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Manuel García
Domingo, 20 de marzo 2016, 23:55
El Domingo de Ramos tuvo dos caras. Por un lado, la amarga, con la lluvia como protagonista, que cogió a las cofradías de la Pollinica y la sección de Lágrimas y Favores a la mitad de sus recorridos, y a las hermandades de Humildad y Paciencia, Humildad y Dulce Nombre en sus barrios. Tanto la corporación de Cruz de Humilladero como la victoriana tomaron la decisión de regresar de inmediato. La primera se encontraba a la altura de la estación de autobuses, mientras que la segunda desplegaba su cortejo por el Compás de la Victoria. Al Ecce Homo se le dispuso un chubasquero para cubrirlo del chubasco. En cambio, Dulce Nombre decidió continuar, pese a la lluvia, y cuando se hallaba en Dos Aceras cambió de postura y puso rumbo al barrio de Capuchinos.
En el intervalo de las 14.30 a las 16.00 horas se vivieron momentos de incertidumbre. Esto hizo que el resto de cofradías del Domingo de Ramos decidiera posponer su puesta en escena 30 minutos sobre el horario establecido.
La cara buena se produjo a las 17.00 horas, cuando el cielo se abrió y dejó paso al sol. Así, la jornada se completó con las procesiones del Huerto, Salutación, Salud y Prendimiento. Hermandad esta última que estuvo muy arropada por el público que llenó las calles del recorrido y vivió momentos de especial emoción en la Tribuna de los Pobres. Pese a los contratiempos por la meteorología, miles de personas se echaron a la calle en una tarde y noche que se tornó agradable en su temperatura.
La primera en discurrir por el recorrido oficial fue la Archicofradía del Huerto, que, a su paso por el Pasillo de Santo Domingo la saetera Nuria Morillo cantó una saeta al Señor desde el balcón de la sede de la Congregación de Mena, y, posteriormente, en la plaza de Fray Alonso de Santo Tomás, giró sus tronos hacia la casa hermandad de la cofradía perchelera. Con la marcha Encarnación Coronada se puso la Dolorosa de la Concepción cara a cara con la Soledad de Mena, ambas imágenes dieciochescas. En ese momento, el hermano mayor de Mena, Antonio Jesús González, tocó la campana del trono mientras el cabo de La Legión Javier Pelayo interpretó el toque de oración con el cornetín, ya que en la capilla de Santo Domingo se celebraba la guardia legionaria.
Al Huerto le siguió la Salutación, que se echó a andar desde la parroquia de San Felipe Neri a las 16.35 horas. La hermandad visitó un año más el convento de las Carmelitas, donde las monjas cantaron al Nazareno de Dubé de Luque. Luego, el cortejo buscó la plaza Virgen de las Penas, otro lugar destacado del recorrido, momento en el que el trono se puso frente a los titulares de la corporación del oratorio de Santa María Reina, y discurrió por Pozos Dulces. En este punto, se produjo un descuelgue de los nazarenos. Y es que mientras la cruz guía se hallaba en Fajardo, el grupo escultórico se situaba en la plaza Virgen de la Penas.
El trono del Señor de la Salutación iba exornado con claveles rojos sangre de toro y piñas de lirios morados en los laterales. A las 22.00 horas pisó la plaza de la Constitución. Seguidamente, siguió su curso hasta la Catedral, donde hizo estación de penitencia. Fue el primer séquito en entrar en la basílica catedralicia, toda vez que Humildad y Dulce Nombre no pudieron hacerlo. Más tarde lo haría la Salud. El paño que portaba la Mujer Verónica llevaba una pintura de Agustín Soler Gálvez.
El cierre del Domingo de Ramos lo pusieron Salud y Prendimiento, que, tras recorrer Ollerías, el Señor giró hacia Carretería con la marcha Reo de Muerte.
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