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ÁNGEL ESCALERA
Jueves, 19 de enero 2017, 00:59
El refranero español dice que es mejor malo conocido que bueno por conocer. Esa aseveración, aunque no es una verdad absoluta, sí que refleja una realidad. El ser humano es muy dado a cambiar, a mutar, a dejar de lado cuestiones que han funcionado bien, pero que han caído en desgracia por distintos motivos. Eso no significa defender el inmovilismo o no andar ni un milímetro. Hay que evolucionar, por supuesto, y adaptarse a los tiempos, que ya se sabe que avanzan que es una barbaridad, pero sin dejarse influir por las modas. No es lo mismo la novedad que la novelería. Así que la Agrupación de Cofradías tiene que analizar hasta la extenuación la pertinencia de modificar el recorrido oficial. El actual, que lleva cerca de un siglo de vigencia, ha demostrado con creces su valía. Sin embargo, hace unos años surgió una corriente que defendía la necesidad de cambiar el camino común de todas las procesiones. El debate se vio favorecido por las obras del metro en la Alameda. Parecía que los trabajos del suburbano obligarían a ejecutar variaciones en ese itinerario. Lo cierto es que no ha sido así. Por tanto, el cambio no es necesario; en todo caso podría ser conveniente. Un factor importante es que el nuevo recorrido perjudica claramente a varias cofradías del Perchel. Por más encajes que se quieran hacer, esas hermandades (Esperanza, Expiración, Mena y Misericordia) tendrán un trayecto más largo. Mejórese lo que haya que mejorar, pero, ¡ojo al dato!, no sea que el remedio sea peor que la enfermedad y luego haya que lamentarlo.
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