En el recuerdo. Desaparecida imagen del Crucificado de la Exaltación, hacia los años veinte.

La crisis en la Exaltación de 1927

El problema se solucionó con la venta de los nichos en el cementerio de San Miguel

ANDRÉS CAMINO

Jueves, 29 de octubre 2015, 19:26

Es tremendamente difícil, por no decir imposible, descubrir una corporación de carácter penitencial que no haya atravesado en su corto o largo devenir histórico una época de dificultad o penalidad debido a causas naturales, políticas, eclesiásticas, sociales, económicas... Dentro del espectro cofrade malacitano se encuentran las Reales Cofradías Fusionadas de la parroquia de San Juan Bautista que forman, como se ha referido tantas veces, casi una mini-agrupación al estar constituida por cuatro cofradías y hermandades señeras que se unieron para evitar su desaparición del panorama procesionista. Esta institución nazarena, que rezuma siglos de historia y tradición, ha atravesado situaciones especialmente difíciles como la desamortización de 1835, la inundación sufrida en 1907 o el incendio intencionado de la capilla del Santísimo Cristo de la Exaltación en 1980, por citar solo tres ejemplos. En cada una de ellas se saben sobradamente los motivos que abocaron a ello. Hay otros hechos, sin embargo, que han pasado totalmente desapercibidos o se han interpretado de manera errónea, como la suspensión de la salida procesional de las imágenes de Nuestro Padre Jesús de Azotes y Columna, Santísimo Cristo de la Exaltación y Nuestra Señora del Mayor Dolor de la Santa Vera Cruz el Martes Santo de 1927.

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José Benítez Ferreter (cofrade al que se le dedicó un artículo en 'Pasión del Sur' el Miércoles Santo, 1/4/15) presidió las Fusionadas entre 1915 y 1927 y gracias a su prolija labor las encumbró institucionalmente en la década de los años veinte. Finalizando su mandato esta corporación nazarena entró en un profundo bache económico, según se desprende de las diversas fuentes consultadas, que impidió realizar la estación penitencial en la mencionada fecha de 1927. Hay versiones, en cambio, que señalan que esa suspensión se debió a una sanción eclesiástica por parte del obispo (hoy día beato) Manuel González García. Por los datos que a continuación se aportan, cabe decir que esta teoría es totalmente infundada.

A la junta general de la Agrupación de Cofradías celebrada el 9 de abril de 1927 asistía José Benítez Ferreter, Francisco Blanco de los Riscos y Wenceslao Ruiz Raggio, representando a la 'Exaltación'. En el transcurso de la misma, el presidente Antonio Baena Gómez tomó la palabra para indicar: «Que es lamentable lo ocurrido en la Cofradía de la Exaltación que se ve precisada a no salir procesionalmente en el presente año, debido a la intransigencia de la Casa de Zaragoza. Hace notar que esta Cofradía solo figura en el reparto con 1.500 ptas., que le fueron adelantadas para pago de un crédito que poseía el Sr. Fernández Ruano y que como en aquel momento no se aclaró si era un préstamo, propone que esta cantidad no sea reintegrable, no estando por lo tanto la Cofradía de la Exaltación obligada a pagar dicha suma ya que debía dársela como donativo». Seguidamente, el hermano mayor José Benítez Ferreter intervino para dar «las gracias», subrayando que la corporación a la que representaba «no quiere perjudicar a nadie por lo que está dispuesta a devolver esas pesetas, cuando pueda acabar su situación». El presidente Baena agradecía «la delicadeza del Sr. Benítez», instándole a aceptar el donativo que «le hace la Agrupación a la Cofradía que preside, ya que estamos obligados a prestarle nuestra ayuda». Nuevamente José Benítez daba las gracias y remarcaba que: «Su Cofradía sabrá agradecer siempre las atenciones que en estos momentos recibe de esta entidad».

Si Antonio Baena había dado muestras de generosidad y altura de miras con esos nobles gestos que hablaban por sí mismos, Alberto Torres de Navarra Jiménez no se quedaba atrás en sus reivindicaciones a favor de las Fusionadas. El hermano mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús El Rico se felicitaba de la «actitud de la Presidencia y de las Cofradias» y propuso a los asistentes a la junta general que «debemos oficiar a la Casa de Zaragoza, demostrandole nuestro desagrado por su intransigencia que nos priva de que esta Cofradia desfile procesionalmente en el presente año». Eran, sin duda, muestras solidarias que, en esa época, imperaban gracias a un marcado altruismo en el mundo de las cofradías, obviando rivalidades que no conducían a ninguna parte.

Antes de que finalizara la reunión, se dio lectura a un oficio de la Cofradía de la Exaltación en el que se hacía constar la renovación de su junta de gobierno y el nombramiento de los delegados que la representarían en la entidad agrupacional: José Benítez Ferreter, Manuel Cejas González y Francisco Blanco de los Riscos; figurando como suplentes: Wenceslao Ruiz Raggio, José Soria Álvarez y Luis Ramírez Rodríguez.

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Cambios

Estos cambios duraron muy poco tiempo, puesto que en la siguiente junta general, la del 1 de junio de 1927, ya asistía Francisco García Almendro como hermano mayor de las Fusionadas, sustituyendo al mencionado Benítez Ferreter. En las actas de la Agrupación se recoge lo siguiente: «La Presidencia dice que en primer termino quiere hablar de pié para demostrar la satisfaccion que siente al ver que un Ex-Alcalde de Malaga, viene a esta Agrupación, representando a una Cofradia. Recuerda que el Sr. García Almendro fue el primer Alcalde que firmó un libramiento de subvención a esta entidad y pide, siendo así acordado por unanimidad, conste en acta nuestro agradecimiento por haber aceptado el cargo de Hermano Mayor de la Cofradia de la Exaltación, felicitando a la vez a dicha Hermandad por tan acertado nombramiento».

Por su parte, García Almendro intervenía agradeciendo «las frases de la Presidencia (...), a la vez que está incondicionalmente a la disposición de todo y con ello la gratitud suya y de la Hermandad que representa hacia la Agrupación de Cofradías por las pruebas de afecto que lleva recibidas».

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Es curioso ver cómo en las actas de la entidad, establecida en ese tiempo en la Alameda Principal número 29, se menciona reiteradamente al hermano mayor de la Cofradía de la Exaltación y no de las Reales Cofradías Fusionadas como debiera ser lo lógico. Esta práctica pudiera deberse a la preponderancia manifiesta de esta corporación sobre el resto de integrantes. Ya ocurrió así en el gobierno de José Benítez Ferreter, cuando la sección más importante era la de la Exaltación, seguida por la de Azotes y Columna. La Santa Vera Cruz y la de Ánimas de Ciegos, a priori las entidades de mayor antigüedad, tenían menos peso al menos en el capítulo procesional, ya que estos titulares debieron ser reservados solamente al culto interno, principalmente a las funciones religiosas dedicadas a la memoria de los hermanos fallecidos.

Como se indicaba líneas atrás, Francisco García Almendro había sido alcalde de Málaga de 1920 a 1922 y sería hermano mayor de la Real Hermandad de la Victoria entre 1941 y 1958. Contrajo matrimonio con Rafaela Grana Hurtado y uno de sus hijos, Francisco, siguió los pasos de su progenitor en el asociacionismo cofrade, siendo hermano mayor de las Cofradías de Pasión y Rocío y de la Hermandad de la Victoria; y en la política, también se convirtió en alcalde de la ciudad, cargo que desempeñó en el periodo comprendido de 1958 a 1964.

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Solución

El abogado García Almendro asumiría tal responsabilidad de gobierno con la principal finalidad de sacar a las Fusionadas de la crisis económica en la que estaba sumida y que, por esta causa, no había podido realizar su salida procesional.

Posiblemente una las primeras actuaciones emprendidas por el hermano mayor fue dirigirse al Obispado de Málaga para solicitar la autorización de la venta de nichos que la Hermandad de la Exaltación poseía en el cementerio de San Miguel. Se llega a esta conclusión por un escrito, fechado el 8 de julio de 1927, en que desde Palacio se pide al deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral lo siguiente: «Nos complacemos en remitir a V. E. el adjunto escrito que nos ha presentado Don Francisco Garcia Almendro, actual Hermano Mayor de la Real Hermandad de la Exaltación, erigida en la Iglesia Parroquial de San Juan de esta ciudad: como por lo expuesto en ella podrá V. E. apreciar, la situación en que dicha Hermandad se encuentra es harto grave y la solución no puede demorarse sin que los perjuicios sean muchos mayores que ahora son: por lo mismo rogamos a V. E. que delibere acerca de este asunto, y nos diga si presta su consentimiento para la venta de los nichos que fueren menester para extinguir la deuda hoy existente en la Hermandad, sin perjuicio de que se depuren las responsabilidades que en este asunto pueden existir, conforme a Derecho». Desgraciadamente no se cuenta con el oficio adjunto, que podría aportar algún detalle más que no estuviese plasmado en el de remisión.

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Cuatro días después, el 12 de julio, el cabildo catedralicio acordaba lo que sigue: «En Sesión Capitular celebrada por éste Excmo. Cabildo el día 9 del actual se dió lectura al respetable oficio de V.E.I. por el que comunica á ésta Excma. Corporación los deseos del Hermano Mayor de la Cofradía de la Exaltación erigida en la parroquia de San Juan de ésta Ciudad; también se leyó la solicitud que á V.E.I. dirige el mismo Hermano Mayor, solicitando la enájenación (por venta ó hipoteca) de algunos bienes de dicha Hermandad hoy fusionada con otras, dada la necesidad y penuria en que se encuentra la Cofradía. Terminada la lectura, después de madura deliberación se acordó contestar á V.E.I. que ésta Excma. Corporación no ve inconveniente en que se proceda á la enajenación solicitada, y para ello presta su consentimiento, pero restringiendo éste consentimiento á la enajenación de lo estrictamente necesario para salvar la situación presente y siempre que se proceda servatis de iure servandis».

Procesión

Se supone que, con este acuerdo, la hermandad resolviera las deudas contraídas, pues de lo contrario no se entendería que la revista 'La Saeta' hubiera publicado el anuncio de que «Ntro. P. Jesús de Azotes y Columna, Stmo. Cristo de la Exaltación y Nuestra Sra. del Mayor Dolores de la Vera Cruz», saldrían en procesión el Martes Santo 3 de abril de 1928.

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En el citado órgano de información se ensalzaba la figura de Francisco García Almendro de la siguiente forma: «Hoy, justo es consignarlo, débese este resurgir de sus pasados explendores, al nombramiento como Hermano Mayor efectivo del Excmo. Sr. Don Francisco García Almendro, que ya lo era honorario, cuyo nombramiento aceptó después de continuos ruegos y requerimientos constantes por parte de estas Cofradías. No solo constituye un triunfo el hecho de reanudar su salida procesional, sino que a costa de ímprobos esfuerzos, lucirán (...) innovaciones que han de realzar notabilísimamente la procesión».

Francisco García cesaba en el cargo de hermano mayor en 1929, tras un corto mandato de dos años, dejando bien posicionada a las Fusionadas y haciendo posible que se recuperaran las salidas procesionales de las mismas.

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