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Salud es Más ·
«No tienen sentido las revisiones periódicas en hombres sanos menores de 50 años sin antecedentes de cáncer de próstata», sostiene el jefe de Urología del Hospital HLA El ÁngelSecciones
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José María del Rosal Samaniego
Salud es Más ·
«No tienen sentido las revisiones periódicas en hombres sanos menores de 50 años sin antecedentes de cáncer de próstata», sostiene el jefe de Urología del Hospital HLA El ÁngelLa prevención y el tratamiento de los tumores más frecuentes en su especialidad, los avances en la cirugía robótica, las técnicas de esterilización masculina o la disfunción eréctil son algunos de los asuntos que analiza el jefe de Urología del Hospital HLA El Ángel, José María del Rosal Samaniego.
–¿Cuándo recomendaría empezar las revisiones?
–En un varón, para una detección precoz del cáncer de próstata, aconsejamos a partir de los 50 o 55 años. En gente más joven, a partir de los 40 años, cuando hay antecedentes familiares de cáncer de próstata. No tiene ningún sentido hacerlo más joven.
–¿A qué síntomas hay que estar atentos?
–Son muy parecidos a los de la hiperplasia benigna. Hay que hacerle al paciente un tacto rectal, eso es indiscutible, y un marcador en la sangre: el PSA. Con esas dos pruebas podemos sospechar si el paciente puede tener un cáncer.
–Habla del marcador PSA. Si sale elevado, ¿qué debemos hacer?
–Las cifras normales son entre 0 y 3. A una elevación única hay que darle importancia, aunque la pueden provocar otras causas; por ejemplo, una infección de orina. Por eso siempre aconsejamos repetirlo, incluso a veces hay que darle al paciente antibióticos y repetir la prueba y entonces, si el PSA sigue alterado, hay que hacer una biopsia de próstata.
–Llegados a ese punto, ¿qué tipo de biopsias existen y cuál puede ser la más indicada?
–Antes sólo existía una: la biopsia transrectal, que se puede hacer con anestesia local, pero hoy en día es mucho más exacta la biopsia por fusión. Eso requiere una resonancia magnética previa, que nos indica una serie de lesiones en la próstata. Esa biopsia fusiona esa resonancia magnética con una ecografía que haces en el momento de la intervención y eso te da una imagen mucho más exacta. Requiere anestesia general, a diferencia de la transrectal, que se realiza de manera ambulatoria.
–¿La de fusión es la más precisa?
–Sí, pero no se puede hacer en todos los pacientes. Hay que ajustarla, por ejemplo, en gente joven o en gente que ha tenido ya biopsias previas negativas.
–Con ese hipotético resultado positivo, ¿cómo se escoge el tratamiento?
–Vamos a suponer que tenemos un tumor de próstata localizado. Al paciente se le explican bien las diversas opciones de tratamiento, porque él te ayuda a elegir. Las tres opciones básicas serían una vigilancia activa con citas cada tres meses y al año, repetir la biopsia; en segundo lugar, la radioterapia, que puede ser externa o interna, y la tercera opción sería la cirugía y, dentro de la cirugía, la mejor opción es la robótica.
–Háblenos entonces de la tecnología Da Vinci.
–Se trata de una cirugía laparoscópica en la que al paciente se le hacen una serie de orificios, le colocas unos trócares (un punzón revestido de una cánula), ajustas los brazos de un robot y el cirujano está a unos metros en una consola y va controlando esos brazos. Es una técnica en la que el paciente sangra menos. Quizá la principal ventaja es que se trata de una de las técnicas quirúrgicas que mejor preserva los nervios de la erección, aunque no la preserva al 100%. A los pacientes tienes que explicarles que siempre se van a quedar con un grado de disfunción eréctil.
–Hablaremos de esas dolencias, pero antes, repasemos los tumores más frecuentes vinculados a su especialidad.
–El segundo tumor más frecuente es el de vejiga, tanto en el hombre como en la mujer y el principal síntoma es la hematuria, es decir, sangre en la orina. Hay que diagnosticarlo y operarlo y explicarle al paciente que durante muchos años van a seguir muchas revisiones, porque el tumor de vejiga recidiva en un 60 o 70%, por eso hay que estar muy encima del paciente por si el tumor vuelve a aparecer, volverlo a operar. En tercer lugar, el tumor más frecuente sería el de riñón, que es un tumor sólido que puede afectar a todo el riñón o a una parte y aunque hay una tríada clásica que es sangre, dolor y abombamiento, eso lo da muy pocas veces. Y, por último, y también importante, el tumor de testículos, que es el más frecuente en el varón joven y nos suele llegar después de una autoexploración. Te estás duchando, te exploras y notas un bultito, entonces, tienes que ir al urólogo. También, para tranquilizar a la población, decir que el 90% esos bultitos suelen ser pequeños quistes totalmente benignos con los que sólo hay que hacer un seguimiento y, si aumentan mucho de tamaño, quitarlos, no porque sean malos, sino por un compromiso de espacio. Mientras que el tumor de testículo se da en un porcentaje mucho más pequeño y ahí sí hay que ser mucho más radical, hay que quitar el testículo y derivar al paciente al oncólogo, pero tiene una supervivencia muy alta. En un tumor de testículo, si se coge a tiempo, las supervivencias son del 90%.
–Al hilo de los problemas de erección. ¿Cómo pueden tratarse?
–Hay que intentar averiguar la causa. Puede ser una causa arterial, por ejemplo, los diabéticos, las enfermedades degenerativas, el tabaco, la hipertensión, pacientes que se han operado de la próstata… y otro factor importante es el psicógeno. Te llega a la consulta, por ejemplo, un paciente de 20 años sano como un roble y te dice que tiene problemas de erección. Eso suele ser un problema psicógeno: el estrés, los problemas personales… Y el tratamiento inicial es a base de pastillas. Las principales contraindicaciones vienen con los pacientes que tengan patologías cardiacas severas. La segunda fase podrían ser los geles intrauretrales. Se puede hacer terapia combinada y si con eso no mejora se pasaría a una fase con auto inyecciones. Y si a pesar de eso, no respondiera, que ya sería raro, el último paso sería la colocación de una prótesis.
–Hablemos ahora de otra técnica cada vez más extendida: la vasectomía.
–Es la técnica de esterilización más frecuente en el varón. Se hace con anestesia local, de forma ambulatoria y dura unos 20 minutos y el paciente se marcha después a su casa. Lo que hay que recalcar es que el paciente sigue siendo fértil. Durante semanas, incluso meses, quedan espermatozoides almacenados que pueden fecundar. Hasta que no se haga uno o dos seminogramas al cabo de unos dos meses y se compruebe que no hay espermatozoides en su semen, no se le puede dar el alta definitiva.
–Es un proceso reversible?
–El paciente que se somete a una vasectomía debe tenerlo claro. Esto no es como poner una cremallera. Se puede revertir con una técnica muchísimo más compleja, microquirúrgica. Igual que la vasectomía se hace en unos minutos, esta se hace en horas. Yo aconsejo que, si han pasado más de cinco años de una vasectomía, que no se haga. No tiene ningún sentido, porque las probabilidades de que tenga éxito son muy bajas.
–Y por último, la impresión general es que la urología tiene que ver sólo con los hombres, pero también trata a las mujeres.
–Así es. El cáncer de riñón o el de vejiga pueden afectar también a la mujer. Y después, con todo el tema relacionado con la incontinencia existen en los servicios de urología unidades de suelo pélvico donde se suelen ver este tipo de patologías.
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