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Alberto J. Palomo Cruz
Domingo, 29 de marzo 2015, 20:45
LOS CAPILLOS DE LOS NAZARENOS DE LOS GITANOS
Los penitentes de esta Hermandad de los Gitanos, junto con los de Servitas, son los únicos de toda la Semana Santa que no tienen capirotes. En concreto los nazarenos de los Gitanos llevan unos capillos sujetos con coronas de espinas, que hasta la remodelación última eran de metal, estando las actuales trenzadas en mimbre. Estos elementos, como los encajes que en los ribetes de las túnicas rememoran las antiguas enagüillas interiores, han formado parte inmemorial de la impronta de esta corporación, por lo que se trata de una reliquia de las procesiones de antaño.
Hasta finales del siglo XIX, cuando los adoptó el Rescate y después la Esperanza, no fueron comunes en Málaga los capirotes cónicos tal y como ahora se conocen, luciendo los penitentes capuchas o faraonas, prenda ésta también en relación con el mundo calé. Y es que en el pasado se daba por hecho de que esta etnia, que se extendió por Europa a través de sucesivas migraciones, procedía del país del Nilo, por lo que 'gitano' y 'egipcio' se convirtieron en palabras sinónimas, mientras que el capillo que dejaba la cara descubierta se llamó 'faraona' en recuerdo de los turbantes que usaban los pretéritos moradores de aquellas tierras.
LAS AZUCENAS Y LOS CARDOS DE LA PEANA DE LOS DOLORES DEL PUENTE
Es un motivo simbólico que tiene su precedente en uno de los versículos del Cantar de los Cantares bíblico que dice: «Como lirio entre los cardos es mi amada entre las doncellas» (2, 2), y que desde muy antiguo se ha aplicado como requiebro a la figura virginal de María. Jesús Castellanos Guerrero, a quien se debe todo el programa iconográfico y artístico de la Cofradía de los Dolores del Puente, eligió estas flores como signo expresivo de la Dolorosa titular, colocándoselas a sus plantas en los años que acompañaba en el mismo trono al Crucificado del Perdón, e igualmente cuando pasó a salir bajo palio.
En este contexto de la Pasión del Señor el lirio o azucena, emblema de la pureza e inocencia, y los cardos, provistos de púas, vienen a significar la entereza de María al pie de la cruz y afligida de dolor por el sufrimiento de su Hijo. Los tratadistas también gustaban de aplicar otra acepción complementaria: «Una flor entre abrojos es más apreciada cuanto más repulsiva son las espinas que la rodean y la fealdad de éstas hacen resaltar su hermosura. Así como la azucena se conserva ilesa, así María Dolorosa se conserva pura entre los espinos de las mortificaciones».
LA CORONA DE LA VIRGEN DEL AMOR DOLOROSO
La corona de la Virgen del Amor Doloroso constituye todo un homenaje a la devoción mariana de Andalucía, ya que en ocho medallones de plata en su color, contiene a las patronas de las capitales de provincias de nuestra región. Todas ellas tienen en común que muestra a dichas imágenes en toda su integridad, presidiendo esta galería sacra Santa María de la Victoria, señorial patrona de Málaga. Junto a Ella aparecen Nuestra Señora de las Angustias, blasón sagrado de Granada; la sevillana Virgen de los Reyes, de especial devoción del rey Fernando III el Santo; Santa María de la Capilla que custodia Jaén y que fue procesionada por los ángeles; la Virgen del Mar de Almería, regalo del mismo océano; Nuestra Señora de la Cinta, quien reina en Huelva desde lo alto del Conquero; la Virgen marinera del Rosario, galeona de Cádiz. Y Nuestra Señora de la Fuensanta, copatrona de Córdoba y del barrio de su nombre.
Esta corona de María Santísima del Amor Doloroso responde al primero de los diseños conocidos de Fernando Prini, quien lo elaboró hacia 1981. Labrada en el taller hispalense de Juan Fernández, le fue impuesta a la Dolorosa de los Santos Mártires en el transcurso de una solemne ceremonia que tuvo lugar el 18 de septiembre de 1982.
EL REMATE DEL ESTANDARTE DEL CRISTO DE LOS ESTUDIANTES
El remate del estandarte del Cristo Coronado de Espinas es una réplica en plata del Santo Cristo de la Salud, protector de Málaga desde que el 31 de mayo de 1649. Cuando se experimentaba una espantosa epidemia de peste, protagonizó un hecho milagroso que acaeció entre la calle Especerías y el espacio más próximo al zaguán donde entonces se encontraban las casas consistoriales o Ayuntamiento. Desde entonces pasó a ser la imagen sacra referencial de las autoridades municipales en contraposición a la Virgen de la Victoria que lo era del estamento religioso. Ambas efigies eran conjuntamente invocadas en cuanto acontecimiento extraordinario se desarrollase en la ciudad, ya fuera de acción de gracias o para impetrar el auxilio divino en caso cualquier calamidad pública.
La Cofradía de los Estudiantes, en atención a este bagaje espiritual del simulacro que labrara José Micael, y al hecho de radicar en la iglesia donde se venera y de la que es titular, lo escogió como remate de su estandarte corporativo, que además posee una pintura del Coronado de Espinas, salida de los lienzos de Félix Revello de Toro y un soporte bordado en oro sobre terciopelo rojo recamado por el taller de Joaquín Salcedo Canca. Se estrenó en la Semana Santa de 2002.
LA TÚNICA BLANCA DE JESÚS CAUTIVO
Según parece, la idea de los cofrades de la Trinidad cuando encargaron en 1938 al escultor José Martín Simón la talla de Jesús Cautivo, era la de venerarlo como un Ecce Homo, lo que implicaba exponerlo sin prendas, o a lo sumo arropado en una clámide, de ahí que su cuerpo presente un estudio anatómico, prescindible si se hubiese concebido desde un principio para ser revestido.
La entonces comisión de arte que velaba por la calidad de las obras religiosas que se pretendían bendecir expuso varios reparos para aprobar la imagen, aunque todo parece indicar que el inconveniente de mayor peso fue precisamente la desnudez que ostentaba. Estos escrúpulos puritanos obligaron a los cofrades a aceptar que fuera sobrevestida, para lo que se tuvo que recurrir apresuradamente a confeccionar una túnica, que cosió Ana Carrasco Castilla, hermana de uno de los fundadores de la hermandad trinitaria. Para ello se recurrió a unos metros de tela blanca, que en aquella espantosa situación de carestía, era la única que encontraron disponibles en los almacenes que Modesto Escobar poseía en el barrio de Capuchinos.
Lo que fue fruto de la improvisación acabó siendo un poderoso imán para captar la devoción del pueblo malagueño, desde aquella jornada del 19 de marzo de 1939 en que se bendijo el Señor.
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