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Enrique Navarro Torres, junto a otros hermanos mayores, representando a la Agrupación de Cofradías en la procesión del Resucitado.
Enrique Navarro Torres, un cofrade de leyenda

Enrique Navarro Torres, un cofrade de leyenda

Este comerciante veleño convirtió a la Expiración en una de las instituciones más señeras de la Semana Santa malagueña

ANDRÉS CAMINO

Jueves, 26 de noviembre 2015, 18:32

La historia de la Semana Santa cuenta con una lista interminable de grandes procesionistas que dieron lo mejor de sí por esta fiesta religiosa que se vive de manera intensa y especial en esta tierra del «Sur de Europa». Una de esas carismáticas figuras fue Enrique Navarro Torres, quien ha sido el más grande cofrade de esta ciudad, junto a otros personajes como es el caso del recientemente malogrado Jesús Alberto Castellanos Guerrero. Este parecer, lógicamente, es de quien escribe estas líneas y prepara una biografía del que fuera hermano mayor de la actualmente titulada 'Pontificia, Real, Ilustre y Venerable Archicofradía Sacramental de Culto y Procesión del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores Coronada' durante 58 años y presidente de la Agrupación de Cofradías en dos periodos: el primero, comprendido entre 1935 y 1945; y el segundo, de 1954 a 1969. Con su muerte en 1981, desaparecía el hombre pero nacía una leyenda para el mundo cofrade.

Vélez-Málaga

Enrique Navarro Torres fue el primogénito de los siete hijos que trajo al mundo el matrimonio formado por Enrique Navarro Casamayor y Victoria Torres García-Briz.

Vio la luz el 10 de marzo de 1897 en Vélez-Málaga, en la casa número 44 de la calle de Las Tiendas.

Con catorce años se trasladó a Málaga para trabajar como dependiente en el establecimiento de Domingo Orellana, sito en la comercial calle Nueva, y, más adelante, en una sastrería, sita en calle Santos.

Años después dejó este empleo y creó un comercio propio de tejidos y confecciones bajo la razón social de 'Navarro y Ruiz', enclavado el mismo en calle Nueva. En la revista Vida Gráfica, editada el 16 de julio de 1928, aparecía inserto el anuncio: «La casa Navarro y Ruiz. En la calle Nueva, 18 y 20, en el local donde antes existió el comercio de Pablo hermanos, han establecido los señores Navarro y Ruiz un comercio de tejidos, novedades, sastrería, camisería y artículos de punto, que se inaugurará el jueves próximo. Las indiscutibles condiciones que poseen como comerciantes dichos señores y las simpatías de que gozan en Málaga, hacen esperar un próspero negocio, lo que nosotros deseamos muy sinceramente».

Con el tiempo Enrique Navarro se convirtió en un personaje muy querido. Tanto es así que en 1948 el Ayuntamiento lo nombró Hijo Adoptivo, el Círculo Mercantil lo designó Socio de Honor y en 1966 fue declarado Malagueño del Año. A lo largo de su vida recibió diversas distinciones honoríficas, entre las que cabe destacar la Gran Cruz y Banda Azul del Mérito Civil. Se mantuvo al frente del comercio que fundara en 1928 hasta que las fuerzas físicas le impidieron ponerse detrás del mostrador y atender al público, cosa que tanto le gustaba. Tras sufrir una enfermedad degenerativa murió el 22 de abril de 1981, en su casa de la calle Tejón y Rodríguez.

Inicios

Posiblemente los orígenes cofrades de Enrique Navarro se encuentren en la Cofradía de la Expiración, ya que no se han hallado noticias, hasta el momento, que demuestren lo contrario. Los motivos que llevaron al comerciante de origen veleño a integrarse en la corporación penitencial de San Pedro son, a día de hoy, desconocidos, aunque es muy probable que fuese el comerciante Domingo Orellana, de quien él fue empleado, el que le convenciera para unirse a la naciente hermandad perchelera, creada el Jueves Santo 1 de abril de 1920, casi un mes antes de lo que se ha mantenido hasta fechas recientes. Tradicionalmente se había dado la fecha del 2 de mayo de 1920 como la del arranque fundacional, sin embargo gracias al hallazgo de un documento conservado en el antiguo Archivo del Gobierno Civil de Málaga (en la actualidad hay una copia en el Archivo de la Agrupación de Cofradías), se ha podido esclarecer este aspecto que condiciona la historia de tantas cofradías y hermandades. Así pues, en ese preciso día y mes se reunieron en cabildo general ordinario sesenta y tres personas, encontrándose entre los presentes el personaje que centra la atención de estas líneas. En esa reunión se conformó la primera junta de gobierno, no figurando en ella Navarro Torres pero sí el mencionado Domingo Orellana, que desempeñaría las funciones propias de tesorero.

Enrique Navarro pasaría a asumir la dirección de la tesorería en 1922, seguramente por su experiencia laboral y profesional, hasta que el 27 de julio de 1923 era elegido hermano mayor de la Expiración, responsabilidad que mantendría hasta el día de su muerte.

Con su designación, la cofradía se estabilizaría, puesto que, desde 1921, venía sufriendo una fuerte inestabilidad corporativa a causa de reiterados problemas internos. Él haría de la Cofradía de la Expiración y de los Dolores una de las instituciones más señeras de la Semana Santa malagueña. Comenzó su andadura devolviéndole la estabilidad económica, tan necesaria en aquellos años debido a una deuda contraída con el que fuera hermano mayor José Peña Munsuri. En apenas cuatro años de gobierno, los resultados de la gestión de Navarro Torres fueron incontestables: de 43 hermanos que contaba la cofradía se habían pasado a 600 y los ingresos de 66 a 600 ó 700 pesetas. La cofradía mejoró e incrementó su patrimonio pero, por desgracia, en los sucesos del 11 y 12 de mayo de 1931 lo perdió casi todo en el despiadado asalto a la iglesia de San Pedro. Navarro gestionó entonces con el Cabildo de la Catedral que la Virgen de los Dolores, felizmente salvada de la impía destrucción, recibiera culto en el primer templo de la diócesis.

Tras la guerra civil se vuelven a reunir los miembros de la Cofradía de la Expiración. Una de las primeras decisiones fue la de trasladar en 1937 a la imagen de la Virgen de los Dolores, que se encontraba por entonces escondida en la casa del directivo Antonio Dobladez, a la parroquial de los Santos Mártires. Poco tiempo permaneció en este recinto, pues el Domingo de Ramos de ese año se fijó provisionalmente la sede canónica en la parroquia del Carmen. A partir de entonces, la Cofradía de la Expiración se hace grande institucional y patrimonialmente. Estrecha lazos con el Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, encarga la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración al afamado escultor valenciano Mariano Benlliure y Gil, se ejecuta un nuevo trono para el Crucificado, se construyen las capillas para los sagrados titulares, se estrenan trono y manto para la titular mariana, se crea el Patronato de San Pedro, que tiene por sede la casa hermandad, la primera de este género de la Semana Mayor... Todo esto, y muchísimo más, se acomete bajo el mandato de Navarro Torres, convirtiendo a la cofradía en un referente y en un modelo que imitar.

Ente agrupacional

En la Agrupación de Cofradías ocupó, desde que accedió al cargo de hermano mayor de la 'Hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Expiración y Ntra. Sra. de los Dolores', diferentes puestos (delegado, vocal 3.º, vocal 2.º, vocal, vocal 1.º, presidente accidental y vicepresidente) en las juntas de gobierno presididas por el constructor Antonio Baena Gómez.

En la junta general celebrada el 4 de diciembre de 1935 Enrique Navarro era elegido presidente de la Agrupación, expresando «su gratitud a la asamblea por el acuerdo unánime de encargarle de la Presidencia añadiendo que acepta porque no se encuentra con valor para restar a la Agrupación en estos momentos en que es un deber consolidar el triunfo pasado un esfuerzo que contribuye a llevar la obra a feliz término».

Le tocó dirigir la entidad agrupacional en una época de la historia de España especialmente difícil, al borde de una guerra civil que acontecería un años después. Tras la contienda y normalización de la sociedad, jugó un destacadísimo papel en el relanzamiento de la Agrupación de Cofradías y en la reconstrucción de la Semana Santa que, en nada, se parecería a la de los «felices años veinte». Una de las primeras acciones de gobierno que se recuerdan fue la búsqueda de una sede, ya que la de la Alameda Principal había sufrido daños a causa del conflicto bélico. Las nuevas dependencias, bendecidas e inauguradas por el prelado Balbino Santos Olivera, se situaron en el número 4 de la calle Luis de Velázquez. Enrique Navarro finalizó su primera etapa el 3 de julio de 1945, siendo sustituido por Alfonso Sell Aloy, hermano mayor de la Cofradía del Amor.

En la revista La Saeta de 1948, en una sección titulada 'Cofrades Ilustres', se exaltaba la figura de Enrique Navarro Torres, del que se decía: «Hablar es rememorar la labor abnegada de quien, a la mayor gloria de Dios y buen nombre de Málaga, supo devolvernos la tradición de nuestros mayores y hacer resurgir del fuego iconoclasta, esplendorosas y brillantes, nuestras solemnidades sacras de la Semana Mayor. Fuera él -incansable Hermano Mayor de la Cofradía de la Expiración- el que al frente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa continuara la labor de Don Antonio Baena y llevara a cabo las duras tareas de la reorganización; labor generosa y callada que mereciera ser galardonada con la Medalla de Oro de la Entidad».

Su segunda etapa la iniciaría el 9 de junio de 1954, reemplazando a José Álvarez Net, quien presidía la Hermandad del Santo Sepulcro, y concluiría el 5 de noviembre de 1969.

Contabilizando el primer y segundo mandato, alcanzaría la suma de veinticinco años al frente de la institución fundada en 1921 y de la que fue primer presidente Antonio Baena, al que él precisamente sustituiría en 1935.

La labor de Enrique Navarro al frente de la Agrupación fue más que encomiable, pudiéndose, en justicia, otorgársele el título de 'restaurador' de la Semana Santa de Málaga. Es cierto que le correspondió vivir una etapa de escasez y necesidad pero, aún así, consiguió volver a reinventar la fiesta por antonomasia de la primavera malagueña.

Sus dos etapas como máximo representante del mundo cofrade, los más largos de la historia del organismo agrupacional, les sirvieron para llevar a cabo el programa de gobierno que tenía 'in mente'. Gracias a ello, la Semana Mayor volvió a experimentar cambios notables y a ir, paulatinamente, conformándose hasta llegar a nuestros días. En este impecable bagaje procesionista debe destacarse como curiosidad su pertenencia a la prestigiosa Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder de Sevilla, que, entonces, recibía culto en la parroquia de San Lorenzo. Es muy posible que en los viajes realizados en los años cuarenta a la capital hispalense con la finalidad de encargar algún enser procesional o prenda de bordado, conociera a la corporación y decidiera inscribirse en la nómina de hermanos.

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