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UN HITO

La Diputación recoge la obra religiosa del pintor Eugenio Chicano en un libro

ANTONIO GARRIDO

Jueves, 17 de marzo 2016, 00:45

La investigación general de temas cofrades se ha ido incrementando de manera notable a lo largo de los últimos treinta años. Lejos quedan los locos, entre los que me incluyo, que prendíamos darle un estatuto científico y académico, lejos aquellas pioneras jornadas en la Universidad. Lo mismo se puede afirmar de la bibliografía sobre el tema. El interés de los investigadores, de las editoriales y de los medios de comunicación, con nuestra Pasión del SUR a la cabeza, es indudable y los resultados son evidentes aunque queda mucho por hacer.

En la bibliografía encontramos títulos de indiscutible calidad, pero el que voy a comentar es un hito sin duda alguna, una obra de referencia que trasciende con mucho lo cofrade aunque lo contenga para entrar en el campo más genérico del arte religioso o sagrado.

Manuel Bueno, con la supervisión del artista, nos ofrece la integral de Eugenio Chicano en este ámbito de su riquísima y variada producción. La Diputación Provincial ha publicado 'Eugenio Chicano. Pintura religiosa'. Un magnífico volumen de 413 páginas con cientos de reproducciones de obras que abarcan un extenso periodo que va desde 1953 hasta la fecha y lo mucho que queda, porque Eugenio está en un momento especialmente brillante de creatividad.

Este volumen, que fue presentado ayer, es una aportación importante al conocimiento de un universo artístico que no ha sido atendido como se debe en el periodo contemporáneo; quizás, por la decadencia general en la que está sumido. Ya en el XIX se puso de moda la obra religiosa que llamaré de pasta flora, modelos franceses sin vigor y relamidos, cursis hasta el extremo. Salvo excepciones, algunas geniales, los temas religiosos no proliferan y se han quedado estancados; la evolución de la sociedad hacia formas laicas ha sido determinante en este sentido. Sin olvidar los prejuicios.

Chicano es un artista completo, lo tiene más que demostrado y es también un malagueño universal, uno de esos paisanos que está abierto a todas las influencias sin renunciar a este mundo extremado y surrealista, áspero y dulce a la vez que es Málaga.

Amante de sus tradiciones, nunca ha negado su interés por la pintura religiosa y por la Semana Santa. Como en otros ámbitos, en este también ha innovado. Afirmo que es el más moderno de nuestros creadores, el que ha interpretado mejor las diversas tendencias pictóricas que se han sucedido a lo largo del tiempo dentro de las diversas caudas de la figuración. Es el que ha roto con el amaneramiento para situar a su obra religiosa en un nivel de calidad internacional; de aquí la importancia de este libro.

En 1953 y entre ángulos, pliegues cubistas, aparecen los rostros de las 'Tres marías', con el dolor concentrado, con las cabezas unidas y los ángulos de los ropajes. En 1957 tuvo la osadía de presentar 'La Cena' con un Cristo de espaldas, sumido en la penumbra, en las tinieblas de su Pasión prevista, frente a la claridad que enmarca a los apóstoles. No se arredró ante el feísmo y ahí están dos cabezas de Cristo de ese año 1957.

Al mismo tiempo se aplicó al cartel y buenos y tempranos ejemplos tenemos de la Semana Santa de Vélez. Tradición y ruptura se dan la mano. Chicano juega con ambas con el desenfado y la seriedad del Mediterráneo. Año 1968, el soberbio mural de la iglesia de Santa Rosa de Lima que reclama un estudio monográfico. Año 1969, 'Curas', manchas duplicadas. Año 1980, originalísima representación del Cristo de Mena con los legionarios en calle Larios. Año 2003, su obra cumbre, el mural de la Archicofradía del Paso y la Esperanza. No quiero dejar de citar el extraordinario cartel de Zamarrilla de 1994 y un etcétera muy largo y espléndido.

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