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Manuel Rey y Juan José Amores muestran una saya de la Virgen de la Soledad. :: eduardo nieto
Más allá de la cofradía oficial de la ciudad

Más allá de la cofradía oficial de la ciudad

En la hermandad del Viernes Santo consideran que son «iguales que las otras»: «Somos una gran familia»

MARTA JIMÉNEZ

Jueves, 24 de noviembre 2016, 01:05

Nazarenos de terciopelo negro, la marcha fúnebre de Chopin tras el Señor en su catafalco o la Virgen de la Soledad abatida entre sus calas. La estampa que en el imaginario colectivo de la ciudad se mantiene de la Hermandad del Santo Sepulcro lleva consigo un matiz de impenetrable que contrasta con la realidad humana que se congrega en la cofradía del Viernes Santo. «Somos serios y sobrios, pero somos una gran familia y hay muy bien ambiente. Estamos muy cohesionados y aquí no hay bandos». Quien firma estas palabras es Emilio Betés, que desde el 2011 es el hermano mayor. Mismo cargo que ya ocupara su padre a finales de la década de los sesenta. «La cofradía continúa fue fundada por la burguesía malagueña y eso le hizo tener la etiqueta de elitista, pero no es así, y aunque muchos de esos apellidos ilustres sigan formando parte de la cofradía, aquí todos somos iguales, y si alguien ha querido venir para servirse y no para servir, no ha tenido futuro en la hermandad». Además, esta institución establecida en el antiguo convento del Císter, lleva consigo el título 'no escrito' de cofradía oficial de Málaga, aunque desde el seno de la corporación explican que eso atiende más a una leyenda y a una tradición que es común a muchas hermandades del Santo Entierro, pero que no hay ningún documento que respalde ese nombramiento. «Somos exactamente igual que las otras». Eso sí, implica un protocolo especial con instituciones como el Ayuntamiento, la Diputación Provincial o también la Armada Española, con quienes siguen manteniendo lazos, aunque ya no desfile ninguna sección en la procesión. «Ya decíamos que la puesta en escena del cortejo de la cofradía es uno de sus principales sellos. Para mantener esta imagen se hace fundamental la labor del equipo de albacería, con Ignacio Morán como albacea general. Dentro de este grupo también están Juan José Amores, albacea de enseres y de culto, y Jorge Moreno, albacea del trono de Nuestra Señora de la Soledad. Es precisamente esta imponente pieza la que está, en parte, marcando los trabajos de estos jóvenes, ya que al estar en proceso de restauración en el taller hispalense de Emilio Méndez (su llegada se prevé para febrero) ellos se están dedicando a la candelería y a las tulipas para que, cuando llegue el trono, todo esté en perfecto estado. Hay otro factor que también marca los tiempos de trabajo y es el propio museo: al encontrarse numerosos enseres expuestos son estos los últimos que se limpian de cara a la procesión. De todo lo que custodian las vitrinas hay dos joyas que sobresalen. Por un lado, el estandarte del Señor de Moreno Carbonero, que este año ha cumplido un siglo, y, por otro, el de Pedro Sáenz, datado en 1914. Según los albaceas es muy importante la constancia en el trabajo. «Nuestro día fijo de trabajo es el lunes, pero también venimos otros muchos días porque si no sería imposible llegar a tiempo. Si alguien tiene la ilusión de venir a trabajar por y para la hermandad tiene las puertas totalmente abiertas». El que fuera albacea general, Joaquín Morillo, fallecido este año, creó los premios 'Albaceílla', que aún se mantienen y que se entregan en la tradicional comida de hermandad del Jueves Santo. La finalidad es distinguir al albacea más destacado del año.

Economía

Para que las ilusiones vayan tomando forma y los proyectos avanzando, es necesaria no sólo una maquinaria humana, sino también una económica. De esta tarea se encargan Juan Carlos Ruiz, el tesorero, y Juan Antonio Baena, el contador. Este último es el encargado de elaborar los presupuestos: la piedra angular, perfectamente desgranada y que todo el mundo respeta, para que las cosas vayan rodando tal y como se desea. Según Juan Carlos, una de las claves para gestionar los fondos de la cofradía es «tener mucha mano izquierda», aunque apunta que «el grado de cobro es muy alto y que además a los hermanos que tienen necesidades se les quitan las cuotas hasta que puedan de nuevo pagar». Una de las grandes inversiones ha sido la ya citada restauración del trono de la Virgen y una de las que está previsto que llegue en un medio-largo plazo será un nuevo manto de procesión para la Dolorosa. Todavía no hay una fecha cerrada pero si hay previsión. «No hay plazos pero sí hemos abierto la hucha», dicen.

La casa hermandad con vistas al Teatro Romano y la Alcazaba hacen de la terraza un punto de encuentro tanto para los propios hermanos como para particulares que recurren a este espacio para celebrar eventos. Los encargados de coordinar todas estas actividades son Wenceslao Vereda y Candelaria Ruiz que explican que los beneficios obtenidos se destinan a fines benéficos, fundamentalmente a la Fundación Corinto.

Siguiendo con el aspecto social, cabe destacar la actividad cultural de la cofradía. Para lo cual se hace uso de los grandes salones con los que cuenta y que acogen actos como exposiciones de pintura, charlas o conferencias. Estos actos están coordinados, entre otros por Pablo Real, Francisco Durán o Francisco Miranda. Estos dos últimos también miembros del consejo de la cofradía.

Uno de los pilares emocionales, y económicos, de la cofradía son los columbarios. cuyos responsables son Pilar Sánchez Tejero y Rafael Contreras. Hasta la fecha, las cenizas de más de 450 difuntos reposan allí en presencia de la Virgen del Consuelo, una Dolorosa de la escuela de Pedro de Mena, que fuera propiedad de un antiguo cónsul de México familiar de Manuel Mérida, hermano mayor desde 1991 a 2003 y actual consejero, que fue quien finalmente la donó a la cofradía.

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