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Es polifacético, tiene un don especial y, además, mantiene la atención de todo aquel con el que se cruza en cuanto aparece ese chip radiofónico que nunca se quita. Juan Carlos Ortega (Barcelona, 1968) lleva a sus espaldas un recorrido excepcional como locutor y ... humorista, y ha encontrado entre sus dos profesiones un punto medio al que dotar de visibilidad y forma: 'La radio de Ortega' es un show con todas las voces de la radio, algunas conocidas y otras no, pero que mantiene en la risa constante al oyente o al espectador.
Mantenemos una pequeña charla con él de cara a sus próximos dos actuaciones en La Cochera Cabaret, hoy y mañana, ambos días a las 20.30 horas.
–Con un recorrido tan extenso e impecable en la radio, si echa la vista atrás, ¿le da vértigo?
–No. Me da más vértigo echar la vista hacia adelante y verme a mí mismo enterrado en un ataúd. Eso es muchísimo peor.
–¿Qué es para usted la radio? ¿Qué significa?
–La radio es el único medio de comunicación que se ve. Que realmente es visible. Lo que nos imaginamos escuchándola, esas formas que aparecen mientras sintonizamos cualquier programa, tienen más realismo que muchas de las imágenes que nos ofrecen otros medios.
–¿Cuál es su relación con el humor? o ¿cómo la definiría?
–Principalmente, como seguidor. Desde pequeño me entusiasmó Miguel Gila y, años después, Faemino y Canasado, Woody Allen y muchísimos otros. El humor es, para mí, lo único que es capaz de unirme a alguien. Si una persona no tiene sentido del humor - o lo que yo entiendo como tal- deja de interesarme de manera inmediata.
–Tiene una gran facilidad para cambiar su timbre de voz, ¿práctica o don?
–En realidad, no tengo una gran facilidad natural. Por ejemplo, no sé imitar voces. Se me da fatal. Simplemente tengo una habilidad para captar ciertas formas de ser. No hago voces, en realidad, sino que interpreto formas de ser y, al hacerlo, me sale sola la voz. De todas formas, solo sé hacer ocho voces. O tal vez siete.
–¿Cómo se aguanta la risa en un momento muy cómico?
–No hay que aguantársela. Si el momento es cómico, hay que aprovechar la situación y soltarse. Solamente hay que hacer esfuerzos para no reír si al hacerlo provocas dolor a alguien. La risa de la burla es el sonido más odioso del universo.
–Acerca de tu show de este fin de semana en Málaga, ¿qué tiene de especial?
–No es falsa modestia; es verdad: todos los shows de todos los humoristas son especiales, en tanto que todos nosotros, aisladamente, somos especialísimos. Pero si tuviera que resaltar y subrayar mi forma especial de abordar el show, diría que es un homenaje a la radio, algo (la radio) que es objetivamente especial.
–¿Son esenciales los humoristas en tiempos de crisis?
–Son esenciales siempre. Y además siempre creemos que estamos en tiempos de crisis. No soy muy viejo, pero no recuerdo jamás una época en la que no se creyera que se estaba atravesando un periodo súper convulso.
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