JESÚS HINOJOSA
Jueves, 17 de noviembre 2016, 00:59
Al igual que sucediera hace tres años con los besamanos del Mater Dei, los besapiés del cierre del Año de la Misericordia han llenado los templos la ciudad de personas dispuestas a no perderse este evento. La afluencia de público fue constante durante el viernes y el sábado en prácticamente todos los cultos instalados, y en varias iglesias se formaron largas colas para acceder a las imágenes, destacando sobremanera las del besamanos a Jesús Cautivo, nuevo ejemplo de una devoción que supera todo lo imaginable y nos trasciende a todos.
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Esta imagen de personas abarrotando las iglesias debería hacer reflexionar sobre el papel que tienen las cofradías a la hora de fomentar la espiritualidad en una sociedad cada vez más alejada de la religión. Habrá quien verá estos besapiés como un puro acto social de encuentro ciudadano. Tal vez tenga mucho de eso. Pero también lo tiene de oportunidad de conexión con unos templos que muchos no pisan en todo el año, a no ser que les lleve a ellos una boda, una comunión o un entierro.
De lo vivido este pasado fin de semana me quedo con la imponente presencia del Crucificado de la Buena Muerte en su capilla de Santo Domingo, la cercanía con el rostro del Señor de Málaga en San Pablo y el acertado exorno de la iglesia del Císter por la albacería del Sepulcro. Hace falta más cultura de besamanos y besapiés en Málaga y esta ha sido una segunda ocasión de fomentarla. Que tomen nota.
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