Teba, más allá de una historia épica

Aunque el líder de esa exótica expedición y hombre de confianza del rey Robert falleció en aquel ataque, pasó a la historia por esa singular muestra de fidelidad. Incluso puso a la villa de Teba en el mapa de los escoceses. De hecho, hoy este pueblo del Valle del Guadalteba y la ciudad natal de sir James Douglas, Melrose, están hermanadas. La gesta se recuerda en el interior del castillo, que tiene en su torre del homenaje el centro de visitantes, y en un monumento con forma de lápida en el propio pueblo. En él se relata tanto en español como en inglés aquel curioso episodio. Pero, quien visite Teba no se puede quedar sólo en aquel hecho histórico. Esta localidad malagueña puede presumir de tener hoy un rico patrimonio histórico, arqueológico y geológico.

Basta hacer un recorrido por el propio casco urbano y, por supuesto, por su entorno, para descubrir esos otros lugares y rincones de Teba. Entre ellos, uno de los que más sorprende a los visitantes primerizos es la portada de la Casa Condal de Eugenia de Montijo, situada hoy en la plaza de la Constitución, en el mismo corazón del pueblo.

Ésta fue la entrada de la Casa Condal de la Emperatriz Eugenia de Montijo. Se trata del único vestigio que queda de un palacio renacentista que en su día estuvo en la calle Real.

Hoy se exhibe en este espacio público como un monumento que sirve de homenaje a su última propietaria, Eugenia de Montijo, condesa de Teba y emperatriz de Francia (se casó con Napoleón III).

En esa misma plaza, se encuentra el Museo de Historia Municipal de Teba, donde se encuentran muchos vestigios arqueológicos hallados en su territorio, desde los primeros pobladores hasta una época mucho más contemporánea. Situado dentro de la Casa Cultural, antigua sede del Ayuntamiento de Teba, es una visita obligada a los interesados en el pasado de este pueblo del Valle del Guadalteba.

También hay un interesante legado religioso en el pueblo. Sobresale especialmente la iglesia de la Santa Cruz Real, que, además de ser uno de los monumentos más notables de la comarca, alberga un museo eclesiástico que gira en torno a la orfebrería religiosa.

Por otra parte, en su polideportivo municipal muchos se sorprenderán con una atípica portada, que, en su día, lo fue de un convento franciscano. A ello hay que unir dos ermitas, las del Carmen y Jesús Nazareno, que demuestran el fervor religioso que conserva hoy este pueblo.

También hay que salir del casco urbano para descubrir enclaves geológicos tan singulares como el que aguarda en el Tajo del Molino, que es atravesado por el río de la Venta. Se trata de una garganta caliza por la que es posible adentrarse.

Allí se encuentra la Sima de las Palomas. Aunque no es la única cavidad donde se han encontrado yacimientos, sí es la más importante y con diferencia. De acceso limitado (actualmente está cerrada al público con una verja), esta gruta albergó refugios de distintas comunidades prehistóricas. De hecho, en las últimas excavaciones realizadas por los investigadores se han localizado espacios con fuegos y hogares, relacionados con la alimentación, desde hace más de setenta mil años.