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Hay quien ha pasado bajo su extensa sombra y se ha percatado de su singularidad por el cartel que lo identifica. Salvo algunos días del ... otoño, no es un árbol que llame especialmente la atención. Con algo más de nueve metros de altura, es una de las joyas botánicas del paraje natural del Torcal de Antequera. Además de ser un conjunto geológico muy valioso, este enclave situado a unos novecientos sobre el nivel del mar, es también un gran santuario biológico.
La cabra montés o el buitre leonado son algunos de los animales que se pueden ver a simpla vista en este complejo kárstico situado en el municipio de Antequera. Pero también hay una especie aún más singular y que se encuentra entre una de las especies vulnerables de la Península Ibérica. Se trata del conocido como arce de Montpellier. El ejemplar más espectacular, pero también el más accesible es el que está pertinentemente identificado con un cartel descriptivo en la Ruta Verde de este paraje natural.
En la segunda mitad del otoño, este árbol está cambiando el color verde de sus hojas hasta convertirlo en un rojo sorprendente. Será el paso previo a la caída de las hojas, un momento vital que no le quita a éste y otros ejemplares del Torcal ni un ápice de belleza.
La singularidad de los arces del Torcal es que no son especialmente abundantes en la provincia de Málaga. Hay que buscar zonas montañosas de la Serranía de Ronda, en la zona más oriental del Arco Calizo Central (en las sierras de Camarolos, del Jobo o el tajo de Sabar) o en otras que estén rondando los mil metros de altitud sobre el nivel del mar.
Si su magnitud llama la atención, en una zona donde habitualmente las rocas son más altas que los árboles, también sorprende la sombra que proporciona su copa. Más de cien metros en algunos momentos del día.
Además de éste y otros ejemplares del arce de Montpellier (Acer monspessulanum), en el paraje natural del Torcal de Antequera hay otras especies botánicas que no son fáciles de encontrar en otros puntos de la geografía provincial. Árboles como quejigos, serbales o encinas y arbustos como la endrina forman parte de este ecosistema. Incluso se puede ver la que se conoce como ombligo de Venus. A todo ello hay que unir una gran variedad de líquenes y musgos que forman parte del paisaje singular del Torcal de Antequera.
Además de la mencionada cabra montés, se pueden ver otros mamíferos, como el zorro, el tejón, la comadreja o el conejo. En el capítulo de aves, al citado buitre leonado, hay que sumar rapaces como las águilas real y perdicera, el halcón peregrino, el búho real, el cernícalo o el mochuelo. Otras especies aladas son las collalbas negra y rubia, el avión roquero, la chova piquirroja o el roquero solitario.
El Torcal es un auténtico edén dentro de la Vega de Antequera, que, eso sí, recibe cada año unas doscientas mil personas, lo que puede suponer una amenaza a su biodiversidad.
PIES DE FOTO:
1. Este ejemplar de casi diez metros de altura sobresale entre rocas. FOTO: Ricardo Pastor.
2. Este arce, que está en la Ruta Verde, está identificado con un cartel descriptivo. FOTO: Ricardo Pastor.
3. El Torcal de Antequera es un auténtico santuario biológico.
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