ANTONIO GARRIDO
Jueves, 17 de noviembre 2016, 00:59
Las cofradías son una mina a la hora de analizarlas en lo que se refiere a sus cultos. No hay que olvidar que en las reglas de todas, desde que tenemos noticias, se afirma que el objetivo fundamental de la corporación es dar culto público a las imágenes titulares como forma de protestación de fe y como manera de evangelizar por medio de esta catequesis en la calle. En los cultos ocupa un lugar especial, muy emocionante, muy entrañable, el besapiés a las imágenes de los Cristos y el besamanos a las Vírgenes.
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Como colofón del Año de la Misericordia, la Agrupación de Cofradías y las hermandades que la integran decidieron organizar un besapiés que calificaré de magno. Las imágenes se presentaron a la devoción del pueblo y las iglesias se llenaron de devotos y de belleza. No seré yo quien emita en este caso juicios estéticos pero la belleza como medio de unión con el plano espiritual es fundamento del catolicismo. El plano material y el espiritual se combinan en la palabra piedad cuando nos referimos a las imágenes; por supuesto que el beso en la cara y en las manos, entre personas, puede tener el mismo sentido. El beso es un acto de piedad y también de reverencia. ¿Por qué piedad? Porque el gesto es un instante de consolación ante el sufrimiento, ante el dolor del hijo y de la Madre. Este es el mensaje profundo, tan humano.
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