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No se han celebrado corridas ni mucho menos en su arenal. Éste no es precisamente albero. Más bien destaca por su oscuridad, como otras playas de esta zona occidental de la Costa del Sol.
La cala de Los Toros se llama así, al parecer, porque ... estaba junto a una cañada real que unía a la localidad de Los Barrios con Estepona. Debían ser numerosos los astados que transitaban por ese camino para que hoy se siga denominando así.
Es la penúltima playa malagueña cuando se va en dirección a la provincia de Cádiz. Se encuentra, lógicamente, en Manilva, el municipio costero más occidental de Málaga.
El hecho de estar más cerca del Atlántico no es motivo suficiente para lucir esos arenales finos y claros que tienen en buena parte de las costas gaditanas y onubenses. Aquí toca conformarse con la oscura, que suelen ofrecer un contratiempo a la hora de abandonar a la playa, ya que se suele quedar pegada a la piel, como si quisiera que el bañista alargara aún más su jornada.
A su lado, está la playa de Punta Chullera, que puede presumir de ser la última de Málaga en el camino hacia el Estrecho. Pero, ésta no tiene ni tanto espacio para el disfrute ni mucho menos un chiringuito donde se puede comer el último espeto malagueño en la zona occidental.
Dicen los puristas que las sardinas asadas de esta forma tan tradicional en Málaga sólo se pueden encontrar, en su pureza, entre Nerja y Manilva. La brisa marina que hay y la protección de las montañas que vigilan la costa en segunda línea de playa son elementos fundamentales, según esa tesis, para que el espeto pueda quedar en su punto. Ni seco ni quemado.
La ausencia o el exceso de viento podría fastidiar el asado que hace posible esa flama invisible y constante que sabe manejar un buen espetero.
Por tanto, el chiringuito Dieguichi, situado precisamente en la cala de Los Toros, no sólo es el más occidental de los establecimientos de playa de la provincia sino también en el último hito de esa ruta de espetos por la costa malagueña.
Eso sí, una cosa es la teoría y otra diferente es la realidad, ya que el primero de los chiringuitos gaditanos hacia el oeste, por ejemplo, también puede presumir de hacer espetos de sardinas. ¿Acaso la brisa de levante entiende de fronteras provinciales?
Pero, más allá de esta anécdota gastronómica, este chiringuito que es el único de este extremo de Manilva, ofrece también desde 'pescaíto' frito hasta espetos de carabineros. Eso sí, conviene preguntar porque el precio lo marca el mercado.
En Dieguichi son conscientes de que no hay más opciones para alargar el día en establecimientos cercanos. Por esa razón, quizás, ofrecen una gran variedad de cócteles que son idóneos para disfrutar de un tardeo veraniego. Sobre todo si se ha alquilado algunas de las hamacas que tienen a tan sólo unos metros a disposición. Puede ser un complemento perfecto para terminar un día. Desde un mojito hasta un 'daikiri' o un margarita. Hay mucho donde elegir. Incluso los que vayan a conducir tienen varias opciones sin alcohol.
Pero, no todo los bañistas que acuden a esta playa lo hacen por este chiringuito. Muchas optan por esta playa, por la claridad de sus aguas y por el entorno rocoso, que la protege, ocasionalmente del viento. Que nadie se haga ilusiones, ni el terral ni un fuerte levante se pueden esquivar junto a esas grandes piedras.
Eso sí, al menos tiene un paisaje costero muy distinto al que se puede ver en otros puntos de la costa malagueña. Al fondo, si el día está claro, se verán las Columnas de Hércules, es decir, el Peñón de Gibraltar y una formación montañosa que bien podría ser el Hacho de Ceuta.
Suelen ser bañistas de larga duración. La playa invita a ello, pero condiciona más la dificultad de acceso a la misma. Ya que hay que hacer un esfuerzo importante para llegar allí, por lo menos habrá que amortizarlo con tiempo sobre su arenal.
No es tarea fácil llegar en vehículo privado. Quienes van desde Málaga u otros municipios de la Costa del Sol no tienen más remedio que avanzar por la A-7 hasta pasar momentáneamente hasta la provincia de Cádiz. Menos mal que no hay límites como aquellos que se vivieron en la Covid-19.
Será cuestión de segundos, porque enseguida se cambia de sentido y se va hacia Punta Chullera, donde hay un único punto de salida para llegar a una zona de aparcamiento que se antoja pequeña en pleno verano. Cuidado, porque el que se lo pase, vuelve casi a la ficha de salida, como en el parchís.
Una vez aparcado el vehículo, sólo habrá que andar unos trescientos metros para encontrar esta cala, a la que se accede por unas escaleras, que es casi como un valor añadido más que anticipa un buen 'reel' en Istagram.
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