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Jueves, 17 de marzo 2016, 00:45
Las cofradías de la Semana Santa malagueña, que vivieron una década de 'oro' en los años veinte, sufrieron los lamentables sucesos anticlericales de mayo de 1931. Lo ocurrido entonces, difícil de comprender en la juventud cofrade de nuestros días y hasta en los que no son tan jóvenes en nuestras hermandades de pasión, fue debido a un cúmulo de circunstancias políticas y sociales.
Pero lo sucedido en esa fecha, destrucción e incendios de iglesias y conventos, fue un anticipo de lo que vendría cinco años después. La guerra civil de 1936 acabó en Málaga con lo poco que las cofradías habían podido conservar. Toda aquella suntuosidad fue destruida y fue pasto de las llamas. Y no solamente edificios eclesiásticos, sino también lo que contenían: El gran patrimonio 'semanasantero'. Terminada la guerra, se inició una lenta reconstrucción dentro de un país desolado, dolido, y lo que es peor, hambriento y donde los recursos económicos se dedicaban a satisfacer las necesidades perentorias de las personas. Dentro del mundo cofrade quedaba un hilo de fe y esperanza, y mucha ilusión por reconstruir todo lo perdido. Este espíritu cofradiero fue aumentando conforme pasaba el tiempo.
Los primeros años de la década de los cuarenta fueron un ejemplo de fraternidad entre las hermandades de pasión. Se ayudaban al máximo en la prestación de enseres. La de la Sangre fue una de las que quedaron más empobrecidas, pues perdió el 95 por ciento de su importante patrimonio, así como su sede canónica de la iglesia de la Merced.
Nadie se atrevía a coger el timón de la simple balsa que era la Archicofradía de la Sangre en ese tiempo, aunque al principio parecía que no quedaba nada de su antiguo patrimonio, empezaron a aparecer algunas cosas escondidas en casas particulares, almacenes, asilos y otros lugares inverosímiles.
Pasaban los días, y los antiguos hermanos de la Sangre se preguntaban cuándo y dónde empezarían a reunirse y cómo hacer algo para que la antigua hermandad resucitase, y como Ave Fénix, levantase el vuelo. Solamente contaban con un entusiasmo de cofrades que querían partir de cero.
En la primavera de 1940, un pequeño grupo de hermanos se reúne en la trastienda de un establecimiento propiedad de uno de ellos. Era un local bien decorado, con arcos estilo Mezquita de Córdoba, que se dedicaba a la venta al público de vinos finos de Montilla y a su distribución a otros comercios del ramo. Su nombre fue 'La Cartuja', situado en la calle Granada número 50. En su interior, empezó a fraguarse la reorganización de la hermandad tan anhelada, con el deseo de volver a ver la procesión en la calle para la próxima Semana Santa de 1941.
Comisión gestora
El siguiente paso, fue nombrar una comisión gestora que se comprometiera a gestionar las primeras acciones. La primera de ella, fue encontrar una nueva sede canónica donde alojarse, siendo ésta la parroquia de San Felipe Neri. A continuación, se entrevistaron con los responsables del Obispado, solicitando la aprobación de la reorganización de la archicofradía y presentando un extenso escrito y unas primeras constituciones, así como el informe favorable del párroco de San Felipe, Luis Vera Ordaz, para que se pudiera instalar en la parroquia. Esto sucedía en mayo de 1940.
El 19 de octubre de 1940, la hermandad recibió un escueto escrito del Obispado, dándole luz verde a la reorganización de la corporación Nazarena, tan deseada por todos los archicofrades.
El siguiente objetivo era elegir al escultor que realizara la nueva imagen titular del Cristo de la Sangre. Se hicieron las primeras gestiones con los imagineros locales más conocidos en esos momentos: El joven artista Francisco Palma Burgos, y Adrián Risueño, escultor más veterano.
En noviembre de 1940, se reunió la comisión gestora, saliendo elegido por unanimidad Palma Burgos. A éste le encargaron la nueva imagen del Cristo de la Sangre, prometiendo el joven imaginero que lo entregaría para el mes de marzo de 1941.
Al mes siguiente, se convocaron y celebró una asamblea para la formación de la junta de gobierno. Asistieron los antiguos hermanos y los nuevos de forma numerosa, proponiéndose una candidatura y por votación secreta salió elegido como hermano mayor, José Salinas Fernández.
A principios de enero de 1941, la parroquia de San Felipe, con su párroco Luis Vera al frente, hizo reajuste de imágenes sagradas en sus altares y anunció a la Sangre la buena noticia de que podían disponer de un altar dentro del templo, el primero a la izquierda de la puerta principal.
Días después, la Archicofradía de la Sangre celebró una junta de gobierno tomando el importante acuerdo de que su sagrado titular dejase de llamarse 'Nuestro Padre Jesús.' y se denominase en lo sucesivo, y de una forma y tratamiento oficial, 'Santísimo Cristo de la Sangre'.
La imagen va tomando forma entre las manos del joven imaginero, manejando el magnífico barro verde que se formaba en unas pequeñas lagunas que había en el cercano Ejido (El malagueño 'legio' en nuestro vocabulario local). Recordemos que este barro verde fue muy estimado en el taller de los Palma de la calle Cobertizo del Conde, en el corazón de la Cruz Verde.
Cuando ya estaba modelada la cabeza del Crucificado, ligeramente inclinada sobre el lado derecho, igual que el anterior Cristo desaparecido en 1931, decidió el artista girarla un poco hacia el lado izquierdo, cosa que hace en presencia del hermano mayor de la Sangre. La cabeza entera, entre las manos de Palma Burgos, gira hacia ese lado, ante la emoción del prioste de la hermandad, que ve cómo se estira el moldeable barro sin romperse en el hábil movimiento. Cabeza y busto, ahora del gusto del escultor, fue fotografiado para salir publicados en la prensa local y en el 'Ideal' de Granada.
Uno de los días más esperado por la hermandad, fue en la mañana del domingo 16 de marzo de 1941, en el taller del escultor, en un sencillo pero importante acto, consistente en introducir un tubo de metal en la talla del Cristo semiterminado, aunque sin policromar, conteniendo un documento que firmaron los presentes y en el que se detallaba el significado del acto: construcción de la imagen, su autor y los nombres de los componente de la junta. La introducción del documento lo efectuó el presidente de la Agrupación de Cofradías, Enrique Navarro.
El Cristo de la Sangre quedó terminado en su talla y policromía. El 4 de abril de 1941, de madrugada, se reunieron en la calle Cobertizo del Conde, delante de la casa-taller de Francisco Palma Burgos, gran cantidad de cofrades de la Sangre y otras hermandades. Se va a trasladar la imagen a hombros hasta el edificio de Bellas Artes de San Telmo. La salida a la calle del Crucificado fue emocionante. Se encontraban allí grandes cofrades, antiguos y nuevos, que saludan con un fuerte aplauso su aparición en las calles malagueñas.
Al día siguiente, fue expuesta la imagen al público en la sala 'Muñoz Degrain' del vetusto edificio de Bellas Artes. El Cristo de la Sangre estaba tendido sobre un pequeño túmulo, cubierto con tela de damasco rojo. Le acompañan al fondo de la pared el pendón morado de Castilla y el estandarte de pana roja con pintura al óleo. Le daban guardia la escuadra de legionarios que había prometido el Gobierno Militar.
De madrugada
La noche del 4 al 5 de abril de 1941, también de madrugada, se trasladó el nuevo Cristo de la Sangre desde Bellas Artes a la iglesia de San Felipe. Ésta recibió a su nuevo inquilino en medio de un silencio impresionante, aunque fueron muchos los fieles y cofrades acompañantes.
El calendario de actos y compromisos fue apretadísimo en estos días. En la tarde del 5 de abril de 1941, según describe las invitaciones distribuidas, y a las 19.00 horas, fue bendecida la nueva imagen. Con toda solemnidad, y por el obispo de la diócesis Balbino Santos Olivera, tuvo lugar el brillante acto, con la iglesia de San Felipe abarrotada de fieles y cofrades en general. A continuación de la bendición hubo un besapiés de la ya sagrada imagen.
El artista y hermano mayor fueron muy felicitados por los asistentes, quedando ambos muy satisfechos de la feliz jornada. Pero quedaba por realizar la más importante labor. La procesión sería efectuada cuatro días después de ese evento.
¡Y por fin!. Llegó el esperado y suspirado Miércoles Santo 9 de abril de 1941. A las ocho y media de una magnífica noche primaveral, diez años después del último desfile procesional desde la desaparecida iglesia de la Merced, lo hacía de forma y maneras procesionales más modestas, la Archicofradía de la Sangre por las calles de nuestra ciudad.
Para finalizar, me gustaría dedicar este breve repaso histórico a todos aquellos archicofrades hombres y mujeres, que en estos últimos 75 años de historia, han hecho posible, gracias a su trabajo, tesón y devoción a nuestros sagrados titulares, que la presencia de esta Pontificia, Real, Muy Ilustre y Venerable Archicofradía del Santísimo Cristo de la Sangre, María Santísima de Consolación y Lágrimas, y del Santo Sudario en la Semana Santa de Málaga, sea una realidad más que consolidada.
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