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Las patologías vinculadas al hombro y al codo están en la base de una «superespecialización» en Traumatología que el doctor Rafael López Arévalo defiende como estrategia para ser más eficaces en los diagnósticos y en la necesaria la labor de prevención. El jefe del servicio ... de Traumatología y Cirugía del Hospital Quirónsalud de Málaga constata, además, que en los últimos años la demanda de servicios médicos vinculados a esta especialidad «ha aumentado muchísimo».
–¿Por qué es tan importante esa superespecialización?
–Como en todas las medicinas, en los últimos años se ha pasado de una medicina más descriptiva a una medicina más futurista, es decir, más preventiva, de saber lo que va a pasar. Lo mismo ha ocurrido con la cirugía de hombro y codo o con la traumatología en general. La superespecialización viene porque cada vez son más complejos los procesos. Por ejemplo, en codo y hombro hay técnicas tanto abiertas como artroscópicas, que requieren una amplia curva de aprendizaje, que pueden ser años y cientos de cirugías. ¿Cómo se consigue eso? Pues centrando a determinados profesionales en ese tipo de especialización.
–Cuando se habla de problemas de movilidad pensamos en el tren inferior del cuerpo, pero las enfermedades derivadas del hombro y el codo son también muy incapacitantes...
– Así es. El codo es una bisagra que se mueve en dos planos y tiene una articulación magnífica que es la pronosupinación. Pero el hombro es un prodigio de la evolución, porque proyecta la mano en todos los planos del espacio y eso nos hace más hábiles y más independientes. Cuando un hombro se queda rígido nos deja bastante incapacitados, aunque también un tobillo o una rodilla. Lo importante es tenerlo todo sano.
–¿Cuáles son las patologías más comunes del hombro y el codo?
–A nivel del hombro hay unos cuadros de signos y síndromes multifactoriales, pero podríamos decir que el más frecuente es la tendinitis. Después está la capsulitis retráctil, más conocida como hombro congelado; las lesiones traumáticas, desde fracturas, luxaciones… También tenemos muchas patologías deportivas. Y a nivel del codo, la más común es la epicondilitis, que es un dolor en la cara lateral del codo que tiene varias causas. Esta última afecta mucho a trabajadores manuales o a deportistas de raqueta y lanzamiento. Y también tenemos todas las patologías traumáticas, como fracturas o artrosis.
–La demanda de consultas ha aumentado de manera exponencial en los últimos años. ¿Cuál es la razón? ¿Hay más necesidad de información o más problemas?
–Efectivamente, la demanda ha aumentado muchísimo. Cuando empecé hace treinta años, el que asistía al traumatólogo era porque tenía problemas serios. Hoy en día, con la gran información que consumimos, la gente se preocupa mucho más por su salud, lo cual me parece bien; lo que pasa es que muchas veces esa información que recibe es muy sesgada. El paciente viene, entonces, con una predisposición de lo que quiere que le hagas y a lo mejor no necesita nada de eso. Un ejemplo muy claro: la tendinitis de hombro, que en el 95 o 97% de los casos se cura sin tener que hacer nada; es decir, haciendo estiramientos o fisioterapia, con tratamientos básicos o una infiltración alguna vez. Sin embargo, hoy en día se están operando muchas tendinitis de hombro que no son necesarias. Pero el exceso de información lleva a eso, a que el paciente presione al médico diciendo que hay que operar.
–En ese proceso juega un papel fundamental la rehabilitación...
–Es importantísima. Sobre todo en articulaciones que se mueven mucho como el hombro. Nosotros hacemos la cirugía, intentamos dejarlo lo mejor posible; pero luego con un buen fisio se consiguen cosas muy importantes. Por eso habría que contar con unidades en las que estuvieran el fisioterapeuta, el traumatólogo, enfermería... Yo creo que por ahí va a ir el futuro, es decir, unidades superespecializadas que no se dediquen a todo, sino al hombro, al tobillo…
–¿Y los servicios de rehabilitación también están preparados para esa mayor demanda?
–Desgraciadamente no. Y eso podríamos solucionarlo teniendo un control muy exhaustivo del paciente y con esos equipos más especializados. Por ejemplo, en el mío tengo dos fisios que se encargan de rehabilitar los hombros, pero el problema que tenemos, igual que ocurre con la seguridad social, es el volumen de pacientes. Y las compañías de seguro no pagan lo suficiente para que el fisio le dedique el tiempo necesario, entonces el paciente tiene que buscarse otras alternativas.
–¿Ha cambiado el perfil del paciente? Lo pregunto por el aumento de la práctica deportiva, que genera nuevos problemas
–Totalmente. Además de la gente joven, el paciente actual de entre 40 y 60 años, que se ha tirado al mundo del deporte. Eso es estupendo, pero siempre hay que tener una moderación y saber lo que se está haciendo. Por ejemplo, hoy he estado hablando con un compañero de un paciente que conocemos que es 'ultrarunner', que hace tiradas de 100 kilómetros; y eso no hay cuerpo que lo aguante.
–¿Ni aunque sea un 'ironman'?
–Ni aunque hayas estado toda la vida corriendo. ¿Lo puede hacer? Sí, pero eso al final te pasa factura. No dejamos de ser material biológico que tiene la posibilidad de autorrepararse, pero hay cosas que no se reparan. Tú te partes un hueso y el hueso se autorrepara con el mismo tejido que se ha roto, pero tú gastas el cartílago de tu rodilla y ya no hay cartílago que lo sustituya: hay cultivos, pero volver al nivel que tenías es imposible. Por eso es muy importante que cuando una persona de cierta edad empieza a hacer deporte pase por un especialista, por un médico deportivo, un fisio que entienda, un preparador físico… Lo que no se puede hacer con 50, 56 o 57 años es ponerte a coger ruedas de tractor, subir una cuerda…
– ¿Qué es lo adecuado?
–Es bueno andar cinco o seis kilómetros, dejar al cuerpo que descanse, estirar y comer sano. No estar de fiesta y al día siguiente salir a correr. Todas las cosas hay que hacerlas con sentido común en la vida. Pues con esto, igual. Yo he tenido pacientes que han venido a la consulta después de un ultramaratón porque les duele el pie; les hago una radiografía y tienen una rotura por estrés, que de tanto andar o correr se rompen. El organismo no tiene esa capacidad de recuperación, es imposible.
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