Los más sensibles de olfato no suelen ver con buenos ojos este tipo de planes. Por muy saludable que sean para la piel, las aguas ... sulfurosas no tienen el mejor de los aromas para muchos bañistas.
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Desprenden un intenso olor a a azufre. «Huelen más bien a huevos podridos», se queja el más negativo del grupo. Es el sulfuro de hidrógeno, común a los baños de Vilo, en Periana, y de La Hedionda, en Casares. Son dos de los enclaves donde cada día de verano llegan bañistas procedentes de distintos puntos de la geografía andaluza a darse un chapuzón que, en teoría, servirá para aliviar algún problema cutáneo. O simplemente, para beneficiar a la piel de cara a un largo verano.
Ambos enclaves están separados por más de 150 kilómetros de carretera. Tienen paisajes en su entorno muy distintos, pero ambos se caracterizan por ser manantiales de aguas sulfurosas a los que se puede ir gratuitamente.
El más conocido y de mayor tamaño es el de La Hedionda, que ya con su denominación sirve para poner en aviso a los bañistas. No van a ser aguas perfumadas precisamente.
Aunque hoy no cuesta ni un céntimo bañarse allí, en temporada de verano hay restricciones para acceder. En concreto, se requiere una reserva previa para evitar que un teórico baño relajante en familia, en pareja o con amigos se convierta en una situación estresante.
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Esta limitación pretende sobre todo que no se perjudique este enclave histórico, que ya fue usado por los romanos o los andalusíes. Eso sí, la cúpula que protege la piscina de donde proceden estas aguas, ligeramente azuladas, no es ni mucho menos tan antigua.
Tampoco hay que darle mucha credibilidad a esa historia que se cuenta sobre Julio César y la curación de las heridas de sus soldados. En algunas versiones, se dice incluso que tenían herpes. Ni una cosa ni otra. Ni siquiera es cierto que la famosa batalla de Munda tuviera lugar en lo que hoy es territorio de la provincia de Málaga. Pero, aún hay quien quiere sentirse especial como este personaje histórico y presumir de que se ha bañado donde lo hizo el que después fuera amante de Cleopatra.
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Quienes acudan este verano a La Hedionda -todavía quedan algunas plazas- podrán incluso hacerlo de una forma segura, ya que el Ayuntamiento de Casares, responsable de este espacio, ofrece también el servicio de socorrista.
No hay que asustarse. No es nada peligroso aparentemente, porque su profundidad es de poco más de un metro y medio. Hay incluso escaleras para descender, como en la de cualquier comunidad de vecinos, donde por los pelos este año pueden seguir bañándose sin reparar en la aún drástica sequía.
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Hay quien con su reserva hecha por Internet acude para echar el día pertrechado con mucho más que una toalla. Neveras llenas de comida y bebida como para un regimiento, como si tuvieran que darle de comer y beber a los soldados de Julio César que según la leyenda se dieron también un chapuzón allí.
Eso sí, para llegar hasta allí deben tener en cuenta que tendrán que hacer un camino al sol desde el aparcamiento habilitado para los bañistas. Hay muchos carteles que avisan de las sanciones para quienes incluso sólo quieran acercar en coche las viandas y las bebidas para la jornada. El tratamiento cutáneo puede salir muy caro.
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Hay que acceder desde la carretera de los Baños desde la costa de Manilva. El pueblo vecino ofrece este verano una alternativa de hedor a azufre en la Charca de la Mina, situada en el mismo acceso, bajo la autopista de peaje.
Las aguas tienen el mismo color que las de La Hedionda porque vienen de allí, aunque algo más difuminadas en el curso del río Manilva.
La otra gran opción para darse un baño de agua sulfurosa gratis en la provincia de Málaga es mucho más modesta y, en cierto sentido, salvaje.
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Está en la pedanía perianense de los Baños de Vilo. Se trata de aguas sulfurosas que manan a 21 grados. Hay una pequeña piscina con apenas un metro de profundidad y dos de diámetro, donde, al mismo tiempo, no resulta cómodo el baño de más de dos o tres personas. Sobre todo si no se conocen entre sí.
Hasta allí se accede por una estrecha vía desde la carretera que une a Mondrón con Periana, muy poco antes de llegar a este pueblo de la Axarquía. Eso sí, hay que tener en cuenta ese carril hormigonado por el que se llega es bastante angosto, algo empinado y es de doble sentido. En ciertos días puede ser una auténtica odisea entrar por esta vía, aunque siempre hay alguna alternativa no contemplada por Google Maps. Tampoco abunda el espacio para aparcar. No iba a ser todo fácil para darse un baño curativo gratuitamente.
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