre, estos bosquejos fueron presentados por el artista y el ahora hermano mayor de la corporación, Antonio de la Morena, al actual deán, Antonio Aguilera, porque es sabido que su antecesor y promotor de esta iniciativa desgraciadamente falleció a fines de agosto.

La sarga, cuyas medidas exactas son de 2,65 x 1,75 metros, sorprenderá por la elegancia de su trazo y la hábil armonización de los personajes que ubicados por parejas en los extremos permiten otear una perspectiva de la ciudad donde se vislumbra el mar y el casco urbano con la mole de la Catedral y, en un plano más cercano, la espadaña de la iglesia de la Victoria y las cruces que jalonan el monte Calvario. En concreto, los mártires aparecen a la izquierda del espectador, él de pie y ella recostada, acompañados de angelitos en ademán de entregarles palmas como trofeos por sus padecimientos. Confrontados a ellos se encuentran el obispo de Tolosa, revestido con su paramentos litúrgicos y arrodillado el santo mínimo que sujeta su tradicional cayado con el que ha grabado en la tierra el lema que caracteriza a la Orden por él fundada: 'Charitas'. Para pintarlos, el artista se ha valido, como acostumbra, de diferentes personas que le han servido de modelos, siendo curioso que la infinidad de figuras infantiles tienen un único referente que ha sido Paco Morales, un chavalito de tres años, hijo de unos amigos suyos.

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Carteles cofrades

No es esta la única obra que presentará Francisco Naranjo en fechas próximas, porque también ha recaído en él la ejecución de los carteles que conmemorarán la primera salida procesional de María Santísima del Patrocinio, y los correspondientes a las cofradías de la Expiración y del Amor. En los tres ha puesto todo su empeño y su habilidad, pero se siente especialmente satisfecho de este último que lleva como título: 'Ubi Charitas'. «Creo que es el mejor de todos los que he realizado como cartelista hasta el momento. Y es que a mí me transmite mucho las imágenes de esa hermandad. Me conmueve la genialidad del escultor que las labró y que supo plasmar una escena cruel y trágica como fue la crucifixión de forma tan sumamente amable y delicada, sin estridencias.».

La cartelística es una faceta pictórica que desde siempre le ha fascinado y que le hizo desde muy temprano concurrir a todos los certámenes que sobre esta materia se convocaban, especialmente en su pueblo. Allí ganó el convocado en 1996 por el Ayuntamiento para anunciar la Navidad, y en cuya composición figuraba la popular 'Niña de Benalmádena' ante el Misterio. Por una cuestión de mal entendido puritanismo, la misma noche en la que iban a ser distribuidos los carteles, la Policía Local, siguiendo las instrucciones de las instancias municipales, secuestraron toda la tirada. El hecho, hoy ya anecdótico, no desalentó a Naranjo, quien siguió con esta afición a la par que terminaba su preparación académica y comenzaba su brillante carrera como restaurador profesional.

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Aunque no toca aquí incidir en su trayectoria cartelística, es obligado citar a la que es su obra más importante al respecto: el cartel anunciador de la Semana Santa de Málaga de 2015. Aplaudido de forma abrumadora, lo cual ya es una verdadera proeza, pocos saben que en realidad eran tres las propuestas que desarrolló, decantándose finalmente por la que consideró más apropiada.

Descartes

Los trabajos descartados fueron los que tenían como protagonista a la titular de la Orden de los Servitas, que desechó por no formar parte de la Agrupación de Cofradías, y otro muy elaborado que presidía el Nazareno del Paso ante la fachada principal de la Catedral, ante cuyo trono aparecían tres nazarenos de las hermandades de los Gitanos, Cautivo y Dolores de San Juan sosteniendo cada uno de ellos atributos que simbolizaban respectivamente la devoción, la fe y la penitencia. Sin embargo, pese a su fuerte impacto visual y estético, acabó también por excluirlo ante el temor de que su simbología fuera poco comprensible.

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La pasión que siente por la técnica del cartel y que le hace un rendido admirador de la producción de Eugenio Chicano, de quien recibe apoyo y consejo, no le resta para admitir que es una técnica claramente desfasada:

«En realidad hoy no tiene mucho sentido, es algo anómalo, anacrónico. cumplía su función en los siglos XIX y buena parte del XX, antes del apogeo de todas los medios audiovisuales. Pervive, sobre todo en el mundo cofrade, más que nada, creo yo, con carácter ritualista, de mera tradición. Además, en los últimos tiempos se ha prostituido en demasía y se han editado obras muy mediocres y sin sentido, con escaso o nulo criterio o calidad. Luego está el tema económico, porque las cofradías suelen dar por hecho de que, cuando encargan un cartel, el artista no tiene por qué cobrarlo, lo que implica en realidad que no valoran ni el trabajo ni el tiempo empleado. A mí me ocurrió que no pude asistir como convenía a mi padre hospitalizado, porque tenía que cumplir con los plazos de entrega de varios encargos la pasada cuaresma. Y eran obras que estaba realizando con una nula o simbólica retribución. Desde esta perspectiva no compensa tanta dedicación. Después de todo yo vivo de restaurar, no de pintar».

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Restauraciones

En este campo, su bagaje profesional pasa por haber intervenido imágenes de muchos quilates artísticos, tales como la Virgen de la Encarnación (1999), los Dolores del Puente (2001), el Cristo de Medinaceli (2002) o la Soledad de San Pablo (2013). Y fuera del ámbito procesionista, muchas tallas de los grandes maestros barrocos como Pedro de Mena. «Estas restauraciones más que disfrutarlas las he gozado. Restaurar una de las clásicas dolorosas del granadino, averiguando paso a paso como se valía para hacer los ensambles, como cuidaba los detalles y las terminaciones incluso en aquellos sitios que no son visibles, la maestría con las que iba superponiendo las piezas. es algo sumamente instructivo».

De forma parecida a la cartelística, sus labores en esta materia han sido muy bien acogidas por los cofrades, siempre más dispuesto a calibrar la carga devocional o sentimental de las imágenes que las exigencias científicas. Naranjo, sin traicionar estos postulados, apuesta por soluciones intermedias: «Aunque seas restaurador, en ocasiones, en según qué casos, tienes que tener en cuenta la funcionalidad de las obras. La normativa está establecida y no se puede ni se debe de obviar, pero si saber aplicarla con distinto rigor, con matices. No se puede considerar a una pieza de un museo con igual criterio a otra expuesta al culto. Con esta última hay que buscar una solución intermedia y con tratamientos que a la vez que reparen los desperfectos no sean disonantes con el aspecto bajo el cual ha sido venerada en ocasiones por generaciones de fieles».

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