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JUAN CARLOS ESTRADA
Jueves, 17 de marzo 2016, 00:45
El verdadero patrimonio de las hermandades lo conforman las personas que construyen a lo largo de los años la historia una corporación. Movidos por objetivos que se antojan en ocasiones lejanos y por un espíritu permanente de superación, se plantean retos e ilusiones que, si llegan a buen puerto, marcan el devenir de una cofradía.
Ese ánimo es el que movía a los cofrades de la Expiración tras los sucesos de los años 1931 y 1936. La guerra aún desdibujaba la convivencia en España cuando la Guardia Civil es nombrada el 25 de mayo de 1938 Presidente de Honor de la Cofradía de la Expiración o lo que viene a ser lo mismo, Hermano Mayor Honorario, como aparece recogido en el Boletín Oficial de la Guardia Civil de 1 de junio de ese año.
Fundado en 1844, el instituto armado había recibido el sobrenombre de Benemérito al serle otorgada la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia con distintivo negro y blanco por sus servicios de auxilio y ayuda permanente a la sociedad (Real Decreto 2088 de 4 de octubre de 1929). Sumaba la Guardia Civil un nuevo reconocimiento, en este caso por parte de una hermandad de Málaga que quería liderar la renovación del movimiento procesionista en la ciudad. Pero ese vínculo que tanto ayudó al engrandecimiento de la Semana Santa de Málaga tenía un nombre propio, el de Carlos Álvarez de Pablo.
La familia De Pablo, que alcanza ya la quinta generación de expiracionistas, comienza su andadura cofrade con Remigio de Pablo. Procedente de La Rioja dedicó su vida a negocios textiles. De aquellas tierras del vino, concretamente de la comarca de Cameros, habían llegado a lo largo del siglo XIX a Málaga un nutrido grupo de riojanos entre los que cabe destacar a Pantaleón y Simeón Larios Jiménez junto a los que desembarcan otros familiares como son los hermanos Manuel, Epifanio y Pablo Solo de Zaldivar Larios.
Casado con Herminia González Muñoz, oriunda de Chile y devota fervorosa de la Dolorosa de San Pedro, Remigio de Pablo es uno de los instigadores de la reorganización de la Cofradía de la Expiración y de la Virgen de los Dolores en 1920. Primo hermano de Remigio, Carlos Álvarez de Pablo llega a Málaga a principios de junio de 1937 destinado como teniente coronel del 16 tercio de la Guardia Civil.
Remigio de Pablo estaba estrechamente vinculado con Enrique Navarro, ya que la tienda que regentó quien fuese hermano mayor de la Expiración entre 1923 y 1981 en calle Nueva número 18 y 20, era el comercio que había sido propiedad de los hermanos De Pablo hasta su cese de actividad en 1928.
En una cena que tiene lugar en la casa familiar de la familia De Pablo, en el número 20 de la Plaza de la Merced, es donde se produce el encuentro entre Enrique Navarro y Carlos Álvarez de Pablo y se fragua la idea de nombrar a la Guardia Civil Hermano Mayor Honorario. En aquellos momentos lograr el patronazgo del Benemérito Instituto significaba garantizarse la protección y amparo de una institución que se había ganado el respeto de los españoles por sus valores.
Una vez dado el primer paso debían lograr estrechar lazos, pero entonces Carlos Álvarez de Pablo abandona Málaga en diciembre de 1938. Durante el año siguiente es trasladado a Lugo y Barcelona, pero a partir de marzo de 1940 tiene como destinos de manera sucesiva la Inspección General de la Guardia Civil, la Dirección General y el Centro de Instrucción del instituto armado, donde permanece hasta que se retira en 1951. Esos destinos van a propiciar una estrecha relación con los diferentes directores generales: Eliseo Álvarez Arenas (1939-1942), Enrique Cánovas Lacruz (1942-1943) y Camilo Alonso Vega (1943-1955). Su posición le va a servir para inculcar el amor al Cristo de la Expiración y a la Virgen de los Dolores a los altos mandos y a todos aquellos guardias civiles que encuentran en los titulares de la hermandad perchelera un referente de fe.
Gracias a sus gestiones se logran recaudar, de manera voluntaria entre los miembros del cuerpo, 26.378,95 pesetas para sufragar los gastos de ejecución del trono del Cristo por parte de los Talleres de Arte del Padre Félix Granda, al que visitó en innumerables ocasiones como desvela la correspondencia que mantenía con Enrique Navarro durante los años en los que se está realizando esta obra singular. Sus trámites y negociaciones con el Ministerio de Industria y el Sindicato Nacional de Industria, fueron claves para lograr los más de 100 kilos de plata empleados para el trono de la Virgen de los Dolores que se fundía en la Metalurgia Los Guindos, desde donde se enviaba a los talleres de Seco Velasco.
Mientras Carlos Álvarez de Pablo hacía realidad y profundizaba en el vínculo entre la Guardia Civil y la Cofradía de la Expiración, otro miembro de la familia De Pablo, Juan de Pablo, ejercía como uno de los hombres de confianza de Enrique Navarro en la vida diaria de la hermandad, que llegaba a un punto de máximo esplendor, cuando su mano y su voz eran quienes cogían el timón de mando para lograr hacer esa maniobra imposible que era que la Virgen de los Dolores entrase desde la plaza de San Pedro a la calle Pavía.
Cuando brille el charol de los tricornios escoltando al Cristo de la Expiración en el besapié de este último miércoles de Cuaresma, en el traslado del próximo Viernes de Dolores o en la noche del Miércoles Santo, en uno de esos destellos quedará por siempre atrapado el recuerdo en la memoria de Carlos Álvarez de Pablo.
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