Álvaro Romero
Jueves, 20 de abril 2017, 13:10
La ciudad alemana de Quedlinburg se encuentra a orillas del río Bode y a los pies de la cordillera montañosa de Harz, en el centro del país. Es, sin duda, una de las ciudades más bonitas e históricas de Alemania, por ello está en la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
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Quedlinburg cuenta con el principal conjunto de casas de vigas entramadas del país bávaro. Más de 1.200 edificios de todo tipo de colores que parecen situar al visitante en épocas pasadas. Un lugar que impacta visualmente por su rareza y colores. Los suelos, adoquinados y empedrados, ayudan a mantener la estética.
El valor patrimonial de esta pequeña ciudad, de poco más de 22.000 habitantes, es incalculable. Alberga, además, la casa más antigua de Alemania que data de principios del siglo XIV. Sería posteriormente, durante los siglos XV al XVIII cuando la ciudad alcanzaría su pleno apogeo y fue en esa época cuando se construyeron la mayoría de las casas de vigas entramadas.
Si visitas Quedlinburg pasea por sus calles, piérdete entre sus rincones y plazas y recorre su casco histórico. La Plaza del Mercado es uno de sus centros neurálgicos, allí se citan vecinos y turistas para disfrutar de su tiempo libre entre edificios medievales. Uno de ellos es el del Ayuntamiento, construido en piedra y teja oscura, la hiedra se apodera de los muros tiñéndolos de verde.
Al suroeste de la ciudad, en una pequeña colina, se levantan dos de los reclamos turísticos más bonitos de la urbe, el castillo y la Colegiata de San Servando. Desde allí se puede disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad, es el lugar perfecto para los amantes de la fotografía. Cada recoveco es una muestra más de belleza medieval.
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Medievo en estado puro
Es frecuente y sencillo encontrar tabernas alemanas típicas donde degustar su gastronomía tradicional y acompañar los platos con cualquiera de sus variedades de cerveza, uno de los manjares líquidos más valorados del país. Las tiendas no pueden faltar en esta turística urbe, destacan las de arte, vidrio y antigüedades. Artistas y artesanos frecuentan las calles consolidando más si cabe el ambiente cultural y bohemio que se respira en Quedlinburg.
Desde la Edad Media, Quedlinburg ha sido una ciudad próspera gracias al comercio. El número y la alta calidad de los edificios con entramados de madera hacen Quedlinburg un ejemplo excepcional de una ciudad medieval europea. La importancia cultural de Quedlinburg está basada en la armoniosa mezcla entre su historia y arquitectura.
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