Cerrar las heridas

La Hermandad de Zamarrilla ha podido por fin normalizar su situación

ÁNGEL ESCALERA

Jueves, 29 de octubre 2015, 19:27

La Hermandad de Zamarrilla ha podido por fin normalizar su situación. La cofradía ha estado intervenida una década. Demasiado tiempo. Los diez años de la junta rectora ya han pasado. Ahora hay una junta de gobierno salida legítimamente de las urnas. Los hermanos de Zamarrilla depositaron su voto y eligieron libremente a los nuevos responsables de la cofradía. Hay que confiar en la junta de gobierno que lidera Rafael Gallego, como hermano mayor, y esperar que pueda desarrollar su trabajo sin enfrentamientos, rencillas y codazos. La etapa de la división tiene que pasar definitivamente a la historia. Zamarrilla debe recuperar la solera y el sitio destacado que se merece dentro del contexto cofrade malagueño. Hay mucha tarea por delante y para resolverla bien es necesario remar unidos. Si todos los hermanos ponen de su parte y se apuesta por la armonía, el resultado final estará acompañado por el éxito.

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Las fricciones, tan de moda últimamente, dan una imagen distorsionada de las cofradías. Las pataletas y las trifulcas, independientemente del motivo, hay que dejarlas fuera de las casas hermandad. Se puede discrepar e incluso hacer crítica, pero con espíritu constructivo y no a través de golpes bajos, infundios o rumores que de boca en boca van y al final crean un cisma que pone en tela de juicio a la hermandad que se ve inmersa en ese episodio. Hay que congratularse de que Zamarrilla haya salido de la sima en la que permanecía y que le hizo soportar una larga travesía del desierto. Aunque la rectora lo ha hecho lo mejor que ha podido, buscando el beneficio de la cofradía, Zamarrilla necesitaba unas elecciones y que los hermanos decidiesen. Eso es lo que ha sucedido.

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