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ALBERTO GARCÍA
Viernes, 11 de marzo 2016, 13:00
Durante el Año de la Misericordia, los cristianos malagueños están invitados a recibir las indulgencias plenarias en alguno de los templos establecidos por el decreto del obispo, Jesús Catalá: la Catedral, la iglesia de San Sebastián en Antequera; la de Santa María, en Ronda; y la del Sagrado Corazón, en Melilla. El primer templo malagueño ha establecido un recorrido especial para los peregrinos que acudan a ganar el Jubileo.
Este Jubileo, proclamado por el papa Francisco, fue convocado mediante la Bula 'Misericordiae Vultus'. En ella, «se encuentran los motivos por los que el Papa abre para la Iglesia universal este Año Jubilar, en el que encomienda a la Iglesia y a la humanidad entera, esperando que la Santísima Trinidad derrame su misericordia como el rocío de la mañana».
¿Qué es un jubileo?
En la tradición católica, el Jubileo es un gran acontecimiento religioso. Es un año para la reconciliación, la conversión y la penitencia sacramental. Sus orígenes se remontan al Antiguo Testamento. El Jubileo es un tiempo de gracia destinado a promover la santidad de vida. Durante el Año Jubilar la Iglesia concede la indulgencia plenaria, que es una gracia que ayuda al cristiano a hacer camino con la voluntad de convertirnos y reconciliarnos con Dios.
El decreto del obispo de la diócesis malacitana recoge las condiciones por las que «se puede lucrar durante el Jubileo la Indulgencia plenaria de la pena temporal por los propios pecados o en sufragios de las almas de los fieles difuntos». Los fieles debidamente arrepentidos deben cumplir las condiciones acostumbradas de confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Sumo Pontífice. La indulgencia plenaria podrá alcanzarse en los días de la apertura del Jubileo de la Misericordia y de la clausura del mismo; y también en los domingos de Adviento-Navidad y de Cuaresma-Pascua, visitando el templo parroquial o cualquier otro templo abierto al culto. Asimismo, podrá ganarse en los templos señalados anteriormente, cada vez que se visiten, realizando los actos devocionales acostumbrados, y participando allí en alguna celebración sagrada o, al menos, se detengan en un tiempo de recogimiento meditando la Palabra de Dios y concluyendo con la profesión de fe en cualquiera de sus formas legítimas y el rezo del Padrenuestro por las intenciones del Papa.
Enfermos
En cuanto a los fieles que, por graves motivos, no puedan participar de las celebraciones jubilares, como es el caso de los enfermos, ancianos, monjas de clausura, encarcelados, etc., el decreto recoge que «podrán lucrar la Indulgencia Plenaria con las mismas condiciones, si realizan los pasos acostumbrados en los lugares donde se encuentran». Igualmente, se exhorta a llevar a cabo «obras de misericordia corporales y espirituales, para despertar nuestra conciencia ante el drama de la pobreza material y espiritual; y para entrar cada día más en el corazón del Evangelio».
Reconciliación
Para que todos los fieles puedan acceder fácilmente al sacramento de la penitencia, monseñor Catalá pide a los sacerdotes «que estén disponibles para administrar este sacramento y den a conocer los horarios de confesiones» y que se organicen celebraciones penitenciales comunitarias. Este Año Santo pretende acercar a todos a la misericordia de Dios, por lo que el papa Francisco, recoge el decreto, «ha facultado a todos los sacerdotes para absolver las censuras reservadas al obispo» (como en caso de aborto provocado). Además, ha nombrado en todo el mundo algunos sacerdotes, llamados 'Misioneros de la Misericordia', entre los que se encuentran dos malagueños, Alfonso Crespo Hidalgo y Alejandro Pérez Verdugo, que tendrán la facultad de absolver incluso las censuras reservadas al Sumo Pontífice.
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